Ursula Kroeber Le Guin (1929-2018) desafió las convenciones de la fantasía y la ciencia ficción, un género dominado por hombres hasta la década del sesenta, al tiempo que renegaba de los encasillamientos, es decir, de la exclusión. Su novela Un mago de Terramar y La mano izquierda de la oscuridad, ambas de 1969, ganaron el Premio Boston Globe-Horn Book y los prestigiosos premios Nebula y Hugo, respectivamente. Recibió el Premio Nacional del Libro en 1973, un Premio Honorario Nacional del Libro en 2014 por su distinguida contribución a las letras estadounidenses e infinidad de honores y reconocimientos.
Escribió más de treinta novelas para adultos y adultos jóvenes, escribió una docena de libros de poesía, más de cien cuentos y siete colecciones de ensayos. Sus libros fueron traducidos a más de cuarenta idiomas y han vendido millones de copias en todo el mundo. “Elevó la fantasía a la alta literatura de nuestro tiempo”, dijo de ella el crítico Harold Bloom.
Lucía Manucci se despide de la notable escritora norteamericana que habló de la mujer, los choques culturales, las utopías pacifistas y otros asuntos humanos mientras escribía sobre dragones, naves espaciales y conjuros mágicos.
Falleció el 22 de enero pasado en Portland, Oregon, a los 88 años.
La Médula
Había en la piedra una palabra.
Quise descifrarla,
mazo y punzón, cincel y pico,
hasta que la piedra sangró,
y aún no supe oír
lo que la piedra dijo.
La arrojé junto al camino
entre cientos de piedras
y al volverme gritó
la palabra en mi oído,
y la médula de mis huesos
escuchó, y respondió.
Ursula K. Le Guin
Poema extraído de Las gemelas del sueño, traducido por la poetisa Diana Bellessi, su amiga-puma.
Por Lucía Manucci
Como aquellas figuras sabias de las leyendas que prestan consejo, como aquellos caminantes que van transitando mundos, así se fue Ursula K Le Guin y, ante su partida, lectores y escritores hicieron sentir su tristeza, como John Scalzi, Neil Gaiman y Stephen King.
¿Quién fue esta mujer, que ostentó el título de Grandmaster de la ciencia ficción, que ganó Hugos, Nebulas y Locus? ¿Quién fue esta mujer, laureada en vida, introducida al Science Fiction Hall of Fame en 2001 y tan querida por su público? En sus obras habló de la sexualidad, del respeto a la naturaleza, de la religión, de psicología, filosofía, de política y de cómo la magia de las palabras transforma el mundo.
Hija de Theodora Kroeber y Alfred Kroeber, dos reconocidos antropólogos, llegó a este mundo el 21 de octubre de 1921. Creció rodeada por símbolos y palabras, bebió a lo largo de su vida de la influencia de diversas temáticas y autores, su amor por la mitología y los clásicos literarios fue nutrido desde la niñez por sus padres y llegó a la fantasía gracias a Lewis Carroll y Lord Dunsany. Pero fue J.R.R. Tolkien quien, según sus palabras, le mostró de lo que el género era capaz; mientras que Theodore Sturgeon y Cordwainer Smith le abrieron las puertas de la ciencia ficción.
A medida que se consagraba como escritora, ella misma sirvió de inspiración: su presencia se puede advertir en autores de ciencia ficción como Orson Scott Card. En El juego de Ender toma prestado el ansible (aunque no es el único), un dispositivo que permite la comunicación a través de distancias siderales y más allá de la velocidad de la luz, que apareció por primera vez en la novela El mundo de Rocannon (1966).
Este es un dato que a muchos les desconcierta, pero Le Guin prefirió no ser recordada como una escritora de ciencia ficción, y se opuso a que sus obras formen parte de la digitalización de Google Books. Dos hechos comprensibles cuando observamos que su obra es indivisible de sus ideales políticos y de sus posturas sociales. No quería que la recordasen meramente por sus obras de ciencia ficción sino como “una escritora norteamericana”. Atribuirle un género, temía, era equivalente a empujarla de la escena literaria. Pero ella no lo iba a permitir. Cuando en 2014 aceptó la medalla por su distinguida contribución a las letras americanas dijo que lo hacía en el nombre de sus compañeros autores de ciencia ficción y fantasía, quienes “habían sido excluidos durante mucho tiempo”.
Nada extraño si consideramos que Le Guin siempre se definió como una feminista. Contra las convenciones de la época, hizo que sus protagonistas fueran tan distintos al clásico explorador y aventurero blanco y claramente europeo-céntrico, e incluyó en sus obras personajes por cuyos atributos físicos y sexuales habían sido largamente excluidos del género, con problemáticas sociales muy reales y complejas.
Esto particularmente se vio reflejado en la adaptación cinematográfica del tercer y cuarto libro de la saga de Terramar que realizó Studio Ghibli en 2006, cuando, si bien reconoció su belleza, destacó la simplificación que había sufrido su obra: “El mal ha sido confortablemente externalizado en un villano (…) el mago Kumo/Cob, puede simplemente ser asesinado, resolviendo así todos los problemas. En la fantasía moderna (literaria o gubernamental), matar a la gente es la solución a la llamada guerra entre el bien y el mal. Mis libros no están concebidos en los términos de dicha guerra, no ofrecen soluciones simples a preguntas simplistas.” No por nada, Margaret Atwood, autora de El cuento de la criada, recomendó esta saga a quienes están acostumbrado a leer literatura fantástica y a quienes no porque se trata de una “meditación sobre la vida como un ser humano, las cosas no se dividen limpiamente entre el bien y el mal”. Tampoco resulta raro, entonces, que Ursula se hubiera pronunciado contra los llamados «hechos alternativos» que algunos pretenden imponer:
“Los hechos no son algo sencillo de encontrar. Científicos honestos y periodistas, entre otros, pasan mucho tiempo tratando de verificarlos. La prueba de un hecho es simple –no hay alternativa. El sol sale en el este. Pretender que el sol sale en el oeste es ficción, asegurarlo no lo convierte en un hecho (o en un hecho alternativo). Es una mentira. Una mentira es un no-hecho deliberadamente contado como un hecho. Las mentiras son dichas para poder reasegurarnos, engañar, asustar o manipular a otros. Santa Claus es una ficción. Es inofensivo. Las mentiras rara vez son completamente inofensivas, y a menudo son muy peligrosas. La mayoría de las veces, en la mayoría de los lugares, las mentiras son consideradas despreciables por la mayoría de la gente.” (cita).
¿Qué decir entonces, qué palabras usar para expresar lo que nos causa su partida? ¿Cómo abarcar realmente a la mujer y a su obra en unas pocas frases? Quizá es mejor que lo haga ella misma.
“Es bueno tener un final hacia el cual viajar, pero es el viaje lo que realmente importa al final”.
Y ahora que cobijan las manos de la luz y la oscuridad solo queda agradecerte de todo corazón por tus travesías a las estrellas, por el archipiélago de Terramar, por el invierno de Invierno, por tus bosques y tus montañas, por las islas sobre las que vuelan dragones.
Mil gracias de parte de todos los que vamos a seguir nombrándote todavía.
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