Larenland: el increible y extraño mundo de Benito

Durante años mi agenda rebalsó de personajes así. Nada es para siempre y hoy me quedan menos, bastantes menos. O no, pero los conozco tanto que nada de ellos me asombra. Por suerte me sobran amigos que están en pos del bicho raro que transforme a nuestro perfil, o a nuestra crónica, en una obra maestra de la ficción, pero rigurosamente respetuosa de la realidad tal como la creemos conocer.

Líneas abajo, mi amiga, colega y saxofonista, Paloma Sneh, revela su encuentro cercano con Benito. Salió antes en Minga! # 4, pero Factor 302.4 adquirió los derechos exclusivos para la web. Y si no me creen, Ben y toLaren.


Texto y fotos: Paloma Sneh

“Nadie esperó por mí, ni trajo alegrías de Rey Mago; insólito payaso quien confunde esta vida de tinieblas que habito, como si yo fuese un mal presagio de la existencia.”

Benito Laren, artista plástico, humorista, escritor, realizador de videos, compositor (en cualquier orden) es inclasificable e indefinible. Presentémoslo y luego, a zambullirnos en cierta ausencia de hilo conductor. Como jugando al Cadáver Exquisito, esta nota es como Benito y su mundo. O su planeta, porque parece venir de otro.

El departamento de Benito en San Telmo es pequeño y ordenado. Sé que pintó a CFK y a Néstor Kirchner y los enmarcó en dorado. Luego me entero de que nació en San Nicolás, provincia de Buenos Aires, en 1962. Hijo de polacos. El dato raro: su prima es la madre de los quintillizos Ruffini, nacidos en 1992. Es parte de los plásticos noventosos, que mostraron su obra en el Centro Cultural Ricardo Rojas -(a) el Rojas-, en la época de Gumer Maier, cuando el arte se abría paso en lo under. Sus materiales: vidrio pintado con esmaltes, papeles metálicos, purpurina, glitter y cualquiera que brille. Usa como soporte puertas de auto, celulares o raquetas. Elige marcos dorados de yeso enormes y llenos de volutas recargadas. Son antiguos y remozados por él mismo. En el Planeta Laren vemos ovnis y ufología, rostros, iconos pop, personajes mediáticos. Adjetivos que vienen al caso: moderno, irreverente, inclasificable, a veces infantil, sarcástico pero sin proponérselo, ingenuo. “Mi papá era diplomático: enmarcaba diplomas en una casa de San Nicolás”, deja caer de golpe. Hechas las presentaciones, a jugar. Entremos a Larenland.

Le pregunto dónde prefiere que me siente.

Acá te muestro un banquito. Está trabajado con vidrio líquido. Mirá estas fichas de casino que tiene incrustadas. ¿Viste cuando uno gana en el casino, que hace saltar la banca? Bueno, yo hice saltar la banqueta. La muestra se va a llamar Casino. Será en la Galería Del Infinito. Obras relacionadas con juego, dinero, los números.

Sonrío porque no puedo dejar de pensar que apoyo mi trasero en el máximo símbolo del capitalismo: las apuestas de dinero. Cinismo sin desborde. Me cuenta que recién a los 13 años, allá en su pueblo natal, “despertó al arte”. Los años escolares fueron traumáticos: le costaron pesadillas eternas de exámenes escolares. Finalmente se graduó como técnico químico y trabajó 8 años en el laboratorio de Somisa.

Era muy sacrificado. Estábamos muy encerrados, entonces un día me dije “voy a pintar una ventana en la pared”. Lo hice. Y desde ahí no paré de pintar. Es una inspiración en Aniko Szabó. Se llama “Desde mi témpera mental ventana”. Porque lo hice con témpera.

Je.

Un artista popularen

A la vez, llegó la escritura.
Apenas empecé a trabajar, me compré una Hermes 19, una de las primeras máquinas de escribir, electrónica. De ésas que primero escribías y después te tiraba el renglón. Era una maravilla y yo me creía Ray Bradbury. Comencé a escribir y tuve un premio local, y enseguida uno internacional en la Fundación Givre. Un cuento sobre un chico que se quería suicidar, una historia un poco fuerte. En el ‘87.

Me gustaría mucho leer ese cuento, pienso. Unos días después, sucede. Porque me obsequió su libro, Larenland, mis delirios, publicado en 2010, y allí está ese cuento ganador, entre otros, algunos infantiles, otros de densa lectura, otros rimados. Algunos más simples y algunos complejos. Se declara admirador de Borges.

Define su técnica como propia y evolucionada. Primero usaba pintura transparente y un espejo atrás. Ahora agregó elementos. Es pintura sobre vidrio, del lado de atrás. Aparte, fabrica una resina, el vidrio líquido, que se coloca por detrás un papel espejo para que devuelva la imagen. La química lo fascinó pues se declara amante de la experimentación y combinación de elementos extraños y diferentes. Si bien asistió a algunas clases de pintura, fue por un muy breve período y por una maestra bonita. Luego, algunos cursos por correspondencia terminaron de aburrirlo de lo académico. Estaba muy ocupado, además, luchando con el mundo exterior y con sus padres, que no querían que fuera artista. Quería largarse en el circuito obligado para correr el Gran Prix del éxito asegurado. Exponer primero en el Rojas, luego en el (ex) ICI y recalar en lo de Ruth Benzacar. Hoy, dice que tarda menos de diez minutos en pintar un cuadro y que lo hace con la televisión prendida, haciendo zapping y escribiendo.

Pero en el medio de escritor y pintor fui tenista. Vi que ganaban cualquier plata, y me dije “yo puedo hacer eso”. Iba al club lindero a la fábrica, en San Nicolás. Es así: todo lo que me creo lo llevo al final, al máximo. También tengo una raqueta-obra de arte.

Entonces: escritor, pintor, tenista. Benito Eungenio Laren. Expliquemos el origen del nombre. En la tapa de ese libro, Larenland, mis delirios, que reúne sus textos, está la foto de una de sus obras, una estampilla intervenida con el “primer hombre que estuvo en la luna”: es él en traje de astronauta.

Eungenio: viene de cuando hice un cuadro muy grande, que está en Texas ahora; Benito, de cuando entré a la escuela, a la secundaria, los otros chicos me llamaban “¡Benito, Benito!”. Yo no sabía porqué. Era porque el año anterior había estado Benito Urquiaga, el fundador del ERP, también de San Nicolás, se había ido a España. Muy parecido a mí, con otros anteojos. Y lo usé como seudónimo. Y Laren porque me gustaba mucho Sofía Loren. Y quería ser un poco distinto.

Fonolaren

Es conocido también por sus pelucas, que usa desde el 2000. Tiene media docena y a la hora de las fotos, se la pone. Es su sello. Hacemos un recorrido por el departamento, hay obra suya por todas partes. El Cuarto de Van Gogh, pero en la versión de Liechtenstein, con la Maja Desnuda tirada en la cama de Vincent. Celulares intervenidos, los celularen, con los displays pintados. Una serie de estampillas del Correo Argentino. Obras con ruedas, como Bicicleta Financiera. El Larenito, un ser que nos visita del espacio exterior. Spider Man replicado. Me muestra unas carpetas con fotos de trajes, como figurines de moda. Cada uno lleva un nombre gracioso, en el amplio sentido de la palabra. En un rincón, un icónico Órgano Baldwyn Fan Machine decorado por él. Es para la muestra del Casino, voy a hacer como que toco, tiene sonidos geniales. En realidad, el piano está referido a Xul Solar, a quien admiro muchísimo, que dijo que encontró un sistema de tocar piano en tres años en vez de seis. Me gustan los grandes maestros: Monet y Van Gogh. Y admiro a los que no puedo copiar, como Goya, Rembrandt. Tengo dos obras expuestas en el Museo Universitario J. S. Blanton, en Austin, Texas. En febrero de 2011 se hizo una muestra muy importante de arte argentino de los años 90 en ese museo y usaron la imagen de una obra mía para la promoción.

¿Por qué pintar a Néstor y Cristina?
En una muestra de mujeres célebres me propuse hacer a Cristina y a la señora de Scioli. Llegue sólo con el de Cristina, que fue expuesto el año pasado en Palermo, y lo compró un publicista, Javier Nir. Y casi a la vez lo pinté a Néstor. Es una hermosa dama y a mí me gusta mucho pintar rostros lindos, como el de ella o el de Sofía Loren.

Benito Laren tiene un gran sentido del humor pero me aclara que a veces dice cosas serias y la gente se ríe. Debe ser una risa incómoda, producida por ese borde que raya con lo irremediablemente trágico de la existencia. Me cuenta que tuvo ciertos problemas espirituales de chico. Que estudió yoga, ufología y proyección astral. Que sabe dónde se ocultan algunos tesoros. También hizo videoclips, uno de ellos llamado Zulma Los Gatos, en redundante homenaje a Zulma Lobato. Y tiene escrito el guión completo de una comedia musical.

Y que le gustaría ser presidente.

¿Qué es lo primero que harías?
Hay que saber a qué se tiene que dedicar cada uno. Organizarse. Evolucionar el espíritu. Y convertir los problemas en cosas buenas.

(N. del E.: si te parece que el final de esta nota es abrupto, es por eso que estás pensando).

Enlaces

Revista Minga! Nº 4 en Issuu (página 60)

Del infinito arte

Lo inspiran la Virgen y los ovnis

El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

Contacto: aagostinelli@gmail.com
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