El Factor 302.4 y Gênesis Moreira, el elegido de Orión: crónica de una conversión

Gênesis Moreira afirmó haber sido contactado por visitantes interestelares que le revelaron una fórmula para salvar a la humanidad. Con el tiempo, reinterpretó su historia bajo una luz más sombría. Esta crónica, basada en una formidable investigación del historiador Claudio Tsuyoshi Suenaga, reconstruye su odisea personal y familiar y las lecturas culturales, religiosas y científicas que ayudan a comprenderla.

INSPIRACIÓN. La experiencia de Gênesis Moreira fue la musa que detonó el nombre e incluso el concepto rector de Factor. Ayer contamos la historia del logotipo «Jesúperman».

Por Alejandro Agostinelli

Ilustración: Nahuel G. Dimarco Bustos

Antes de que este blog existiera, conocimos el caso de Gênesis Moreira, un trabajador brasileño que, a fines de los años ’70, dijo haber recibido una fórmula matemática revelada por seres que se comunicaban con él mediante telepatía. La historia, rescatada por el investigador Claudio Tsuyoshi Suenaga, es una odisea llena de visiones, control telepático, encuentros con hombres de negro y una promesa de salvación: el Factor 302.4, una fórmula matemática “relacionada con la activación de una sustancia química en el cerebro capaz de proporcionar una autodefensa natural”.
La increíble aventura de Gênesis transcurre en un barrio de São Paulo, donde vivía con su familia y la presencia de cuatro seres que empezaron a aparecer en sus sueños y, luego, en su vida cotidiana, reglamentando e invadiendo cada aspecto de su existencia a través de órdenes telepáticas.
Esta historia habría quedado sepultada —como tantas otras— si no la hubiera recogido Suenaga, quien acompañó y entrevistó a la familia durante dos años y es autor de la crónica que esta nota resume.

A visão que tenho hoje do assunto é que todo o tempo eu fui enganado o tempo todo por demônios que diziam ser seres extraterrestres.

Quanto aos demônios, tive muitas experiências que comprovam que esses realmente existem, mas aprendi também que logo terão o seu fim.

(La visión que tengo hoy sobre el asunto es que todo el tiempo fui engañado por demonios que decían ser seres extraterrestres.

En cuanto a los demonios, tuve muchas experiencias que prueban que realmente existen, pero también aprendí que pronto tendrán su fin).

Gênesis Moreira, 3 de noviembre de 2014 (comunicación al autor)

Conocí esta historia gracias al libro de Claudio Tsuyoshi Suenaga, Contatados: Emissários das estrelas, arautos de uma nova era ou a quinta coluna da invasão extraterrestre? (2007).

En 2011, cuando logré contactar a Gênesis Moreira, la trama había dado un giro inesperado. Gênesis, que al comienzo creía que su vida había sido intervenida por extraterrestres, ya no compartía la misma interpretación sobre sus experiencias. Aquellas criaturas —con personalidades más o menos complejas, algunas angelicales, otras muy entrometidas— habían pasado a ser, para él, diabólicas.

Justo antes de que “Gênesis” comenzara a propagarse como nombre femenino, reencontré a nuestro Gênesis en la página Gênesis Bureau Graphic – Imagem que causa impressão, donde vendía remeras impresas y un artefacto de su invención: vasos biodegradables comestibles.

Le pregunté por el relato publicado por Suenaga. Gênesis respondió:

Puedo decir que fueron experiencias verdaderas, algo que me acompañó desde la infancia. Pero hoy, un poco más maduro, mis conceptos están basados en la Biblia —aunque no formo parte de ninguna religión que explote la fe de los demás y use la Biblia como sustento. Investigo mucho las Escrituras y encontré cosas sorprendentes, que difieren completamente de los conceptos religiosos actuales. Todavía quiero relatar todo esto en un libro.”

Recibí la fórmula Factor 302.4 junto con otros mensajes de cuatro seres que se presentaban como procedentes de la estrella del medio de las Tres Marías, en la constelación de Orión. Hoy creo que no eran seres extraterrestres. Pero prefiero hablar de eso en otra ocasión.”

Le pregunté entonces por su conversión religiosa y su cambio de perspectiva.

La visión que tengo hoy del asunto es que todo el tiempo he sido engañado por demonios que decían ser extraterrestres. En cuanto a los demonios, he tenido muchas experiencias que comprueban que realmente existen, pero aprendí que pronto llegarán a su fin.”

Esa fue su respuesta. En realidad, fue la más extensa y concluyente que recibí de él.

Le manifesté mi curiosidad por conocer ese libro. Me pidió paciencia. Volví a escribirle, pero ya no respondió. En la firma de su último correo vi una nota al pie:

Leia a Bíblia diariamente. Acesse: www.jw.org”

Es el sitio oficial de la organización religiosa Testigos de Jehová.

Gênesis Moreira, el hombre de la foto, estampó en una remera una “fórmula de la felicidad neurológica” revelada por cuatro alienígenas con los que solía contactarse.

Su nombre no es un seudónimo que combina una metáfora religiosa, Gênesis (el inicio de Todo), con un apelativo prosaico: Moreira, en Brasil, es el Pérez o el Rodríguez de Hispanoamérica, o el Smith de los Estados Unidos. Es apenas —o sobre todo— el apellido de un tipo común.

No es tan común llamarse Gênesis. Y lo es menos el destino de nuestro protagonista, acaso determinado por un padre que, en los albores del mito ovni, atravesó una vivencia espeluznante.

Arranquemos, de una vez, con su historia, siguiendo el rompecabezas que reconstruyó laboriosamente su único biógrafo: Claudio T. Suenaga.

Una noche de 1947, Henrique Moreira caminaba cerca de un baldío en el interior de Minas Gerais. En un claro, se encontró con una esfera de luz saltarina. Rápidamente aparecieron otras esferas, blancas y negras, que lo atacaron violentamente. Henrique luchó cuerpo a cuerpo con ellas y terminó con el cuerpo despellejado. Cuando logró librarse, corrió como pudo hasta la estación de tren, a donde llegó andrajoso. El boletero lo vio ensangrentado y con la ropa desgarrada. Le preguntó si había atravesado un alambrado de púa. Henrique, por entonces novio de quien sería la madre de Gênesis, Pasqualina Gumieiro, nunca volvió a salir solo a altas horas de la noche.

Otro integrante de la familia que vivió una experiencia ufológica fue Douglas Moreira, el hermano mayor de Gênesis. Una noche de 1967, relató que regresaba del cine con un grupo de compañeros de trabajo cuando vieron, cerca del morro de Guaianazes, al este de São Paulo, un enorme ovni discoidal grisáceo, rodeado de luces verdes y rojas, que sobrevolaba la zona en completo silencio.

Estas experiencias, más o menos terribles, toman direcciones insospechadas en el caso de Gênesis. Cuando Suenaga resumió los hitos plativolistas que marcaron su vida, consideró al testigo una excepción: un caso raro de contactado refractario a toda exposición mediática y ajeno a cualquier intento de explotar comercialmente su experiencia.

Digamos que el desprecio de Gênesis por el protagonismo no es tan inusual: muchas personas eligen guardar estas vivencias en su intimidad por diferentes motivos. Algunas no están seguras de cómo serán percibidas al comentarlas (el consabido temor al ridículo); otras mantienen dudas sobre la propia definición de “realidad”; y también están quienes encuentran, en algunos detalles urticantes de la experiencia, razones suficientes para no difundirla. Esta discreción no hace que sus relatos sean más o menos creíbles que los de quienes deciden hacerlos públicos. Sin contar, claro, los casos en que estas historias trascienden sin el consentimiento del testigo, ya sea por comentarios de terceros o por el propio proceso de búsqueda de sentido.

EN SU CASA. Gênesis Moreira retratado por Claudio T. Suenaga (2007)

Gênesis nació el 30 de mayo de 1964 en el barrio de Guaianazes, en los arrabales de São Paulo, ciudad donde vivió su infancia y adolescencia, y donde también comenzó su larga odisea. Cuando terminó el segundo año de la escuela secundaria, trabajó como auxiliar administrativo y de cobranzas. Casado y padre de dos hijos, su rutina no se diferenciaba de la de millones de trabajadores brasileños.

Todo comenzó cuando tenía siete años. Eran alrededor de las once de la noche, una jornada calurosa y estrellada. Gênesis insistió en jugar solo en la calle, pese a las advertencias de su madre. Al mirar al cielo, vio pasar, a unos dos mil metros de altura, una esfera amarillenta más grande que la luna llena, que despedía llamas y chispazos.

El objeto, con una cola visible, siguió una trayectoria recta y descendente, como si cayera. En ese instante, Gênesis asegura haber oído por primera vez un sonido dentro de su mente, que comparó con un «la sostenido». Ese tono se volvería una constante, una señal que precedería cada uno de los episodios que él definiría como “contactos telepáticos”.

A los nueve años, esos sonidos se transformaron en voces. Al principio, lo tranquilizaban: le decían que no tuviera miedo, que ellos se comunicarían con él cada vez con mayor frecuencia e intensidad. Pero luego, en tono más amenazante, le prohibieron hablar de lo ocurrido. Ni sus padres debían saberlo. Gênesis obedeció. Tan firme fue ese mandato, que recién se definió como “contactado” a los 20 años, cuando, según él, esas mismas voces se lo permitieron.

Las entidades se presentaron con cuatro nombres diferentes. Cada una, afirmó Gênesis, tenía una función específica en su vida.

El “Jefe” se ocuparía de transmitirle informaciones generales.

“Kelly”, de sexo femenino, lo orientaría en el campo amoroso y sexual.

“Pribo”, el más ecléctico, se encargaría de mejorar sus habilidades físicas —principalmente en defensa personal e intelectual— y le proporcionaría conocimientos tecnológicos.

“Alfa 5” tendría la misión de mantener su equilibrio psicológico.

Ante ciertas dificultades escolares o laborales, contó Gênesis, solía pedirles ayuda. Rara vez lo desatendieron. Siempre que se avecinaba uno de esos contactos, lo precedía el sonido de un “la sostenido”.

Los lugares y horarios de aquello que él denominaba contactos telepáticos no estaban predefinidos. Duraban, en promedio, tres minutos y le inducían una especie de trance letárgico que lo desconectaba parcialmente del mundo exterior. El intervalo entre un contacto y otro podía variar desde algunas horas hasta varios meses. Llegó a tener hasta tres en un solo día. Solo entre 1990 y 1991 contó 25 de estas experiencias.

Entre los mensajes recibidos, Gênesis destacó una fórmula matemática denominada Factor 302.4. Según explicó a Suenaga, ese agente estaría vinculado con la activación de una sustancia química en el cerebro capaz de generar una autodefensa natural. Tal capacidad permitiría a nuestra especie sobrevivir en ambientes hostiles —en un planeta sin oxígeno, por ejemplo—. Gênesis tenía la esperanza de que, algún día, la ciencia lograría decodificar y potenciar ese factor.

Siempre por medio de la llamada “comunicación interna”, estos seres le revelaron ser oriundos de un planeta de Alnilam, la estrella central del cinturón de Orión, más conocida como Las Tres Marías (o los tres Reyes Magos). Nunca explicaron las razones de su visita, ni ofrecieron detalles sobre su vida extraterrestre. Solo anunciaron que su planeta estaba saliendo de su órbita.

Fue recién a las tres de la madrugada del 2 de abril de 1990 cuando Gênesis tuvo la oportunidad de ver a uno de ellos en persona.

Esa madrugada, mientras dormitaba en la cama junto a su esposa, notó que una luz azulada atravesaba las ventanas del cuarto. Acto seguido, esa luz pulsante —que emitía flashes molestos— apareció en una esquina de la habitación. Paralizado, Gênesis no logró siquiera parpadear. Intentó llamar a su esposa, pero sus músculos no respondían. De entre aquella luz emergió una criatura, dejando ver apenas la cabeza y el torso.

Asustado, Gênesis forzó los movimientos, sintiendo inmediatamente una fuerte presión contra el pecho, que le impelía a permanecer inmóvil. Flotando, la criatura poco a poco se fue acercando hasta él para detenerse a pocos centímetros de su rostro. Mirándolo todo el tiempo, sin mover los labios, pronunció:  

Yo soy Pribo, no se asuste. No crea en el tigre si no cree en usted mismo”.

Dijo esa frase y se alejó del mismo modo en que se había acercado, desvaneciéndose dentro de la luz, que desapareció como se apaga la imagen en un televisor antiguo. Sintió un hormigueo en el pecho y, poco a poco, fue recuperando su capacidad de movimiento.

PRIBO. Escultura realizada por Gênesis Moreira. Foto: Claudio T. Suenaga (2007)

La cabeza de Pribo era redonda, proporcionada, de mandíbula cuadrada, nariz afilada, labios finos y cráneo abultado, como si llevara un casco. Una especie de visor negro o máscara le cubría completamente los ojos, y una piel metalizada, de color aluminio, recubría su rostro y el torso. La voz parecía salir de un micrófono. Su acento era marcado, como el de un norteamericano hablando en portugués. Gênesis le dijo a Suenaga que experimentó una sensación de paz y alegría.

Un año después de aquel encuentro con Pribo, exactamente el día de su cumpleaños, Gênesis vivió otro episodio.

Él trabajaba pintando remeras. Aquel día había salido temprano hacia el centro de la ciudad para comprar materiales. En el camino se cruzó con unos amigos, que le ofrecieron llevarlo a dar una vuelta en auto. Lo dejaron en la calle 23 de Maio. Desde allí comenzó a caminar en dirección a la calle 25 de Março. Al atravesar la avenida, un Escort XR-3 convertible se detuvo a su lado. El conductor le preguntó si sabía cómo llegar a la 25 de Março. Gênesis le respondió que, por casualidad, él también iba en esa dirección, y aceptó acompañarlo.

Durante ese corto trayecto, el hombre no dejó de hacerle preguntas, en especial sobre su trabajo y su familia. A Gênesis le llamó la atención que el auto fuera negro, que el sujeto vistiera traje y pantalones del mismo color, y que en el interior del vehículo no hubiera nada más que un portafolios negro en el asiento trasero. Aparentaba unos 35 años, su portugués era poco fluido. Era alto, su cabeza casi tocaba el techo del coche. De tez blanca, cuerpo atlético, rostro cuadrado, ojos grandes y claros, y cabello grisáceo y corto, al estilo militar.

Esa misma tarde, mientras descansaba en su casa, Gênesis fue nuevamente “contactado”. Los seres le preguntaron si le había gustado el regalo de cumpleaños. Entonces lo entendió: el “hombre de negro” tal vez había sido uno de sus “protectores”, disfrazado de humano. Le pidieron que no perdiera de vista el cielo al anochecer. A las 18:30, junto a su esposa, observó una luz que identificó como un disco volador.

De todos, quien más se acercó a Gênesis fue Pribo, el más paternalista del grupo. Le enseñó a cuidar su salud, técnicas de defensa personal y habilidades varias, como repasar cálculos y ecuaciones.

El Jefe casi no se comunicaba. Y cuando lo hacía, su rol era claramente represivo.

El que menos se manifestaba era Alfa-5, cuya única función era infundirle fuerza interior para atravesar momentos difíciles.

MARÍA ELOÍSA Y GENESIS. Foto: Claudio. T. Suenaga (2007)

Kelly lo manipulaba sexual y emocionalmente, admitió Gênesis. Siendo aún adolescente, ella le indicó qué tipo de mujer iba a ser su futura esposa. Le explicó que sería una mujer de personalidad fuerte y agresiva. Y así resultó ser María Eloísa de Souza, la esposa de Gênesis. Kelly vaticinó que la pareja tendría solo dos hijos, y que el segundo sería varón. En 1981 nació su primogénita, a quien llamaron… Kelly. En 1984 nació Gênesis Jr. Esta vez, el nombre fue decisión del contactado.

Kelly recomendó no tener más hijos. Pese a ello, María Eloísa volvió a quedar embarazada dos veces, pero en ambas ocasiones sufrió abortos espontáneos debido a complicaciones de salud. La “consejera alienígena” intervenía en la vida de la pareja a niveles aún más profundos. Por ejemplo, no le permitía a María Eloísa usar píldoras anticonceptivas ni a Gênesis preservativos, en una postura comparable a la de la Iglesia Católica. Para evitar embarazos, Kelly recomendaba un método basado en una “tablita” que, a diferencia de las habituales, prescribía un período de abstinencia sexual más prolongado entre menstruaciones.

MARÍA ELOÍSA DE SOUZA MOREIRA. Foto: Claudio T. Suenaga (2007)

María Eloísa de Souza Moreira, nacida en 1963, no solo terminó compartiendo esas experiencias, sino que comenzó a vivir las suyas propias. El 21 de julio de 1992, cerca de las 21 horas, observó tres esferas plateadas y anaranjadas que se desplazaban sobre su casa. Las esferas parecían “encajarse unas en otras”. Una vecina, la comerciante evangélica Josefa Batista da Cruz, también las vio al salir de su local y comenzó a gritar: “¡Esto es el fin del mundo!”.

En otra ocasión, mientras preparaba la cena, María se asomó al exterior y vio un disco volador. Alarmada, le avisó a su hija que los seres habían llegado para llevarse a su padre. Kelly —la hija— rompió en llanto. Ambas corrieron a casa de la abuela materna, quien intentó calmarlas asegurando que seguramente se trataba de una estrella fugaz. “Nunca vi nada parecido. Me asusté porque pensé que venían a buscarlo”, justificó María.

EN FAMILIA. Tsuyoshi Suenaga frecuentó a lo largo de dos años a los Moreira. Claudio es profesor de Historia y autor de la tesis de maestría A dialética do real e do  imaginário. Uma proposta de interpretação do Fenômeno OVNI, presentada en la Facultad de Ciencias y Letras de la Universidad Estatal de San Pablo (UNESP) en 1999. SITIO WEB OFICIAL.

María le confió a Suenaga que el comportamiento de su esposo la ponía muy nerviosa. “A veces me despierto en medio de la madrugada y lo encuentro fuera de la cama. Si está de pie, inmóvil, sé que se están comunicando con él… entonces ni me acerco”, le dijo. Con el tiempo, decidió que todo aquello no podía ser necesariamente malo. “Los seres también nos ayudan mucho. A veces, incluso, nos avisan cuándo hacen un trabajo de macumba en nuestra contra.”

El investigador notó que, entre los miembros de la familia, eran frecuentes las experiencias paranormales: poltergeists, fantasmas, premoniciones. Pero lo de Gênesis era distinto. Sus vivencias sobrepasaban todo límite. Los seres con los que afirmaba estar en contacto eran —pese al tono apocalíptico de sus mensajes— beatíficos y angelicales. Él se sentía especial. Se sentía un héroe con una misión decisiva para la supervivencia de la especie.

La opinión de su madre, Pasqualina Gumieiro, estaba en las antípodas. Advirtió:

Para mí, los extraterrestres son espíritus malvados. Es el diablo quien se transforma en disco volador, no un ET, porque es astuto y tiene el poder de engañar. Son malos, no tienen nada de bueno. Temo que mi hijo no obtenga la salvación de su alma y le sea impedido vivir en el paraíso. Para librarse él, y librarnos a todos, debería orar fervorosamente a Dios”.

Sea por influencia de su madre, sea por convicción personal, Gênesis terminó otorgándole a las experiencias que lo acompañaban desde la adolescencia una interpretación dramáticamente demoníaca. Tal vez en consonancia con sus lecturas bíblicas, como afirma, o quizá como respuesta al mandato materno, para quien aquellas vivencias lo alejaban de Dios y lo acercaban al diablo “que se transforma en disco volador”.

Gênesis dijo estar escribiendo un libro sobre sus experiencias, que me ofrecí a leer. Pero no volvió a responder mis mensajes. En uno de ellos me advirtió que dejara de utilizar el nombre Factor 302.4, pedido al que accedí rebautizando el sitio como FactorElBlog.com y dando de baja el dominio anterior, factor302-4.com.ar.

En una de sus últimas comunicaciones, Gênesis me aclaró que no estaban en juego cuestiones de copyright. Su consejo apuntaba a evitarme otro tipo de problemas.

Así como muchas cosas malas me sucedieron mientras estuve involucrado en eso, lo mismo puede ocurrirle a otros que se comprometan con esa fórmula y con esos seres. Una vez, una persona me detuvo en un colectivo y me dijo que alguien muy poderoso me protegía. Dijo eso, solamente eso, y desapareció entre la multitud.”

¿UN CASO DE PARÁLISIS DE SUEÑO?

Una de las escenas más vívidas narradas por Gênesis —aquella en la que, en plena madrugada, una luz azulada entra por la ventana, su cuerpo queda inmóvil, y la figura de un ser se le aproxima sin que pueda gritar o moverse— puede interpretarse hoy desde una clave menos extraordinaria, pero no menos inquietante: la parálisis del sueño.

Esta experiencia, estudiada desde la neurociencia, se produce cuando el cerebro recupera la conciencia durante la fase del sueño de Movimientos Oculares Rápidos (REM), mientras el cuerpo sigue paralizado para evitar que el soñador actúe físicamente sus sueños. En ese intervalo, es común experimentar alucinaciones visuales y auditivas, sensación de presencia, opresión en el pecho e incapacidad de reacción.

Cerca del 5 % de la población ha experimentado uno o más de otros síntomas asociados con el trastorno. Los efectos más comunes incluyen alucinaciones visuales, tales como sombras y luz o una figura humana o animal en la habitación, y alucinaciones auditivas, tales como oír voces o pasos. Hay personas que a menudo sienten una presión en su pecho, como la sensación descripta por Gênesis Moreira.

No sorprende que, en marcos culturales donde lo sobrenatural ofrece las claves interpretativas, estas experiencias resulten concebidas como visitas de entidades. Gênesis, que desde niño se creyó destinatario de mensajes de seres superiores, vivió esa madrugada como una confirmación de su vínculo con lo trascendente. Pero una lectura psicofisiológica sugiere que su cuerpo, para él intervenido por visitantes de Orión, reaccionaba a una alteración del sueño como tantas otras documentadas en la literatura científica. Y sin embargo, lo que él vio, sintió y creyó continúa, décadas después, dando forma a una historia que escapa a la mera fisiología.

VIVIENDA DE LOS MOREIRA. Foto: Claudio T. Suenaga (2007)

ANÁLISIS CONTEXTUAL

El material de campo podría considerarse insuficiente, pero veamos si es posible sacarle más provecho.

Vivencias como las de Gênesis Moreira y su familia se inscriben en un entramado sociocultural donde las creencias religiosas, las tensiones cotidianas y las representaciones colectivas moldean el sentido de las experiencias vividas. Así, sería miope analizar los relatos sobre seres poderosos, contactos telepáticos y experiencias paranormales como episodios aislados. Estamos ante expresiones simbólicas de una estructura cultural más amplia, en la que convergen tradiciones populares, imaginarios religiosos y proyecciones individuales.

Desde la antropología simbólica, autores como Victor Turner y Clifford Geertz subrayan la importancia de entender estos relatos no como distorsiones de la realidad, sino como sistemas de significado que permiten a los sujetos interpretar su lugar en el mundo. Y este fenómeno es cultural.

La cultura denota un esquema históricamente transmitido de significaciones representadas en símbolos, un sistema de concepciones heredadas y expresadas en formas simbólicas por medios con los cuales los hombres comunican, perpetúan y desarrollan su conocimiento y sus actitudes frente a la vida”.

Geertz, C. (1987). La interpretación de las culturas (pp.88)

En este sentido, la experiencia de Gênesis se puede entender como un proceso cultural de construcción de identidad atravesado por narrativas de lo sobrenatural, cuya función es también la de ordenar lo inexplicable y darle forma a aquello que no comprendemos.

En 1912, Émile Durkheim ya había señalado que las representaciones colectivas no son meras ficciones, sino formas compartidas de clasificar lo real que adquieren una fuerza normativa sobre las personas. A modo de corolario sobre este asunto, Durkheim escribió en Las formas elementales de la vida religiosa:

Cuando los filósofos del siglo XVIII hacían de la religión un vasto error imaginado por los sacerdotes, podían explicar, al menos, su persistencia por el interés que la casta sacerdotal tenía en engañar a las multitudes. Pero si los mismos pueblos han sido los artesanos de esos sistemas de ideas erróneas al mismo tiempo que eran sus engañados, ¿cómo ha podido perpetuarse este extraordinario engaño todo a lo largo de la historia?”.

Son los individuos, antes que los grupos, los ladrillos de estas construcciones colosales. El relato del padre de Gênesis —por aquel violento “encuentro” con las esferas luminosas en 1947— opera aquí como mito fundador, una suerte de evento originario que legitima y anticipa las experiencias posteriores del hijo. Lo que comienza como una narración personal se transforma, con el tiempo, en un relato generacional, transmitido y reinterpretado en función del entorno familiar y religioso.

El caso también puede abordarse desde lo que Peter L. Berger y Thomas Luckmann denominaron “la construcción social de la realidad”: es decir, cómo el conocimiento cotidiano —incluido el conocimiento de lo “sobrenatural”— se configura a través de procesos de socialización, interpretación y legitimación. Así, la influencia de la madre, con su lectura bíblica del fenómeno, no actúa sólo como censura moral, sino como reencuadre simbólico que desplaza el relato de lo alienígena hacia lo demoníaco, permitiendo una reinterpretación coherente con sus valores religiosos y su visión del mundo.

REFLEXIÓN FINAL

En síntesis, estas experiencias no se deben ver como meras creencias individuales sino como narrativas situadas en un espacio social donde el misterio, la fe y la memoria familiar se entrelazan para dar sentido a un conjunto de vivencias. Lejos de lo patológico o lo anecdótico, que sería la lectura más ramplona que se nos podría ocurrir, estas son expresiones vivas de una cultura que, al mismo tiempo, se transforman e intentan conservar formas antiguas de explicar lo inexplicado.

Estas observaciones no descalifican otras hipótesis que podrían intentar comprender las causas de un conjunto complejo de experiencias que atravesó a toda una familia, en distintas etapas, y que parece haber encontrado su cierre cuando el protagonista logró, finalmente, ajustar cuentas con su pasado. Ese desenlace coincide con su aceptación de la hipótesis demoníaca, en sintonía con las creencias de su entorno, lo que sugiere un proceso de resignificación que no se explica únicamente por factores individuales, sino también por las fuerzas culturales y afectivas que moldean el modo en que las personas entienden —y cierran— sus propios relatos extraordinarios.

¿Por qué la experiencia de Gênesis disparó la epifania que le dio nombre a este blog? Podríamos dejar la pregunta librada a la galaxia. En nuestro caso, entendimos que una señal podía venir de donde menos se lo espera. A veces, en medio del ruido, una historia marginal nos susurra algo esencial: que toda búsqueda empieza por una revelación.

Dicho en otras palabras: si las esperanzas parecen declinar, una musa puede manifestarse desde cualquier rincón del universo.

Más corto: La inspiración puede venir de cualquier parte.

Bibliografía consultada

UFOLOGÍA Y SOCIOLOGÍA DE LA RELIGIÓN

Tsuyoshi Suenaga, C. (1997). Contatados: Emissários das estrelas, arautos de uma nova era ou a quinta coluna da invasão extraterrestre?  Campo Grande (MS): Biblioteca UFO – Centro Brasileiro de Pesquisas de Discos Voadores (CBPDV)

Berger, P. L., & Luckmann, T. (1968). La construcción social de la realidad. Buenos Aires: Amorrortu.

Durkheim, É. (1912, 1993). Las formas elementales de la vida religiosa. Madrid: Akal. (Existen otras ediciones: Alianza, Cátedra, Fondo de Cultura Económica).

Geertz, C. (1987). La interpretación de las culturas. Barcelona: Gedisa.

Turner, V. (1988). El proceso ritual. Estructura y antiestructura. Madrid: Taurus.

PARÁLISIS DE SUEÑO

Cheyne, J. A., Rueffer, S. D., & Newby-Clark, I. R. (1999). Hypnagogic and hypnopompic hallucinations during sleep paralysis: Neurological and cultural construction of the night-mare. Consciousness and Cognition, 8(3), 319–337.

Rodríguez, C. (2009). Parálisis de sueño y explosiones en la cabeza. En Marcianitos Verdes. Disponible en línea.

Horgan, J. (2005). Ask the Brains: What causes sleep paralysis? En Scientific American. Disponible en línea.

RELACIONADAS

El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

Contacto: aagostinelli@gmail.com
Alejandro Agostinelli en Twitter
Alejandro Agostinelli/Factor 302.4 en Facebook
+ info sobre el autor, Wikipedia en Español
+more info about Wikipedia English