El Archivo General de la Nación dio a conocer un antiguo informe fílmico del Noticiario Panamericano sobre la aparición de un fantasma. La noticia es presentada sin tomar partido: el «fantasma de Barracas» puede dar pie tanto para burla como para el asombro.
En 1952, un pintoresco fantasma de la calle Pinzón, en el barrio porteño de Barracas, se aquerenció de una obra en construcción. Allí apoltronado, profería espeluznantes alaridos y se complacía, por las noches, en apedrear “a cuanto bicho viviente se le ponía a tiro”.
Así resumía la historia de “el fantasma de Barracas” el Noticiario Panamericano, una producción de la empresa Argentina Sono Film, fundada por los hermanos Lucas y Atilio Mentasti. El compilado de noticias solía verse en las salas de cine, antes de cada función, entre 1930 y 1960. Este informativo, y otro llamado Sucesos argentinos, fueron los dos únicos servicios audiovisuales existentes antes de la televisión, importancia que no perdieron incluso con la llegada del cacharro catódico, a fines de 1951.
Casi por diez años la tele siguió siendo un aparato poco accesible: al comienzo la pequeña pantalla era visualizada, sobre todo, en clubes sociales, unidades básicas y casas de familias generosas, que invitaban a los vecinos a sumarse al nuevo espectáculo (ver de Mirta Varela La televisión criolla, Edhasa, 2005).
La puesta de la noticia sobre la aparición fantasmal en Barracas tiene varios detalles interesantes. Estos noticieros no recogían testimonios ni, mucho menos, entrevistaban “expertos”. Las noticias eran las imágenes de los sucesos o de los protagonistas (o del lugar de los sucesos o de los protagonistas) y un relato en off. El resto era pura magia del editor. En este caso, la cámara enfoca la obra, un edificio de cuatro pisos, luego se planta frente a un grupo de vecinos (entre los cuales vemos una señora que podría estar señalando el sitio donde suceden los presuntos fenómenos) y panea sobre la terraza de un edificio, quizá la misma obra en construcción, en un bello encuadre que funde el hallazgo de unas misteriosas pisadas con un plano aéreo general de los vecinos, que siguen discutiendo el enigma en la calle.
No abundan documentos similares producidos con anterioridad a los años 60; en realidad no sólo dedicados a fantasmas, sino sobre cualquier otra cuestión paranormal. Esta noticia audivisual de tan sólo 26 segundos podría ser el primer informe en su tipo; y, si no lo es, sí el primero accesible.
Este documento es parte de las 1.725 latas que permanecieron almacenadas durante más de diez años en un húmedo sótano de la Biblioteca Nacional. En 2008, el director de la Biblioteca, Horacio González, anunció el acuerdo con el Ministerio de Educación de la Nación que permitió el rescate y digitalización del material. Cuando este proceso se completó, los resultados comenzaron a verse reflejados en el contenido del Canal Encuentro.
El brevísimo informe también constituye un temprano registro fílmico sobre un presunto poltergeist, como fueron conocidos los casos de “espíritus burlones” una década después –aunque los movimientos “sin explicación” de objetos domésticos ya habían sido informados desde fines del XIX con las primeras sesiones espiritistas. Además, el informe de Noticiario Panamericano podría ser el primer audiovisual que menciona la acción de un “cazafantasmas”: la voz en off aclara que “el extraño sujeto eludió todas las trampas que le han tendido” mientras “alborota el avispero del barrio”.
A fines de 1949, la parapsicología comenzaba a despegarse del espiritismo (y luego de la metapsíquica) en la Argentina. En diciembre de ese año el Ingeniero José Fernández funda la Sociedad Argentina de Parapsicología. En su excelente obra Cuando hablan los espíritus (Dunken, 2010), Juan Gimeno, Juan Corbetta y Fabiana Savall recuerdan que el Ing. Fernández dio su primera conferencia en 1941, nada menos que en la Sociedad Científica Argentina, que ya era un templo de la masonería porteña. Quedó constancia del dato en un librito histórico, “Más Allá de la Cuarta Dimensión” (Ed. Constancia, 1963), título que pasó a la historia porque lo adoptó Fabio Zerpa para llamar a su primer programa radial, en 1966, y a la revista que comenzó a publicar desde 1973.
Argentina Sono Film produjo más de doscientas películas, varias de ellas emblemáticas en la historia del cine argentino. Así, la misma productora del noticiero había estrenado, el 8 de julio de 1942, “Fantasmas en Buenos Aires”, una película argentina en blanco y negro dirigida por Enrique Santos Discépolo según el guión de Nicolás Proserpio (el mismo autor de «El hermano José», otro clásico, esta vez de cine y curanderismo) sobre una idea de Manuel Meaños, Marcelo Menasché y el propio Discepolín. El responsable de la escenografía fue nada menos que Raúl Soldi (1905-1994).
En “Fantasmas en Buenos Aires”, una barra de amigos lleva a una boite a un tal Antonio Marotta (Pepe Arias), un pasmado que en los primeros minutos de la película es presentado como un sugestionable médium espiritista. En ese piringundín conoce a una mujer (Zully Moreno), quien lo trata de seducir. Charlan animadamente, él queda embelesado y, al salir, le presta su perramus. Pasado de copas, el hombre la acompaña en taxi hasta la casa. Cuando recuerda que ella se había quedado con su saco y lo trata de recuperar, una pareja que vive en la casa donde la mujer había entrado le revela que ella, “esa joven con la que había bailado la conga”, había muerto hacía dos años.
La familiaridad del protagonista con el mundo de los espíritus no le impide sentirse aterrorizado cuando se convence de que la mujer que lo persigue está muerta. Lo interesante es que esta película, que empieza siendo una especie de comedia de miedo, al promediar vira al costumbrismo: el pobre Marotta estaba siendo víctima de una estafa. La peli, claro, estaba basada en la famosa leyenda urbana conocida como «La Dama de Blanco», aquella en la que durante un baile cierto joven solitario le presta a una chica su saco para mitigar el frío y el abrigo luego aparece sobre la tumba, la bóveda o el panteón de una muerta.
Nobleza obliga, vamos a celebrar el activo papel que tuvo en su día la Biblioteca Nacional y el que viene desempeñando el Archivo General de la Nación en la conservación y difusión de este material.
Lamentablemente, salvo pocas excepciones, el fílmico no está alojado en plataformas digitales permanentes. El AGN pone a circular el material en redes sociales y, si algún particular lo considera de interés, lo sube a Youtube. Así, la disponibilidad de buena parte del material queda librada a la buena voluntad de los interesados.
No parece un modo planificado de organizar unos archivos de valor incalculable.
Agradecimientos
Archivo General de la Nación
Adrián Viale, coeditor de la fabulosa revista de libros de Historia Rey Desnudo, por alertarme sobre la novedad
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