Feminismo alienígena y rock & roll

Este blog no haría falta si hubiese medios atentos a lo que ocurre en las orillas de la cultura mainstream. Hoy mostramos el uso de la iconografía platillista durante la pasada entrega de la multinacional del rock en Buenos Aires, Lollapalooza 2018, y la obra de Lara Lars, una narradora gráfica feminista y retrofuturista que plasma con original criterio estético e ideológico a la mujer, que ubica en su obra en el imaginario alienígena.

Alguna vez comenté que cultivo cierto fetichismo por objetos manufacturados que representan seres, vehículos o artefactos de otros mundos. Es más, el año pasado presenté mi Minimuseo Alien en el Primer Evento Anómalo, al cumplirse el 70 Aniversario de los Platillos Voladores. Ahí expuse, en un antiguo anaquel vidriado del Museo Roca, parte de mi colección de juguetes, trofeos, carteles, collares, remeras, pines, adornos, pulseras, juegos de mesa, esculturas, bebidas, anillos, comestibles, en fin, todas las piezas culturales imaginables asociadas con la imaginería marciana desde que me afinqué en la cuestión, a fines de los años 70.

Hay varios artefactos que relacionan a los extraterrestres con la subcultura del rock, y esto no es casualidad, ya que, como lo suelo conversar con ese gran artista interplanetario que es Jorge Alderete, ambos mundos, el del rock y el de los marcianos, mantienen una relación estrecha casi desde los orígenes de la industria cultural iniciada con los primeros films platillistas, en los años 50, hasta diversas expresiones musicales contemporáneas, siendo las más ufológicas aquellas anexadas con la psicodelia, el rock sinfónico, el new age y el tecno.

Artistas que han dejado su impronta desde el conocimiento ufológico se han volcado más a la ciencia ficción, la cibernética y la religión. Ahí tenemos el caso del antropólogo Ignacio Cabria García, autor de dos libros antropoufológicos fundamentales y creador de una serie de óleos y collages dedicados a los hermanos del espacio y de una deliciosa familia de monigotes venusinos y robóticos. O, ya en el rubro musical, y en el del clip musical, Sirius Mazzu y el cancionero contactista de la banda bahiense Brigitte, con pretensiones de convertirse en material psiquiátrico. Pero esto no es un ensayo sino la modesta presentación de una serie de imágenes detectadas durante estos días y que no quiero dejar escapar.

No existe todavía un registro gráfico cuidadoso de los distintos formatos con que el concepto extraterrestre se proyecta en la cultura, mucho menos la que concierne a la argentina. Para empezar por alguna parte, quisiera dejar aquí algunas imágenes de la publicidad del festival LolaPalloza celebrado el 16, 17 y 18 de marzo pasado en Buenos Aires, entre cuya iconografía aparecen enigmáticas naves alienígenas.

**PLANETARIO ABDUCIDO.** En 1978, no sabía si el ícono de la abducción iba a sobrevivir 40 años. Hoy es certeza y está ligado al rock. Foto: afiche frente a estación de gasoil YPF Av Córdoba 4201, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

No es la primera vez que los ovnis se manifiestan en un festival del Lollapalooza. De hecho, nuestro collage contiene dos imágenes de festivales anteriores. Una corresponde al Lollapalooza 2013 en Grant Park el 4 de agosto de ese año en Chicago, Illinois, Zachary Cole Smith de DIIV se presentó con la máscara de un gris. En otro show, Kahraman Kilic expuso un dibujo titulado Alien invasion con la que sublimó una serie de remeras.

La siguiente manifestación la conocí gracias a un link que me pasó mi amigo Pablo Robledo de una breve nota firmada por Guadalupe Treibel en el suplemento Las Doce. La periodista se hace eco de los collages feministas de Lara Alonso Ozores, mejor conocida como Lara Lars (1986), una artista española que da “todo el protagonismo de sus obras a las mujeres ‘florero’ de mediados del siglo 20, convirtiéndolas en auténticas heroínas entre edificios brutalistas, aliens e insólitos paisajes retrofuturistas”.

Quizá fue Isabel García Muñoz quien, en la revista Caras de la Información, dio a conocer, en abril de 2014, el proyecto de Lara, por entonces estudiante de arquitectura y free lance en un estudio de diseño londinense. En un café de Malasaña, Madrid, Lara le confió a Isabel que su rara pasión nació de su necesidad de contar historias protagonizadas por las mujeres, “mujeres que habitan en un mundo de edificios y ambiente retro futurista y comparten plano con platillos volantes, animales, ojos, robots o pescados voladores, súper mujeres que en algunos casos son capaces de ser libres por dentro y por fuera”.

En un workshop en Barcelona el coordinador le dio como consigna “imaginar un proyecto sin dibujar nada”. Así nacieron los collages, como pequeñas narraciones gráficas que, según Lara, “tienen mucha influencia del grupo arquitectónico de vanguardia de los años 60 Archigram, del futurismo vintage, el Dadaismo o Henri Matisse”.

Sus mujeres, enmarcadas estilo vintage modernizado, con fondos arquitectónicos retro, son una forma heterodoxa de restituir el lugar que le es propio a la mujer. “Muchas son amas de casa o modelos pero haciendo cosas de hoy en día. Tal vez la figura del hombre está un poco desvirtuada, pero ilustraciones para hombres hay muchas, y creo que mis collages son una aportación diferente, una forma poco tradicional de contar las cosas. Mi granito de arena para romper estereotipos y que las cosas no se vean siempre igual. A las mujeres de mis collages les pasan historias y yo intento defenderlas un poco, porque creo que, a veces, entre nosotras las mujeres, no nos ayudamos lo suficiente”.

¿Cómo apareció el motivo platillista en sus trabajos? Al parecer, de un modo poco premeditado. Un día envió sus collages a unos amigos que publicaban fotos antiguas de Vigo, las publicaron y una señora los felicitó. “Me llamó tanto la atención que una persona que no conozco de nada apreciase mi trabajo y me animase a hacer algo en esta línea, que me motivó a seguir. Ese fue el momento en el que pensé que debía hacer cosas”.

Y así como la inspiración puede venir de cualquier parte, el impulso para mantener un proyecto artístico vital se puede impregnar en las personas de maneras insospechadas.

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