Traje espacial diseñado por Emilio Herrera LinaresAlgunos escuchan hablar de marcianos abductores en la ciencia- ficción previa a 1961 y manotean su pistola de rayos X. Ahora bien, ¿quién quiere saber cuándo aparecieron los primeros terrícolas con escafandra?

Proceden de la ufología, pero no puedo llamar ufólogos a estos dos ensayistas científicos, el español Luis R. González y el norteamericano Martin Kottmeyer. Ambos trabajan desde hace meses en una monumental recopilación sobre la iconografía de las abducciones (informes de personas que aseguran haber sido secuestradas por ET) para situarlas en el puzzle de la cultura de cada época.

El proyecto me parece fascinante y me alegra, pero con moderación porque hoy Luis me dijo que el ensayo (“Aliens & abductions in the graphic media, 1839-1979”), que escriben en inglés, no será traducido (al menos no por él), ya que “no me tomaré semejante trabajo para diez gatos locos”.

No sé si serán diez gatos locos (aunque si son menos de diez los que declaren su interés al pie de este blog deberé dar la razón a Luis). Pero, si puedo opinar, las conclusiones de esa investigación podrían ser muy instructivas –y sumamente divertidas también– . No sé a cuantos aficionados a excentricidades culturales les interesará saber cuánto se parecen lo que imaginaban las personas de comienzos del siglo XX a los relatos sobre “hechos reales” extraterrestres, entre otros los casos de abducción tal como los conocemos y son difundidos por los ufólogos y los medios.

Luis González, autor de un libro sobre abducciones publicado por editorial Laetoli, lleva la iniciativa de esta recopilación y ha invitado a participar a otros marcianólogos, entre ellos a Matías Morey Ripoll (autor de Extraterrestres en Televisión), quien acaba de facilitar al proyecto el enlace a una flamante entrada en la web de National Geographic de un marciano dibujado aparentemente a principios del siglo XX. Según Matías, esta imagen era intercalada por Anthony Fiala, fotógrafo explorador del Ártico y antiguo dibujante de historietas, entre las diapositivas de sus disertaciones. Lo llamativo de este alienígena es que ya era macrocéfalo y tenía ojos saltones. Dice Fiala que el público solía preguntar si los marcianos de su ilustración eran tan malos como parecían.

Mucho se ha conjeturado sobre cómo deberían ser “los auténticos extraterrestres”, si humanoides o de cualquier otra forma, pero lo interesante, en este caso, no es tanto cómo podrían ser de verdad sino como nosotros nos los hemos estado imaginando desde que tenemos registro. Hacia allí se dirige la compilación de González-Kottmeyer.

En su pedido de colaboración a los colegas, González dice que “cualquier cosa (chistes, tebeos, portadas de libros, novelas, etc. ) relacionada con visitantes extraterrestres y abducciones me viene bien”. Propongo ampliar la búsqueda. Porque residuos gráficos de extraterrestres, incluso de esos mismos extraterrestres capaces de arrancar a las personas del suelo y meterlas en sus discos voladores, pueden aparecer en muchas partes, incluso ajenas a los previsibles publicaciones dedicadas a las artes gráficas o la ficción científica. Dicho sea de paso, me pregunto exactamente cuándo los terrestres con escafandras empezaron a formar parte de nuestros sueños (y lógicamente de nuestras pesadillas).

Marty McFly y su padreHumano en atmósfera irrespirable usa escafandra

Cuando pienso en antiguas representaciones de extraterrestres recuerdo la escena en la que Marty McFly, el protagonista de “Back to the Future” (“Regreso al futuro”en España y “Volver al futuro” en Iberoamérica, 1985) se le aparece en 1955 a quien será su padre. Marty, enfundado en un traje antiradiactivo, pone los auriculares de su walkman en los oídos al Sr. McFly para aterrorizarlo con un sonido ensordecedor y confirmarle las expectativas sobre el monstruoso poder de unas criaturas a las que el padre de Marty conocía como consumidor de historietas (un ejemplo para el espectador es el ejemplar de Fantastic que lee antes de dormir, cuyo impacto en su vida se aclara cuando el Sr. McFly es, en el siguiente capítulo, un exitoso escritor de ciencia ficción).

Para entender ese contexto debemos conocer la dispersión del estereotipo del viajero espacial terrícola. La idea del astronauta nativo, ¿cuándo nació? ¿cuándo se dibujó y se representó públicamente? ¿Y desde cuándo hacemos alarde de escafandras y trajes espaciales?

Hace poco la NASA publicó “Dressing for altitude” (podría traducirse “Vestirse para las alturas”), por Dennis R. Jenkins, que ilustra bien este punto. Nos presenta a un ingeniero militar español, don Emilio Herrera Linares, director desde 1921 del Laboratorio Aerodinámico de Cuatro Vientos, quien –tras ayudar a Juan de la Cierva a desarrollar el autogiro (antecesor del helicóptero)– investiga la vestimenta de presión y los sistemas de respiración para la navegación aérea. Así, crea la llamada “escafandra de vuelo”, o traje de astronauta. Hoy se lo considera el inventor del uniforme y escafandra que enseguida han adoptado los tripulantes de globos y dirigibles. Tal vez porque pertenecía al ejército republicano la gloria le fue esquiva. Pero fue un hombre de avanzada, al punto de haber presentado sus propios proyectos para realizar un viaje tripulado a la Luna en 1932 como por haber desarrollado los primeros borradores teóricos sobre una «cuarta dimensión» y el «hiperespacio».

Dressing for altitudeOtros trajes de goma con tejidos laminados y pliegues de gusano (llamados así por sus exagerados fuelles en las articulaciones) comenzaron a probarse en los EE. UU. desde los años 40. Durante la siguiente década los pilotos se pusieron trajes espaciales más flexibles, que comenzaron a probar su resistencia en generadores de fuerzas centrífugas que reproducían condiciones inéditas de gravedad.

De allí en adelante, una legión de hombres buscaron diferentes modos de protegerse de la cruda hostilidad del espacio exterior. Otros empezaron a pensar en qué «tipología extraterrestre» sería más verosímil, si la que necesita usar escafandra o la que no. E incluso hay quienes se preguntan si para otras supuestas civilizaciones alienígenas tendrá algún sentido el concepto «respirar».

Lo que más me entusiasma de la propuesta es que mi amigo, el Ing. Pablo De León, diseñador de tecnologías espaciales y proveedor de la NASA, seguramente va a aportar un montón de ideas útiles sobre el tema.

Descargar Dressing for altitude (NASA, 2012) o desde aquí.

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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