En la misma zona del desierto peruano donde en 1974 concurría la Misión Rama para mantener sus encuentros intergalácticos hoy la estrella es un postre de lúcuma bautizado “Helado OVNI”… que ya tiene competencia, “Helados E.T.”, otra empresa dispuesta a presentar la nueva batalla cósmica: seducir al turista y ofrecer algo rico con el plus de una promesa sideral. En Chilca no parece haber muchos interesados en recordar la conexión cultural entre el grupo fundado por los hermanos Paz Wells y la alegada presencia de ovnis en la región.
En noviembre de 2009, Eduardo Ribas, director del Departamento de Turismo y Cultura de Peruibe, un balneario paulista, anunciaba que aquella ciudad brasileña era “la primera geografía destinada al turismo ufológico” de Sudamérica. Los vecinos de Peruibe hace años reportan avistamientos de luces inexplicables, visitas de seres desconocidos, secuestros y contactos con presuntos alienígenas. Fueron tantos casos que el municipio decidió crear “la primera hoja de ruta para el turismo ufológico en el país, y explotar conscientemente la presencia constante de naves y bases en la ciudad”. La gacetilla también apelaba al “orgullo” de los pobladores de Peruibe por vivir en una zona elegida. Hace ocho años esa noticia tuvo un extenso despliegue en la revista UFO. Atribuí la exagerada cobertura a un recurso editorial para no repetirse, o a una circunstancial escasez de material con que rellenar la edición. Me bastó tener el tema en cuenta y seguir recogiendo información durante algunos meses para cambiar de parecer. El editor había descubierto no solo un filón comercial donde quizás organizar sus encuentros o conseguir anunciantes: sin querer también había detectado una nueva tendencia cultural para engrosar los estudios sobre el mito ovni. Ya era una realidad la existencia de sitios constituidos en “regiones propicias donde tener avistamientos de naves extraterrestres” y, si hay poca suerte, disfrutar de puntos de venta de productos o servicios relacionados con la mitología extraterrestre. El siguiente paso era crear esta nueva categoría turística y sacarle provecho.
En estos días mi cuñada Mariné Bleyán, de visita en Lima, me envió varias fotos que ilustran la meca para el turismo platillista en que se convirtió Chilca (ver fotos abajo), un distrito ubicado en una región desértica a 64 kilómetros al sur de Lima, con una población de 15 mil habitantes.
Hace años la economía de Chilca dio el golpe anti-ecológico cuando la empresa Fénix Power erigió en sus playas una central termoeléctrica: donde hubo un concurrido balneario hoy se yergue una gigantesca planta de gas.
Paradójicamente, cerca de la localidad hay un pueblo, Las Salinas, conocido por sus lagunas: La Milagrosa, La Mellicera y La Encantada. Estos espejos de agua cada vez más escasa tienen, según sus pobladores, “propiedades curativas”, una condición señalada mucho antes de que Chilca fuese ungido el gran santuario ufológico peruano. La región también es conocida por sus higos, granadas y, particularmente, por un fruto poco conocido, la lúcuma, un producto alimenticio usado para crear un peculiar sabor para helados que en Chilca comercializan dos empresas rivales: “Helados OVNI” y “Helados E.T”.
A un costado de la Panamericana Sur, “Helados OVNI” es la más llamativa. Dice su blog:
“Desde hace algunos años en Chilca, al sur de Lima (Km. 63.5 de la Panamericana Sur), se viene presentando un recurrente fenómeno que, aunque tenga que ver con platillos voladores, no es propiamente extraterrestre, muy por el contrario, tiene que ver con el delicioso sabor de la lúcuma, fruto muy terrenal que convertido en helado, viene atrayendo la atención casi desmesurada de exigentes paladares ávidos de degustar sensaciones que podrían confundir con lo extra terrenal. Asociaciones, grupos y personas informadas ofrecen contactos de tercer tipo en Chilca, turismo vivencial extraterrestre, avistamientos, etc…. no sabemos si llegan a satisfacer la curiosidad de sus seguidores, en todo caso, les sugerimos dar una vuelta por el local donde ademas de estar con ET, les aseguramos no solo ver, sino también tocar, probar y hasta llevar su Ovni… EL HELADO ECOLÓGICO DE PURA LÚCUMA…!!!”.
“Helados OVNI” es una iniciativa de José Parodi Vargas y Gregoria Morales.
En 1952, la pareja había levantado un centro recreacional en Ayacucho, que debieron abandonar cuando su establecimiento fue atacado por Sendero Luminoso.
Lejos de la imagen del viejecillo innovador, Parodi no parece ser recordado con simpatía por los nativos, cuando cultivaba cacao, café y maní y fundaba Pepe Kola, una fábrica de gaseosas pionera en el valle de Apurímac, y era dueño de la hacienda Palmapampa, al sur de San Francisco. Según recogió en la época el periodista Raúl Wiener (1949 – 2015), Parodi “explotaba a los nativos y colonos, les quitaba sus tierras y estaba coludido con las autoridades y la Policía”. Las malas lenguas, continúa, dijeron que la gaseosa “se envasaba con agua contaminada” y la empresa estaba rodeada por hombres armados, siendo “Pepe” una persona vinculada con el negocio del narcotráfico. En 1976 Parodi dirigió una base aérea y militar en un escenario dominado por la violencia política y llegó a ser elegido diputado por Acción Popular de Fernando Belaúnde Terry en 1980.
Para la historia oficial, el matrimonio abandonó la selva en un contexto solitario y hostil, lo cual le llevó a emigrar y sembrar valientemente “lúcuma en el desierto”. Tras la muerte del hacendado surgió la competencia. “Aparecieron más de 70 puestos y no sé cómo hacen el helado”, dice hoy Gregoria, su viuda.
En 2012, la Cámara de Comercio de Lima premió a Parodi junto a otros dos empresarios gastronómicos, el chef Gastón Acurio y el recientemente fallecido Johnny Lindley Taboada, gestor de la famosa Inca Kola.
Los antagonistas más promocionados de “Helados OVNI” son los “Helados E.T. sabor de otro mundo”, quienes ofrecen en Facebook a su producto como “frutas medicinales hechas helado!”.
UN MILAGRO POR LAGUNA
La página oficial de la Municipalidad de Chilca da la bienvenida una mascota alienígena llamada Cósmico. “He recorrido todo el universo buscando el lugar perfecto para tomar unas vacaciones y ¡por fin lo he encontrado! En Chilca están las lagunas donde recargo mi energía y las mejores playas de la galaxia: San Pedro, Punta Ñave y Yaya. Además si lo tuyo es correr olas no puedes dejar pasar la oportunidad de medirte con las mejores del planeta Tierra.”
La posibilidad de tener contacto con extraterrestres es parte del discurso oficial:
“Chilca es un lugar marcado en los mapas interplanetarios para hacer contacto con alienígenas como yo ¡Aquí los pobladores podrán contarte sus experiencias del tercer tipo e incluso mostrarte algunas zonas donde solemos hacer contacto! ¡Una oportunidad única para hacer un poco de turismo ufológico!”.
En la sección llamada OVNI MANÍA conoceremos más detalles:
“Chilca es mundialmente conocida por los continuos avistamientos de mi nave, la que ustedes llaman OVNI. Además desde hace muchos años atrás, venimos a Chilca a contactarlos, a aprender de su historia y que ustedes conozcan la nuestra.
¡Chilca es el lugar propicio para realizar turismo ufológico!
Aquí en Chilca, los pobladores podrán contarte sus experiencias del tercer tipo, e incluso mostrarte algunas zonas donde solemos hacer contacto.
A continuación podrás ver testimonios de diversas personas y material gráfico que podría demostrar nuestros encuentros.
Laura, 35 años. Vivo en Las Salinas desde que nací y siempre hemos visto que del mar salen naves en la madrugada, ya estamos acostumbrados.
Juan, 65 años. Mi familia y los vecinos sabemos que los extraterrestres llegan desde hace muchos años, acá la energía es diferente, por eso vienen a recargarse.
Carlos, 44 años. El año pasado llevaron por tres días a mi cuñado que maneja un taxi, nadie sabe a dónde, ni él. Cuando regresó se sentía cansado y no recordaba nada, pero no se sentía mal, sólo cansado.»
Para tener una idea de cómo el espíritu ufológico impregna la promoción de la zona, en la sección Atractivos Turísticos leemos que la mayor de las tres lagunas (que mide 200 metros por 50 de ancho), “Milagrosa”, es visitada por familias de todo el mundo para quienes “sus aguas y barros tienen propiedades medicinales ¡intergalácticas!, capaces de curar el asma, los dolores de huesos, reumatismo, problemas de artritis y articulaciones, várices, entre otros.”
Por otra parte, cualquier mortal que remoje su humanidad en “La Encantada” logrará “evitar la caída del cabello, mejorar la visión y combatir la migraña, además de recibir una sensación de paz y tranquilidad”.
Por último, las aguas de “La Mellicera” son recomendadas “para tratar el infantilismo genital, la esterilidad, la artrosis degenerativa, el raquitismo y enfermedades en los ovarios”. Otro secreto es un dato del folklore que da su nombre: “también dicen que tiene ciertas virtudes contra la impotencia sexual e incluso, si te bañas a medianoche con tu pareja, puedes tener mellizos…”
Por detalles, hay una crónica que vale la pena leer en revista Ideele: «Un Macondo en Lima».
CITA CON RAMA
De todo lo que cuentan sobre el desierto de Chilca hay algo aún más raro: lo que nadie cuenta. Y lo que nadie dice, o pocos recuerdan, es que Chilca fue la geografía elegida por los extraterrestres que entraron en contacto con dos adolescentes que convocaron a presenciar las incursiones de las naves conducidas por los “hermanos cósmicos”, en varias ocasiones no ante un séquito reducido sino ante representantes de la prensa.
El más famoso de esos encuentros tuvo lugar el 7 de setiembre de 1974, el cual le dio al periodista Juan José Benítez la oportunidad que necesitaba para escribir su primer libro, “Ovnis S.O.S. a la Humanidad”, una novela involuntaria sobre las experiencias de Sixto y Charlie Paz Wells.
A partir de esa publicación, en 1975 Rama creció explosivamente, desatando la ruptura de la relación de los hermanos y por ende causando la división del grupo. Charlie acusó a Sixto de “personalista”, se marchó a Brasil y más tarde al Canadá, países donde siguió su propia carrera contactista.
Sixto, un tipo carismático, de verba florida y buena memoria para repetir su relato palabra por palabra cada vez que algún medio le pedía recordar su experiencia, fue líder mundial de un movimiento que llegó a tener sede en 35 países.
Hacia 1979 solo en España funcionaban 600 grupos Rama, algunos de los cuales cobraron autonomía, siendo acusados de constituir una secta, estigma que los persiguió desde los orígenes. “Un periódico argumentó que éramos alucinados que consumíamos droga. Imagínate a nosotros, que éramos hasta vegetarianos”, me explicó Sixto allá por 1995, a la salida de una charla que dio en un sitio llamado Aldeas Ecológicas. “Antes del libro éramos un grupos de amigos… y mi ego inflamado causó problemas”. Muchos errores, me recordó, se debieron a las ilusiones que despertaron en los demás: “La gente se embarcaba en autobuses y aviones para que un grupo de adolescentes les dijera lo que tenían que hacer”.
Sixto y Charlie eran hijos de José Carlos Paz García, creador en 1955 del Instituto Peruano de Relaciones Interplanetarias (IPRI). Tan solo tenían 18 y 19 años cuando recibieron, mediante escritura automática, el mensaje de un extraterrestre llamado Oxalc desde Morlen, nombre alienígena de Ganímedes, la luna de Júpiter.
La casa de los Paz Wells era escenario de reuniones donde los hermanos interpretaban los mensajes extraterrestres de su aprendizaje de las experiencias relatadas por teósofos, rosacruces y contactados que pertenecían al círculo de amigos de su padre.
Pero los incrédulos reclamaban pruebas. Por eso Oxalc comenzó a anunciar cuándo y dónde aparecerían sus naves. En las planicies de Chilca, Ica y Marcahuasi se celebraron las primeras “confirmaciones”. Los médiums fueron informados acerca de una catástrofe que acabaría con la vida en la Tierra. Los ET sólo rescatarían 144 elegidos.
La Misión postuló grados de iniciación donde los miembros eran ungidos según su grado de evolución espiritual: la recepción de Nombres Cósmicos (que repiten como un mantra durante la meditación), los Cristales de Cesio (un objeto que representa “la protección del espacio interno”) y el Xendra o puerta interdimensional. El Xendra constituye la experiencia más elevada: es el umbral del contacto físico con los Guías Extraterrestres. El primer iniciado en superar esta prueba fue el propio Sixto. Oxalc lo guió por un corredor luminoso hacia un encuentro cumbre “con el Consejo de la Confederación de Mundos de la Galaxia de los 24 ancianos en la Ciudad de Cristal”.
Una anécdota personal: conocí a Sixto en 1986, durante una conferencia que dio en las Naciones Unidas, en Nueva York. Recuerdo la situación porque hoy él no pierde ocasión de mencionar esa “importante charla”, que en verdad dio en una sala secundaria, sin representantes diplomáticos y colmada por curiosos como mi amigo, el periodista J. Antonio Huneeus, y yo mismo. En aquella ocasión Sixto habló de su último encuentro con Oxalc y cuatro robots, quienes, como una reedición moderna de las Tablas de la Ley de Moisés, le enseñaron que la humanidad es resultado de un experimento genético extraterrestre. El mensaje estaba grabado en unas placas de metal que, como sucede con las mentirillas de patas cortas, no le dejaron llevar.
En noviembre de 1990, Sixto anunció el fin de la Misión durante una charla que dio en El Vendrell, España. “Fue una decisión dialogada con muchos grupos y, más aún, con los extraterrestres. ‘Pronto no sereis más nombre. Os llamarán, pero solos sereis eso: seres encaminados en evolución’”, decían”.
En 1995, en el diario La Prensa conté que la promocionada “cancelación de la Misión” solo había durado cinco años. “Desde el 5 al 11 de agosto, la gran ilusión de la confraternización universal reunió en el desierto de Chilca a 150 personas, procedentes de 17 países, bajo la consigna Encuentro Mundial con Extraterrestres. Hoy las grandes letras de la Misión brillan nuevamente en las laderas de Chilca”, escribí.
Lo cierto es que, cuando disolvió la Misión, Sixto Paz abjuró de los mensajes apocalípticos: “Ningún cambio es sincero si es por temor. Todo cambio debe ser por madurez”. Ni siquiera esa afirmación fue suficiente para que la Municipalidad de Chilca lo declarase Ciudadano Ilustre…
Es toda una lección de humildad comprobar que de aquella utopía milenarista hoy quedan jóvenes que detienen su automóvil en la Panamericana para saborear un rico helado de lúcuma, los herederos de un pionero que amasó una pequeña fortuna explotando a los nativos de Ayacucho un poco menos ricachones gracias a la competencia y turistas un poco más felices después de cubrir sus cuerpos de barro para curarse de todos los males de este mundo.
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