Auditorio en La Luna. Litografía de "The Sun" (1835).

Los marcianos siempre venden #findelperiodismo

En otros tiempos se les llamaba fraudes o engaños periodísticos. La era de los “hechos alternativos” inaugurada por Donald Trump obligó a refinar el lenguaje. Entonces el tema es la post-verdad, es decir, que las apariencias y el deseo por emocionar y apelar a las creencias personales importa mucho más que exponer la verdad.

Ante el ocaso del periodismo que solíamos disfrutar, las picardías del marketing y las operaciones políticas, los despojos de eso que llamamos “información” son más o menos lo mismo para las empresas que solo se interesan por el dinero. Por eso, a los titulares falsos de una portada les llaman “promo”, unas promo muy copadas que son el gancho para venderte, ponele, una película; en este caso, una de marcianos.

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23/03/017: «La Razón» (propiedad del Grupo Clarín) publica una falsa tapa dedicada al falso hallazgo de vida inteligente en Marte. Era parte de la campaña publicitaria de la película «Life».

Por Alejandro Agostinelli

El 25 de agosto de 1835 el diario neoyorkino The Sun publicó la primera de una serie de seis notas sobre el supuesto hallazgo de vida inteligente en la Luna. Aquellos “descubrimientos”, falsamente atribuidos a un ya famoso astrónomo de la época, Sir John Herschel (por entonces residente en Sudáfrica), daban cuenta de la existencia de bosques, bisontes, unicornios azules como los de Silvio Rodríguez, pirámides de cuarzo color lila y hasta una tribu de hombres-murciélago sobre la superficie de nuestro satélite. The Sun, contra cualquier suposición, no era un diario sensacionalista.

Fraude-Lunar-1835-New-York-Sun-litografiaEl engaño fue develado varias semanas después y el periódico nunca se retractó, pero The Sun nunca vendió tantos ejemplares en su historia.

Cinco años más tarde, harto de pasar vergüenza, un periodista de aquella redacción, Richard Adams Locke, confesó haber sido el autor de aquellas crónicas inventadas. Con cierto cinismo bestial aceptó que la intención de lo que se llamó «el gran fraude lunar» fue vender más diarios. Acaso para mitigar su inmolación, agregó que, en el fondo, pergeñó su fraude persiguiendo una meta heroica: satirizar las extravagantes visiones astronómicas anunciadas un año antes por Franz von Paula Gruithuisen, profesor de astronomía en la Universidad de Munich que aseguró haber observado estructuras urbanizadas sobre la superficie lunar. Otro autor, el teólogo presbiteriano Thomas Dick, difundió sus cálculos sobre la población del Sistema Solar, que para ese momento, dijo, ascendía a 21.9 billones de habitantes. De hecho, solo la Luna era habitada por 4.200 millones de selenitas. (*)

Uno de los problemas de Locke fue que aún no había sido promulgada la Ley de Poesegún la cual, en ausencia de un guiño o aclaración, es difícil o imposible distinguir entre una postura ideológica extrema (léase, un delirio) y la parodia de esa postura.

Por rara coincidencia, otro Poe, Edgar Allan Poe denunció a su editor, el mismo Locke, por plagiar una falsa crónica periodística suya publicada pocos meses antes titulada “La incomparable aventura de un tal Hans Pfaall”, sobre un viaje imaginario a la Luna en globo (**). De ese relato habría tomado Locke la idea para crear su propia farsa.

A esas alturas del siglo XIX, The Sun y otros diarios luchaban por la supervivencia en un momento de renovación o muerte de los primeros grandes medios.

Se habla mucho de la crisis del capitalismo, pero en más de un sentido las cosas no parecen haber cambiado tanto casi dos siglos más tarde, a tenor del titular del diario gratuito La Razón distribuido hoy, 23 de marzo de 2017, en las estaciones de tren, subtes y calles de Buenos Aires.

«Hallazgo histórico: confirman vida inteligente en Marte». El contenido de ese título y su impactante tipografía despiertan la curiosidad de cualquier mortal, pese a la devaluación de expectativas que ocasiona la saturación de pseudociencia, esparcida en cantidades industriales en una sociedad con referentes políticos para los cuales el pensamiento crítico es «un valor negativo».

En realidad, esta variante del pensamiento holgazán no solo invisibiliza los verdaderos descubrimientos que carga a su cuenta el escepticismo científico sino que, poco a poco, naturaliza el asombro, erosionando nuestra capacidad para diferenciar conocimiento auténtico de folklore.

El titular corresponde a la portada de La Razón y su bajada tampoco lo desmiente: “La muestra ya se encuentra en la Estación Espacial Internacional donde será estudiada”.

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Sebastián Jarré, quien nos advirtió la novedad, googleó sin éxito toda la tarde hasta que se rindió ante la evidencia: aquella portada era un truco promocional.

Había que abrir el diario para descubrir que estamos ante una tapa apócrifa: la verdadera, que no se ve, refiere a la multitud que acompañó a los docentes y colapsó Plaza de Mayo para defender la educación pública y reclamar por sus salarios. Sin duda, la falsa noticia y el aviso que la financió salieron un día bastante conveniente para disimular las asperezas del mundo real.

La tapa de mentirita es parte de un acuerdo comercial con la agencia de publicidad que promociona el lanzamiento de “Life”, una película de ciencia ficción cuyo tráiler evoca la aventura iniciática de un grupo de astronautas cuya alegría se ve interrumpida por el descubrimiento de una criatura de otro mundo. Lo de siempre: el bicharraco intergaláctico parece simpático, pero en su pecho frío anida una garra de miedo, locura y muerte.

La decadencia de los medios es tan evidente que la portada de La Razón, trágicamente, ni siquiera ruboriza. Pero para los que tenemos memoria del periodismo que nos gustó hacer, que soñamos recuperar, esta completa falta de pudor es escandalosa.

El engaño asombra la memoria histórica de quienes desde hace años reflexionamos sobre el delicado balance entre título atractivo y respeto por la información, esa historia cruzada de subjetividades a la que llamamos “noticia”.

El encuentro de cierta tensión hacia la neutralidad (es preferible ir en pos de cierta objetividad a entonar el himno a la distorsión) es un proyecto que preocupaba a los periodistas hace medio siglo. Hoy, el ejercicio del periodismo es devorado por la violenta precarización de las condiciones de trabajo, la extinción de recursos básicos como viajar a donde está la noticia, la ola de despidos y la despiadada reducción de mano de obra, el aumento de la cantidad de trabajo asignado al personal fijo y el desprecio definitivo del colaborador externo, que en otros tiempos aportaba al medio valor agregado.

Algunos creen que el periodismo debe derrotar la inmediatez de las redes sociales. Sin embargo, ante este panorama desolador, el buen periodista debe conseguir el dato fiable, describir con expresiones sencillas el contexto y trabajar un relato esclarecedor.

El periodista ofrece una crónica que asume la subjetividad de su relato, pero a su capacidad de narrar debe arrojar luz sobre los acontecimientos. Jamás debe caer en la fantochada de inventarse lo que no ha sucedido. No hace falta: el mundo que percibimos ya es extraordinario.

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Asumir la sinuosidad de la voz de quien recoge diferentes versiones y encuentra un tono para transmitirla sin sacrificar la verdad tal como fue escuchada, aceptar que la objetividad es una quimera inventada por mentirosos, no tiene nada que ver con una falsificación que persigue un fin confiscatorio.

El diario La Razón, producto del multimedios Clarín, será muy “gratuito”, pero robó nuestra atención para vendernos la “promo” cuya contratapa anuncia el estreno de “Life”, esa película que, por ser cómplice de esta acción repudiable, no iremos a ver. No sólo por lo antedicho sino porque tiene una pinta de ser un plagio a “Alien, el octavo pasajero” que voltea.

A modo de sabotaje dedicaremos ese rato a leer a Poe.

NOTAS
(*) Estas obras fueron inmensamente populares en los EE.UU.
(**) Poe por cierto influyó a Julio Verne quien al tiempo escribió “De la Tierra a la Luna” (1865)
FOTOS: Sebastián Jarré

ENLACES EXTERNOS
Nice Shot! Simulating Mars on Earth 
El globo que quiso escapar del planeta
Cuando todos quisimos ser astronautas (Parte I)
La NASA, 50 años de arte espacial (Parte II)
“Los anuncios de reclutamiento de fuerza laboral para el programa espacial norteamericano en las publicaciones especializadas en el período 1955-1960”. Por Pablo de León (Universidad de San Andrés, 2011).
Luna roja. Por Claudio Gómez
El fraude lunar y el ambigüo arte de tergiversar
Alunados, lunáticos, alunizados y alucinados: últimas imágenes del complot lunar
El alunizaje nunca existió, según Baudrillard
“¿Cómo fue no ser el primer astronauta en la Luna, Buzz?”

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

Contacto: aagostinelli@gmail.com
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