The image of a VARIG Brazilian airline aircraft reflects 12 April, 2006 on the glass windows of Brasilia's international airport. Due to serious financial problems, VARIG has been under bankruptcy protection since June 2005 and now is in risk of closure, leaving a USD 2 billion debt. AFP PHOTO/Evaristo SA

La Novena Conspiración

“Las nuevas ideologías del siglo XXI son testeadas en internet”, escribí en 1997. Me quedé corto, claro. Más que test, internet iba a ser un propalador ideologías capaces de mantener el statu quo, entre otras cosas por obra del uso inteligente de las redes sociales, o potenciar tempestades sociales, por el papel que jugó durante la llamada Primavera Árabe entre 2010 y 2013. “El mundo futuro será de los internautas”, agregué. Esa promesa, “deseada y temida”, era La Novena Conspiración. En aquel ensayo, que republico sin correcciones, cité un puñado de casos singulares. Pese a sus naturales arrugas -pasó mucho tiempo-, creo que esa nota aún puede enseñar algo, aparte de cómo escribíamos sobre conspiraciones en los umbrales del pasado final del milenio.

Por Alejandro Agostinelli

El título era un juego de palabras con La Novena Revelación, una novela de autoayuda new age de moda en los 90 escrita por James Redfield y la nota salió publicada en marzo de 1997 en Descubrir Nº 68. Hugo García y Osvaldo Tangir, respectivamente director y secretario de redacción de la revista, me habían encargado revisar cómo se manifestaban las teorías conspirativas en la “Red de redes”, el único sinónimo a mano para la recién nacida internet, cuya evolución empezaba a ser tema de toda clase de conjeturas.

Como saqué mi primera cuenta de email en 1994, me conectaba con una laptop que recién me había comprado en Nueva York (una Compaq Contura 430c que ¡todavía funciona!) y por conocer sobre creencias extravagantes, los editores pensaron que les iba a poder entregar algo novedoso en pocos días. No sé si conocí los motivos del apuro, pero no me olvido que los resultados no me dejaron satisfecho. Explico por qué. Es un ensayo sin entrevistas influido por cierto alarmismo de época: las infinitas posibilidades de las nuevas tecnologías eran fuente de temores relacionados con su expansión, que podía derivar en situaciones imprevisibles. Meca de ciberterroristas, instrumento de alienados o santuario de defensores de creencias minoritarias, internet era un borrador de lo que es ahora. Por ejemplo, todavía no se habían quitado la vida los seguidores de Marshall Applewhite (1931-1997), fundador del grupo platillista Puerta del Cielo. Internet era el modus vivendi del grupo y la última tecnología proselitista posible cuando el rechazo a la sociedad (y el rechazo de la sociedad) los había condenado a la soledad. Solo a comienzos del siglo XXI empezaron a articularse las nuevas prácticas religiosas en el ciberespacio (aprovecho el desvío para sugerir Cibermística de Dios!, en particular las notas Golpeando los portales del cielo o la curiosa entrevista a Erik Davis de Mark Pikintong).

Ordenando archivos viejos apareció esta nota. Los editores respetaron su título: La Novena Revelación. Este texto es el mismo, aunque apenas más extenso. El original llevaba recuadros sobre las conspiraciones más conocidas (Es más, si preferís imprimir y leer en papel te aconsejo descargar el pdf). Tiene gracia si leés el texto a contraluz del contexto. En verdad, no analiza en profundidad ni con la suficiente perspectiva los casos que cita (aunque tienen su interés porque hoy nadie los recuerda), sobrevaloré el impacto a futuro de una noticia por entonces reciente (el estallido del vuelo 800 de TWA) y me pareció acertado el diagnóstico de un colega seguro de que la CIA era mala usando la web para espiar a la gente.

Quiero destacar que no republico este ensayo de anticuario por considerarme un «visionario» o para jactarme de su (más bien nulo) valor predictivo. Nada que ver. Al revés, suplico indulgencia. En 1997 internet era casi un páramo. Había, apenas, unos 50 millones de usuarios (hoy son 4 mil millones, más de la mitad de la población mundial, según el Global Digital Report), todavía se usaba el Netscape, el primer navegador comercial empezaba a coexistir con el rival que lo destronó, Internet Explorer, usábamos diferentes motores de búsqueda (WebCrawler, Lycos y Altavista, éste «mágico» comparado con los anteriores; Google iba a llegar en 1998) y aun no había surgido nada remotamente parecido a las grandes catapultas de la web como YouTube, los dispositivos móviles y las redes sociales. Y si existían foros de discusión (como los de Geocities) o prototipos de «TV online», su lanzamiento fue demasiado prematuro y fallecieron por inanición.

Bien, hechas las necesarias salvedades sobre la obsolescencia de nuestros recursos, dejo con aquel artículo a quienes sigan con ganas. A lo mejor, sirve como espejo de una época que no se termina de ir, ya que enuncia problemáticas que, 21 años después, nos siguen acompañando.

Internet, mágica y conspiranoica

Milicias paramilitares que mezclan consignas racistas con ideas inspiradas en novelas de extraterrestres. Pastores electrónicos, políticos derechistas y dirigentes neonazis que denuncian a coro: “¡Internet es la Bestia anunciada en el Apocalipsis de San Juan!”. Terrorismo posmoderno, que vía Internet vende manuales para construir bombas nucleares caseras. Hackers institucionalizados, que por medio de compañías proveedoras de información confidencial perforan la intimidad de los contribuyentes. El Unabomber, un activista ecológico que repudia la sociedad industrial, que amenaza con enviar bombas postales a cambio de la publicación de sus proclamas. Asesinos que encuentran a sus víctimas en internet. Auge de prejuicios discriminatorios contra las minorías. Xenofobia. Paranoia racial. Nacionalismo extremo. Y fanáticos de la conspiración ovni, los mismos que sirvieron de inspiración a los creadores de los The X-Files, que roban sustancias radioactivas para deshacerse de políticos a quienes acusan de ocultar pruebas de que los alienígenas están entre nosotros. Puede que los E.T. estén entre nosotros, claro. Pero literalmente, porque sobran los terrestres que, por su insensibilidad, sus delirios o inhumanidad, parecen vivir en otro mundo.

Si éste es el contexto que presenta el final del siglo XX, ¿es hora de dar la razón a los predicadores milenaristas? ¿Son señales de los últimos tiempos? Nadie lo sabe. En cualquier caso, no es perder el tiempo revisar el trasfondo climático de sus metáforas.

Cuando Jorge L. Borges vio El Aleph, un objeto secreto y conjetural que concentraba todas las imágenes del universo, comprendió la escritura farragosa de Carlos Argentino Daneri, el poeta que enloqueció tras vivir una experiencia extática inconcebible en un sótano de la calle Garay. Todavía nadie sospecha que internet pueda ser El Aleph de fin de milenio. Pero antes de emprender esta expedición por el nuevo mundo (internet no es otra cosa que “un mundo dentro del mundo”, como pretendía Paul Eluard), vale la pena preguntarse cuánto hay de cierto en las teorías conspirativas que hierven en el ciberespacio. Algunas son las conspiraciones de siempre en envase digital. Otras prueban que la Red anuncia el génesis de un nuevo fundamentalismo; o, más sencillamente, que las viejas pesadillas comienzan a descubrir nuevos territorios donde manifestarse.

La certeza de que en este mismo momento millones de usuarios intercambian textos, imágenes y sonidos sin experimentar ningún temor a miradas indiscretas, inquieta a quienes ven del otro lado a titiriteros maquiavélicos o grupos con intereses oscuros dispuestos a controlar la libertad de pensamiento. La escena del cibernauta en trance, que ve pasar sus noches de insomnio con los ojos iluminados, a la deriva, clavados en sucesivas pantallas, cliqueando compulsivamente un mouse, ha incitado reflexiones atroces. Algunas son el reciclaje de obsesiones ancestrales, más imaginativas que ciertas. Otras, como la vertiginosa esfera que trastornó la prosa de Daneri, pueden inspirar tentaciones devastadoras en la mente de algunos hombres.

1ª CONSPIRACION: la amenaza latente

Antes de internet, el espíritu del saboteador, o la ideología que inspira echar mano al atentado para operaciones extorsivas, conocía algunas restricciones. En Michigan, EE.UU., funciona una empresa que invoca la libertad de expresión para vender a través de la Red manuales para fabricar bombas nucleares caseras: “Esta información es de estricto uso académico. Fabricar cualquier tipo de dispositivo nuclear está contra la ley de los Estados Unidos”, dice el catálogo. ¿Cómo han reaccionado a la objeción de que la advertencia huele más a imposición legal que a rapto de buena conciencia? “Nuestros manuales son educativos, y aclaramos que los métodos delictivos descritos están penalizados en todo el mundo. Distribuir información no es ilegal” (ver recuadro).

2ª CONSPIRACION, o la provocación 

“Me ofende que me digan racista. Hay un afroamericano en mi árbol genealógico. De hecho, creo que todavía está colgado de ahí”, escribió alguien en Usenet, uno de los foros de discusión que consultó Aníbal Ford para un estudio sobre discriminación e interculturalismo auspiciado por la UBA. Las webs de neonazis y de milicias paramilitares revivieron el debate sobre la censura en internet. Pero los usuarios se oponen a toda prohibición. El Nizkor Proyect, una iniciativa contra el antisemitismo en el ciberespacio, creó una base de datos donde demuestran la existencia del Holocausto. Creen que el rebrote skinhead, por ejemplo, se debe deficiencias educativas: “Para limpiar la imagen de Hitler y describir el fascismo como una alternativa respetable, dicen, hay que deshacerse del Holocausto”. La estrategia es avalada por Walter Stephan, un psicólogo de la Universidad de Delaware: “Aunque es difícil cambiar los prejuicios cuando están muy arraigados, se ha demostrado que la interacción reduce la tendencia a clasificar a las personas por estereotipos”. Si bien algún estudio reveló que el racismo en la Red “no es alarmante”, Mark Poster, desde la revista Wired, replicó: “Internet favorece más al disenso que el consenso”.

Una. Theodore John Kaczynski

 3ª CONSPIRACION: la tecnofobia ecológica

Individualista y solitario, el Unabomber se convirtió en el paradigma del terrorista posmoderno. Se burló del FBI durante 18 años enviando cartas-bomba que segaron la vida de tres personas e hirieron a otras 23. Hasta que decidió proponer un pacto: iba a poner fin a sus crímenes si le publicaban un manifiesto de 35 mil palabras. Su cruzada acabó en abril de 1996, entregado por su hermano. Una de sus proclamas menos conocidas era su denuncia sobre la existencia de la conjura siniestra ejercida por Microsoft y otras corporaciones que monopolizan las nuevas tecnologías. El neoludita en cuestión era Theodore John Kaczynski, un profesor de matemáticas de 53 años. “El hombre ha dejado de ser libre -escribió. Ahora es controlado por la tecnología”. Proponía volver a la naturaleza. La vida

Sin electricidad ni agua. Aquí vivía el Unabomber en Missoula, Montana.

de Kaczynski era coherente con lo que declaraba en su manifiesto: vivía sin agua ni electricidad en una cabaña en Montana donde cultivaba zanahorias, papas y arvejas. También había concluido que los criminales tienen más prensa que los escritores. “Causar impacto con palabras es casi imposible. Para llevar nuestro mensaje al público con alguna chance de permanencia tuvimos que matar algunas personas”, escribió. Antes de su detención, el FBI pidió ayuda a los internautas pues “tienen el perfil que puede interesar a alguien como el Unabomber”. Más tarde, su manifiesto circuló en la Red en todos los idiomas. En octubre de ese año, los Anarquistas de América lo postularon a la Presidencia de los EE.UU. Juntan firmas desde una web. Nunca se supo si no fue una broma macabra.

Fin de los tiempos. Complejo davidiano en las afueras de Waco, Texas, el 19 de abril de 1993.

4ª CONSPIRACION: la propaganda paradójica 

Las teorías conspirativas son hijas de la desconfianza. Si se produce un atentado brutal y los responsables no son identificados, ellas se propagan a sus anchas. En nuestro país, la voladura del edificio de la Amia y el atentado contra la Embajada de Israel son casos bien conocidos: la magnitud de los hechos, a los que se suma la falta de avances en la investigación, afianza la creencia de un complot que impide acceder a la verdad. Otro caso paradigmático de los ‘90 fue la explosión que destruyó el edificio federal en Oklahoma, el 19 de abril de 1995. El salvaje atentado no fue reivindicado. Pero coincidió con el segundo aniversario de la masacre de Waco. En el edificio estaban las oficinas la agencia Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego (ATF), principal responsable de la operación que aplastó a David Koresh y 86 de sus seguidores. Las Milicias, a las que Washington siempre quiso desarmar, se solidarizaron con Koresh: la ATF también lo había acusado de almacenar armas ilegales. Así se generalizó la idea de que los milicianos habían vengado a sus compañeros de trinchera. Herederos ideológicos del Ku-Klux-Klan, los milicianos están enrolados en Identidad Cristiana, un movimiento religioso supremacista blanco que predica “luchar a muerte contra los judíos inhumanos hijos de Satán”. Pese a la propaganda negativa que significó Oklahoma, el prestigio de las Milicias ganó espacio entre los enemigos de Bill Clinton. Creció una nueva derecha con una retórica milenarista más propia de la religión que de la política, y se afianzaron liderazgos como los del antisemita Louis Farrakhan entre la comunidad negra musulmana. Así, crece el temor a que muchos exploten su notoriedad para intensificar tareas de reclutamiento, dejar pistas falsas para distraer a los investigadores y camuflarse como víctimas de conspiraciones de signo opuesto.

5ª CONSPIRACION: la imaginación subversiva

Timothy McVeigh, autor confeso del atentado de Oklahoma, está convencido de que el Ejército de los Estados Unidos le implantó un microchip en la nalga para controlar sus movimientos. Veterano de la Guerra del Golfo, MacVeigh vive obsesionado con los ovnis y cree que el gobierno vigila cada aspecto de la vida, incluyendo el clima. La creencia en un complot mundial para controlar el clima pudo ser tomada de la lista de best-sellers de una editorial sensacionalista. La obsesión según la cual el gobierno monitorea personas usando dispositivos en miniatura es un reciclaje de otra teoría conspirativa que, por definición, nunca pudo ser verificada: el proyecto Mk-Ultra, un experimento con el que la CIA habría tratado de dominar el comportamiento de sus agentes mediante LSD, hipnosis e implantes electrónicos (1). Cheryl Welsh, coordinadora de la asociación Víctimas del Control Mental Electrónico, tiene una web donde ofrece espacio a quienes “han sido programados desde la niñez para convertirse en agentes asesinos”. Figura el relato de un implantado que en un viaje se convenció de que “las tecnologías de manipulación mental son satelitales porque la sensación de vigilancia se mantiene pese a la distancia”.

6ª CONSPIRACION: la conjura del silencio

Poco antes de arrojar la bomba atómica sobre Hiroshima, el Pentágono aprobó experimentar los efectos de la radiación sobre 9.000 cobayos humanos. El hecho de que la noticia se mantuviera en secreto hasta 1993 oxigenó a quienes acusan al Poder de ocultar la información sobre asuntos cruciales. Una recorrida por webs especializadas como Illuminate revela que el caso Watergate o las muertes dudosas de Marlyn Monroe y Elvis Presley son historias opacas al lado de las teorías sobre el estallido del vuelo 800 de Trans World Airlines (TWA), que puso en jaque al gobierno cuando algún medio conjeturó que el avión fue derribado por un misil guiado por láser, o la trama urdida a propósito del llamado Síndrome del Golfo, una misteriosa enfermedad que habrían contraído 20 mil veteranos de la guerra por inhalar gases tóxicos, y que el Pentágono atribuyó a estrés por el conflicto bélico. Una encuesta realizada en 1996 por la Luntz Research reveló que el 74 por ciento de los estadounidenses piensa que la Casa Blanca está envuelta en operaciones encubiertas, mientras otro 41 por ciento opinó que el gobierno oculta la verdad sobre la tragedia aérea que acabó con la vida de 230 personas.

John Ford. Uno de los primeros ufólogos conspiranoicos envueltos en una causa criminal. Foto: Archivo José Antonio Huneeus

7ª CONSPIRACION: el “rulo” conspiranoico

El neologismo conspiranoico surgió en España en los ambientes ufológicos y define a aquellas personas proclives a aceptar teorías conspirativas, tan entusiastas que crean un mundo lleno de trampas y a veces caen atrapadas en ellas. Un caso reciente es bien ilustrativo. John Ford, líder de un grupo ufológico de Long Island, estado de Nueva York, estaba convencido de que era perseguido por las autoridades del condado de Suffolk porque era el único que denunciaba la recuperación de tres naves alienígenas estrelladas en la zona entre 1989 y 1994. El 12 de junio de 1996, un fiscal de distrito lo acusó de planear un complot para asesinar con sustancias radiactivas a tres dirigentes políticos, esparciendo radio en sus automóviles o inyectándolo en la comida y en la pasta dental. (2) Por mucho tiempo, la ufóloga Elaine Douglass reclamó su libertad desde una página en internet sugiriendo no solo que el atentado lo armó el gobierno sino que la tragedia del TWA tuvo lugar en el mismo lugar donde Ford denunciaba que “los militares libraban una guerra de baja intensidad con las fuerzas alienígenas”.

¿Ford fue víctima de su propia conspiranoia? “El discurso de las conspiraciones autocumplidas, escribió el psicólogo Evan Harrington, es más coherente que el mundo real: no deja lugar a equivocaciones, fallas o ambigüedades; ofrece enemigos organizados contra los cuales definir su yo y una misión en la vida”.

Miguel Serrano. Creo que en 1996, cuando le saqué esta foto, no reparó que lo había corrido hasta su altar.

8ª CONSPIRACION: ¿Un nido de espías?

Aquí, el escenario de las nuevas conspiraciones se confunde con la trama de otra conspiración. Es curioso comprobar que el ex diplomático chileno y dirigente neonazi Miguel Serrano haya comparado internet con un limbo monstruoso generado por una Religión Virtual que pretende apoderarse de la mente de los jóvenes. En su opúsculo Imitación de la verdad, escribió: “Podría obedecer a la vieja definición de la Divinidad; siendo que ‘es un Círculo cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna’; pero no creo que Internet carezca de un control centralizado por el solo hecho de que Internet es una creación del Pentágono”.

Si bien internet comenzó como un experimento del Pentágono, cuando éste buscaba una red descentralizada de computadoras capaz de sobrevivir a una guerra nuclear, el desarrollo posterior fue obra de universitarios que, bajo la consigna “la información quiere ser libre”, diseñaron una Red que se mantuviera apartada de todo hipercentralismo. (3)

Aun así, en octubre de 1995, The Wall Street Journal reveló que la compañía que asignaba las direcciones de Internet había sido adquirida por la Science Applications International Corp (SAIC), integrada por antiguos funcionarios de la CIA. “No quiero que una empresa llena de espías se acerque a los controles de internet”, desconfió James Warren desde InfoWorld. Sue Volek, vocera de SAIC, ridiculizó la acusación. “Incluso en el peor de los casos, coincidió Tony Rutkowski, director de la Internet Society, un grupo académico independiente, “controlar el registro de direcciones no significa que consigan algo de valor”. ¿Puede internet devenir en un nido de espías? Para el periodista especializado Ariel Torres, la sola pregunta denota un grado de conspiracionismo absurdo: “Es obvio que la CIA deba vigilar algunas páginas sensibles. Pero es imposible que pueda controlarla. Menos cuando, hace poco, unos hackers suecos le cambiaron la página inicial por otra titulada ‘Agencia Central de la Estupidez’, con accesos a páginas eróticas”.

9ª CONSPIRACION: la última frontera 
Todo lenguaje, escribió Borges, es un alfabeto de símbolos cuyo ejercicio presupone un pasado que los interlocutores comparten; ¿cómo transmitir a los otros el infinito Aleph, que mi temerosa memoria apenas abarca? El internauta maneja códigos propios de una sociedad secreta: Netiquette, gopher, e-mail son algunos modismos que dan lugar a un lenguaje mutante, impenetrable para los recelosos de la religión cibernética.

Proliferan los crackers que tantean claves de acceso con la ilusión de destruir sistemas informáticos enemigos; hay asesinos en potencia que encontrarán a sus víctimas en internet y hasta pederastas agazapados en los chats on-line. Todo eso es exagerado pero entraña riesgos ciertos. Con todo, los agujeros negros no eclipsan las estrellas: el acceso inmediato a información antes dispersa, la comunicación ultrarrápida y la hiperactualización introdujo innovaciones radicales. Y costumbres impensables. Los usuarios del correo electrónico, por ejemplo, recuperaron el intercambio epistolar, una práctica agónica desde la masificación del teléfono, añadiendo un original dispositivo para humanizar la palabra: los emoticones, un módico diccionario de símbolos tipográficos que transmite morisquetas para dar un toque sentimental al texto furtivo y apurado de fin de siglo. Pero existen otras preocupaciones. La masa de información es tan impresionante, protestaba un cibernauta brasileño, que nuestra capacidad de procesamiento y almacenamiento sigue siendo la misma y estamos obligados a descartar la mayoría. Es decir: seguimos desinformados, aunque ahora la causa sea un exceso de información.

Más de cincuenta millones de páginas web, distribuidas en el caótico laberinto cibernético, mantienen viva la última revolución cultural. Los usuarios de computadoras (es decir, la clase social que dispone de los 40 dólares mensuales que vale el servicio full más el consumo telefónico extra) exploran el escenario virtual donde irrumpirán problemas sociales que pocos llegan a vislumbrar, con conspiraciones o sin ellas. Las nuevas ideologías, las que signarán el milenio que empieza, ahora son testeadas en internet. Por eso no es aventurado afirmar que el mundo futuro será de los internautas. Puede que ésa sea, al fin y al cabo, la tan deseada como temida promesa que anima a La Novena Conspiración.

“En ese instante gigantesco, he visto millones de actos deleitables o atroces; ninguno me asombró como el hecho de que todos ocuparan el mismo espacio, sin superposición y sin transparencia”. Borges, tal vez, hubiera manifestado sus dudas: para él, seguramente, la red de redes hubiera sido un falso Aleph. Pero difícilmente hubiera resistido la tentación de hojear el último tomo de la Enciclopedia Británica o visitar la biblioteca de la Universidad de Cambridge a solo un clic de mouse. (4) Antes algún voluntario hubiera debido explicarle el significado de la expresión “pulsar un ratón”, inexistente cuando Borges temió que no iba a quedar una sola cosa en el mundo que fuera capaz de sorprenderlo.

Primera publicación: revista Descubrir Nº 68, marzo de 1997. © Alejandro Agostinelli. Todos los derechos reservados. Desde este enlace podés descargar el artículo original. 

NOTAS

1) Solo en julio de 2001 fueron desclasificados restos de información sobre MK Ultra. La mayor cantidad de documentación se liberó en 2015. Más referencias en la entrada de MK Ultra en Wikipedia.

2) John Ford sigue siendo «prisionero político», según quienes exigen su libertad. El ufólogo se encuentra recluido en el Centro Psiquiátrico Forense de Mid-Hudson en New Hampton, Nueva York. La Iniciativa John Ford denuncia «su encarcelamiento ilegal, ilegítimo y muy poco ético durante las últimas dos décadas»(…) «dirigido por un nivel de corrupción que pondría a cualquiera en un estado de total enojo y conmoción». Su temporada carcelaria es llamativa si la comparamos con los 29 meses que Ma Anand Sheela, la famosa asistente de Osho/Rajneesh, pasó por las rejas tras recibir una condena de 20 años por un ataque bioterrorista, intento de asesinato y envenenamiento de funcionarios públicos; fraude de inmigración y escuchas telefónicas ilegales. En YouTube hallé el curioso informe de un noticiero que recuerda cómo los medios abordaron el caso Ford. Dejo los enlaces por si alguien más desea seguir tirando de esta punta (¡a cambio solo pido que me avise!).

3) La idea de que Internet fue creada para “sobrevivir a una guerra nuclear” es errónea y surgió de un documento de ARPANET donde se utilizó la expresión “a prueba de bombas” en el sentido de “a prueba de fallos”. Las referencias completas de esta historia están en la definición de ARPANET de Wikpedia.

4) Wikipedia nació en enero de 2001.

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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