El peligroso negocio de detectar mentiras

¿Para qué sirven los polígrafos? Enrique Márquez escribió sobre el último estudio realizado sobre los llamados «detectores de mentiras» en Diario Veloz , el portal de noticias dirigido por Samuel Chiche Gelblung. Pero la nota duró online 24 horas. Llegamos a rescatarla del caché del Google. Así, se agrega una segunda pregunta: ¿Qué querrá ocultar sobre los llamados “detectores de mentiras” el pícaro Chiche?

Poligrafo con Sharon

Cuando hace un año la fiscal Viviana Fein propuso, para investigar el caso Nisman, a Enrique Prueger, el perito que operaba el “detector de mentiras” en el programa de Chiche Gelblung, sentí escalofríos. Y cuando comprobé que hace poco Gelblung borró de su propio portal la nota de Enrique Márquez sobre los “detectores de mentiras”, volví a encontrarme con las mismas paradojas que hace 21 años, cuando “Memoria” puso en la máquina de la verdad al curandero televisivo Ricardo Schiariti y publicamos en Dios! (aquí, aquí y aquí) algunas de las grandes macanas que algunos son capaces de hacer o decir con tal de “descubrir la verdad”.

En esta nota, Márquez habla de la experiencia que vivió en carne propia con el «detector» durante un programa de televisión y cuenta el detrás de escena con el inefable perito Prueger.

A. A.

SI-2016El polígrafo aún es usado como un detector de mentiras por departamentos de policía, el FBI, la CIA y agencias privadas. ¿Qué tan confiable es este instrumento?

Por Enrique Márquez
@ladislaomarquez

 

Hace un par de semanas me sentí más que gratificado cuando recibí el último número del Skeptical Inquirer, la publicación más importante del mundo sobre crítica a la pseudociencia, cuya nota de tapa confirma algo que sostengo y he demostrado hace años: el empleo del polígrafo para detectar mentira-verdad es un peligro y no existe evidencia científica que avale esta práctica.

El nuevo artículo, “La Prueba del ‘Detector de Mentiras’ Revisada: Un Gran Ejemplo de Ciencia Basura” [The ‘Lie Detector’ Test Revised: A Great Example of Junk Science, Skeptical Inquirer, Vol. 40, Nº1, Jan/Feb 2016, pp. 36-41], fue escrito por Morton E. Tavel, médico clínico y profesor emérito del Colegio Médico de la Universidad de Indiana (EE.UU.), especialista en medicina interna y enfermedades cardiovasculares.

Tavel hace una revisión sobre un viejo y controvertido tema que, más allá del escepticismo reinante en la comunidad científica, sigue siendo de interés público porque es una práctica habitual en varias partes del mundo, muy especialmente en Estados Unidos, a fin de obtener la confesión de un delito y para selección de personal.

Poligrafo- 01Lo que se conoce popularmente como “detector de mentiras”, en realidad no es tal cosa sino un instrumento denominado polígrafo que permite el registro de modificaciones psicofisiológicas y, para el caso, cambios en la actividad del sistema nervioso autónomo como ser el ritmo cardíaco y respiratorio, la presión arterial y la conductividad de la piel.

Cuatro sensores, ubicados en el pecho, vientre, brazo y dedos de la mano del examinado, amplían estas señales emocionales cuyas variaciones serán registradas en una hoja de papel a través de la oscilación de las agujas que completan el dispositivo. Hoy el sistema de registro es computarizado. El examinador le realizará al sujeto una serie de preguntas, presuntamente relevantes y de control, y a través de dichas variaciones luego podría identificar si éste ha respondido sinceramente o ha mentido. Si se produce una mayor actividad ante una pregunta relevante con respecto a las otras, se sospecha que el sujeto estaría mintiendo.

como detectar mentirasHace más de 15 años, cuando todavía no contaba con la información crítica que surgió a posteriori, el psicólogo Paul Ekman, máximo experto mundial en el reconocimiento de indicios conductuales del engaño e inspirador de la famosa serie Lie to me, advertía: «El polígrafo no detecta mentiras sino sólo señales emocionales. […] Los exámenes con polígrafos no sólo fracasan porque algunos inocentes temen ser falsamente acusados o porque por algún otro motivo los perturba el hecho de ser sometidos a un examen, sino también porque algunos delincuentes no creen en la máquina mágica: saben que pueden burlarla, y por eso mismo se vuelve más probable que sean capaces de lograrlo» [Ekman, P. (2001) Telling Lies. Ed. Berkley Books, N. Y.; versión en castellano Cómo detectar mentiras. Ed. Paidós Ibérica, S.A., Barcelona, 2005, pp. 52-53].

Lo mismo sostiene Tavel en esta revisión. No sólo destaca la mala pasada que le puede jugar la ansiedad a un sujeto ante esta prueba, generando un falso positivo porque en realidad no miente, sino también que un verdadero mentiroso pueda engañar al examinador y su maquinita detectora: “los sujetos culpables —y muchos otros— pueden controlar deliberadamente sus reacciones utilizando las llamadas ‘contramedidas’, de manera suficiente como para confundir los resultados como para producir un ‘falso negativo’» [p. 38]. Después de examinar la falta de evidencias científicas, Tavel pone de manifiesto que: “Por todas estas razones, el uso continuo del polígrafo para detectar mentiras tiene el potencial de causar mayor daño a los muchos inocentes que son falsamente juzgados deshonestos por sus resultados” [p. 39].

En las citas textuales destaqué cuatro palabras: “pueden burlarla” y “controlar deliberadamente”. Y de eso se trató la experiencia que realizamos, el 2 de agosto de 2000, en el programa televisivo “Memoria” que conducía Samuel Chiche Gelblung.

El día que burlé el «detector de mentiras» en TV

Durante una charla informal con Gelblung surgieron mis cuestionamientos sobre el “detector de mentiras”. De inmediato me propuso pasar por la prueba. Acepté con ganas. Pero nunca había estado frente a un polígrafo y tampoco tenía forma de hacer un ensayo previo. A este inconveniente se sumaba el hecho de que el programa iba en vivo, con todo el nerviosismo que eso implica, y los que me someterían al test eran fieles creyentes de la eficacia de este instrumento, por lo tanto, si fracasaba en mi intento, se regocijarían y tendrían un nuevo argumento para sostener su credulidad. Pero no tuvieron el gusto.

La situación se planteó con un breve cuestionario que implicaba preguntas cuyas respuestas (por verdad o mentira) pudieran ser identificadas por el televidente. Fue así que lo relevante giró en torno a temas de pseudociencia y charlatanismo variado que yo había expuesto en emisiones anteriores del mismo programa.

Mientras Chiche formulaba las preguntas, el licenciado en Criminalística  y su colaborador operaban el polígrafo e interpretaban las variaciones. No me llevó mucho tiempo poder improvisar una estrategia y hacer que las agujas se movieran según mi voluntad. Ni bien me conectaron los sensores descubrí lo fácil que sería producir variaciones y sólo restaba que iniciaran la prueba para confirmarlo, cosa que fue así.

Enrique_Prueger_en_el_Senado
Enrique Prueger, el mediático perito criminalístico que operaba el polígrafo en «Memoria», estuvo por participar en la investigación del caso Nisman.

Debía estar muy concentrado puesto que no sabía cuál sería la pregunta y debía producir la variación de tal manera que se evidenciara lo paradójico de mi respuesta. Por tal motivo me esforcé en aquellas preguntas que pudiesen estar relacionadas con la temática anunciada (preguntas 3, 4, 6, 7, 8 y 9) y cuyas respuestas verdaderas fueran fáciles de identificar más allá de la variación que produciría en el polígrafo. Así y todo, tampoco tuve dificultad para “alterar” o “tranquilizar” las agujas en todas las respuestas y sólo cometí un error en la quinta pregunta (¿Mintió Ud. alguna vez para superar alguna situación difícil? ), puesto que produje la variación deseada pero me equivoqué al responder “NO”.

La frutilla del postre se las dejé servida con la última pregunta: ¿Mintió Ud. en algún momento de este cuestionario? Les respondí “SI” y produje una variación extrema para que arrojara que mentí. Fue inevitable no esbozar una leve sonrisa cuando Prueger sentenció: “de acuerdo a la máquina miente”.

El más confundido fue el Lic. Prueger, quien intentaba justificar lo injustificable mientras Chiche proponía negociar un empate. Pero ya era tarde y había quedado demostrado que el polígrafo no era un instrumento confiable para esos fines.

Por este motivo y la abrumadora cantidad de pruebas sobre la inexactitud de este método de prueba, es que Morton Tavel acertadamente concluye: “la solución lógica es abandonarlo completamente”.

Aunque yo no lo abandonaría del todo mientras quede reservado para crear situaciones humorísticas como la que podemos descubrir en la siguiente escena:

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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