Hace siete años, el periodista y escritor Juan Cruz Taborda Varela entrevistó al autor de Argentina X para una revista local. Tema: un libro en gestación. Republicamos aquella conversación y una nueva entrevista, realizada para Canal 10, en el marco de la Feria del Libro de Córdoba, edición 2025.
Además, dejamos registro de una escapada para seguir hablando del libro en Capilla del Monte: imágenes, recuerdos y enlaces a notas periodísticas sobre el libro. En este post, el tema siempre es el mismo: historias donde presuntos espíritus, extraterrestres y entes luciferinos convierten a La Docta en un escenario único.
Por A. A. Fotos: Walter H. Villarreal, Claudio Chena, Nahuel G. Dimarco Bustos y Rubén Garibotti

El martes 7 y el jueves 9 de octubre realicé sendas presentaciones de Argentina X. Un cronista a la caza de fantasmas, alienígenas y demonios en la provincia de Córdoba. La primera tuvo lugar en la Feria del Libro 2025, a donde fui cordialmente invitado por sus organizadores (entre ellos, Juan Cruz Taborda Varela, sobre quien volveré), y la segunda, en Capilla del Monte, gracias al espacio cedido por Sergio Martino, propietario del bellísimo restaurante Samadhi.
Mi visita a Capilla no hubiera sido posible sin el respaldo de dos personalidades locales: Claudio Chena y Rubén Garibotti, siempre listos para dar una mano. Allí me reencontré con amigos y amigas y me adentré en «tierra infiel» (hace más de 30 años, un viejo protagonista de los misterios del Uritorco declaró que yo en Erks era «persona non grata» por escribir artículos como este). No fue a causa de aquella pretendida prohibición, pero nunca se había dado la posibilidad de conversar con un público capillense sobre los temas de mis desvelos.

Argentina X se presentó en la Feria del Libro de Córdoba gracias a una red de amistades que conspiró a favor de la visita; entre ellos, Nahuel G. Dimarco Bustos, Gimena Fernández, Huma Rosas y, claro, Taborda Varela, este último uno de los curadores de la Feria, cuya consigna central fue Humanismo y Libertad. Precisamente, Juan Cruz me había entrevistado en octubre de 2018, durante el viaje iniciático de investigación para el libro. Aquel diálogo, ocurrido hace siete años, se repitió el pasado 7 de octubre en el stand de Radio Universidad y Canal 10 en la Feria y está disponible en YouTube. Además, gracias al entusiasmo de Lucas Castagna, fui entrevistado por Telefé Córdoba. Ya en las sierras, pude conversar en el espacio radial en Traslasierra del querido colega Miguel Angel Ortíz y con Violeta Collado, del portal CDM, Agenda San Marcos, de la Cooperativa Viarava.
La presentación de Argentina X en la Feria del Libro de Córdoba hubiera sido aburridísima sin la participación de tres acompañantes divertidos y amorosos: los escritores Mariano Cognigni y Flavio Lo Presti, y el poeta Daniel Sargatal, quien ofreció una inolvidable performance. De su petardista proclama galáctica sobrevivió el siguiente fragmento:
Podría relatar unas cuantas anécdotas de mi visita a Córdoba —como el magistral asado con que me agasajó mi amigo Raúl López— o de las personalidades que conocí y con las que me reencontré durante mi escapada a Capilla del Monte. En cambio, me pareció oportuno compartir las dos entrevistas de Taborda Varela, la de 2018 y la actual. No había releído la primera de ellas desde entonces —llegué a conservar una mala copia en papel, extraviada hace años (*). Fue grato reencontrar esa charla, que muestra cómo empezaba a masticar el concepto del libro.
La primera entrevista de Juan Cruz Taborda Varela, transcripta aquí abajo, fue publicada en la revista Matices en octubre de 2018 y la recuperó él mismo del disco rígido de su PC, ya que desde hacía años el link de la web estaba roto. La segunda, embebida al fin del artículo, la realizó el mismo periodista el 7 de octubre pasado en el programa Tanta Trampa. Historias para entender el presente, emitido desde la Feria del Libro por el Canal 10, AM 580 y FM 102.3.
Córdoba es adictiva, así que volveré. Gracias, otra vez, a quienes lo hicieron posible.

ENTREVISTA A ALEJANDRO AGOSTINELLI
Por Juan Cruz Taborda Varela (Matices, Año 29, Nro 327, 18 de octubre de 2018) *
Amantes de extraterrestres, viajes en naves espaciales, abducciones, espiritismo y fenómenos paranormales de todo tipo son algunas de las historias que viene narrando desde hace años el periodista Alejandro Agostinelli. Sin centrarse en cuán creíbles o no son los relatos, él prefirió ver la esencia humana que hay detrás de cada leyenda fantástica. Y también, escuchar con gusto el chamuyo cordobés.
Periodista de vasta trayectoria, Alejandro Agostinelli publicó el libro Invasores. Historias reales de extraterrestres en Argentina en 2009, una compilación de historias vinculadas a ovnis y ET y sus visitas a la tierra. Lejos de ser un crédulo fan del espacio o un burlón asceta que se ríe de los encuentros del tercer tipo, Alejandro cuenta las historias enfocándose no en lo verídico o no de los acontecimientos (que si lo llevaron en una nave, que si realmente se enamoró de un extraterrestre), sino en el costado humano que cada vivencia y relato posee.
–Lo que contás de Alejandra Martínez –la mujer que en el ’68 contó a Crónica que había viajado en un ovni y que luego te confesó que mintió porque el sueño de su hijo era cantar en el programa de Pipo Mancera es quizás la síntesis más clara de la humanidad detrás de estas historias.
–Muy de acuerdo con vos, esa historia fue muy reveladora. Pensá que yo era un nene, tenía 17 años. Era impactante ver cómo operaba la expectativa de la gente con relación a los medios y el uso que le daban a este tema, entonces de moda. Luego supe que fue uno de los varios casos de humanoides durante esa oleada, donde los testigos describían seres luminosos (cuando en esa nota puse «seres de luz», era literalmente así).
A esa historia, Agostinelli podría sumar la serie de cartas intercambiadas con una ecuatoriana convencida de que el padre de su hijo era el mesías: “En su confesión había un dolor grandísimo. Una vez noté tinta corrida por las lágrimas en esas cartas llenas de historias extravagantes” supo escribir Agostinelli. Después vendrían la rigurosa excursión al ovnídromo de Salto, Uruguay, o la entrevista a Juan Froche, un herrero que juraba haber forcejeado con dos humanoides que le quemaron la palma de la mano. Pero tanta frustración de historias inciertas y algunos viajes a Europa, donde se relacionó con ufólogos de aquellas tierras, le indicaron el camino a seguir: más que fogonear mitos, hay que buscar explicaciones a los fenómenos.
CAMINOS
Agostinelli alguna vez estuvo parado en ese lado que indica que si uno se acerca a la temática, un plato volador lo llevará a pasear. “Lo mío con la ufología empieza de adolescente, 12, 13 años. Para entonces ya buscaba casos de ovnis, denuncias, charlaba con gente que decía haber tenido experiencias de este tipo. Como investigador periodístico, a los 20 era como un veterano, pero desde la más absoluta inocencia”, cuenta hoy.
–¿Lo tuyo era curiosidad o creencia en ese mundo extraño?
–Era una curiosidad crédula, tenía una expectativa muy grande: creía que entrando en este tema se podía llegar a hacer algún descubrimiento importante. Esa idea de que atrás de los informes sobre ovnis podía haber algo más era una especia de misión, de pequeña causa, que en definitiva era investigar un tema que muchos ignoran. Esa heterodoxia era seductora. Igual, nunca fui un difusor de teorías extravagantes ni me paraba arriba de un banquito para decir que los extraterrestres estaban por invadir la Tierra. Fui bastante prudente.
Pese a esa prudencia operada desde el GAIFE (Grupo Aficionado para la investigación de Fenómenos Espaciales, que él mismo creó), un día Agostinelli cambió. Aquella curiosidad crédula mutó en escepticismo militante, “lo que me permitió ejercer el periodismo que aborda estos temas con un poco de seriedad”. Aquella militancia racionalista cristalizó en el CAIRP (Centro Argentino para la Investigación y Refutación de la Pseudociencia), que cofundó a inicios de los ’90. “Esa fue una experiencia más positiva. Llegué ahí desencantado con la ufología”.
Pero también hubo un final. “Cuando sentí que no estaba alineado, seguí mi propio camino, que tomó distancia de ese escepticismo militante. “Tampoco quería hacer de mi oficio una causa. Al escepticismo lo entiendo como una herramienta. También he visto mucho delirio escéptico, invención de pruebas, llegar a conclusiones rápidas”. Ergo, investigar sin caer en el fanatismo que todo lo cree o en la mirada distante que se ríe del distinto. Agostinelli transita por el delicado camino del medio. Y, como aquellos que no se preocupan por el truco del mago sino que disfrutan la magia, él se encargó, en estas historias que recopila e investiga desde hace años, muchas de ellas inverosímiles, de priorizar lo humano.
–En un capítulo de Invasores relatás la historia de una mujer que tuvo un amante interestelar. Y planteas que no te interesaba tanto la historia en sí, sino lo que suponía para esta mujer lo que había vivido.
–En ese caso puntual, ¿qué es más importante? ¿Determinar si esta persona sufría un problema psiquiátrico o si, a partir de la experiencia que cuenta, fue más feliz? La felicidad de esa persona, creo yo, está por encima de un eventual diagnóstico clínico.

–¿Cómo se maneja la distancia con los hechos y personajes?
–La distancia es la que todos tenemos que tener para no perder de vista la búsqueda de una posible verdad. Y a la vez conseguir la mayor cercanía posible a la persona con la que estás conversando y tratar de sentir y escuchar todo lo que te cuenta, mirar el mundo desde donde lo mira esa persona y así tratar de comprender lo que vivió. Eso es más difícil. Averiguar si es falso o verdadero, encontrar alguna falla en el relato, eso es siempre más sencillo. Lo más difícil es entender a quien te cuenta lo que le pasó. A veces te toca escuchar historias tan increíblemente raras, no sólo de ovnis, también de conversiones espirituales, de experiencias paranormales, de casas embrujadas, de creencias religiosas no tradicionales, y eso que te cuentan es tan extraño que no podes cometer el error de creer que estás hablando con un psicótico, ni alejarte de lo que te cuentan y que eso te impida entrar en su mundo y ver lo que ellos vieron a través de sus ojos. Ese es el esfuerzo que hay que hacer. Eso lo podés averiguar preguntando, preguntando y escuchando.

CÓRDOBA Y LA MAGIA
–Cuarenta años de investigación, contás de algún avistamiento en Victoria –del cual decís que pueden ser aviones – y, ¿nada más? ¿Alguna otra cosita que te haya hecho creer en algo extra Tierra?
–Siempre me ha costado creer en algo sin evidencias suficientes, aunque acepto sin culpas que tiendo a ser crédulo en política o en cuestiones afectivas. A veces, si no le ponés a las cosas un poco de fe, la opción es renunciar al género humano. Aunque no encuentre explicación a cualquier cosa rara que haya visto con mis ojos, esa situación especial no me ayudará a creer. ¿Es verdadera la magia percibida en un show de David Copperfield, en una película de Steven Spielberg o en un documental del History Channel? Es prestidigitación, arte o fraude, se podrá decir. Pero los buzones no cantan, del cielo no se desploman enormes estructuras interplanetarias ni existe la más mínima prueba de que antiguos astronautas hayan construido La Toma (la base del cerro Uritorco). Sin embargo, para muchas personas eso que se ve puede ser verdad. En mi caso, por el sesgo del oficio, me cuesta suspender el escepticismo, pero relajo las válvulas para disfrutar de las historias sobre las que converso con la gente, de lo contrario sería incapaz de transmitir el encantamiento que ellas experimentaron. A esta altura me la paso mejor escuchando cien historias humanamente fidedignas sobre eventos sobrenaturales que leyendo media carilla técnica sobre cómo el testigo confundió la ropa colgada en el tender con un fantasma.
–Córdoba es sede del centro nacional de los ufólogos, por el Uritorco. Eso más algunos casos paranormales, como el de Río Tercero –ver aparte-. ¿Es porque somos una provincia especial o porque somos muy buenos para el chamuyo?
–Claro. No en vano el humor cordobés fue declarado Patrimonio Intangible e Inmaterial por la provincia de Córdoba –aunque el hecho de que la provincia se autodeclare humorística resulta menos gracioso. No conozco a tantos cordobeses como para sacar conclusiones que tengan validez sociológica, pero sí, es cierto, entre los cordobeses hay grandes cuentistas, no necesariamente cuenteros, y he descubierto en la provincia geografías y poblaciones provistas de tradiciones y bolsones culturales donde las creencias emergen sin mucho temor al qué dirán. Esa frescura es signo de buena salud. La región atesora leyendas, relatos sobre lo sobrenatural, el esoterismo popular y lo religioso-paranormal, o casos sobre eventos extraordinarios que en otras provincias no aparecen así no más. En Córdoba la magia parece estar a flor de piel. A veces huele bien y otras es un garrón. Bueno, el mismo cerebro que acepta con docilidad la existencia de espíritus acosadores luego va y te vota un Midachi. Me puedo equivocar, pero amasando lo que pasa es difícil sustraerse a ese tipo de deducciones. En momentos como estos la magia también ofrece lo que la realidad y la religión no te pueden dar, que son soluciones rápidas y concretas a situaciones apremiantes. Según el caso, aferrarse a esos entornos simbólicos puede ser una desgracia o una ventaja. Creer en la existencia de fenómenos maravillosos es parte de la naturaleza humana y sería faltar a la verdad negar que a veces dan un respiro o, si la experiencia es poderosa, un mapa nuevo sobre el cual encarrilar tu vida.
“Los periodistas hoy son más operadores que investigadores. Ni siquiera son buenos relatores o cronistas de lo que pasa. El escepticismo debería ser una herramienta más difundida y cultivada”.
-Alejandro Agostinelli
LA UFOLOGÍA
– Decís que la ufología ha sobrevivido a siete décadas de frustración porque sigue las reglas de la religión.
– La ufología clásica de los años setenta y ochenta, que es la que yo viví y disfruté, buscaba saciar una sed genuina de conocimientos. Creíamos en aplicar la metodología de la ciencia. Por un lado, éramos buscadores que deseábamos satisfacer una expectativa. En el camino la ilusión era comprobar la existencia de un fenómeno extraño y original. Pero tratábamos de confirmar lo que deseábamos hallar, en una actitud poco o nada científica. Como ese programa incluía cierta dosis de escepticismo, ya que para buscar casos reales debíamos descartar las confusiones y los engaños, en el proceso terminábamos descubriendo las causas de los avistamientos. Ese aprendizaje era apasionante, como no hallamos pruebas de ovnis en tanto fenómenos extraordinarios, entramos en un callejón sin salida. Si nos quedábamos con un remanente de casos no identificados, ¿qué hacer con ellos? ¿Eran parte de un fenómeno desconocido, con patrones comunes, cosa que no ocurría, o aun podían ser susceptibles a diversas explicaciones que no habíamos tenido la capacidad o la posibilidad de encontrar? A comienzos de los ‘90 esa ufología escéptica quedó reducida a una mínima expresión y casi todos los que formamos parte de esa camada terminamos desertando, militando en causas destinadas a desmitificar a la ufología o manteniendo un interés de baja intensidad. Por otro lado, está la ufología que mantiene viva a la disciplina como tal, que es la que mantuvo una orientación más bien abierta al misterio, cuando no esotérica o mística, como la de muchos que aún siguen a (el ufólogo, escritor, doctor en Astrofísica e informático) Jacques Vallée. Si bien es minoritaria, se puede decir que aún está dentro de la caja de la ufología clásica: es una corriente que considera que los relatos extraños aún pueden develar una realidad más allá de lo ordinario. Luego hay una tercera ufología, la que ha demostrado prosperar más que ninguna otra, cuya orientación es semejante a la de los movimientos religiosos: tiene la trascendente misión de demostrar al mundo la realidad de los extraterrestres y cultiva la ilusión de hacer un descubrimiento fantástico, o alumbrar el camino hacia un encuentro definitivo con los extraterrestres. Es tan parecida a la religión que hasta cree que sus rivales seculares no permiten la divulgación de una Verdad con mayúsculas por motivos que reafirman su cosmovisión, desde estar al servicio de poderes en las sombras o evitar el pánico social que provocaría enfrentar esas realidades tremendas en las que creen. Esta última ufología tampoco está tan lejos de otros movimientos nítidamente religiosos que buscan y casi siempre creen encontrar el contacto con los hermanos del espacio y el rescate de un grupo pequeño de elegidos o iluminados.

OTROS EXTRATERRESTRES
La primera experiencia periodística de Alejandro Agostinelli fue en el diario La Voz, de Buenos Aires. Aquella publicación nacida en los inicios de la democracia, era comandada por el caudillo peronista Vicente Leónidas Saadi y financiada con fondos de Montoneros. El diario tuvo una versión cordobesa: El País, nombre cedido por Guadalupe Noble, hija de Roberto, y dirigida por Gustavo Roca, hijo de Deodoro. Quien seleccionó a Agostinelli para formar parte de la planta fue el tristemente célebre Ángel Luque, quien lo tomó porque le hacía recordar a su propio hijo. Agostinelli tenía apenas 18 años. “Fue un gran desencanto con cierta militancia. No es bueno que te pase siendo tan joven”.
CRISTALES ESTALLADOS. Escenario del presunto «caso Poltergeist» que desesperó a una familia en Río Tercero, Córdoba, en el año 2004.
MÁS HISTORIAS POR CONTAR
Durante el último verano, Agostinelli recorrió buena parte del país buscando historias para su nuevo libro. En este caso, relacionadas al misterio y a lo paranormal. “Vuelvo a viejas historias que tenía olvidadas” explica el periodista que, en su viaje, recaló en Córdoba, que concentra buena cantidad de esas leyendas, como el caso de poltergeist en Río Tercero: piedras que volaban y rompían los vidrios de un hogar. “En 2004, en esta casa se desató una ola de presuntos fenómenos paranormales durante casi dos años. Es una historia muy impactante. Se decía que era un chico quien tenía este poder. Hablé con su padre. Es siniestra desde el punto de vista del abandono de quienes podrían haber hecho algo al respecto y por las interpretaciones con las que la familia debió lidiar”.
- Juan Cruz Taborda Varela es autor de La ley de la revolución: biografía política de Gustavo Roca (2016), El corazón sobre sus ruinas: crónica de una reforma que fue revolución (2018) y Ambiestra, historias de Córdoba por derecha y por izquierda (2021), entre otros libros sobre la historia política de la provincia donde vvive. Es conductor de El tiempo está después por canal 10 y Tanta trampa en la FM 102.3.
(*) POSTCRIPTUM. Más tarde reencontré el archivo digital de la entrevista publicada en Matices Año 29 Nro 327, 18 de octubre de 2018.
ENTREVISTA DE JUAN CRUZ TABORDA VARELA EN TANTA TRAMPA
Fecha: 7.10.2025 programa: Tanta Trampa. Historias para entender el presente. Conductores: Juan Cruz Taborda Varela y Tincho Siboldi. Emitido por Canal 10, AM 580 y FM 102.3.
El 7 de octubre, no bien llegué a la Feria del Libro de Córdoba, fui abordado por Telefé Noticias.
El 9 de octubre, el periodista Miguel Angel Ortiz, me entrevistó para su columna en Radio Power 104.1, de Traslasierra, a propósito del caso coprotagonizado por El Sordo Suárez, el cronista que apuntó el micrófono al cajón de un muerto que parecía con vida en el cementerio de San Pedro, Villa Dolores, Córdoba, capítulo IV de Argentina X.
Dos entrevistas recientes sobre Argentina X: Un cronista a la caza de fantasmas, extraterrestres y demonios (La Capital, 6/09//25), El componente extraordinario (Página/12, 6/09/25) y Ovnis, fantasmas y la niña “poseída” a la que le cantó Fito Páez: los expedientes X criollos (Viva, 15/10/25).
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