Partió Roberto Villamil, el discípulo de Acoglanis y famoso fotógrafo de «Erks»

No siempre nos toca escribir obituarios sobre las personas que admiramos. A veces corresponde recordar a quienes vivieron tiempos interesantes, por más lejos que estemos de sus ideas o aportes a la construcción de un imaginario.

El periodista y reportero gráfico Roberto Villamil (1946-2023) fue uno de los amigos y discípulos dilectos de Angel Cristo Acoglanis (1924-1989), inventor en los años 80 de la mitología de la “ciudad intraterrena de Erks”.

El gurú tuvo cientos de seguidores y decenas de discípulos; algunos sólo lo acompañaron “a ver qué onda” en sus rituales-homilías en Los Terrones, en el Valle de Punilla, provincia de Córdoba. Otros fueron intensos activistas. Villamil fue leal seguidor de Acoglanis desde 1983, cuando empezó el movimiento que terminó de constituirse tres años después con la “Huella del Pajarillo”.

Esta biografía sobre Villamil no la vas a leer en otra parte.

Por Alejandro Agostinelli

La ciudad intraterrestre / etérica / metafísica de Erks estaba habitada. La habitaron –aún la habitan– quienes desde hace cuatro décadas la transformaron en lo que es hoy, un espacio donde confluyen creencias, religiones, ideas y negocios esotéricos más o menos articulados gracias al aporte de centenares de ufólogos, místicos, contactados y canalizadores que adoptaron el Valle de Punilla como área hacia donde ir a buscar respuestas sobre los “ángeles extraterrestres”, los comandantes de las naves, o simplemente, “pruebas” sobre la existencia del llamado “fenómeno ovni”.

Roberto Ramón Villamil Sierra, fallecido el 17 de enero de 2023 en Capilla del Monte, ingresó en el fantástico mundo de Erks cuando sin querer le dislocó el bracito de su pequeño hijo y, según relata él mismo, la medicina científica “no lo supo tratar”. Presa de la desesperación, buscó alternativas. Así llegó al consultorio de un supuesto médico griego que insinuaba haber aprendido sus técnicas osteopáticas en el Tíbet, Angel Cristo Acoglanis. A esta le siguieron otras presuntas curas milagrosas por parte de “El griego”. Convencido de la eficacia de su “arte sanador” y hechizado por su “solidaridad, humildad y generosidad”, decidió no perderle el tranco. Desde entonces lo acompañó a sus salidas a Los Terrones, el parque natural ubicado en Quebrada de Luna, Córdoba, y a los encuentros esotéricos que presidía en el Hotel Roma de Capilla del Monte.

ANGEL ACOGLANIS Y ROBERTO VILLAMIL. En los Terrones, circa 1985.

Pronto se hicieron amigos. En poco tiempo, Acoglanis lo llevó a visualizar la “ciudad etérica de Erks”, las luces misteriosas y los seres cósmicos, y a conocer otros participantes notables, como el entonces presidente del Paraguay, el dictador Alfredo Stroessner, el esoterista brasileño José Trigueirinho, el médico Florencio Escardó, el antropólogo Guillermo Alfredo Terrera y Rubén Elías Antonio, a la sazón hermano del financista de Juan Perón y a la postre asesino de «El griego», a quien disparó siete tiros el 19 de abril de 1989 por causas que aún se discuten.

Tras la muerte del Maestro, seis años más tarde, Villamil devino en el más cercano de sus biógrafos, el que más acceso tuvo a su intimidad. Le dedicó tres libros: “Luces Kosmicas en la magia del Uritorco” (Ayer y Hoy Ediciones, 1998), “Angel Cristo Acoglanis. El portero de Erks” junto a Gustavo Cairo (3R Ediciones, 2015)  y “Las luces de ERKS y las ciudades subterráneas” (2012) junto al ex contactado de Misión Rama Ricardo González Corpancho. Libros que podrían considerarse versiones cada vez más gordas de la misma obra.

Quizás porque su amistad le resultó incómoda mientras Acoglanis vivió o por otras razones, Villamil no aceptó el papel de “escriba autorizado del Maestro”. En “Los Diarios de Erks” (que conviene leer en las copias facsimilares agregadas en “El portero de Erks” y no en otras fuentes, que “mejoraron” aquellas páginas), se advierte que Acoglanis carecía del don de la escritura. Aun así son páginas jugosas: esos originales enseñan, por ejemplo, el encuadre milenarista de su misión, su incredulidad hacia el testimonio del primer contactado, George Adamski, y su escepticismo sobre las abducciones. También que el Irdin, el famoso “lenguaje cósmico” que usaba en sus ceremonias, se escribe IRDIM.

Sebastiano De Filippi cuenta en “La Ciudad de la Llama Azul” (Biblos, 2018) que Angel tanteó a varios posibles autores antes de encargar el trabajo de lanzar la “obra” de Saruma (la entidad que canalizaba) a un público más vasto. El elegido fue su discípulo brasileño José Trigueirinho, quien recibió los textos que le iban a inspirar una voluminosa serie de libros traducida en cinco idiomas y de la que vendió cientos de miles de ejemplares –al punto de que mucho de lo que el público plativolista sabe sobre Erks es por Trigueirinho. El escritor paulista nunca lo nombró como su fuente, lo llamó Sarumah o «el pléyade», probablemente a pedido de Acoglanis.

«EL DIARIO DE ERKS». Portada de la primera edición tipeada en máquina de escribir. Hubo otras versiones adulteradas (casi siempre buscando mejorar el estilo del gurú).

FÓTOGRAFO DE ERKS

En 1984, el Maestro necesitaba alguien de máxima confianza que tomara imágenes de las manifestaciones que él supuestamente invocaba. En este caso, el escogido fue Villamil, su amigo, confidente y discípulo. Fue un eficiente portavoz de “el médico griego” (en realidad, un osteópata nacido en la ciudad de Rosario, Argentina) que “había aprendido medicina en el Tibet”. Villamil disimuló estos detalles, ya que la verdad no es lo que él contó, pero la acusación de “tergiversar” la biografía de Acoglanis no es lo más relevante del papel que cumplió el periodista: su fervorosa amistad “coloreaba” intensamente esa relación.

Por medio de conferencias y entrevistas, Villamil tuvo una fuerte participación pública a lo largo de la saga del Uritorco, que desde los ’80 devino en un acontecimiento relevante en el imaginario social del Valle de Punilla: el cerro sigue siendo el faro místico enarbolado por centenares de gurúes, no sólo argentinos sino brasileños, uruguayos e italianos, muchos de ellos catapultados a la zona gracias a los libros de Trigueirinho. 

El constructor de aquel espacio cargado con esas temáticas y símbolos fue Acoglanis, considerado por años “médico” –también por Villamil– sin que exista el menor vestigio de que haya cursado la carrera de Medicina.

Villamil, además de leal seguidor, fue su “cómplice en todo”, como dice el poema de Benedetti, desde 1983, cuando dio inicio el movimiento que terminó de constituirse tres años después con la “Huella del Pajarillo. A este caso, declarado “descenso de una nave” por la Municipalidad de Capilla del Monte, le siguió la oleada de turismo ufológico, místico y new age que reconfiguró vida social, cultural y economía del lugar (un asunto ampliamente revisado por el Dr. en Antropología Alejandro Otamendi en su tesis doctoral y varios artículos posteriores).

EQUIPO. Villamil y Acoglanis, por sobrevolar en helicóptero la región de Quebrada de Luna (1986).

Villamil, seguido por el escritor Jorge Asís, fue un parroquiano emblemático de Capilla del Monte. Habitué de cafés, restaurantes y confiterías de La Techada, era inevitable cruzarse con él; en los viajes que hice a lo largo de los 80 y los 90, lo solía ver en El City Bar trenzado en animadas conversaciones con amigos, vecinos y ufólogos. Un par de veces le quise sacar conversación, pero era renuente a hablar sobre el papel de Acoglanis en la génesis del fenómeno Uritorco. O no le interesaba hablar de eso conmigo –lo más probable.

Le hice mi primera entrevista en 1996. Pero fue en 1999 cuando venció aquella resistencia por mediación de un amigo común, el escritor y guionista Daniel García Molt (“Guillermo Dangel”). En aquel encuentro, en la redacción de la revista Planeta Urbano, donde fungía de director, Villamil me regaló un dossier de material que hoy permite completar los aspectos menos conocidos de su biografía.

UFÓLOGO PIONERO

En 1970, Villamil obtuvo su licenciatura en Ciencias de la Comunicación en la Università Internazionale degli Studi Sociali de Roma (hoy Libera Università Internazionale degli Studi Sociali «Guido Carli»). En el año académico 1969-1970 presentó la tesis “La investigación periodística ante hechos desconocidos” (ver portada, arriba). En este ensayo de 78 páginas resume “más de ocho años de investigación, entre los que se cuentan dos años de estudios especializados en opinión pública” con el prof. Vitaliano Rovigatti. Su tesis no desentona con los contenidos de la literatura especializada de la época: refleja los “casos clásicos”, los testimonios y las “opiniones autorizadas” propias de los ’50 y ’60.

Otro artículo insertado en la tesis resume una conferencia que dio en italiano titulada “El carácter global del ‘flap’ de 1954”, probablemente en un encuentro organizado por el Centro Ufologico Nazionale (CUN), ya que había hecho amistad con su presidente y fundador, Roberto Pinotti.

Por su tesis supe que Villamil fue parte de la Comisión Directiva de la Agrupación Investigadora de Objetos Volantes No Identificados (AIDOVNI) de Buenos Aires. Aquella membresía, escribió, le posibilitó realizar “muchos viajes para comprobar la veracidad de ciertas declaraciones y a los contactos personales con diferentes personalidades del mundo científico y literario que el autor mantiene”. El trabajo muestra su familiaridad con libros y publicaciones de aquel tiempo y su temprano interés por los misterios antiguos, como el mapa de Piri Reis y la obra del (falso, como él mismo admitió luego) lama tibetano Lobsang Rampa.

Durante aquel encuentro también me dio una copia del artículo publicado en noviembre de 1968 en la Revista Argentina Aviación y Aeronáutica (predecesora de la famosa revista Aeroespacio) Nro 90 titulada “Ovnis: La gran duda”, ahora disponible para descargar aquí.

Villamil trabajó por años en la agencia italiana de noticias ANSA, dirigió las revistas Bitácora y Automundo y escribió junto a Ricardo Rutsch el libro «Collado y los tesoros del Plata» ( Ediciones San Isidro, 1992). Además, filmó un video institucional de la Armada Argentina sobre la fragata «Libertad», «Navegando en Libertad», y otro dedicado al rugbier argentino Hugo Porta, ambos publicados por Editorial Atlántida.

ENCUENTRO CON “EL MAESTRO”

El primer librito que dedicó al tema es casi un álbum que reúne las fotografías que tomó durante los encuentros que participó con Acoglanis y otros discípulos. “Luces Kosmicas en la magia del Uritorco” revela su acercamiento a quien llamaba “Doctor Angel Cristo Acoglanis” (como se presentaba en su tarjeta personal).

“Mi hijo Robertino de 6 meses de edad había tenido un accidente del que yo había sido partícipe. Me sentía culpable por esos hechos y los médicos que lo atendieron no daban ninguna respuesta al grave problema. Con el paso de las semanas, mi culpabilidad aumentó y me llevó a la desesperación. Fue entonces cuando alguien me recomendó al Dr. Angel Acoglanis, como un médico y sanador excepcional. Nuestro primer encuentro no tuvo mayor trascendencia en el plano personal… Robertino fue curado de su bracito con unos toques de sus dedos pulgares, índice y mayor, y nunca, nunca más tuvo molestia alguna”.

EDITOR. Villamil también fue editor de Planeta Urbano, revista que durante su dirección dio un giro místico. Por ejemplo, empezó a publicar las columnas de un tal “Brad Hunter”, rutinario difusor y conferencista en Capilla del Monte.

También cuenta cómo Acoglanis corrigió su columna vertebral después de una parálisis que le causó “un violento accidente en aguas del Océano Pacífico Central, por efecto de una inmensa ola” y, sin tomar respiro, escribe sobre el día en que se presentó en el consultorio del “Doctor” en Callao 1541 junto al artista argentino radicado en Roma Alfredo Di Prinzio, quien pronto devino en otro entusiasta discípulo.

Las fotografías de Villamil ilustran portada e interior de los libros más difundidos sobre el tema afines de los años ’80, “Erks, Mundo Interno”, “Nuevas señales de contacto” y «Miz Ti Tlán» del prolífico Trigueirinho.  Algunas fotos tomadas por Villamil y el gurú brasileño le permitieron a De Filippi probar que la escena que según Acoglanis representaba Erks era el Dique de Cruz del Eje, Córdoba, una atribución persistente que por fin este autor pudo demostrar.

Acoglanis insistió a Villamil desprenderse de las diapositivas originales y cedérselas a Trigueirinho. En una carta, el esoterista brasileño le contestó en los siguientes términos (tomado de “Luces Kosmicas en la magia del Uritorco”) al pedido de que le enviara algún texto para incorporar en ese libro:

UNA EXPERIENCIA PERSONAL

Villamil no confiaba en mí y yo tampoco en él. Pero a mí me interesaba escuchar su historia. Un día, Daniel García Molt tuvo la amabilidad de avisarme que el fotógrafo lo había invitado a almorzar al lujoso hotel porteño del que era socio. Poco antes de pagar la cuenta Villamil se esfumó, dejando un portentoso pagadiós. García Molt, como un duque, no me permitió colaborar con el total: Villamil era amigo suyo y el embaucado había sido él.

Aquel mediodía Villamil se jactó de su amistad con Alfredo Astiz (a) “El ángel rubio”, el militar condenado por delitos de lesa humanidad cometidos durante el terrorismo de Estado desatado en la última dictadura cívico-militar argentina. Aquel comentario me bastó para no querer saber más nada de él.

Villamil fue, en definitiva, un referente indiscutido de la mitología de Erks. Por amistad y probablemente por convicción sincera, heredó la misión de preservar el mito. En ese trance, desfiguró la biografía de Acoglanis. Tan grande fue su cariño que nunca desmintió que el gurú no fue médico, no fue griego ni viajó al Tíbet. En los últimos libros, en vez de afirmar estas atribuciones, anteponía “Según la tradición” o “según este relato”, aunque luego plasmaba su autobiografía inventada.

Casi nadie, hasta hoy, conocía el paso de Villamil por la «ufología tradicional». Hubiera sido injusto recordarlo solamente por su amistad con Acoglanis. Aún así, por su lealtad incondicional incluso en la falsedad, hay que decir que aportó como pocos a la construcción de la leyenda del pícaro santón rosarino.

Que descanse en paz.

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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