El largo rastro de mentiras que alimentó la polémica plativolista en los Estados Unidos desde diciembre de 2017 parece estar listo para explotar, pero no lo hará: estas grandes revelaciones, que terminan siendo falsas, son moneda corriente. Son promesas que resurgen en un paisaje de amnesia ufológica casi total, causado, entre otros factores, por la falta de escepticismo, curiosidad y lectura crítica de las nuevas generaciones, que cada tantos años reinician de cero.
Ahora, que nada explote no significa que en el proceso no salten esquirlas, que podrían dañar algunas reputaciones. Según el periodista Art Levine, su colega Kal Korff acaba de presentar dos demandas por fraude al consumidor, una contra el ex espía Luis Elizondo y otra contra el editor de su libro, Inminente: En la búsqueda de OVNIs del Pentágono, lleno de falsedades, comenzando por su auténtico papel en las intrigas que ha denunciado.
En 2017, un artículo de altísimo impacto publicado por New York Times, cuestionado por eludir estándares periodísticos básicos, disparó una saga casi interminable de oficinas civiles y científicas anexadas al Pentágono, algunas embrollonas y otras, más recientes, orientadas a aclarar las causas de informes actuales de presuntos fenómenos anómalos no identificados (UAP, en sus siglas en inglés) y antiguos, asociados con la mitología Roswell de “naves y cadáveres de extraterrestres recuperados” o “Entidades No Humanas”.
El debate se picó con la llamada “crisis de los globos chinos” (una alerta causada por globos espía, globos infantiles y sobrerreacción imperial), que llevó al Congreso y al gobierno federal redescubrir la seguridad aérea fronteras adentro e incorporar en la agenda un tema que atrae fondos tanto para la esfera legislativa como la privada: el “concepto alienígena”.
La escalada mediática de la controversia derivó en nuevas camadas de especialistas, nuevos formadores de opinión, nuevas series de televisión y la actividad de ciertas camarillas políticas dedicadas a propiciar audiencias en el Congreso de Estados Unidos donde testigos, agentes de inteligencia y entusiastas terminaron forzando la creación en el Pentágono de la Oficina de Resolución de Anomalías en Todos los Dominios (AARO), dirigida por Sean Kirkpatrick, un alto funcionario del Pentágono recientemente retirado.
En marzo de 2024, la AARO publicó un duro informe escéptico que enervó a la comunidad plativolista. Y el descontento creció aún más cuando Kirkpatrick declaró: “una religión ovni ha engañado al Congreso para que cace extraterrestres que no están allí”.
El ambiente ufológico se había comenzado a recalentar desde que el periodista de The New York Post, Steven Greenstreet, destapó el tinglado de mentiras, engaños e inexactitudes que originaron la polémica en las páginas del New York Times, cuando el 17 de diciembre de 2017 llevó a su portada una historia sobre ovnis concebida para influir en el Congreso y gastar fondos públicos en cacerías de extraterrestres.
La nota del NY Times había sido coescrita por la activista ovni Leslie Kean, quien reconoció haber evitado mencionar ciertos hechos (como la trama del Rancho Skinwalker) “para lograr que la gente aceptara” a los ovnis. Christopher Mellon, ex subsecretario adjunto de Defensa para Inteligencia en las administraciones de Bill Clinton y George W. Bush, empresario y activista pro ovni que operó desde los orígenes del escándalo, admitió que el artículo del NY Times de 2017 “no era periodismo de investigación” sino “un copy paste de su plan” de vender los ovnis en el Congreso y acercar legisladores a su causa. Kean, nuevamente con Ralph Blumenthal, lanzó el testimonio de Grusch, no sin recortar, otra vez, las revelaciones más espeluznantes. Como The New York Times y The Washington Post se mostraron indecisos (la denuncia de Grush era anecdótica, sin prueba alguna), la nota salió publicada en el sitio especializado The Debrief. El artículo añadió las declaraciones de Johnatan Grey, otro supuesto oficial de inteligencia especializado en análisis de UAP que nadie conoce.
El pasado 29 de mayo de 2024, The Washington Spectator puso en evidencia cómo todas aquellas historias descabelladas surgieron de aquel pequeño núcleo de activistas que echó a correr versiones no comprobadas, engañosas o informes no concluyentes para sacar partido del asunto ovni, un negocio lucrativo para gran parte de sus promotores.
El artículo, firmado por el periodista Art Levine, resumió las conclusiones del informe final del AARO, en el que admite que, si bien existieron programas de investigación clasificados, las denuncias de encubrimiento de pruebas sobre naves alienígenas estrelladas y recuperadas por el ejército estadounidense proceden de diferentes malentendidos.
Los denunciantes, señala, «asociaron erróneamente aquellos programas auténticos del Gobierno de los Estados Unidos con actividad alienígena y extraterrestre». Por ejemplo, uno de los entrevistados por AARO declaró que un militar había tocado un vehículo “de otro mundo”, pero esto fue desmentido por el interesado, y el informe señala:
Si ocurrió, la única situación que podría haber transmitido fue que tocó un caza furtivo F-117 Nighthawk en un hangar”.
Otro testigo afirmaba que en una base militar estadounidense había extraterrestres y una nave que mostraba un «patrón de vuelo peculiar». La conclusión de AARO fue que acertó con la hora y el lugar, pero que en realidad «el Departamento de Defensa estaba realizando pruebas de una plataforma protegida por un Programa de Acceso Especial [clasificado]… Este programa no está relacionado en modo alguno con la explotación de tecnología extraterrestre».
Después de analizar cómo se han difundido informaciones no verificadas y relatos fantásticos, el informe de AARO desinfló toda la mitología sobre los ahora llamados uaps, pero quienes desean seguir produciendo material gráfico y/o audiovisual para creyentes, o simplemente creyendo, lejos de mostrarse conformes ahora acusan al renunciante director de AARO de desinformación y ocultación de pruebas.
En su artículo, Levine destaca cómo Kirkpatrick ha sido acosado por fanáticos de los ovnis por atreverse a desmontar sus relatos. «Cada vez que digo, oye, los datos dicen que no es un extraterrestre, que no es un encubrimiento, se vuelven violentos», dijo Kirkpatrick a Greenstreet para el New York Post. En la misma entrevista, el ex director de AARO se quejó del acoso que han sufrido su esposa y su hija y ha criticado a los miembros del Congreso de Estados Unidos por plegarse a la influencia de aquellos promotores de los misterios.
KAL KORFF. Es autor de artículos y libros escépticos sobre ovnis, el Pie Grande, el asesinato de JFK, la falsa película de la autopsia a una ET y el culto a Billy Meier, tema de su primer libro escrito en la escuela secundaria. Es fundador de una empresa constituida en Nevada, UFOlitics, dedicada no sólo a exponer a estafadores y charlatanes en el campo ovni y paranormal, sino que busca hacerlos responsables legalmente.
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Entre los escépticos que han hecho un buen trabajo Levine destaca a Kal Korff, quien ya se había hecho notar como denunciante de los fraudes del contactado Billy Meier y del ufólogo Wendelle Stevens. El nuevo objetivo de Korff es Luis Elizondo, quien pretende haber sido director del Programa Avanzado de Identificación de Amenazas Aeroespaciales, del Departamento de Defensa de los Estados Unidos, financiado con 22 millones de dólares. Según documentos presentados por Levine y otros, Elizondo sólo estuvo involucrado “en una especie de pasatiempo sin financiación”. De hecho, el informe de AARO concluyó:
Esta iniciativa no fue un programa oficial reconocido y no tenía personal ni presupuesto propio”.
A pesar de que las pretensiones de Elizondo han sido suficientemente desmentidas, él mantiene su relato en un libro titulado Imminent: Inside the Pentagon’s Hunt for UFOs (Inminente: En la búsqueda de OVNIs del Pentágono), que firma como “exdirector” de aquel programa. Kal Korff ha llegado a presentar dos demandas por fraude al consumidor, una contra Elizondo y otra contra el editor británico de su libro. Hasta la fecha, ha destacado Levine, “vender afirmaciones falsas sobre los ovnis y lo paranormal en libros y programas de televisión no ha tenido ninguna consecuencia legal, pero esto podría empezar a cambiar si se admiten a trámite las denuncias de Korff”. Toda esta actividad obligó a Korff denunciar amenazas de muerte, motivo por el cual está acogido a un programa legal de protección contra el acoso.
LUE ELIZONDO, ex oficial de inteligencia del Departamento de Defensa de Estados Unidos. “No tenía responsabilidades con respecto al programa AATIP [Programa Avanzado de Identificación de Amenazas Aeroespaciales]”, dijeron los portavoces del Pentágono, Christopher Sherwood y Susan Gough. El rechazó estas acusaciones. Luego condujo un show para el History Channel producido por su socio, el músico Tom DeLonge. AARO informó que el programa que pretendía dirigir no era oficial ni poseía presupuesto.
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Entre el grupo de promotores de ovnis en el Departamento de Defensa, Levine se centra sobre el más conocido y controvertido de la actualidad, el exoficial de inteligencia de la Fuerza Aérea David Grusch.
Grusch declaró hace meses en una audiencia en el Congreso que sabía por cuarenta testigos presenciales que se había realizado «ingeniería inversa de naves alienígenas». Para quien no lo sepa, hacer ingeniería inversa es como destripar nuestro viejo despertador para ver cómo funciona, y eso es lo que Grusch pretende que se hizo con naves capturadas por la Fuerza Aérea Norteamericana. Alguno de esos supuestos cuarenta testigos le dijo que había visto cadáveres de extraterrestres, o al menos de “inteligencias no humanas”. Pese a todo, Grusch ha sido incapaz de presentar una prueba o un testigo de sus afirmaciones y se ha negado a ser entrevistado por el proyecto AARO después de haber recibido nueve citaciones.
Levine puso en evidencia las incongruencias de Grusch. Por una parte, él niega haber recibido ninguna notificación oficial del AARO para una entrevista. Pero, a la vez, ha rechazado las peticiones que recibió para que facilite su teléfono o correo electrónico. Además, entre sus excusas para no cooperar en la investigación declaró que «no pueden proteger su intimidad», a pesar de que AARO es la instancia competente para esta investigación y que se ha promulgado una nueva ley que protege a los testigos de ovnis, por lo que se le ofrecieron todas las garantías de protección.
“Todo eso, recuerden, lo dice el valiente ‘denunciante’ de los ovnis que asombró al mundo e impulsó nuevas audiencias en el Congreso y legislación con sus impactantes afirmaciones sobre el encubrimiento del gobierno”, escribió Levine. Pero, oh sorpresa, Grusch ha tenido el valor y el tiempo suficientes para entrevistarse con youtubers, figuras de la comunicación y el mundo del entretenimiento ovni. Como dice Levine, “AARO era como el ardiente pretendiente y Grusch el objeto evasivo de deseo en una escena sacada de una farsa de Molière”. Billy Cox también escribió sobre facetas menos visibles y sin embargo bastante recargadas del espectáculo ovni.
Según Levine, “el informe AARO, pese al rechazo de los promotores de los ovnis, puede suponer un punto de inflexión”.
Al principio, algunos senadores demócratas se unieron a aquellos miembros de la Cámara de Representantes que abogaban para desvelar las pruebas de naves alienígenas ocultadas por el gobierno, pero el informe de AARO y las evasivas de Grusch parecen haber enfriado sus expectativas, y algunos congresistas están cuestionando la credibilidad de denunciantes como Luis Elizondo y David Grusch. Actualmente las posibilidades de nuevas audiencias públicas sobre los ovnis parecen muy inciertas.
El informe AARO no sólo ha desmentido los testimonios sobre “ingeniería inversa” de naves extraterrestres, sino que además parece respaldar las acusaciones contundentes que Korff y otros periodistas hicieron contra los promotores de ovnis como Elizondo y Grusch. Pero Levine cuestiona a otros aliados de Elizondo, como el abogado Daniel Sheehan, que anima al gobierno de los Estados Unidos a entrar en negociaciones con los extraterrestres ofreciéndoles esperma y óvulos humanos, y asegura haber visto fotos secretas de un platívolo capturado, entre otras declaraciones esperpénticas que viene realizando desde fines de los setenta.
La principal personalidad mediática de este grupo ha sido el periodista australiano Ross Coulthart, que compite con Grusch y Sheehan en materia de revelaciones descabelladas. Según Levine, Coulthart es autor de un documental que promete pruebas definitivas de tecnología alienígena recuperada, en concreto de un ovni tan grande como un edificio, aunque no dice dónde está. A la vez se ha hecho notar por difundir calumnias sobre pedofilia y por decir que si hay funcionarios del gobierno que están conspirando para encubrir “criminalmente” la verdad sobre los extraterrestres, deberían “ser alquitranados, emplumados y arrastrados por Washington DC y apedreados detrás de un Humvee”. Otro ejemplo de lo mismo es la reacción del empresario que gerencia el Rancho Skinwalker, Brandon Fugal: “Son sólo cerdos. Son cerdos absolutos. Cerdos chillones, patéticos y apestosos”, dijo de los escépticos que piden datos y pruebas.
Levine cree que existen indicios para captar “señales de alarma ante posibles acciones violentas de grupos sectarios marginales de la comunidad ovni al haberse frustrado sus esperanzas de destapar la supuesta verdad oculta”.
Y si algunos de aquellos personajes están cayendo en desgracia, otros entran en escena con afirmaciones no menos estrafalarias, como las del ex oficial de la Fuerza Aérea Jason Sands, que fue uno de los cuarenta testigos mencionados por Grusch y cuya experiencia es haber viajado en el tiempo a Marte y haberse comunicado con «aves azules» extraterrestres. Otros consiguen sobrevivir a sus mentiras en la apreciación del público, como el comunicador Corey Goode, que pretendía haber vivido en Marte durante 20 años, inspirado por el falso documental de los setenta Alternativa 3, que fue una broma del Día de los Inocentes. Y así otros.
El panorama no parece prometedor.
Levine admite que las crudas revelaciones contenidas en el informe AARO socavaron la confianza de algunos en la credibilidad de los “denunciantes”, pero no su creencia en los extraterrestres. “Para muchos, incluso, su fe se reafirmó a medida que los fragmentos de pensamiento crítico que quedaban se erosionaban después de años de incesante propaganda y pensamiento grupal. Las anticuadas nociones de obtener pruebas independientes y verificables parecían ya pintorescas”.
La última sentencia de Levine deja, sin embargo, margen para la esperanza:
El informe AARO tiene el potencial de ser un primer paso importante para ayudar a restaurar el pensamiento crítico y puede ayudar a hacer que quienes explotan a los fieles con sus afirmaciones falsas, rindan cuentas”.
El tiempo dirá.
FUENTE: Levine, Art, The Washington Spectator; «El Pentágono contraataca contra las afirmaciones de invasores alienígenas». También es autor de «La nave espacial de los locos».
AGRADECIMIENTO: A Ignacio Cabria García, por su ayuda en la traducción.