Por qué el principal caza ovnis del Pentágono se fue dando un portazo

Sean Kirkpatrick, físico estadounidense de materiales y láseres y, a lo largo de casi 18 meses, primer director de la Oficina de Resolución de Anomalías de Todos los Dominios (AARO) del Departamento de Defensa de los EE.UU., era el candidato perfecto para liderar un área militar ardiente desde 2017, cuando The New York Times reveló que un presupuesto millonario supuestamente destinado al desarrollo aeroespacial iba a una caja de estudios sobre ovnis. Aquella celebrada nota, sin embargo, ocultaba que los fondos se desviaban a una excursión al nuevo “Disneylandia paranormal”, el finalmente desencantado Rancho Skinwalker.

El currículum de Kirkpatrick era intachable para enderezar el rumbo. En 1997 se había unido al Laboratorio de Investigación de la Fuerza Aérea. Luego ingresó en la CIA, fue Oficial de Inteligencia de Defensa para Inteligencia Científica y Técnica de DIA y, desde 2016, Subdirector de Inteligencia del Comando Estratégico de EE.UU.

Profesor asistente adjunto de física en la Universidad de Georgia y coautor de un artículo “mente abierta” sobre los extraterrestres con el controvertido Avi Loeb (en realidad, un ensayo que el segundo publicó sin permiso del coautor), en julio de 2022 Kirkpatrick fue convocado por el Pentágono para encabezar el AARO. Si bien en una entrevista daba algunas pistas para sospechar los motivos de su renuncia en diciembre de 2023, en la más reciente edición de Scientific American se explayó con detalle sobre este punto, convirtiéndose en el primer funcionario del gobierno que publica una acusación sobre «gastos inapropiados» por parte de Bigelow Aerospace, la compañía privada fundada por el magnate hotelero Robert Bigelow, que hizo pisar el palito al Congreso de los EE.UU. en virtud de la afición del megamillonario a jugar al plativolismo con fondos públicos.

Antes de entrar en el artículo, vale resaltar que el «círculo conspiracionista» que denuncia Kirkpatrick fue expuesto hace años en artículos de Kleith Kloor, Mick West, Jason Colavito, Robert Sheaffer, y en el revelador documental del periodista de The New York Post, Steven Greenstreet; en Hispanoamérica hicieron lo propio Luis Ruiz Noguez, Héctor Socas-Navarro, Daniel Galarza Santiago, Julio Plaza, Javier Cavanilles, Vicente Juan Ballester-Olmos y este blog.

“Esto es lo que aprendí como cazador de ovnis del Gobierno de EE.UU.”

Un informe de investigación de una oficina del Pentágono no ha encontrado pruebas de la existencia de extraterrestres, sólo alegaciones difundidas repetidamente por los defensores de la reivindicación OVNI.

Por Sean Kirkpatrick

Carl Sagan popularizó la máxima «afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias». Este consejo no debería ser opcional para los responsables políticos.

En el mundo actual de la desinformación, la toma de decisiones basada en la conspiración y los procesos de toma de decisiones dominados por el sensacionalismo, nuestra capacidad de pensamiento crítico racional y basado en pruebas se está erosionando con consecuencias nocivas para nuestra capacidad de hacer frente con eficacia a la multiplicación de retos, cada vez más complejos.

Como director de la Oficina de Resolución de Anomalías en Todos los Dominios (AARO) del Departamento de Defensa, encargada por el Congreso en 2022 para ayudar a aportar claridad y resolución basadas en la ciencia al antiguo misterio que rodea a las observaciones creíbles de Fenómenos Anómalos No Identificados (FANI), también conocidos como ovnis, experimenté esta erosión de cerca y personalmente. Y fue uno de los factores que influyeron en mi decisión de dimitir del cargo en diciembre pasado.

Al cabo de reunir un equipo de gran talento y motivación y de trabajar con ellos para desarrollar una estrategia racional, sistemática y basada en la ciencia para investigar estos fenómenos, nuestros esfuerzos se vieron desbordados por afirmaciones sensacionalistas y sin fundamento que ignoraban las pruebas en contra pero que consiguieron captar la atención de los responsables políticos y del público, impulsando batallas legislativas y dominando la narrativa pública.

Este torbellino de cuentos chinos, invenciones y versiones de segunda o tercera mano derivó en un frenesí en las redes sociales y una cantidad significativa de tiempo y energía del Congreso y del Ejecutivo dedicados a investigar estas supuestas afirmaciones, como si no tuviéramos nada mejor que hacer.

Sean Kirkpatrick, entonces director de la Oficina de Resolución de Anomalías del Departamento de Defensa, presenta en una reunión pública el equipo de estudio independiente de Fenómenos Anómalos No Identificados (FANI) de la NASA el 31 de mayo de 2023. Crédito: NASA/Joel Kowalsky

La historia de los conspiracionistas es más o menos así: los EE.UU. han estado ocultando e intentando realizar ingeniería inversa de hasta 12 UAP/ovnis desde la década de 1960, y quizás antes. Este gran encubrimiento y conspiración no produjo ningún resultado destacado y, en consecuencia, se abandonó el esfuerzo para que algunos contratistas de defensa del sector privado continuaran el trabajo. Algún tiempo después, sigue la historia, esos contratistas quisieron volver a poner todo el programa bajo los auspicios del gobierno estadounidense (USG). Al parecer, la CIA detuvo esta supuesta transferencia al Gobierno de EE.UU. Todo esto carece de pruebas que lo corroboren, pero, por desgracia, la fe en una afirmación es directamente proporcional al volumen con que se transmite y al número de veces que se repite, no a los hechos reales.

Durante una investigación a gran escala de un año de duración de esta historia (que ha sido contada y recontada por un pequeño grupo de creyentes interconectados y otros con intenciones posiblemente menos que honestas –ninguno de los cuales tiene relatos de primera mano de nada de esto–), AARO descubrió algunas cosas, y ninguna tenía que ver con los extraterrestres.

En primer lugar, no hay constancia de que ningún presidente o dirigente vivo del Departamento de Defensa o de la comunidad de inteligencia tuviera conocimiento de ese supuesto programa, ni de que ninguna comisión del Congreso que lo tuviera. Esto debería ser explícito si este caso siguiera el procedimiento habitual, ya que es inconcebible que un programa de tal envergadura no haya sido informado nunca a las 50 o 100 personas de la cúpula del Gobierno de EE.UU. a lo largo de toda su existencia.

En segundo lugar, esta narrativa se ha estado cocinando a fuego lento durante años y es, en gran parte, una consecuencia de un antiguo programa de la Agencia de Inteligencia de Defensa del Departamento de Defensa (DIA) llamado Programa de Identificación de Amenazas Aeroespaciales Avanzadas (AATIP), que fue fuertemente influenciado por un grupo de individuos asociados con el veterano empresario y ufólogo Robert Bigelow, fundador de Bigelow Aerospace.

En 2009, el entonces senador Harry Reid pidió al secretario de Defensa (SECDEF) que creara un SAP (Programa de Acceso Especial) para proteger el supuesto material UAP/ovni que los defensores del AATIP creían que el Gobierno de EE.UU. estaba ocultando. El SECDEF se negó a hacerlo una vez que la Oficina del Subsecretario de Defensa para Inteligencia (OUSDI) y la DIA concluyeran que no sólo no existía tal material, sino que el dinero de los contribuyentes se estaba gastando indebidamente en investigaciones paranormales en el rancho Skinwalker de Utah. Esto está bien documentado en fuentes abiertas, en particular en los registros disponibles en la sala de lectura electrónica FOIA de la DIA. Tras la respuesta negativa del SECDEF, el senador Reid solicitó entonces la ayuda del entonces senador Joseph Lieberman para pedir que el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) creara un SAP con el mismo fin. El paquete de propuestas del SAP administrativo fue informado por las mismas personas que habían estado asociadas con la AATIP. La investigación de archivos de AARO ha localizado la propuesta administrativa para el SAP del DHS, completa con los participantes, que ha sido desclasificada y está siendo revisada para su publicación.

Por último, los principales proveedores de esta narrativa se conocen desde hace décadas. A principios de la década de 2000, varios miembros de este pequeño grupo también participaron en un estudio, erróneamente caracterizado (por los mismos participantes), como patrocinado por la Casa Blanca, sobre el posible impacto social de revelar al público la existencia de extraterrestres, partiendo de la base de la autenticidad del mencionado programa gubernamental oculto. El think tank en cuestión era una empresa de «futuros» que a menudo trabajaba en estudios marginales, y muchas de las personas involucradas en el estudio también trabajaban para Bigelow Aerospace en apoyo del programa AATIP.

La AARO investigó a fondo estas afirmaciones como parte de su misión, encomendada por el Congreso, no sólo de evaluar técnicamente las observaciones contemporáneas de las FANI, sino también de revisar los relatos históricos que se remontan a la década de 1940. Uno de mis últimos actos antes de retirarme fue firmar el Historical Record Report Volume 1 de AARO, que actualmente se está preparando para su entrega al Congreso y al público. El informe demuestra que muchas de las acusaciones que circulan y que se han descrito anteriormente proceden de revelaciones inadvertidas o no autorizadas de programas legítimos de EE.UU. o de I+D relacionada que no tienen nada que ver con cuestiones o tecnología extraterrestre. Algunas son tergiversaciones, y otras derivan de creencias puras y sin fundamento. En muchos aspectos, la narración es un ejemplo de libro de texto de la información circular, con cada persona transmitiendo lo que oyó, pero la información, a menudo en última instancia, se origina en el mismo pequeño grupo de individuos.

La misión operativa que el Congreso ha asignado a la AARO es importante. La acumulación de observaciones por parte de militares estadounidenses altamente cualificados y otro personal creíble de fenómenos anómalos no identificados en zonas y actividades sensibles para la seguridad nacional o cerca de ellas exige un esfuerzo serio para entender lo que está pasando. Sencillamente, lo «no identificado» es inaceptable, especialmente en estos tiempos de mayor tensión geopolítica. Sin embargo, parte del problema al que nos enfrentamos hoy en día es que los medios de comunicación modernos publican historias más rápido de lo que la investigación, la ciencia y la revisión por pares pueden validarlas. Más preocupante aún es la disposición de algunos a emitir juicios y tomar medidas sobre estas historias sin haber visto o siquiera solicitado pruebas que las respalden, una omisión que resulta aún más problemática cuando las afirmaciones son tan extraordinarias.

Algunos miembros del Congreso prefieren opinar sobre los extraterrestres ante la prensa en vez de recibir información basada en pruebas sobre el asunto. Los diputados tienen la responsabilidad de mostrar capacidad de pensamiento crítico en vez de buscar protagonismo. En el momento de mi partida, ninguno, permítanme repetirlo, ninguno de los «denunciantes» conspiracionistas públicos, había decidido acudir a AARO para aportar sus «pruebas» y declaraciones para que constaran en acta, a pesar de las numerosas invitaciones. Cualquiera que prefiera ser sensacionalista ante la opinión pública en lugar de aportar sus pruebas a la única organización establecida por ley con todo el proceso legal y el marco de seguridad establecido para protegerles a ellos, su privacidad y la información, y para investigar e informar de sus hallazgos, es sospechoso.

BIGELOW. La agrupación civil MUFON recibió U$ 320 mil del empresario inmobiliario ignorando que esos fondos procedían de las arcas federales. El resto de un total de U$ 22 millones lo administró la Bigelow Aerospace. En marzo de 2020, la compañía, fundada en 1999 para desarrollar estaciones espaciales comerciales, echó a sus 98 empleados.

En mi calidad de ex director de la AARO, puedo asegurar que esta es una organización firmemente comprometida con el aprovechamiento de la ciencia y la tecnología para aportar una claridad sin precedentes a estos fascinantes, importantes y obstinados misterios, y hacerlo con la máxima transparencia. Su talentoso personal y su equipo de científicos de apoyo se están esforzando en este mismo momento, en colaboración con las Fuerzas Armadas, la comunidad de inteligencia, las agencias gubernamentales, los laboratorios nacionales, la comunidad científica, la comunidad académica –y pronto el público en general– para recopilar y analizar datos concretos y mensurables –es decir, pruebas extraordinarias– en este campo hasta ahora rico en testigos presenciales pero pobre en datos. El equipo de AARO irá donde le lleven los datos, sin falta, y no se dejará influenciar por ningún intento de otros que pretendan torcer sus conclusiones.

La ciencia no puede dejarse de lado en la loca carrera por descubrir una gran conspiración.

Carl Sagan no esperaría menos, y tampoco debería hacerlo el pueblo estadounidense.

Publicado originalmente en Scientific American

AGRADECIMIENTO. A Vicente Juan Ballester-Olmos del Proyecto FOTOCAT por llamar la atención de este artículo en la lista de correos privada Anomalist.

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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