De cómo un rumor devino en arma secreta y luego en nave extraterrestre

Por Rodolpho Gauthier Cardoso dos Santos

ADELANTO EXCLUSIVO. La invención de los discos voladores. Guerra Fría, prensa y ciencia en Brasil (1947-1958) resume la tesis de maestría defendida en 2009 por Rodolpho Gauthier Cardoso dos Santos en el programa de posgrado en Historia de la Unicamp (Universidad Estadual de Campinas). Pedidos: Editorial Coliseo Sentosa

En “La invención de los discos voladores. Guerra Fría, prensa y ciencia en Brasil (1947-1958)”, el historiador Rodolpho Gauthier Cardoso dos Santos examina los orígenes de las incursiones en el aire y en la arena mediática de aquellas fabulosas apariciones, tan ligadas con los rápidos progresos tecnológicos de aquellos años como con la ciencia ficción, desde un punto de vista que hasta la salida de su libro había sido explorado por pocos autores: el de la historia social, los medios de comunicación y las influencias culturales.

En su documentado libro, Gauthier devela cómo evolucionan las ideas de diversos actores sociales en torno a esas manifestaciones de “lo desconocido”, primero atribuidas a rumores, luego a armas secretas y, finalmente, a naves de otros mundos.

  Gauthier revisa, sobre todo, las declaraciones, noticias e interpretaciones generadas por los medios, la comunidad científica y el ambiente militar, cuyas interacciones dan forma a las ideas que aún persisten en torno a esos “visitantes de otros mundos” y su asombrosa realidad, permanentemente indemostrada e indemostrable porque, según la inmensa mayoría de los ufólogos, es mantenida en el mayor de los secretos por los poderes fácticos que dominan la Tierra. Todo esto, en sus orígenes, se da en un contexto histórico, político y cultural particular: el de la Guerra Fría y la carrera espacial. Una era en la que todo parecía posible.

Si bien no era verdad que todo fuera posible, aún podemos revisitar el pasado reciente con los ojos avezados de un historiador que hace buen uso de sus herramientas. Nuestro pequeño orgullo secreto fue haber llamado a Gauthier, alguna vez, a ocupar ese vacío en la literatura ufológica brasileña.

Factor celebra que Editorial Coliseo Sentosa haya escogido para su fantástico sello la obra de Gauthier, la cual es –lo sigue siendo desde su primera edición en portugués, en 2015–, una de las cinco mejores obras dedicadas al tema en América Latina.

Por cortesía del autor y el editor, adelantamos un fragmento tomado del capítulo que expone los orígenes de la idea extraterrestre entre los militares norteamericanos con relación a los platillos voladores, es decir, 74 años antes de que algunos le empezaran a llamar UAPs, la sigla preferida por las nuevas generaciones ilusionadas, por un lado, y redescubridores de pólvora mojada, por el otro.

Donald Keyhoe (1897-1988), ex militar y graduado en la Academia Naval de Annapolis, se jubiló en 1923 tras sufrir un accidente aéreo.  Desde entonces, fue escritor free lance en revistas de aviación y pulp magazines estadounidenses donde publicó cuentos de aventuras, ciencia ficción, conspiraciones y espionaje. Después de la Segunda Guerra Mundial, las pulp entraron en declive. (…)  Su vida cambió cuando recibió un telegrama de Ken Purdy, editor de la revista True (…) El editor y el periodista mantuvieron dos reuniones; en la primera se plantearon dos posibilidades: armas secretas estadounidenses y misiles soviéticos; en la segunda se añadió la posibilidad de visitantes extraterrestres.

Durante toda la segunda mitad de 1949, Donald Keyhoe intentó entrevistar a autoridades militares, incluso a sus amigos, pero le dieron portazos en la cara varias veces. Eso solo hizo que aumentara su convicción de que había un gran secreto oculto. Para Edward Ruppelt, sin embargo, La Fuerza Aérea […] no intentaba encubrir información; solo no quería a Keyhoe ni a ningún otro discófilo cerca. No quería perder el tiempo, no creía en los discos voladores y no concebía que alguien creyera en ellos. Al final, Keyhoe no consiguió ninguna declaración impactante. Apenas entrevistó a algunos testigos y fuentes militares que, en su mayoría, no quisieron identificarse. Sin muchas informaciones confiables, tuvo que abusar de la imaginación para escribir su artículo.

FLYING SAUCERS ARE REAL, EL ARTÍCULO DE DONALD KEYHOE EN LA REVISTA “TRUE” (1949). El ex militar fue el gran promotor de la hipótesis E.T. a comienzos de los 50. Como puede verse en este otro documento, Keyhoe estuvo entre los primeros en agitar la idea de que los escépticos descalifican, estigmatizan y ridiculizan a los testigos, un concepto popular hasta hoy.

LA ERA DE LA CONFUSIÓN EN LOS EE.UU.

En 1949, la repercusión del artículo “Flying Saucer Are Real” de Donald Keyhoe en revista True jugó en contra de los miembros del Proyecto Grudge: los platillos volantes volvieron a aparecer en los medios con más fuerza que nunca.

Días después, el proyecto militar fue oficialmente disuelto. Se pensó que la simple existencia de un grupo oficial dedicado a la indagación del tema haría que la gente creyera en los discos voladores (1). Rápidamente, la Fuerza Aérea presentó un informe completo respecto a las actividades de Grudge.

Los periodistas que leyeron el documento descubrieron que la comisión solía usar teorías forzadas o meras especulaciones para explicar algunos casos. En uno de ellos, por ejemplo, los investigadores concluyeron que un piloto militar había visto un globo sonda, incluso después de que un experto en globos sonda hubiera negado enfáticamente esa posibilidad (2). Una vez más, la prensa estaba frente a pruebas que mostraban que los militares estaban tratando de ocultar la verdad. “En vez de enfriar el problema […], la Fuerza Aérea provocó más confusión», afirmó Ruppelt (3).

Dos meses después, otro artículo de la revista Fate tuvo enorme repercusión. El texto, del comandante de la Marina R. B. McLaughlin, aseguraba que él y sus hombres, entre ellos varios técnicos y científicos, habían observado diversos fenómenos aéreos desconocidos en el campo de pruebas de White Sands, estado de Nuevo México. McLaughlin sostenía que los platillos volantes existían y eran extraterrestres.

A partir de entonces, la controversia solo aumentó. A fines de marzo de 1950, el periodista estadounidense Henry J. Taylor declaró que los discos voladores eran aparatos secretos lanzados por la Marina que llevaban a bordo instrumentos para captar rayos cósmicos (4). Las Fuerzas Armadas desmintieron estas afirmaciones, declarando “no tener la más mínima idea de aquello a lo que se refirió [Taylor]”(5).

Luego, la revista U.S. News and World Report afirmó que los extraños objetos voladores eran un avión experimental de la Marina llamado XF5U-1, que tenía una forma parecida a un disco. La Marina confirmó haber realizado ensayos con prototipos de ese avión, pero aseguró que estos no habían sido utilizados recientemente (6). El desarrollo de ese modelo, llamado jocosamente “torta voladora”, había sido cancelado en 1947.

«TORTA VOLADORA». Escenas del prototipo XF5U-1 en pleno vuelo.

Según Edward Ruppelt, en ese momento “la confusión invadía a la opinión pública en todos los niveles, y la expresión ‘disco volador’ pasó a ser usada por todos los periodistas, comentaristas de radio y televisión, comediantes y hombres de la calle”(7).

En vista de ello, la Fuerza Aérea de EE.UU. se puso a la defensiva, declarando que los debates y los casos eran solo “un puñado de insensateces”(8). Una nota de la agencia de noticias United Press (UP) publicada en Brasil en marzo de 1950 ilustra bien esta situación:

La Fuerza Aérea repite, diariamente, su inequívoca declaración de que los “discos voladores” de otros planetas no existen más que en la imaginación. Pero el público no hace caso y sigue enviando noticias de nuevas incursiones […](9).

EDWARD RUPPELT (1923-1960). El «chico malo» del Proyecto Libro Azul fue quien, probablemente, creó la sigla UFO (Unidentified Flying Object (UFO). Alentó la investigación escéptica de los informes y falleció a los 37 años; nadie acusó a los Hombres de Negro.

Los diarios brasileños de la época publicaron muchas noticias parecidas a esa. La omisión por parte de la Fuerza Aérea fue considerada inaceptable y, más que eso, sospechosa. Causaba desconfianza, como muestra el siguiente texto:

WASHINGTON, 18 (U.P.) – La Fuerza Aérea de Estados Unidos aseguró que, a pesar de las noticias publicadas, sigue creyendo que no existen los tales discos voladores. Un portavoz de la Fuerza Aérea informó que los funcionarios técnicos y del Servicio Secreto no quedaron impresionados por las últimas noticias al respecto. El portavoz negó categóricamente que la Fuerza Aérea estuviese desmintiendo la existencia de estos para encubrir experiencias propias (10).

A pesar de las negativas militares, el tema siguió ganando espacio en los periódicos estadounidenses hasta mayo de 1950, cuando alcanzó su clímax (11). El entusiasmo solo cedió en junio, el mes en que Corea del Norte invadió Corea del Sur, dando inicio a la guerra de Corea (1950-1953). A partir de ahí, los conflictos reales obviamente pasaron a dominar la agenda noticiosa.

IMAGINARIO EN MUTACIÓN

En medio de la polémica que azotó a EE.UU. los primeros meses de 1950, se realizó un importante sondeo de opinión. En mayo de ese año, el Instituto Gallup preguntó a los estadounidenses “¿Qué cree usted que son los platillos volantes?” (12). Aquí están las respuestas:

Esos números son relevantes porque podemos compararlos con la encuesta anterior, realizada en agosto de 1947. En primer lugar, nótese que el porcentaje de estadounidenses que decía no saber qué eran los platillos volantes se mantuvo prácticamente sin cambios: cerca de un tercio. Sin embargo, es posible ver cambios considerables, por ejemplo, en el número de personas que creía que los discos voladores Eran armas estadounidenses o soviéticas.

En 1947 eran solo el 16 por ciento (15 por ciento armas estadounidenses, 1 por ciento armas soviéticas), cifra que subió al 26 por ciento en 1950 (23 por ciento norteamericanas, 3 por ciento rusas).

Otro dato importante es la disminución en la cantidad de personas que creían que los casos eran resultado de algún tipo de confusión, como ilusiones ópticas o fraudes. El porcentaje cayó del 39 por ciento en 1947 (29 por ciento + 10 por ciento) a sólo el 16 por ciento en 1950. Como se ve, después de tres años de discusión y muchos casos, el número de escépticos disminuyó. El paso del tiempo y la acumulación de rumores favorecieron la idea de la realidad de los platillos volantes.

Eso, al menos, puede deducirse de este párrafo de una noticia publicada por el diario carioca A Noite en 1950:

Aunque es posible realizar cierta analogía entre los relatos sobre “discos voladores” y las historias clásicas sobre monstruos marinos o serpientes en los ríos avistados por marineros, el actual registro de informaciones parece indicar que existe la posibilidad de una explicación a observaciones que, por lo demás, son imperfectas e imprecisas (13).

El nuevo sondeo de Gallup ofreció alternativas problemáticas. Usó, por ejemplo, una categoría, al menos, infeliz: “cometas, meteoros, algo de otro planeta”. ¿A qué se refiere con aquello de “algo de otro planeta”? ¿A algo inteligente o a cualquier objeto sideral? Ante términos tan imprecisos, es difícil definirlo. Sin embargo, sorprende que tan pocas personas hayan citado a los visitantes de otros mundos, pues en los meses previos se habló mucho de esa hipótesis (14). ¿Por qué la hipótesis extraterrestre no generó tanto interés? ¿Estarían las personas en aquel momento tan preocupadas por los conflictos de la Guerra Fría que no consideraron posibilidades, digamos, trascendentales, como la alienígena? De hecho, es difícil, quizás imposible, responder a estas preguntas con seguridad.

La ventaja de esta nueva encuesta es que, junto con el análisis histórico, permite vislumbrar tres grandes cambios en el imaginario norteamericano. Primero, la discusión parece haber sufrido un giro pequeño, pero significativo. Si antes (1947) la principal duda era “¿existen los platillos volantes?”, ahora (1950) parece ser “¿qué son los platillos?”. El mismo Instituto Gallup comentó en 1950: “Ha habido rumores persistentes sobre que algo hay tras los curiosos avistamientos aéreos que tantas personas han reportado” (15).

Aparentemente, el escepticismo había retrocedido un poco. Pudo haber ayudado a ello la acumulación de rumores, los relatos con testimonios considerados confiables y la ineficacia de la Fuerza Aérea de EE.UU. para demostrar la inexistencia de los platillos volantes.

Otro aspecto muy importante fue el aumento de la preocupación respecto a los discos como armas secretas de las dos superpotencias. Para comprender esto, debe recordarse que la situación política internacional se había deteriorado considerablemente desde la declaración de la “doctrina Truman” en 1947. En febrero de 1948, Stalin ayudó a los comunistas checoslovacos a tomarse el poder en aquel país. En julio, estalló la primera gran crisis diplomática entre las superpotencias, cuando la Unión Soviética impuso un bloqueo terrestre a Berlín. El impasse duró 11 meses. En abril de 1949, los países del lado capitalista crearon la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), una alianza militar para hacer frente al mundo comunista.

Pero la noticia más preocupante llegó en agosto de 1949, cuando los soviéticos hicieron explotar su primera bomba atómica. Fue un shock para los estadounidenses. La guerra nuclear se estaba convirtiendo en una posibilidad real. Como represalia, Harry Truman anunció, en enero de 1950, el programa para producir la bomba de hidrógeno, que tenía un poder de destrucción mil veces mayor al de la bomba lanzada en Hiroshima. El planeta iba camino al abismo. “La década del fin del mundo”, una expresión del escritor inglés P. D. Smith, había comenzado (16).

El tercer cambio en el imaginario no quedó en evidencia en los sondeos de opinión, pero también puede haber sido relevante. Se trata del clima de conspiración y sospecha que existía en Estados Unidos en esos años. No solo Donald Keyhoe pensaba que se estaba escondiendo la verdad. Por todo el país florecía la desconfianza. Con la intensificación de la Guerra Fría a partir de 1947, el anticomunismo norteamericano ganó mucha fuerza. Se creía que los comunistas podían estar infiltrados en todos los sectores de la sociedad, saboteando, robando secretos y planeando huelgas para dañar la economía.

Una ola de paranoia y denuncias barrió el país y arruinó las carreras de políticos, funcionarios públicos, científicos, artistas y otros profesionales. La situación empeoró hacia el final de la década, cuando algunas personas, como Alger Hiss, Judith Coplon, Harry Gold y la pareja conformada por Julius y Ethel Rosenberg, fueron juzgadas y condenadas por espionaje. A partir del año 1950, la influencia del senador Joseph McCarthy y de su cruzada anticomunista comenzó a crecer vertiginosamente (17). Hasta 1954, McCarthy lideró un proceso conocido como “la caza de brujas”.

DESCLASIFICACIÓN. La CIA ha liberado toneladas de información, alguna tachoneada por «razones de seguridad» y otra no. De esas páginas no emergen revelaciones extraordinarias sobre los ovnis. Descargar el informe ilustrativo.

El investigador Curtis Peebles observó con perspicacia que “el mito del platillo volante fue definido en un contexto de conspiración, miedo y espionaje” (18). De hecho, parece razonable suponer que las principales ideas que rodeaban la hipótesis interplanetaria habían sido muy influenciadas por el clima de desconfianza total que se respiraba en EE.UU.

Depende de los historiadores estadounidenses, en todo caso, determinar si la lucha ufológica por el derecho a la información contra un Estado pintado casi como totalitario, representaba o no una reacción a las amenazas más amplias realizadas contra la libertad individual en ese país a comienzos de la década de 1950. ¿Estarían las acusaciones de Keyhoe dentro de un contexto de mayor resistencia a un Estado que permitía cada vez más escuchas telefónicas ilegales, mentiras y persecuciones? A diferencia del macartismo, en las teorías ufológicas es la población la que duda de la sinceridad de los hombres del Estado.

MARATÓN OVNI. Rodolpho Gauthier Cardoso dos Santos participó a la distancia del evento celebrado en el Museo Roca de Buenos Aires el 24/06/2017, «A 70 años de los platos voladores. Ciencia, mito y ficción». Gauthier se graduó en Historia por la Universidad Estatal de Campinas (Unicamp), es doctor en Historia Social por la Universidad de San Paulo (USP) y es profesor en el Instituto Federal Minas Gerais, IFMG.

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Referencias

1) JACOBS, 1975, p. 54.

2) RUPPELT, 1959, p. 104.

3) RUPPELT, 1959, p. 101.

4) “Mais teorias sobre os ‘Discos Voadores’”. O Estado de São Paulo, São Paulo, 12 de abril de 1950, p. 2. Ver también: RUPPELT, 1959, p. 116.

5) “Novas hipóteses sobre os ‘discos voadores’”. O Estado de São Paulo, São Paulo, 29 de marzo de 1950, p. 18.

6) “Os discos seriam aviões reais”. A Noite, Río de Janeiro, 4 de abril de 1950, pps. 8 y 14.

7) Tomada de LOBO, Ary Maurell. “Várias hipóteses sobre os misteriosos discos voadores”. Ciência Popular, julio de 1950, p. 38.

8) RUPPELT, 1959, p. 116.

9) Ibidem, p. 1.

10) “A trezentos metros do disco voador”. A Manhã, Río de Janeiro, 16 de marzo de 1950, p. 8.

11) “‘Discos voadores’ sobrevoam Montevidéu”. A Manhã, Río de Janeiro, 19 de marzo de 1950, pps. 1 y 2.

12) RUPPELT, 1959, p. 123. 93

13) DURRANT, 1997, p. 233.

14) Vale la pena destacar que no tenemos información más detallada sobre estas dos encuestas del Instituto Gallup, como número de entrevistados, metodología, etc. Por ello, es difícil asegurar con certeza si son realmente representativas de las opiniones de la población estadounidense en esos momentos, agosto de 1947 y mayo de 1950. Aun así, son los únicos datos cuantitativos disponibles para el período analizado, por lo que se tornan relevantes por sí solos.

15) “O segredo do fenômeno dos ‘discos voadores’”. A Noite, Río de Janeiro, 20 de marzo de 1950, pps. 1 y 3. 270 DURRANT, 1997, p. 233. 95

16) DURRANT, 1997, p. 233.

17) Ibidem.

18) SMITH, 2008, p. 369. 96

DISCOS VOADORES. Tapa de la edición en portugués.

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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