Costuras de las guerras mágicas de Laiseca

Vas a ver que esta nota deja abierta la siguiente duda: Alberto Jesús Laiseca (1941-2016) era un mago que escribía o un escritor que hacía magia. En el universo ocultista del autor que creó el “realismo delirante”, no corren peligro las máquinas. Tampoco las pesadillas, ni las tijeras, esos “animales mecánicos sin cerebro” que viajan infatigablemente, se pierden y acaban “enganchadas por uno de sus ojos”. Ese mismo gancho también pesca a sus lectores. Marcelo Acevedo pasó varias semanas sumergido en el océano de sus novelas y descubrió las batallas mágicas que recrean, confluyen o son retomadas por otros autores-magos.

Por Marcelo Acevedo

Mi obsesión por la obra y la figura de Alberto Laiseca ha crecido sobremanera en las últimas semanas. Estuve (re)leyéndolo mucho, muchísimo, sobre todo Los sorias (1998), El jardín de las máquinas parlantes (1993) y Matando enanos a garrotazos (1982). Ni hablar de los sueños y pesadillas bizarras que me produjo en las últimas noches el estar tan metido en el universo laisequeano.

Yendo al grano: a esta altura me resulta inevitable comparar a Laiseca (su literatura, pero también su figura) con otros «escritores-magos» como Grant Morrison, China Mieville o Alan Moore.

Si con William Burroughs comparte la creencia en el poder absoluto de las palabras y la lengua – “Hay ciertas cosas de las que no se puede hablar porque se despiertan” le susurró una vez al poeta Guillermo Saavedra–, y con Philip K. Dick la hipergrafía, la paranoia y la creencia en un batalla invisible –y muy real– entre el bien y el mal (el Ser y el Anti-Ser), con Morrison y Mieville lo emparenta las guerras mágicas. Las literarias, pero también las reales. Sobre esto hay un ejemplo perfecto en el último capítulo de Los sorias:

«No sé si será cierto pero los viejos libros de ocultismo cuentan que las tijeras, aquellas comunes y conocidas por todos, tienen propiedades mágicas. Ellas –siempre según los textos– ven a través de sus ojos y caminan con sus patas. Son como animales mecánicos pero no tienen cerebro. Cuando pueden, escapan. Caminan y caminan, esas viajeras infatigables, hasta caer en un pozo o en bolsas, o quedar clavadas en el fondo del mar. Esta sería la explicación de por qué tales herramientas se pierden con tanta frecuencia y pocas veces son encontradas. Para evitar extravíos, las viejas aconsejan sostenerlas de un clavo, enganchadas por uno de sus ojos. En las postrimerías de la guerra, los magos de Soria dotaron a muchas tijeras de cerebros electrónicos y las lanzaron al ataque. Eran miles y miles de tijeras, de todos los tamaños, que avanzaban como diminutos espectros por los arrabales de Monitoria, saltando sobre las ruinas y atacando a los soldados, tratando de pinchar sus ojos, cortar dedos o clavarse en algún corazón antes de continuar camino.»

Laiseca no sólo creía que esto funcionaba así en sus mundos ficcionales: en el documental Deliciosas perversiones polimorfas (Eduardo Montes-Bradley, 2004), mientras explica el motivo por el cual tiene todos los libros de su biblioteca forrados con cartulina blanca («para evitar robos en el astral»), le muestra al camarógrafo una tijera que tiene clavada de uno de sus ojos en la pared, para evitar que se escape.  

Esta idea de las tijeras como elemento mágico maldito y con vida propia, me recuerda a uno de los cuentos de Der Struwwelpeter (“Pedro Melenas” – Heinrich Hoffmann, 1845) donde un «hombre de la bolsa» vestido de sastre y con unas tijeras gigantes le corta los pulgares a un niño que se chupa el dedo gordo, pero sobre todo a los Scissormen (Hombres tijera) de la Doom Patrol de Grant Morrison.

En el arco argumental llamado Surgiendo desde los escombros, la Patrulla Condenada se enfrenta a una secta de Hombres-Tijera: seres sin rostro y con tijeras en lugar de manos que “cortan” a la gente –como figuritas de una revista- y las envía a Orqwith (¿Orbis?), una ciudad ficticia que quiere destruir la realidad y reemplazarla. Recordemos que Los sorias nació de la imaginación del pequeño Laiseca de 8 años que recortaba figuritas de revistas para armar ejércitos que puedan guerrear en su imaginación. 

* No solo la similitud de sus ficciones hermana a Grant Morrison con Laiseca, sino también el hecho irrefutable de que ambos creían que es posible utilizar la literatura como vehículo para la magia, que las palabras pueden actuar como conjuros, que los textos pueden ser herramientas esotéricas. Muchos de los rituales que estos escritores obligan a llevar a cabo a sus personajes en la ficción, los realizaron ellos mismos en la realidad. Los invisibles, comic de culto de Morrison, con sus magos del caos, sus guerras esotéricas –ocultas para los no iniciados–, la lucha eterna entre el Anti-Ser (Arcontes) y las células subversivas del Ser (La universidad invisible), es una obra innegablemente hermanada con Los sorias y El jardín de las máquinas parlantes.    

* Las tijeras vivientes de Laiseca podrían pasar desapercibidas en el extraño paisaje de Alondres -el Londres del otro lado del espejo- de la novela Un Lun Dun (2007) y también en el campo de batalla de la guerra física-mágico-lisérgica que libran los hombres y las fantasías surrealistas que cobran vida en Los últimos días de nueva París (2016), ambas novelas de China Mieville. La guerra de las tijeras de Laiseca (El asalto final a Monitoria) no se diferencia demasiado de la guerra de las obras de arte surrealistas de Mieville. Sólo que lo que en Mieville –y Morrison– es surrealismo y new weird, en la obra de Laiseca se llama realismo delirante.

MOORE. Javier CruX (CC).

En el cuento Familiar –Buscando a Jake y otros relatos (Ayrmanot, 2019)– China Mieville cuenta la historia de un brujo que le da vida a un “espíritu familiar” que se le va de las manos. “La información que había descubierto sobre la técnica era imprecisa: magia chapucera heredada de vagabundos, palimpsestos en cuadernos, notas en los márgenes de guías telefónicas”, escribe Mieville. Laiseca, en Los sorias, define a los vagabundos como animales mágicos. Estos “espíritus familiares” en la obra de Mieville son el mismo tipo de sirviente mágico que describe Laiseca El jardín de las máquinas parlantes, pero creados por “chichis” (brujos): golems, vurros, zapos, etc.

* El Anti-Ser y el Monitor del universo ficcional de Laiseca son los Arcontes en la obra de Grant Morrison, y en la cabeza de Philip K. Dick se llaman VALIS, la prisión de hierro negro o el rostro metálico en el cielo.

Cierro con una cita mágica de Laiseca (2022), la imprescindible biografía de Conde de Boeck, que sintetiza un poco todo lo dicho antes:

“Su proyecto completo fue una ponerología mística: una investigación sobre y contra el Anti-Ser. Los sefirot del Árbol de la Vida y los qlifot del Árbol de la Muerte. La vitalidad psicomágica de la Thelema, el neopaganismo y el Pentáculo de la Mano Derecha frente a la magia del Caos y frente también al satanismo de los Pentagrama Invertidos de la Mano Izquierda. Magia blanca frente a magia negra”.

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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