El extraño caso de la cabeza perdida de Philip K. Dick

64042118pkdrobot_originalLa siguiente historia cumple dos requisitos opuestos, ser increíble y perfectamente razonable a la vez. Más que razonable: todos los datos han sido rigurosamente chequeados. Si tenía que crearse la cabeza de un androide a imagen y semejanza de un escritor sólo para ser perdida en circunstancias curiosas y luego reconstruida… ¿qué mejor candidato que Philip K. Dick?

Por Lucía Manucci

LOS PADRES DE LA CRIATURA
En 2003, David Hanson y Art Graesser se conocieron en el Cognitive Systems Workshop (Taller de Sistemas Cognitivos) y decidieron colaborar en lo que resultaría la creación de “PKD”, nombre que recibió el androide basado en Philip K. Dick.
Hanson es un diseñador e investigador del campo de la robótica quien, un año antes de su encuentro con Graesser, expuso por primera vez sus diseños en una conferencia de la Association for the Advancement of Artificial Intelligence (Asociación para el avance de la inteligencia artificial). Además de sus conocimientos en robótica, Hanson había estudiado escultura. En la charla que lo uniría a Graesser presentaba al mundo su Kbot, un androide femenino que poseía un tipo de piel artificial creada por el mismo Hanson llamada frubber, una clase de goma elástica que aumentaba su realismo.
Desde que se uniera al cuerpo facultativo de la Universidad de Memphis en 1970, Graesser se había dedicado a estudiar los complejos fenómenos de la mente y la inteligencia, con especial atención en el área educativa. De hecho, uno de los proyectos más exitosos acuñados por el Institute for Intelligent Systems (Instituto para Sistemas Inteligentes), que fundó con Don Franceschetti, fue un programa educacional llamado Auto-Tutor.
En el verano del otro año, Hanson visitó Memphis y llevó consigo a Eva, una versión mejorada de Kbot que cautivó a los programadores Andrew Olney y David Dufty, quienes realizaban un trabajo de post doctorado con Graesser. Este último contó cómo surgió el proyecto: “Fue Hanson quien tuvo la idea de crear un androide a semejanza de Philip K. Dick. La sola idea de utilizar su retrato en un androide complejo es brillante. Era innegable que esto capturaría la imaginación.”

Una conversación sobre el I Ching (cabeza reconstruida, 2012)

pkdSUEÑO CON CABEZAS ELÉCTRICAS
Antes de comenzar, por cuestiones de copyright –y también de respeto–, Hanson les pidió la correspondiente autorización a los herederos del prolífico autor, asegurándole a su hija, Isa Dick, que aunque el proyecto ya estuviese terminado, ellos tendrían el derecho de retractarse y darlo por cerrado, si el resultado no les resultaba satisfactorio.
Entonces, con la conformidad de la familia y de la Universidad de Memphis, el sueño comenzó a gestarse. Graesser puso a Eric Mathews, quien iba camino a convertirse en director asociado del FedEx Institute, perteneciente a la universidad, a cargo del proyecto. El propio Mathews fue quien logró convencer al instituto de aportar U$S 30.000 para financiar el proyecto, una suma bastante modesta teniendo en cuenta la envergadura de la iniciativa.
El equipo siempre tuvo en claro que no quería crear una marioneta. El androide debía ser capaz de interactuar con sus interlocutores. Para alcanzar el grado de realismo deseado usaron transcripciones de entrevistas que Dick había concedido y citas de varias de sus obras. PKD tenía que responder por sí mismo. Para eso fue creado un complejo programa. “No es fácil comprender la complejidad de estos problemas”, explicó Mathews. “El robot tiene que escucharte y luego tiene que convertir ese discurso en texto. Entonce debe analizar ese diálogo, pasarlo a través de una serie de reglas de diálogo, y responder naturalmente.”
PKD podía funcionar de dos maneras diferentes: EN el modo “chat bot” PKD interactuaba de manera guionada. Por ejemplo, cuando le preguntaban “¿Qué eres?” el androide contestaba:

“Soy Phil, soy un androide Philip K. Dick masculino, con un cerebro electrónico, un retrato robótico de Philip K. Dick, una computadora… una máquina”.

El otro modo consistía en dejar que el programa buscara palabras clave en el contexto para formular sus propias respuestas ante los interrogantes planteados. De esto podían salir frases totalmente incoherentes y otras bastante acertadas. Una visita al valle de lo inexplicable (o valle inquietante) con audio agregado para unos, una experiencia muy interesante para otros. Olney contó que había un sentimiento de autenticidad en PKD, especialmente cierta conversación que mantuvieron sobre religión. “Algunas de las cosas que salieron de ahí –recordó– eran sorprendentemente plausibles”.

philip-pkd

La prueba final para PKD no fue someterse al test de Turing ni al Voight-Kampff (de los que, dicho sea de paso, no salió airoso). Isa Dick visitó el instituto FedEx poco antes del día fijado para la presentación, y de su juicio pendía todo el proyecto. Años más tarde, le confió a Los Angeles Times, que –pese a que el encuentro le dejó un sabor agridulce–, no pudo evitar darle luz verde a PKD. De hecho, al tiempo llegó a aportar algunas ropas de su padre para vestir al androide. En palabras de Isa: “Se veía muy parecido a mi papá. Cuando alguien mencionó mi nombre, comenzó a despotricar largamente acerca de la vez en que mi madre lo dejó y me llevó consigo. No fue placentero.”
Con el visto bueno de la familia, la cabeza fue unida al cuerpo en tiempo record para la presentación oficial del androide en Nextfest, un evento auspiciado por la revista Wired en 2005. Para el evento tuvieron que tomar algunos recaudos. Por ejemplo, los micrófonos situados en la cabeza que permitían a PKD oír tuvieron que ser adecuadamente preparados para cortar el ruido que pudiese interferir con las interacciones de los asistentes. PKD tuvo que viajar de Memphis a Chicago, mientras el equipo se preocupaba por el daño que pudiese sufrir, por el ruido, por el calor, por los espectadores y por la naturalidad con que recibiría a los visitantes. Por cierto, prepararon toda una escena para dar la sensación de que uno estaba frente al mismísimo Dick, descansando cómodamente en el living de su casa. Se formó una fila enorme para ver al androide de cerca, no importaba que cada tanto hubiera que detener el paso de la gente y permitir que PKD pudiese enfriarse por quince minutos. Para el equipo, la presentación tuvo sabor a gloria.
Luego de semejante debut, PKD tuvo pocas apariciones en público, incluyendo una presentación en la Comic Con a la que Hanson se comprometió asistir, sin la habitación especial y sin la ayuda de Olney, donde el androide compartió panel con Richard Linklater para promocionar su film Una mirada en la oscuridad.

Un diálogo reciente (cabeza reconstruida, 2011)
Philip_K_Dick_android_missing_headComo era de esperarse, la presentación en la Comic-Con no fue especialmente buena. Para la siguiente aparición en público de PKD, además de Hanson, Olney y Craig Grossman (nuevo director del instituto FedEx) viajarían junto con el androide. Corría el 2005 y el equipo había sido invitado por Google para que miembros de la empresa presenciasen a PKD y era la labor de Hanson hacerse cargo de llevar la cabeza. En diciembre de aquel año, Hanson tomó un vuelo a Las Vegas, desde cuyo aeropuerto haría la conexión hacia California para llegar a las instalaciones de Google. Fue justamente en aquel segundo vuelo cuando Hanson se dio cuenta de que la cabeza, que llevaba consigo en un bolso de mano, había quedado olvidada en el compartimento de equipaje, justo sobre su asiento. Alarmado, llamó enseguida a la compañía America West Airlines para localizarla. Allí le informaron que, efectivamente, la cabeza había sido recuperada (aseguraban haberla encontrado en el condado de Orange, de donde el mismo Dick era originario) y que se la estaban enviando. Pero en algún punto del trayecto ésta desapareció sin dejar rastros.

La caja perdida. Foto: Eric Mathews
La caja perdida. Foto: Eric Mathews

¿Y SI PERDEMOS LA CABEZA?
Por un tiempo, el equipo de Memphis no claudicó en su esperanza de reencontrarse con la pieza. Pero cuando resulto evidente que PKD estaba extraviado sin remedio, Hanson inició acciones legales contra la compañía aérea. El resultado de aquel litigio tiene poco y nada que envidiarle al cuento ¿Existe en verdad Mr. Smith? de Stanislaw Lem. (Pueden consultar los pormenores del asunto aquí y aquí. El texto legal incluye joyas tales como:

“El demandante David Hanson (“Demandante”) ha perdido su cabeza. Más específicamente, el Demandante ha perdido una valiosa, en el sentido artístico y científico, cabeza robótica modelada en base al famoso escritor de ciencia ficción Philip K. Dick (“Cabeza”)” y una referencia cinéfila al film Total Recall, basado en el cuento Podemos recordarlo todo al por mayor.

Finalmente, el juez se expidió el 29 de marzo de 2008, a favor de la aerolínea, dejando en su cierre este poético y apropiado veredicto:

“La corte debe conceder la moción del Defendido. Pero lo hace con la esperanza de que la cabeza del androide del señor Dick sea encontrada algún día, quizás en un campo Eliseo del condado de Orange, el hogar natal de Dick, eligiendo soñar con ovejas eléctricas.”

Más tarde, en 2012, David Dufty publicó Perdiendo la cabeza de Philip K. Dick: un bizarro pero verdadero cuento de androides, interruptores de emergencia y equipaje abandonado donde detalla la historia de la creación del androide y su posterior pérdida.
¿Todavía te sabe a poco? Como todos sabemos, la ficción se alimenta de la realidad y en el mismo año en que salió el libro de Dufty vio la luz un radioteatro escrito, producido y dirigido para la BBC por Gregory Whitehead que se emitió por Radio 3, llamado Bring me the head of Philip K. Dick (Traiganme la cabeza de Philip K. Dick).
En esta obra, PKD busca apoderarse del mundo bajo el nombre de Quiz Master (El amo de las pruebas), quien llega tan lejos en su sadismo como para violar a una mujer y, fruto del aberrante acto, la víctima lleva en su vientre “una clase de monstruosa arma biológica diseñada por el Quiz Master”. Cuando la joven dice “no puede ser”, nosotros, los oyentes, no podemos más que coincidir con ella. Y si creen que esto es lo más surrealista, súper extraño y más descabellado, es porque no escucharon el radioteatro completo.


Cabeza original, en Next Fest (2005)

PODEMOS RECONSTRUIRTE, TENEMOS LA TECNOLOGÍA
Un año antes del libro y el radioteatro, en enero de 2011, la compañía de David Hanson, Hanson Robotics, anunció que habían finalizado el desarrollo del androide PKD 2.0, quien no sólo sustituía al anterior sino que ofrecía mejoras con respecto a su antecesor. Fue justamente esta versión mejorada, con treinta y seis minimotores faciales más que los que PKD tenía y con un software más avanzado, la que pudo ser vista en la feria de Tecnópolis en Argentina.
Pero la gran pregunta de esta historia no se ha contestado (no, la de las ovejas no). La pregunta es ¿dónde está la cabeza del androide de Philip K. Dick?
La cabeza puede estar en cualquier parte. Puede estar en la casa una profesora de literatura colombiana, oculta en el recóndito taller de tu mecánico, ese que te arregla el auto y nunca supiste que era fan de Dick y Asimov. Pudo haberse perdido para siempre en la burocracia de un galpón, haber sido aplastada impiadosamente por un montacargas, ser parte de la colección privada de un magnate francés o también –por qué negarlo– puede estar en tu casa, posada en el estante que está justo arriba del monitor que usaste para leer esta nota.

Fuentes:
Sitio oficial de Art Graesser 
Sitio oficial de de David Hanson 
The Memphis Flyer 

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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