Con los más diversos fines –asustar, amedrentar o rendir tributo– estamos reviviendo muertos. Estas cosas pasan en unas plataformas tecnológicas que cada vez comprendemos menos, no presentan fronteras claras con el mundo real y parecen volverse cada vez más peligrosas.
Por Marcelo Acevedo (*)
El otro día, la periodista y escritora Mariana Enríquez contó en una nota que las escritoras Cristina Rivera Garza y Mónica Ojeda en el taller literario que daban por Zoom, fueron invadidas por zoom raiders:
“De repente, sin embargo, irrumpió el horror. Varias personas, desconocidas para participantes y organizadores, se metieron en la reunión y mostraron en pantalla fotografías muy explícitas de mujeres asesinadas. Es necesario aportar un dato que refuerza lo macabro del caso: hace 30 años, Liliana Rivera Garza, hermana de la escritora Cristina Rivera Garza, fue víctima de femicidio.”
Ojeda cuenta que la situación la dejó shockeada y con un ataque de ansiedad. Sintió miedo real porque, obligada a ver esas imágenes, se sintió violada visualmente.
“Según una investigación de The New York Times, en redes, chats privados y foros se encontraron cientos de personas que se organizaban para acosar a gente en Zoom, verdaderas campañas que compartían contraseñas y planeaban ataques a las reuniones. Los involucrados se llaman a sí mismos “zoom raiders” o “zoom bombers” y suelen usar imágenes provocativas, insultos raciales, cualquier cosa que consideren ofensiva.”
2. Esa misma noche me encontré en IG un posteo de DOCA en el que contaban que habían sido hackeados cuando realizaban un encuentro virtual en homenaje a Raymundo Gleyzer. Mientras exponía Greta –la hermana de Raymundo– intervino en la charla un grupo de sujetos no identificados con videos pornográficos, que hizo sonar el himno nazi y lanzó comentarios pedófilos. En fin, fueron víctimas de zoom raiders.
En su nota, Enriquez cuenta que existe un proyecto creado con el fin de concientizar sobre el problema de (in)seguridad online, un corto interactivo que invita a ser parte de un zoom falso que tiene un final de película de horror:
“Al final, después del efectivo susto, nuestra imagen vuelve a aparecer, con otra voz, un texto en general pronunciado en otro idioma y más que la cuestión del ‘doble’, lo que da miedo es la posibilidad ya no de robar información, algo común, sino la propia imagen (recordemos que los encuentros Zoom suelen grabarse). Quienes estén en tema saben que esto se llama ‘deep fake’ y si se puede hacer con un cuatro de copas en diez minutos, lo que dura este sencillo juego, también se puede hacer con celebridades, líderes mundiales, atletas famosos. Cualquiera. La falsedad aún es detectable. Algún día, quizá, no lo será.”
3. En 2018, Joaquín Oliver fue asesinado junto a otras 16 personas en el Instituto Stoneman Douglas de Parkland, Florida, a manos de un ex alumno de la institución armado con un rifle semiautomático que había comprado en un comercio de la zona. Un tiempo después, los padres de Oliver recurrieron a una empresa de marketing capaz de “revivir” a su hijo mediante la tecnología deepfake, y hacerlo pronunciar un alegato en video –puede verse en youtube– contra el fácil acceso a las armas en su país:
“Me fui hace 2 años y nada cambió, hermano. La gente sigue siendo asesinada por las armas (…) Las elecciones de noviembre son las primeras en las que podría haber votado, pero ya nunca podré elegir el tipo de mundo en que me gustaría vivir, así que les pido que recojan mi testimonio como votantes (…) Voten por políticos a quienes les preocupen más las vidas humanas que los beneficios de la industria armamentística”, dice el fantasma digital de Joaquín Oliver.
La palabra necromancia –o nigromancia, como gusten– quizá suene un tanto anacrónica y ridícula en estos días de “iluminismo tecnológico”, pero cuando revivimos a miembros del star system de forma digital para que actúen una vez más en nuestras sagas favoritas, o utilizamos la tecnología deepfake para hacer bailar y hablar a personas muertas ¿acaso no estamos haciendo eso que algunos denominan “nigromancia digital”? Estamos reviviendo muertos para hacerlos hablar. Sin túnicas, sin velas rojas, sin grimorios ni invocaciones rituales. Sin magia negra. Sólo con tecnología cada vez más avanzada y, según quien, cada vez más peligrosa. Tecnología que la mayoría de nosotros no comprende cómo funciona.
4. Tercera ley de Clarke: “Cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”.
(*) Marcelo Acevedo –Tulpa Valis, entre amigos- acaba de publicar Ruta al infierno, la saga de Mad Max (Editorial Cuarto Menguante, 2021), es autor de Conversaciones con Pablo Capanna (Ediciones Ayarmanot, 2017) y colabora en el Proyecto Synco.
CRÉDITO: La ouija del título es copia de pantalla de un sitio vintage donde la comercializan.
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