El despertar religioso de «la Fuerza»

jesus vaderAsí como los bajistas tocan con virtuosismo y los futbolistas la descosen para la tribuna, J. J. Abrams filmó una película para los fans. La renovación de la saga despertó un fervor que no llega a ser devocional, pese a que atrae e invoca poderes mágico-religiosos en sus formas más primitivas.
¿Será “La Fuerza” la religión sobrenatural del futuro? Según un sociólogo, el último desafío de la Humanidad será crear una religión que asegure la colonización interestelar.

«Luke, la fuerza está en la mente y a veces puede emplearse para influir en otros. Se trata de un aliado poderoso. A medida que conozcas la fuerza, descubrirás que también puede ser un peligro.»
Ben Kenobi a Luke Skywalker

bienvenidos a la iglesia de las galaxias

Desde 1977, Star Wars refleja la concreción de sueños que proyectan cerebros entrenados en los desafíos de la ciencia y la tecnología y es el envase tecnológico de fantasías presentes desde hace miles de años en la religión, el misticismo y el esoterismo popular.

En 2015, el primer capítulo de la tercera trilogía respeta con fervor piadoso el espíritu original y encuentra la complicidad del espectador devoto, por ejemplo, desde los ojos de los nuevos personajes, asombrados cuando confirman que Luke, Leia, Han Solo y Chewbacca existieron de verdad, no son leyenda. Al igual que La Fuerza, esa poderosa y mágica argamasa que atraviesa toda la mitología de la saga.

Mal que le pese a renegados y detractores, Star Wars ha regresado con el activo protagonismo de las figuras que erigieron junto a George Lucas este enorme mito del siglo XX, en un reajuste de tuercas cromadas que recoge los cabos sueltos de la primera trilogía, iniciada en 1977 con el Episodio IV, y promete avanzar en pos del destino de la descendencia de la dinastía de Jedis y Sith, de buenos y malos, de vencedores y vencidos, villanos enmascarados y héroes por desenmascarar.

Nosotros, por suerte, no somos críticos: delegamos la manía de encontrar fallas narrativas y el pelo al Halcón milenario a expertos o dobles de riesgo. Tampoco nos interesa terminar acribillados, como el hoax según el cual un fan mató a otro cuando le sopló el final en la cola del estreno, de manera que aquí no habrá spoilers.

La idea es abordar una cuestión esquivada de “El despertar de la Fuerza” y sus predecesoras. No es la cuestión mitológica, sobre la que se ha escrito a raudales, sobre todo a partir del reconocimiento público de Lucas por la influencia de la obra del profesor de Literatura Joseph Campbell, sino sus aspectos mágico-religiosos, especialmente los que rodean al meneado asunto de La Fuerza.

Antes de sacarnos de encima cierto sentido de obligación por decir algo más sobre “El despertar….” y dar el correspondiente saludo a la bandera a Campbell, de quien Lucas había leído «El héroe de las mil caras» en su investigación sobre la estructura de las historias infantiles, daremos una opinión que une ambos aspectos: la séptima película de la franquicia no hace sino consolidar el mito en arreglo a tres virtudes:

1) aún cautiva el interés de casi todos los públicos, según la receta Campbell, al reconstruir “la figura del héroe” en culturas humanas de todos los tiempos (la partida, la iniciación, la apoteosis y el regreso a la sociedad);
2) es un tesoro para los fans, ya que revive a sus próceres fundacionales, con eficaces guiños y homenajes a la obra primigenia;y
3) es pasible de disfrute para los recién llegados, entre ellos a quienes conocen el argumento de oídas o por rebotes de diálogos en la cultura popular.

Y antes de entrar en los espinosos laberintos de las fuentes mágico-religiosas en las que abreva (o donde resuena) la religión de la saga, agregaremos otro par de cosas.

JEDDI-CHURCHEn 2001, debutó el Jeddismo en Gran Bretaña. Miles de personas, sobre todo jóvenes, llenaron el casillero destinado a la religión de los Jedis en la encuesta por el Censo del 2000. No fue un fenómeno de conversión masiva. Los británicos adoptaron esta rara fe impulsados por una urgencia casi doméstica: protestaban por la intrusiva obligatoriedad de completar el rubro Religión en el Censo. Así, más de 390 mil de los 52 millones de habitantes de Gales e Inglaterra escribieron Jedi en el formulario. Desde luego, estas respuestas no implicaban un “reconocimiento oficial” de la religión de Star Wars: todo era un ardid, un reclamo más irónico que literal. Otro censo detectó la misma falsa vocación en la República Checa, donde, en 2011, 15.070 ciudadanos alegaron ser Jedis en el casillero donde debían explicitar su religión.

jesusjeduPese al evidente entusiasmo que ha despertado el renacer de Star Wars, avivado por la millonaria inversión publicitaria, hoy tampoco abundan ejemplos de devoción. La página principal de la Iglesia Jedi no proporciona ninguna pista para comprobar si la actividad religiosa que proponen es real. Allí encontramos, por ejemplo, un banner que invita a conocer chicas ucranianas. Está bien, se dirá: el nerd también necesita un poco de amor y de algo tienen que vivir los administradores del portal Jedi más grande del planeta. Pero no hay modo de saber si invocan a Yoda antes de entregarse al desenfreno de la carne.

Otro parece ser el caso de la abandonada orden Jedi do Brasil: las pestañas lanzan al potencial entusiasta a destinos muertos. Las iglesias activas en Facebook ofrecen la misma desolación. La denominación que preside Brent Michael Swift Ryan en Burbank, EE.UU., sólotiene 48 fans. La web de la Iglesia Jedi en Nueva Zelanda, en cambio, parece hecha por profesionales que saben lo que quieren. Es difícil tomar a risa los 33 rasgos que definen a un guerrero Jedi, como por ejemplo: “Los Jedi creen que hay un lado oscuro, pero se rehúsan a pensar en ello”.

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LA FUERZA DE LA RELIGIÓN
Pese a esta falta de correlato en la religiosidad tal como se practica en el mundo real, no estamos inventando el sable láser si afirmamos que la space opera más popular de la Tierra ofrece contenidos religiosos de sobra a la luz de la Historia de la religión, siendo los más explícitos ciertos afluentes esotéricos contemporáneos.

Si, por un lado, Star Wars no existiría sin tecnología, por el otro La Fuerza emerge como su par dialéctico, como la faz moderna del misticismo o la faz mística de la modernidad.

Ese poder ambivalente (maléfico pero compasivo, diabólico y a la vez divino), puede operar como un arma religiosa o una sustancia metafísica. En cualquier historia de Star Wars encontramos naves hiperlumínicas, la solemne perfidia de los secuaces del Imperio, dispositivos guiados a puro “control mental” y el famoso“campo de energía”. Esa constelación de saberes y poderes puede unir a sus devotos en fraternidad mística, pero también llevarlos a la derrota y a la soledad: la Fuerza otorga dones, alimenta, inspira y hace transpirar a quienes la saben manejar, ya que los pasadizos que llevan del Lado Luminoso al Oscuro son sutiles, quebradizos y, siempre, bipolares.

La Fuerza puede estar “dentro de uno” o ser la fuente en la que abrevan los iniciados. Estos guerreros, llámense Jedi o Sith, son lo más parecido que podemos encontrar a newagers entrenándose para desarrollar sus poderes paranormales, como los legendarios practicantes indios de Hatha Yoga que aparecen en El loto y el robot (1963) de Arthur Koestler. Estas semejanzas no comienzan allí, aunque es más fácil reconocerlos en alguna de las opciones light de la nueva espiritualidad, como la pregonada por el siloísmo, en variantes de “religiosidad sin dios”, como la de quienes creen que dios es una forma de energía, y en otras más radicales, como Cienciología o los grupos dedicados a la búsqueda de un contacto espiritual con extraterrestres. Se parecen a la realidad en un sentido muy contemporáneo: la saga de Lucas coexiste con la Era de Oro de aquellas poderosas mitologías, amasadas en movimientos culturales surgidos entre fines del siglo XIX y mediados del siglo XX.

Esta energía que brota del Universo que el hombre puede catalizar y dominar encuentra sus raíces en diversas culturas. Fue el Chi o Qi de los chinos, el Praná o “aire inspirado” del Hinduismo, una energía universal invisible que ingresa en el cuerpo cuando respiramos, o los superpoderes o siddhis que aprenden a usar los yogis, “y les permiten levitar, contraerse a dimensiones de un átomo y hasta hacerse invisibles”, como enumera el jesuita Herbert Thurston en el clásico Los fenómenos físicos del misticismo (1952). Hallamos la misma energía en el Mana de los polinesios, con el cual, según relecturas recientes, los habitantes de la isla de Pascua movieron los moais, esos lánguidos bustos esculpidos en lava volcánica que han exaltado la imaginación de generaciones. En Europa varios autores le han endosado atribuciones fantásticas al Santo Grial, que en recientes búsquedas esotéricas y artísticas representa una fabulosa fuente de poder cósmico. También está presente en la Piedra Filosofal, el Mysterium Magnum o esencia alquímica universal visionada por Paracelso, en el más “científico”magnetismo animal de Franz Antón Mesmer (predecesor de la Hipnosis, otra forma de “control mental”), en la Luz Astral teosófica, o “Principio Primordial”, desarrollado por M. Helena P. Blavatsky y materializada por Señores de la Llama de Venus, en la Noosfera de Teilhard de Chardin, en la Energía Bioplasmática de la metapsíquica rusa, pronto diseminada entre grupos esotéricos occidentales y en el axé de la religión umbanda.

La Fuerza también aparece claramente expuesta entres importantes movimientos que aún tienen cierta gravitación en la cultura contemporánea.

EL VRIL DE BULWER-LYTTON
En 1871, el escritor, político y esoterista inglés Edward Bulwer-Lytton, en «The Coming Race» (La Raza Venidera), cuenta la historia de un ingeniero que es conducido a un mundo subterráneo cuyos habitantes controlan una energía llamada Vril. Según la novela, descendientes de los arios primigenios manipulaban esta fuerza por medio de unas varas que les permitían sanar, influir en otras personas y hasta controlar el clima por la mera fuerza de voluntad. Esta fuerza, similar la energía eléctrica pero espiritual, era de naturaleza dual: otorgaba el poder de hacer el bien y el de destruir. Bulwer-Lytton inventó una civilización varios años adelantada al equilibrio del terror de la Era Reagan. Si bien el Vril puso fin a las guerras, su poder destructor era una amenaza latente: su uso como arma supondría la aniquilación completa de ambos bandos. Los amenazados éramos todos nosotros, los “hombres de la superficie”.

BULWER-LYTTON
Bulwer-Lytton

Ese Vril tan cercano a la magia nos interesa porque alcanzó una vida extraliteraria. En 1921, un grupo consideró que el mensaje que transmitía la obra era real. Así nació en Alemania la Sociedad Vril, que adoptó como insignia la cruz gamada. Para los ocultistas nazis, esta sustancia propulsaba a los platillos voladores que, supuestamente, construía Alemania; está presente en las aventuras que vivió entre 1906 y 1925 el coronel británico Percy Fawcett (1867-1925) en las selvas de Bolivia y Brasil, donde surgió una leyenda sobre una ciudad amazónica perdida llamada “Z”, cuyos habitantes conocían el Vril; resurgió en 1985 en los “manuscritos de Erks”, unos textos canalizados por el osteópata Angel Acoglanis (1925-1989), donde dio a conocer la existencia de una civilización alienígena bajo las Sierras Chicas, en la provincia de Córdoba, llamada precisamente Erks, motorizada por el Vril. Una de las grandes “plataformas de transvasamiento” de la fantasía al mundo real fue la obra de Madame Blavatsky y otros autores que surgieron de las filas de la Sociedad Teosófica. En las páginas de La doctrina secreta, llenas de referencias pseudoeruditas, encontramos los primeros vestigios de la novela de Bulwer-Lytton mezclada con la realidad.

WILHELM REICHEL ORGÓN DE WILHELM REICH
A diferencia del Vril, que nació de la imaginación de un escritor, la idea del orgón fue propuesta en 1930 por el psicoanalista Wilhelm Reich (1897-1957), un discípulo de Sigmund Freud convencido de la existencia de una fuerza vital universal “tanto positiva como negativa”.

Según Reich el orgón era una substancia sin masa y omnipresente como el éter que impregnaba la atmósfera en la energía vital que generaban los orgasmos humanos. Reich defendió que ese “campo de energía” podía ser usada para curar desde la impotencia hasta el cáncer, lo invocó para demostrar cómo Jesús era “capaz de estimular los campos energéticos de los otros” y hasta lo usó para espantar platos voladores. El orgón, explicó, se podía manipular usando un “acumulador” hecho de metal y resina, materiales que “atraen, ordenan y potencian la energía presente en la atmósfera del planeta, transformando las ondas electromagnéticas negativas y caóticas en energía vital”. Otro dispositivo reichiano, el cloudbouster, empezó siendo una máquina para hacer llover que devino panacea multifunción. Los destructores de nubes estaban construidos con unos tubos metálicos agujereados y conectados con una corriente de agua. “Al moverlos, emiten vapor, energía orgónica muerta, que provoca lluvia, no tormentosa pero sí persistente y fina”, explicaba Eva Reich, continuadora de la obra de su padre.

El psicoanalista terminó preso porque su entusiasmo no lo amilanó a la hora de desafiar a las autoridades sanitarias de los EE.UU., entrando en una espiral conspirativa que lo llevó a pensar que el cloudbuster servía para combatir naves extraterrestres negativas, causantes de todos los desiertos. Un año antes de su muerte, después de ver la película El día que paralizaron la Tierra (1951), Reich intuyó que él no era de este planeta.

Recientemente se han servido de la “tecnología orgónica” los creyentes en los chemtrails (estelas químicas). Según ellos, el gobierno, o grupos paraoficiales,usan aviones para rociar áreas pobladas con una solución química que enfermaa las poblaciones objetivo. Esta creencia dio paso a la pseudociencia que afirma poseer pruebas de esto y a diversos teóricos de la conspiración que tratan de justificar por qué lo están haciendo. Para los partidarios de la orgonoterapia, los cañones disuelven estas “nubes tóxicas”. En verdad, los llamados chemtrails son las típicas estelas de condensación que se forman detrás de los aviones de reacción cuando queman combustible en la troposfera, donde las temperaturas son muy bajas y las gotas de condensación forman cristales de hielo.

Reich defendió con seguridad sincericida sus ideas, que llegó a presentar al mismo Albert Einstein, quien en su día las desestimó con amable celeridad.

silo_nLA FUERZA SEGÚN SILO
El movimiento creado por Mario Rodríguez Cobos (1938-2010), conocido como “Silo” desde la conferencia que pronunció en Mayo de 1969 en las montañas de Punta de Vacas, Mendoza, diseñó un discurso atravesado por la lucha por el sufrimiento y contrario a toda forma de violencia.

En El Mensaje (2002), una obra basada en un discurso que dio Silo en 1972 titulado “La Mirada Interna”, describe una rutina de ceremonias que buscan dar alegría y sentido a la vida “sin sacrificios, sentimientos de culpa y amenazas de ultratumba” donde “lo terreno no se opone a lo eterno”.

Silo explica qué es “La Fuerza” con una experiencia personal: “Cuando estaba realmente despierto y me faltaba vigor para continuar en el ascenso podía extraer la Fuerza de mí mismo. Ella estaba en todo mi cuerpo. Toda la energía estaba hasta en las más pequeñas células de mi cuerpo. Esta energía circulaba y era más veloz e intensa que la sangre. (…) Durante las enfermedades la energía faltaba o se acumulaba exactamente en los puntos afectados. Pero si lograba restablecer su pasaje normal muchas enfermedades empezaban a retroceder.”

Silo propone rituales que sus seguidores aún aplican a ceremonias o sacramentos seculares donde no se invocan “entidades supersticiosas” sino a prácticas que prometen desencadenar peculiares estados de consciencia o fenómenos mentales. “Hay una forma de dirigir y concentrar la Fuerza que circula por el cuerpo”. También señala que el cuerpo “hay puntos de control” que operan en las manifestaciones motrices, emotivas e intelectuales en los diferentes estados del sueño, siendo la exteriorización de estas energías “seguramente las aureolas que rodean el cuerpo o la cabeza de los santos en las pinturas de las religiones”. Describe luego un misterioso modo de llevar la Fuerza a “un punto de control del estar-despierto-verdadero”:

“Al entender esto y lanzar la Fuerza a ese punto superior, todo mi cuerpo sintió el impacto de una energía enorme y ella golpeó fuertemente en mi conciencia y ascendí de comprensión en comprensión. Pero también observé que podía bajar hacia las profundidades de la mente si perdía el control de la energía. Recordé entonces las leyendas sobre los ‘cielos’ y los ‘infiernos’ viendo la línea divisoria entre ambos estados mentales.

Silo, en definitiva, esbozó unos rituales laicos para generar “representaciones de esa energía mental” semejantes al trance, la inducción de manifestaciones espirituales o visiones “fantasmales” que otros movimientos malinterpretaron a causa de creencias desviadas por “una falta de control de la Fuerza”. La alegría, la unidad y el sentido llegan con “el manejo de la Fuerza”, que se logra en rituales que años después, New Age mediante, serán conocidos como técnicas de Control Mental o Visualización Creativa (por ejemplo, cuando pide imaginar “una esfera transparente y luminosa que baja” y ocupa el pecho, o cuando señala la importancia del “agradecimiento”).

Para Silo, “la Fuerza circula por el cuerpo involuntariamente pero puede ser orientada por un esfuerzo consciente” que favorece un “despertar” o una liberación de la conciencia, que lleva a aceptar una serie de afirmaciones valiosas para el grupo, como el trabajo colectivo, la sensibilidad hacia el sufrimiento propio y ajeno, la paz interna y externa, etc.

Si bien Silo señala que es “una limitación al conocimiento del hecho humano, el que casi siempre se haya visto estas cosas por la explicación externa según cultura, espacio, historia y tradición”, su doctrina afirma que La Fuerza es un poder que “se recibe” siguiendo una serie de oraciones y rituales que, como la imposiciónde manos, permiten satisfacer determinadas necesidades de los miembros de la comunidad.

En el siloísmo, la religión de La Fuerza invita a controlar las “descargas de energía” que generan actos descontrolados como “la imaginación sin freno, la curiosidad sin control, la charla desmedida, la sexualidad excesiva y la percepción exagerada”. Y aclara que una cosa es “reprimir” y otra “ordenar”, enfatizando la tergiversación moral, social o religiosa del sexo. Porque Silo define al sexo como un hecho sagrado. “Es el centro desde el cual se impulsa la vida y toda creatividad” (y también) “el que impulsa toda destrucción cuando su funcionamiento no está resuelto”.

Según Patrick Barr-Melej, Mario Rodriguez Cobos elaboró su propia síntesis del pensamiento de Marcuse, Gurdjieff y el propio Wilhelm Reich, de quien emula el discurso de liberación sexual y el rechazo del poder autoritario.

Si bien no es un movimiento en ascenso, llama la atención su crecimiento a espaldas de los científicos sociales habitualmente interesados en novedades religiosas que, como en su caso, pusieron un potente pie en la arena política.

yoda-star-wars-an-american-religionQUE LA FUERZA ESTÉ CONTIGO, SIEMPRE
«La fuerza es algo con lo que un Jedi debe relacionarse. La fuerza nos rodea a todos nosotros. Algunos hombres creen que ésta dirige nuestras acciones, y no a la inversa. El conocimiento de la fuerza y el modo de manipularla fue lo que dio al Jedi su poder especial.»
Ben Kenobi a Luke Skywalker

Los paralelismos visibles en la teología nazi del Vril, en los poderes invocados por los orgones de Reich o en la más explícita carga religiosa que le dota a la Fuerza el fundador del siloísmo, no sirven para probar, como el propio Silo advierte, una originalidad cultural en esta continuidad.

En la primera trilogía, el sentido de la Fuerza corresponde a un don,una afinidad o sensibilidad espiritual que mejora gracias a un entrenamiento intensivo. En la segunda el sentido es más “científico” o “hereditario”, ya que su calidad depende dela cantidad de unos microorganismos midiclorianos en sangre: la carga sobrenatural de la Fuerza se achicó a expensas de un factor bioquímico que se puede ver, medir e incluso ensamblar con otros que son capaces de dominarla. Del mismo modo, la búsqueda de elementos religiosos en los tinglados culturales, presentes en la ciencia ficción, la imaginería política, terapias no tradicionales o cultos contemporáneos, tampoco siguen la manía de detectar rastros de dios hasta en la sopa. Preferimos pensar que esta indagación responde a la necesidad de comprender cómo funciona el mundo: el cine expresa ideologías religiosas que ayudan a descubrir tendencias, promesas de innovaciones sociales o incluso la simiente de algún potencial fracaso cultural.

Todas estas divagaciones tendrían poco sentido si no hubiésemos acusado el impacto de una lectura reciente, un trabajo de William Sims Bainbridge, sociólogo de la religión, cofundador del Instituto de Ética y Tecnologías Emergentes y autor de una muy citada Historia Social de los Vuelos Espaciales.

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LA RELIGIÓN DEL FUTURO
William Bainbridge se ha dedicado en los últimos años a reflexionar sobre las religiones del futuro y el futuro de la religión. No sólo a partir de sus propias observaciones de la evolución de las organizaciones religiosas y el devenir de la religiosidad, también se ha aventurado a imaginar cuál podría ser el curso “más conveniente” de la religión en función de la continuidad de la especie, amenazada por la superpoblación y el crecimiento exponencial de guerras fratricidas, y lo que es “el destino intergaláctico de la Humanidad”. Que para él es inevitable: las ciencias cognitivas sugieren que “la religión está cableada en nuestro cerebro como resultado de los primeros derroteros de la evolución” y ésta no será abandonada de no mediar una mayor transformación de la naturaleza humana. La gente quiere buscar un sentido a sus vidas, espera futuras recompensas y “se sostienen en intensos deseos que el nivel actual de la tecnología no puede satisfacer”.

z FanaticWars-Cover-01El rumbo de estas reflexiones puede asombrar a quienes creen que el pensamiento científico es consecuencia de la mera lucha contra la religión. Pero no sorprenderá a quienes estén familiarizados con la evidencia histórica que sugiere la poderosa influencia de la religión en el surgimiento de la ciencia y la tecnología. David Noble, en La religión de la tecnología (1997), profundiza sobre esta conexión y documenta cómo grandes pioneros tecnológicos albergan creencias religiosas que han inspirado conocimientos que hicieron posible desde la invención de las primeras “artes útiles”, las armas atómicas, el alunizaje, la inteligencia artificial hasta la ingeniería genética.

En uno de sus ensayos pioneros, The sociology of religious movements,Bainbridge afirmaba que en las sociedades tecnológicas avanzadas “la religión morirá, a menos que sus creencias resulten literalmente verdaderas. Sólo la efectiva intervención de lo sobrenatural puede salvar la religión de la ciencia”. Esta búsqueda de hacer una tecnología indistinguible de la magia, como quería Arthur C. Clarke, acaso la podría ofrecer alguna de las flamantes, y hasta el momento improductivas, religiones de corte racionalista, como el Transhumanismo, un movimiento que aspira a la supervivencia a niveles sobrehumanos e incluso a la inmortalidad a expensas de la ingeniería genética, la biotecnología aplicada al desarrollo de memorias hiperindexadas en plan “reencarnación electrónica” ola extensión de las capacidades humanas mediante implantes robóticos corporales y neuronales de complejidad creciente. Pero ni la resurrección biológica es suficiente si no hay manera de ir a un sitio seguro.

En un ensayo más reciente, Religion for a Galactic Civilization 2.0, Bainbridge percibe que las sociedades reclaman “cada vez más fuerza” a la religión, al punto que el futuro de la Humanidad depende de una religión que hoy no existe, una religión galáctica capaz de ofrecer la motivación necesariapara “escapar de la Tierra y buscar un nuevo destino entre las estrellas”. Dicho de otro modo: para garantizar el progreso de la civilización y su supervivencia la Humanidad deberá disponer de una religión a la altura de la tecnología, y esto lo conseguirá restaurando el “retorno al cielo como reino sagrado”.

Bainbridge admite que ha debido dejar su cautela científica en cuarentena. También, que debe aceptar que sus argumentos están cerca de la especulación salvaje. Pero, a la vez, se afirma en la constatación de que la religión es inherente a nuestra especie. “Ya que vamos a tener religión, lo queramos o no, será mejor tener religiones que promuevan el descubrimiento científico y el progreso espacial, en vez de creencias retrógradas que se opongan a ellos e incluso podrían dar lugar a una Nueva Edad Oscura”, escribe.

Tatoo JediPara el investigador, no hay posibilidades de salir de la Tierra a colonizar nuevos mundos sin una religión “capaz de impulsar movimientos sociales trascendentes capaces de canalizar los suficientes recursos en un proyecto exitoso antes de la aniquilación”.

El autor admite que los primeros pasos en la carrera espacial tuvieron su origen en movimientos seculares que explotaron las tensiones políticas y militares, aunque ésta fue consecuencia del resultado de “una impredecible cadena de acontecimientos históricos”. Si la cohetería nacía poco antes, o poco después, la oportunidad se habría perdido. “La ventana de lanzamiento era muy estrecha”, escribió. Más convincentemente, se podría haber postergado. “Los viajes espaciales son una mutación tecnológica que no debería haber llegado hasta el siglo XXI”, reformuló Clarke la tesis de Bainbridge.

La caída en picada del sueño espacial, o su monetarización, cambió la perspectiva. Nuestro autor, entonces, sale a la pesca de alguna esperanza en las narrativas declaradamente literarias del realismo fantástico y entre las“ficciones verdaderas” que pregonan autores de libros pseudocientíficos, ufólogos y gurúes platillistas. Baindbridge encuentra evidencias para postular la necesidad de crearuna religión cósmica que unifique la necesidad de supervivencia de la especie con la tensión productiva que pregona un horizonte religioso a la medida de la conquista del universo.
swAnakin Skywalker, hijo de una virgen, debió ser Jesús. Le impidió desarrollar su papel mesiánico el pesado trastorno límite de la personalidad que lo convirtió en Darth Vader. Las figuras fundadoras de la saga aún no muestran un liderazgo religioso evidente. Pero Baindbridge ve en Star Wars un ejemplo de “empaque religioso” para un movimiento de salvación místico-secular. “La Guerra de las Galaxias establece una clara concepción de lo que la religión será en el futuro lejano. La Fuerza no es un dios, pese a ser claramente sobrenatural. Los Ewoks confundieron a C-3PO con un dios y lo adoraron como una deidad dorada porque eran parte de una sociedad primitiva. En las zonas civilizadas de la galaxia se había extinguido la religión, que sólo persiste entre salvajes y sólo un milagro real podría restituirla”, escribió.

La religión de La Fuerza, ese campo de energía que impregna el cosmos,¿se parece a las creencias sobrenaturales que necesita la Humanidad para asegurar su trascendencia?

Se advierte que debemos seguir imaginando mucho más para alcanzar un futuro posible.

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  1. Tu tratamiento tan especialmente dado al asunto de la Fuerza y de la religión en tu visión de la película es por demás interesante y para debatir. La Fuerza no es Dios, sino emanación de Él, en todas las cosas, o bien emanación es también Dios vibrando, manifestándose, transmitiendo poder, y en tal caso, manejar esa Fuerza no dista mucho de la imposición de manos de los cristianos.
    Pero una religión futura que sólo se quedara con el manejo de la Fuerza y no adorara al Dios trascendente que la irradia, tal vez no sería religión, como la entendemos. Una futura religión mundial más bien conciliaría ambas cosas.

  2. Todo este mundo de Galaxias me encanta. Es un hecho que el reto de JJ Abrams era monumental, Por un lado tenía que cuidar a los fans más recalcitrantes de la historia creada por George Lucas y, por otro, conquistar nueva audiencia para quién Star Wars, como lo dice una línea de la cinta, era prácticamente un mito. Por ello el realizador y Lucasfilm decidieron transitar el camino más seguro: Utilizaron como estructura el Episodio IV (por cierto les cuelgo los horarios donde la están transmitiendo: http://hbomax.tv/movie/TTL607247) – Una nueva esperanza y contrataron los servicios de Lawrence Kasdan, guionista de El imperio contraataca y El regreso del Jedi. Ambos retomaron todo lo que funcionó en la película del 77: las secuencias de acción a bordo de la X-Wing, la destrucción de la Estrella de la muerte, el robot adorable BB-8, el arquetipo del joven destinado a convertirse en héroe y lo llevaron a un nuevo universo. A pesar de eso, la película tiene sus puntos flacos, con un villano demasiado débil y con personajes desperdiciados, como Poe Dameron y Phasma, una intrigante capitana de armadura metálica que nos deja con ganas de más. Al final El despertar de la fuerza parece más una película nostálgica que funcionará como transición para la nueva etapa de Star Wars ahora bajo la administración Disney Studios.

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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