Aquiles Fabregat y los invasores de Ummo

“Un invasor menos” es un maravilloso cuento del periodista y humorista uruguayo Aquiles Fabregat. Reeditarlo es también un pretexto para recordar temáticas de moda en la Argentina de fines de los 80: los ramalazos locales de los visitantes de Ummo, las amenazas de los Hombres de Negro y Humor Registrado, la revista donde la estrella de Fabre brilló con más intensidad.



Lo descubrí de pura casualidad.

Tal vez me senté a su lado porque era el único parroquiano. Tal vez fue porque había dos taburetes solitarios, frente al mostrador del barcito. O tal vez alguno de mis sentidos ocultos me avisó que ése era el hombre.

Nos miramos. Me pareció que estaba atontado por el alcohol. Supuse que él iba a hablar primero. Y acerté.

–No se ve un alma, en esa podrida calle –gruñó.

–También con esta noche… –aprobé, apelando a toda mi originalidad.

Su brazo se estiró para depositar el vaso. Divisé claramente el signo maldito, grabado en el gemelo de oro: la hache con tres patitas curvas. El isotipo de Ummo.

Entonces, todo era cierto. Los ummitas habían llegado. Los visitantes de Wolf-424 estaban entre nosotros, bajo apariencia humana. Uno se escondía en nuestro mismo pueblo. Tenían razón los diarios y las revistas, con sus denuncias sobre hechos incomprensibles en toda la zona.

Junto a mí, tomaba un whisky el invasor que había acabado con las investigaciones de Erika. Y también con su vida joven. Él era quién había cambiado los frascos de lugar provocando el accidente. Mi amiga sabía mucho sobre Ummo. Y yo también. Ahora, sabía más que nunca.

«Un invasor menos». Ilustración de Tomás Sanz

La ocasión de vengar a Erika se presentaba magnífica. Un boliche vacío, un barman bastante adormilado, poca luz.

Le hice una seña al hombre de detrás del postrador, pidiendo un café. Me acerqué más al ummita, haciendo girar mi taburete.

–¿Usted es de acá? –le pregunté.

–No. Vine hace unos meses, a trabajar.

–Ah.

A trabajar. Como si yo no supiera a qué le llamaba trabajar. Apoderarse de las voluntades terrestres, eliminar a todo aquel que se metiera a investigar. Preparar el planeta para la invasión total. Ese era el trabajito. El barman dejó el café y desapareció tras las estanterías llenas de botellas. Decidí dar por terminada la tarea del invasor en este mundo.

Cambié mi paraguas para el costado derecho y apreté disimuladamente el botón para la activación del veneno. Apoyé la punta entre sus costillas y disparé, sin darle tiempo a la menor reacción.

El ummita me miró, con todas las sorpresas del universo agolpadas en sus ojos de pescado. Se desplomó antes de comprender.

–Me parece que es un infarto –le dije al barman que se acercaba, alertado por el golpe del cuerpo al caer- . Voy a buscar un médico.

Salí del café, con una gratificante sensación de deber cumplido que me hinchaba los pulmones.

Un invasor menos. Una amiga vengada. Los de Wolf-424 no se la van a llevar de arriba. Pretender la Tierra para ellos, es algo tan absurdo como intolerable. No lo permitiremos. El tercer planeta es nuestro. Nos pertenece. A mí y a todos los emisarios de Grokkk-XVIII. No vamos a dejar que se nos escape el fruto de tres millones de años de trabajo.

Encontré este cuento en el Suplemento Humor Registrado Nro 4, «Humor y Ciencia Ficción». Pie de imprenta: Julio 1979. Mi primera reacción fue enviárselo a Brenda Fabregat, hija del autor, hoy una virtuosa actriz. “Nunca leí un relato de ficción de papá, una genialidad”, contestó. Le expliqué por qué me parecía valioso volver a publicarlo y enseguida me dio su autorización.

El periodista uruguayo Aquiles Fabregat (1938-2010) es una figura de leyenda. Para sus lectores y, sobre todo, para quienes tuvimos el privilegio de conocerlo. Fabre fue parte de otra leyenda, la revista Humor, de la que fue secretario de redacción hasta 1994 y estrella de su núcleo creativo junto a Andrés Cascioli y Tomás Sanz. Creó con Tabaré tiras entrañables como Romancero del Eustaquio, El cacique Paja Brava, Manfloro y Vida interior, publicadas en la misma Humor y en ¡Berp!, un suplemento del diario uruguayo La República.

¿Por qué Aquiles eligió este tema para el cuento? En el número 13 de Humor, en mayo de 1979, es decir, dos meses antes de su publicación, le había tomado el pelo a los ummitas, visitantes que afirmaban proceder de la estrella Wolf 424 y de quienes científicos de todo el mundo recibían sus cartas. “¡Ahora resulta que los extraterrestres vienen de ‘Ummo’! La Era Espacial y la Era del Macaneo”. En esa nota, Fabregat llamaba la atención sobre el magro espacio que la prensa destinaba a las noticias científicas y, por contrapartida, la generosa cobertura que merecían las aventuras de “Atanasildo  Patalagoity, que vio bajar un plato volador y habló con tres humanoides de color verde, vestidos con túnicas plateadas”. Tras analizar una carta de Ummo, el periodista escribió: “Sinceramente, este texto tiene un tufo a prefabricado que voltea”. Así opinaba Fabre en un tiempo en que aplicar el humor o el escepticismo ante estos temas era muy infrecuente. Repasó el número 619 de la revista Siete Días del 2 de mayo de 1979, que usaba seis páginas para referirse a la existencia de una supuesta planta ummita en Cañuelas y a su director, Carlos Jeréz. Citó el testimonio de Martha Beatriz González –quien declaró sentirse amenazada por los Hombres de Negro y el de Adalberto Ujvari, que estaba empezando a estudiar el asunto Ummo.

Recuerdo bien esta historia porque Ujvari y Martha fueron, junto con Alejandro Chionetti, mis mentores durante aquellos años de platillos voladores y cosha golda. Pasé tardes enteras en la casa de Adal conversando sobre marcianos perdidos y revisando las revistas ufológicas de todo el mundo a las cuales estaban suscriptos. Por entonces, además, me mostraron la carta donde le contestaron a Fabre, sin disimular su enojo. En esa respuesta, publicada en el número 15 de Humor (junio de 1979), bajo el título “Los ovnílogos se defienden con ufos y dientes”, Martha y Adalberto se pronunciaron contra los contactados, el sensacionalismo y el charlatanismo. También sostuvieron la siguiente afirmación: “Ateniéndonos pura y exclusivamente a lo publicado, nosotros, en el lugar del señor Fabregat, hubiésemos escrito exactamente la misma crítica”. A la vez le daban chances a la hipótesis extraterrestre, no desestimaban el accionar de los Hombres de Negro y calificaban a las “amenazas ummitas” como “una broma de gente que tiene demasiado tiempo que perder”.

Mis amigos conocieron el envés del engaño por una intervención mía. El origen de la “intimidación” había sido, como corresponde, una completa pavada. Un ufólogo ajeno al asunto, pero en conocimiento de los entretelones, me contó todo. Como Adalberto y, sobre todo, Martha, llevaban el tema con cierto nerviosismo, les transmití la novedad, sin revelar la fuente. Lo hice sin pensar en las consecuencias. No iba a ser la primera vez que deschavar travesuras ajenas me iba a meter en problemas. La “bromita” que terminó apareciendo en Siete Días, disfrazada de asunto serio, había sido realizada por Chionetti y Guillermo Roncoroni.

Por aquellos años yo no solo era ufólogo; también era fiel lector de la revista Humor, hoy un emblema de resistencia política y cultural contra la dictadura militar. El escepticismo con que Fabre trataba mi pasión ufológica me disgustaba. Pero me encantó que les hubiese dado derecho a réplica a mis amigos. Por entonces, tender la mano a quienes habían sido desacreditados era un gesto poco habitual. Poco después fui a visitar a Aquiles, sin preaviso, a la vieja redacción de la calle Venezuela. Le llevé una nota “estilo Humor” gastándolo a Fabio Zerpa. No se fijó que yo era un mocoso de 16 años. Le dije a la recepcionista que mi intención también era conocerlo y bajó a recibir mi nota. Prendió un cigarrillo y le conté de qué se trataba. Me dedicó un buen rato. No fue optimista. Humor y Cuarta Dimensión, la revista que dirgía Zerpa, eran publicadas por la misma editorial, Cielosur. Era una mala noticia, pero a mí no me importaba: había conseguido que me recibiera un elegido por los dioses.

JOYA, NUNCA TAXI ESPACIAL El relato corto «Un invasor menos» de Aquiles Fabregat ocupaba, con la ilustración de Tomás Sanz, solo dos páginas del suplemento Humor Registrado Nro 4, «Humor y Ciencia Ficción» (Julio 1979), revista que preparaba el camino para una experiencia editorial que marcó una época: El Péndulo, entre la ficción y la realidad. Esta edición ya mostraba historietas de ciencia ficción y fantasía ilustradas como Rob Scanner, por Alfredo Grondona White; Las Puertitas del Señor López, por Carlos Trillo y Altuna; y Baby HP, por Lima y Juan José Arreola. Comenzó Pablo Capanna con sus ensayos magistrales de grandes autores, en este caso sobre Robert Sheckley, «Cuando el humor da que pensar» y un fragmento de la novela de Sheckley «Dimensión de milagros» (1968); y los relatos de JG Ballard «El espectáculo de televisión más grande de la Tierra» (1972) traducido por Marcial Souto (un clásico de márketing de anticipación); «El secreto del viejo flan» (1966) de John T. Sladek, «Cinco tiempos» (1979) Jaime Poniachik / Lea Poniachik, «Babel II» (1953) de Damon Knight, el espléndido «¡No, yo! ¡No Amos Cabot!»(1964) de Harry Harrison ilustrado por el genial Fati, «En la barbería» (1979) de Elvio E. Gandolfo y «Ese líquido verde» (1979) de Mario Levrero. El suplemento es un auténtico incunable que, desde el hallazgo, conservamos en una vitrina. Hoy se puede descargar desde aquí.

Año 2002. Salto en el tiempo. Comparto con Fabregat la redacción de la revista El Cacerolazo, el último intento de Cascioli por restaurar el espíritu de Humor, aunque de aquella solo quedaban pálidos vestigios. Del staff original solo perduraban Jorge Garayoa, Jaime Emma (quien había sido duramente perseguido y encarcelado por el feudo de Rodolfo Rodríguez Saá) y el propio Aquiles. Pero ellos solo colaboraban, la redacción estaba formada por “personal residual”, como clasificaba Jorge Fontevecchia a los periodistas desplazados de otras redacciones. Fabre estaba con poco trabajo y quizá por eso había aceptado la invitación de Cascioli.

En Humor escribió textos inolvidables. Los que más me marcaron, aparte de sus famosas listas de Insufribles, fueron el Romancero de Eustaquio, un pusilánime que admiraba la Naturaleza hasta que, una infausta noche, paseando entre los yuyales, irrumpía un humanoide moreno y esferoidal que lo pretendía y se salía con la suya, mientras eran arrullados por el plañido de somorgujos y chotacabras; sus fulminantes revisiones de los vaticinios de los astrólogos famosos, como Horangel y Lily Süllos; y un trabajo más reciente, que escribió con material que le pasé, sobre las aguas milagrosas de Tlacote. También me acuerdo, en este caso con menos nostalgia, de sus vehementes apologías al cigarrillo, vicio que acabó precipitando su muerte, a los 72 años.

Fabre ya no está entre nosotros, los ummitas tampoco. Pero quiero creer que sus artículos, sus guiones, los efectos de su humor inteligente en la formación de quienes fuimos sus lectores, siguen vivitos y coleando. Valga la reedición de su precioso cuento para recordar, a poco de cumplirse ocho años de su muerte, a uno de los periodistas y humoristas más entrañables que he conocido.

ENLACES EXTERNOS

Tío Aquiles. Por Eduardo Fabregat
Catálogo Documental del Criptogrupo Ummo
Ummo en Lost y en la nalga de Misa
Adiós a Rafael Farriols
Ummo-Ciencias

DESCARGAS

Un invasor menos. Por Aquiles Fabregat (Humor y Ciencia Ficción, 1979)

«Humor y Ciencia Ficción» (Julio 1979) / Gracias AHIRA !
¡Ahora resulta que los extraterrestres vienen de Ummo!, por Aquiles Fabregat, y Los Ovnílogos se defienden con Ufos y Dientes, Por A. Ujvari y M.B. González (Humor, 1979)

BIBLIOGRAFÍA

Humor Registrado. Nacimiento, auge y caída de la revista que superó apenas la mediocridad general. Por Diego Igal (Editorial Marea, 2013)

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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