De parapsicólogos, brujos y chantas

El papel del periodismo ante lo paranormal y el de los (raros) parapsicólogos dedicados a la investigación que aseguran estar «cansados de que los confundan con charlatanes».
tableroOuija

Por Alejandro Agostinelli

Allá lejos y hace tiempo participé en unas jornadas organizadas por Alejandro Parra llamadas “Tercer Encuentro Psi 1998: Conciencia y Psi como Frontera de Exploración Científica” en Buenos Aires. En aquella charla, en una mesa en la que también participó la parapsicóloga brasileña Fátima Regina Machado, improvisé mucho y no seguí el apunte. Pero el texto luego fue a parar a las Actas del Encuentro y eventualmente fue publicado por el Instituto Argentino de Psicología Paranormal. El material que llegó a esas páginas paradójicamente confirmaba la tesis que había sostenido en esa conferencia: una “parapsicología seria” tiene que ser éticamente superadora a la chantadas clásicas. A posteriori, descubro azorado que los editores de las «actas » de ese encuentro habían quitado de mi conferencia todos los nombres «molestos» que yo había citado a guisa de ejemplo. En suma: mi «denuncia» había sido víctima de un tijeretazo sin sentido, una chantada absurda e innecesaria.

Por años guardé el texto original con la intención de reproducirlo alguna vez tal y como fue entregado a los organizadores del “Tercer Encuentro Psi 1998”. Ahí quedó, boyando de un disco rígido a otro, hasta hoy, cuando cruzó ante mis ojos y, sin pensarlo mucho, tomé la honesta decisión publicarlo así como estaba, antes de que siguiera juntando moho electrónico en mi computadora. (*)

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Los periodistas tenemos fama de ser arbitrarios y tendenciosos al seleccionar el modo en que solemos presentar la información, una acusación difícil de contestar, sobre todo porque muchas veces esa fama está justificada. Pero, en general, nos toca a nosotros hacer preguntas difíciles, lo cual nos convierte en “elementos perturbadores”, circunstancia que se agudiza cuando debemos indagar la actividad de grupos cuyo objeto de interés es particularmente polémico.

Parra Alejandro
Alejandro Parra explica lo que es la «transcomunicación instrumental» (una suerte de mediumnidad electrónica).

Por eso, en primer lugar, quiero agradecer a Alejandro Parra su amable invitación a participar de un encuentro donde los periodistas críticos, por las características controvertidas de los temas que se discuten, suelen ser ahuyentados. En realidad más de una vez quise participar de congresos sobre temas paranormales o ufológicos locales donde también he sido invitado, pero a retirarme.

Por eso estoy contento de estar aquí, especialmente porque en mi currículum cargo con el agravante de haber sido uno de los fundadores de una organización dedicada a la desmitificación de las falsas ciencias. Estos antecedentes me ponen en un compromiso del que me voy a librar con toda la diplomacia y franqueza posible.

Por eso, si me lo permiten, voy a ir directamente al punto.

Entre los parapsicólogos argentinos, con relación a mi oficio y al firme escepticismo que muchos profesamos a la hora de evaluar las evidencias de presuntos fenómenos paranormales, circulan tres lugares comunes:

1. Los medios de difusión no se ocupan de la “verdadera” investigación parapsicológica, y no se toman el trabajo de separar al parapsicólogo que investiga del vidente, mentalista o afines.

2. La exagerada difusión de las patrañas, vaticinios fallidos o ejercicios ilegales de ciertos charlatanes atenta contra el reconocimiento de la parapsicología como materia de estudio en los claustros académicos.

3. Los escépticos reclaman evidencias que estén dentro de las reglas del juego que propone el método científico, pero no caen en la cuenta de que probablemente hay que ampliar las fronteras de la ciencia para comprender la naturaleza de los fenómenos paranormales.

Los dos primeros enunciados conciernen a mi profesión en forma clara y directa. Obviamente, es imposible agotar el tema en tan poco tiempo. Por eso me limitaré a abordar los puntos que considero más interesantes.

Tercer Encuentro Psi 1998
Agostinelli, Machado y Parra. “Tercer Encuentro Psi 1998: Conciencia y Psi como Frontera de Exploración Científica”.

1. SEPARAR TRIGO DE CIZAÑA.
¿Por qué los medios no se hacen eco de las investigaciones experimentales que se realizan en parapsicología? ¿Se debe a la confusión que siembran los propios medios, cuando (por ignorancia, mala intención o pereza mental) no hacen el menor esfuerzo por distinguir al investigador del vidente o, dicho más asépticamente, del “profesional” que asegura ejercer los “poderes” que otros tratan de investigar científicamente?

Me consta que dentro de este campo existe mucha gente de buen corazón y excelentes intenciones. Es más: estoy casi seguro de que la inmensa mayoría de los presentes está sinceramente convencida de que las evidencias sobre la existencia de fenómenos paranormales son indiscutibles. Tan seguro estoy que es así que me atrevo a anticipar que casi no estarán de acuerdo conmigo. Pero como se me ha dicho que éste es un público tolerante, consciente de que no hay que desaprovechar la ocasión de conocer la opinión de un disidente, también sé que estarán dispuestos a escucharme, aunque piensen que todavía no me convencí porque no conozco el tema tanto como, digamos, el profesor Lotito o Antonio Las Heras.

La pregunta, entonces, es la siguiente: Si existe “otra” parapsicología que pide no ser confundida a causa del mal uso que se le ha dado al (por otra parte inexistente en términos de reconocimiento académico) título de “parapsicólogo”, ¿por qué la parapsicología con orientación científica no tiene prensa?

Antonio Las Heras en "Metete" (1992). El día que se le pinchó el talismán.
Antonio Las Heras en «Metete» (1992). Esta imagen procede de el día que se le pinchó el talismán.

La respuesta a este interrogante se encuentra, me parece, en la misma falta de capacidad de los parapsicólogos en definir la naturaleza de su objeto de estudio. ¿Qué es “lo psi”, ese fenómeno tan elusivo y evasivo que parece manifestarse pero nunca deja tras de sí suficiente evidencia experimental? Raramente se oyen definiciones que no se muerdan la cola: para muchos, “lo psi” ha dejado de ser una presunción para convertirse en certidumbre dogmática, en cosa de fe, y creo que esto le quita seriedad a un campo donde trabaja mucha gente inteligente que todavía puede sorprender con algún hallazgo relevante, incluso si investigan fuera de las estructuras académicas.

Hay definiciones sobre el quehacer de los parapsicólogos que, sin embargo, tienden a cierta neutralidad metodológica. El doctor Robert Morris, del Departamento de Psicología de la Catedra Koestler de la Universidad de Edimburgo, la define como “el estudio de los medios de comunicación aparentemente nuevos, o intercambio de influencia, entre organismos y ambiente” (1). El problema de este tipo de definiciones es que se apropia de fenómenos que son activamente estudiados por la psicología cognitiva, la neurofisiología, la etología, y otras disciplinas científicas legitimadas. Es decir, la parapsicología no es necesaria para que alguien se ocupe de sus asuntos.

En otro orden hay que colocar a la confusión entre vidente e investigador, casi la misma diferencia que sufren los ufólogos “objetivos y científicos” cuando se los iguala con Pedro Romaniuk, Fabio Zerpa o con los contactados que esperan el cumplimiento de las profecías para huir en la nave del fin del mundo.

¿Cómo seleccionan los periodistas las noticias que, para ellos, merecen ser difundidas? Un hecho es noticia cuando sobrepasa cierto nivel de interés bastante subjetivo (que algunos llaman “umbral de noticiabilidad”). Los medios “serios” (por así llamarlos) eligen estos acontecimientos porque son importantes, el contraste de dos o más fuentes confirman su veracidad y sus consecuencias afectan a un número considerable de personas. Los medios sensacionalistas, en cambio, los eligen simplemente porque son recortes de la realidad social emocionalmente impactantes que ayudan a vender más ejemplares.

Los videntes, mentalistas y chantas psíquicos en general, suelen facilitar el trabajo de los dos estilos de periodismo. Para el periodismo dado en llamar “serio”, incluso, tiene un valor agregado, porque si se filma una cámara oculta en el consultorio de Blanca Curi o si se descubre que una Asociación Mundial de Parapsicólogos imprime certificados truchos, estos hechos no sólo se convierten en noticias vinculadas con personajes curiosos cuyas fuentes son relativamente sencillas de contrastar, sino que además garantizan ese toque de morbo que fascina al público amante de lo oculto.

Estos son meros ejemplos sobre cómo, indistintamente, medios “serios” y “amarillistas” construyen de una manera sesgada la realidad que intentan reflejar.

Musso
J. Ricardo Musso (1917-1989). Todos de pie.

2. SANTOS POR PECADORES.
Algunas de las reflexiones anteriores también tratan de responder al segundo enunciado, según el cual la “parapsicología seria” no es reconocida porque la infatigable actividad de los truchos recibe excesiva publicidad negativa: éstos, por desgracia, no cesan de producir acontecimientos que desbordan el mencionado “umbral de noticiabilidad”. Me temo que a esta constatación no hay que cargarla en la cuenta de los periodistas sino en la debilidad de la naturaleza humana, y en la de algunos “parapsicólogos serios”, que, acaso por un mal entendido “espíritu de cuerpo”, prefieren no pronunciarse cuando Ricardo Schiariti anuncia que “el año que viene la vacuna contra el sida va a estar en todas las farmacias”, hacen la vista gorda cuando los filipinos Alex Orbito o Emilio Laporga fingen extraer menudos de pollo de enfermos terminales o miran para otro lado cuando Uri Geller tuerce una llave fuera de cámara.

Todavía alguien puede preguntarse, ¿por qué nadie se atreve a proponer una cátedra de parapsicología en la Universidad de Buenos Aires? Creo que uno de los motivos reside en el hecho de que la parapsicología ha estado relacionada con las actividades de personajes muy conocidos que tienen muy baja credibilidad. También creo que la comunidad parapsicológica le hizo demasiadas concesiones a sus falsos colegas, y sólo excepcionalmente se ha mostrado cooperativa con los medios interesados en poner sobre aviso a los ciudadanos pasibles de ser engañados. Muchas figuras que actúan en este campo tampoco han sido suficientemente convincentes con relación a los propósitos altruistas que persigue la parapsicología, que son los de investigar unos presuntos fenómenos difíciles de explicar y llegar a alguna certeza. Ellos, para no dar lugar a equívocos, deberían demostrar con publicaciones de investigaciones concretas –y no con mera retórica– que la actividad que realizan no tiene nada que ver con vender cursillos con salida laboral, administrar terapias de eficacia dudosa o influir en la toma de decisiones personales. Si en los laboratorios donde se desarrolla la ciencia y la tecnología más convencional ésta fuera una práctica acostumbrada, habría que autorizar que los investigadores científicos lucrasen con técnicas o ingredientes no comprobados o arriesgasen la salud de los sujetos experimentales.

3. “LOS CIENTIFICOS, MIS COLEGAS”
… deberían decir los parapsicólogos, remedando el título del libro del doctor Samuel Tarnopolsky (1908-2009). Sin embargo, no quisiera dejar de destacar que hasta los propios parapsicólogos reconocen que a la fecha se han obtenido resultados tan débiles (y huidizos a la hora de demostrar su utilidad para desarrollar modelos predictivos o su repetibilidad en condiciones de control) que éstos no presentan garantías de salir airosos de un arbitraje, sea en medios universitarios o a la luz de una revisión por pares propio de una revista académica.

Por lo demás, no me parece una actitud científica descartar a priori la posibilidad de que los investigadores interesados en este campo descubran capacidades o potenciales especiales en algún intersticio poco explorado de la mente humana.

Sí me parece un disparate cercano a la picardía que, para escabullirse de la crítica, algunos parapsicólogos sugieran que deben recurrir a “fueros propios” para poner a prueba la validez sus experimentos. Si las fronteras de la ciencia deben ser ampliadas, mucho me temo que los parapsicólogos deberán allanarse a sus métodos y exigencias. Caso contrario, y por mejores que sean sus intenciones, una parapsicología científica, tal como la pretendía el doctor J. Ricardo Musso** seguirá siendo una “zona fronteriza” incomprendida, vapuleada y confundida con el espectáculo esotérico que a los periodistas tanto nos gusta exhibir.

Nota

(*) Contra lo que puede parecer, la publicación de este breve texto es una pequeña auto-reparación y no una «revancha»: admito –y agradezco- muchísimas otras consideraciones que la asociación de Parra ha tenido conmigo, máxime porque esta buena disposición con los periodistas especializados tiene escasos precedentes. Aún recuerdo el puntapié que recibí del personal del  “Colegio de Profesionales en Parapsicología de la República Argentina” (pretencioso nombre de una entidad que no puede colegiar ni al vidente de la esquina) cuando quise entrevistar a Raymond Moody en abril de 1995, la declaración de “persona no grata” que me dedicó Carlos Ferguson en unas jornadas donde el ufólogo tenía previsto hacer escarnio de mi persona, un encuentro organizado por Francisco Checchi en las faldas del cerro Uritorco donde los E.T. hicieron saber que «no se iban a presentar por la presencia de escépticos» en la ceremonia y otras situaciones similares, pero ya más aburridas de mencionar.

(**) Para una biografía de J. Ricardo Musso, por Mirta Granero. Descargar pdf.

Referencias

(1) Morris, Robert; “L’Approccio della Cattedra Koestler”. En Scienza & Paranormale, Nº 2/3 Ottobre 1993. Ed. Cicap, Padova, Italia. Pp.25-46.

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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