El 8 de mayo de 2011, publiqué en Ciencia Bruja, mi antiguo blog en Yahoo!, una nota titulada Las 5 conspiraciones alienígenas más delirantes de la web. El trabajo de selección, recuerdo bien, no fue sencillo. No sobraban epopeyas conspiracionistas. En nueve años, las redes sociales desplegaron su telaraña tentacular. La inocencia de los temas elegidos aquella vez intimida: el escenario conspirativo estalló.
Te propongo el siguiente ejercicio. ¿Cuántas nuevas conspiraciones alienígenas surgieron desde entonces? Una ayuda: más que los dedos de una mano. Algunas son un pálido reflejo de las que enumeramos en este post.
Cuando nos acercábamos al fin del milenio, nuestro mapa de creencias en los extraterrestres sufrió una transformación. De casos aparentemente menores, como el de los contactados que además habían desarrollado la psicoquinesia, o encuentros cercanos con seres que podrían ser tanto E.T.s o la Virgen María, pasamos al HIV alienígena de exportación, al relato de los abducidos que aseguran andar por la vida con implantes puestos, a la realeza británica reemplazada por reptilianos de las Pléyades y otras historias semejantes que van por la web a velocidad de El Halcón Milenario.
«La Nueva Era acabó desmoronándose. El mercantilismo le causó graves daños, hasta que el miedo venció a la esperanza y acabó adoptando las características de otras formas de extremismo. El miedo a los problemas tecnológicos e informáticos derivados del Efecto 2000 se fundió con las tradiciones de los sobrevivientes, apelando a esa percepción según la cual sería necesario almacenar comida, aprender a cazar con tramperas y hasta disparar a nuestros vecinos si llegaran a pedir compartir nuestras provisiones y buena suerte», reflexionó Kevin McClure, ufólogo inglés y editor del site Abduction Watch.
El crecimiento en estampida de estas creencias está anclada en la web: ideas que otrora no hubieran salido de un reducido gueto hoy emergen en plataformas virales. Si la idea despierta simpatía pronto logra adeptos, convertidos enseguida en agentes multiplicadores.
En Internet entra todo y distribuye delirios galopantes. Por cierto, la credibilidad de algunos de estos delirios es fácil de contrarrestar: basta tipiar las palabras clave en Google para buscar contra argumentos u otras fuentes. Pero ¿quiénes lo hacen? A causa de esta falta de voluntad, no sobra insistir la necesidad de contrastar la veracidad de cualquier afirmación extraordinaria.
Hagamos un repaso de las creencias en extraterrestres más inquietantes del milenio, algunas de las cuales se han vuelto usinas conspirativas debido a la profusión de webs, blogs y grupos de correo de profundo calado entre los internautas.
1. Los reptilianos están copando el mundo a traición
Hablamos de una civilización extraterrestre que ha llegado de la Constelación de Draco. Que se ha infiltrado en la Tierra y, por medio de sibilinas artes, ha estado mezclándose con los humanos desde hace miles de años con absoluta impunidad, al punto de que han tomado el poder. ¿Qué más sabemos de los intrusos? Que la Reina Isabel II de Inglaterra, por ejemplo, ha sido sorprendida en acciones propias de reptilianos. Digámoslo con un textual del escritor y conferencista inglés David Icke. «Ella (la Reina) ha sido vista sacrificando, devorado la carne y bebido la sangre de seres humanos. En cierta ocasión, llegó a excitarse tanto con su apetito sanguinario que no cortó la garganta de la víctima de izquierda a derecha según el ritual, sino que se volvió loca, acuchillándolo y arrancándole la carne, tras convertirse en un reptiliano». Icke, ex jugador de fútbol, periodista deportivo y portavoz del Partido Verde, se ha convertido —desde 1990— en el más pertinaz denunciante de la conspiración reptiliana en libros como «El Mayor Secreto» (1999) e «Hijos de Matrix» (2001). Libros no solo a la venta en físico sino disponibles en la red y en powerpoint con fotos retocadas donde reluce el semblante reptiliano del ex presidente George W. Bush y otros que han conducido o conducen los gobiernos del mundo.
Este asunto se remonta a los ochenta, a poco del estreno de «V», la serie de los lagartos interplanetarios ¿Quién inventó la doctrina reptiliana? No fue Icke sino el grupo Cosmic Awareness Communications (que editaba un boletín que en la Argentina distribuía Mario «Bronco» Biscione).
En general, quienes asumen que la infiltración reptiliana podría tener asidero, no hacen gran cosa por verificarlo. La invasión, según Icke, es inevitable. “Ellos” se han inoculado en los genes humanos y somos víctimas inermes de su poder: «El ADN humano fue manipulado para crear reptiloides humanos», denuncia Icke, autor de 20 libros sobre el tema y consumado conferencista internacional. No importa lo que digan de él o de sus ideas: la vidente que le reveló su destino le había advertido que no le esperaba un lecho de rosas y sería blanco del escarnio público.
2. Los abducidos son controlados a través de microchips
Este asunto no es novedad. Pero de ser historias más o menos risibles cobraron un estatus superior (es decir, pasó de la anécdota graciosa a formar parte de la pseudociencia alienígena) cuando una camarilla de ufólogos se apropió del asunto lanzando afirmaciones desmesuradas. Derrel Sims, Roger Leir y otros comenzaron una campaña (artículos, libros y conferencias) dirigida a las mujeres aficionadas a los ovnis y lo paranormal, víctimas predilectas de los alienígenas empeñados en abducirlas. Sims, autodenominado «the alien hunter», usa en sus charlas un medidor de radiaciones ultravioletas para detectar implantes alienígenas en cualquiera, ¡incluso en el cuerpo de personas que nunca dijeron haber sido abducidas! Aplica un dispositivo que arroja luz negra sobre la piel de un presunto abducido (o de cualquier otro voluntario) y ¡guay si descubre una mancha fluorescente! Si ésta aparece estamos ante un evidente indicio de manipulación alienígena.
Esta pretensión, por extravagante que parezca, pierde extrañeza cuando sabemos que no es necesario que las personas recuerden una abducción para haber sido «realmente» secuestradas por alienígenas: esos «lapsos perdidos», esas «memorias ocultas», se pueden recuperar (mejor digamos, reelaborar) con la ayuda de un ufólogo con conocimientos de hipnosis. ¿Qué nadie puede imaginar un escenario de rapto extraterrestre bajo hipnosis? Bueno, creer en eso es subestimar las consecuencias de combinar credulidad, capacidad de absorber información y sugestión. En general, solo es cuestión de formular las preguntas adecuadas.
Según Luis R. González, autor de un buen libro sobre la cuestión, el introductor de la idea fue Budd Hopkins. ¿Y sí los extraterrestres colocan a las víctimas de las abducciones algún tipo de implante para geolocalizarlos, como los biólogos hacen con algunas especies protegidas?, se preguntó. Hopkins halló algunos casos sugestivos y decidió que bastaba una simple cicatriz (quizá, una simple herida olvidada) para ver aflorar una gran aventura alienígena. Este grupo, cuyas andanzas están ampliamente diseminadas en la red, ha presentado, a modo de «prueba», objetos o imágenes de detritos subcutáneos de presuntos «implantados» cuyos «experimentos» no se pueden reproducir ni, mucho menos, fueron revisados por otros investigadores.
3. Extraterrestres y asuntos de pareja
En The Alien Love-Bite («Picadura de amor alienígena»), Eve Lorgen dio un paso más allá de la «simple cuestión» de si somos secuestrados o no por visitantes de otros mundos. Dice Logren que los E.T. instigan dramas emocionales y obsesiones románticas entre la población abducida. Llegan a determinar, incluso, las parejas que tendrán a lo largo de sus vidas. «Hay mujeres abducidas —escribe Logren— que se relacionan con hombres controladores y abusivos que los conducen a constantes crisis de victimización y les impiden enfrentarse al problema central de sus abducciones». Este asunto supone aceptar que fueron raptadas por alienígenas.
Este no es un paquete que reciba cualquier psicoterapeuta. Por eso, Logren asesora a abducidas y su bagaje ufológico es el diploma. Así, las ideas de Lorgen llegan a cada rincón del planeta y son recuperadas por otros «expertos», quienes a su vez justifican su falta de acreditación invocando que la ciencia extraterrestre es un territorio virgen, donde vale más la iniciativa que un título universitario. No le costaría mucho, en beneficio de sus pacientes, adquirir unos mínimos conocimientos para diferenciar fe de evidencia científica. Pero este es un terreno donde la prueba científica es irrelevante.
4. El Sida, un caballo de troya alienígena
¿Es posible vincular seriamente el contacto con seres de otros mundos con la aparición del virus del HIV? Claro. También se pueden escribir libros, traducirlos y diseminarlos a través de la web; más si vienen firmados por un médico.
A fines de los noventa, el doctor Philip S. Duke escribió «The Aids-E.T. connection», un libro tan excéntrico que no encontró ninguna editorial dispuesta a publicarlo. Sin embargo, su autor encargó una edición casera y, web mediante, se instaló a fuerza de citas.
Tras descartar que el HIV tuviese un origen natural, accidental o artificial vía bioterrorismo, Duke decidió que la ufología era la respuesta a todas las preguntas. Si para él algo estaba claro, eso era la participación de no-humanos en el diseño y propagación del virus. Duke relacionó la fecha de su aparición, entre 1940 y 1950, con el momento en que los ovnis entraron en escena. Como “la ciencia terrestre era totalmente incapaz de tal logro”, concluyó: “el HIV fue desarrollado con la colaboración involuntaria de abducidos humanos”.
Así, los E.T. infectaron selectivamente a los neoyorquinos homosexuales o de origen africano y los monitorearon mediante abducciones. De paso, el autor hizo encajar los rumores de pactos secretos entre el gobierno de los EE.UU y las llamadas Entidades Biológicas Extraterrestres (E.B.E.s), difundidas en los 80 a través del fraude MJ-12 y la mitología sobre mutilaciones de ganado. «Nadie tenía idea del por qué de las mutilaciones ni por qué tomaban esa forma hasta que descubrí la conexión de los E.T. con el VIH», fanfarroneó Duke. Para él, el ganado fue infectado y usado como «incubadora».
Como todo buen aficionado al conspiracionismo, Duke encuentra explicación para todo.
En «The alien and the scalpel» (El alienígena y el bisturí], el podólogo Roger Leir (1935-2014) escribió: «Un hombre abducido e implantado dio positivo en el test de Sida hasta que le extrajimos el implante, tras lo cual se comprobó que sigue seronegativo. El implante estaba hueco y contenía una substancia».
La hipótesis de Duke es incompatible con los conocimientos aceptados sobre el origen del Sida, según los cuales las cepas del VIH pasaron a nuestra especie por zoonosis (contagio) de simios, cuyos genes son similares a los de los seres humanos y fueron atacados por virus semejantes, aunque sin inmunodeficiencia.
La intervención de los ufólogos en el caso de las causas del Sida suma otro desafío al de erradicar la enfermedad, que es expulsar creencias alocadas como las del doctor Duke, quien salta de una conjetura a otra como si la realidad fuera un capítulo de The X-Files.
5. Peligrosas bolsitas de residuos atacan la Tierra
Un grupo de ufólogos argentinos ha documentado una oleada de platos voladores casi invisible; no lo son por completo porque, camuflados a modo de bolsitas de plástico, sus evoluciones son seguidas por medio de cámaras de video desde azoteas y ventanales de la ciudad de Buenos Aires, el conurbano bonaerense y otras capitales provinciales.
Edgardo Picchiquini, Gabriela Decall, Cristian Soldano, Daniel Postizzi y otros integrantes de las llamadas RAAO (Red Argentina Alertas Ovni) y R.A.D.I.O (Red Argentina de Investigacion Ovni) han registrado la presencia de fenómenos que han dado en llamar «Ufos variables», «Ufos de geometría variable» u «ovnis polimorfos».
En su blog, Picchiquini exhibe la filmación de uno de estos portentos visualizado el 20 de diciembre de 2010. «Este ufo variable es una de las morfologías más avistadas, se trata del ya típico explorador, también denominado Portador de Esferas». Y sugiere divisar dentro del objeto «una serie de pequeños elementos que expele el objeto».
Decall, por su parte, explica que la mayoría de estos objetos son blancos. «Pero hay celestes, rosados, negros y se los puede confundir con plásticos o bolsas llevadas por el viento». ¿Por qué los identifica como «naves»? «Tienen vuelo propio e inteligente. Ascienden, descienden o permanecen estacionarios largo tiempo», explica entusiasmada.
Estos ovnis parecen desplazarse cuando son embolsados por el viento, presentan asas como si tuvieran previsto que alguien las sujetase y, al rodar caóticamente por el aire, exhiben una cierta «geometría variable», como la definen los ufólogos. Nada mejor que verlos en acción:
En la Argentina la historia de los ovnis invisibles o «fantasma» tiene otros antecedentes. Para Fabio Zerpa, la «invisibilidad» no es consecuencia de la amplia disponibilidad de cámaras fotográficas digitales sino de «los adelantos técnicos de los extraterrestres en los últimos años». Luis Burgos cree en aeronaves que a) vienen de «otro plano dimensional» y solo son captados cuando se cruzan ambos planos, b) son físicos y visibles pero «no son visualizados en el momento de la fotografía», c) están «constituidos por un material de altísima tecnología que los hace invisibles al ojo humano y no a la sensibilidad de una cámara de fotos», d) «en vuelo vibran en otra frecuencia luminosa que no permite que sean avistados por el ojo humano» y e) «no se los percata porque el interés fotográfico del testigo es otro».
Estas especulaciones solo aplican a las fotos porque —dice Burgos— «existen en el mundo muy pocos ovnis invisibles captados en video». Alguien podrá pensar que casi no hay filmaciones de ovnis fantasmales porque las videocámaras suelen captar satélites, aviones, planetas, estrellas o pájaros. Esta regla empero no aplica para los llamados «ovnis de geometría variable», donde los escépticos ven bolsas de nylon donde otros ven escalofriantes aeronaves mutantes.
Los ufólogos no llegan a darse cuenta que ese «fenómeno desconocido» es el mismo que usan a diario para sacar la basura de la casa.
Si el escéptico Philip Klass viviera, diría: «Las naves madres no existen. Son las bolsas de consorcio».
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