Los ventarrones preelectorales en Yankilandia no sólo hielan la sangre de los estadounidenses; también ponen los pelos de punta al resto del mundo, especialmente a los ciudadanos de los países más débiles.
El lado progre del mundo occidental no abriga dudas: Donald Trump, con su monstruosidad a flor de piel, es el Mal Mayor. Uno de los intelectuales que ha expresado con más claridad los motivos que tienen los norteamericanos progresistas para impedir el ascenso de Trump fue el crítico cultural Mark Dery, conocido entre nosotros por “Velocidad de escape” (Siruela, 1999) y otros importantes ensayos.
Del mismo lado hay quienes piensan, con parecida vehemencia, que la mejor solución para los Estados Unidos es la peor opción para los pueblos más empobrecidos y vulnerables del planeta. Ciertamente, Hillary Clinton tiene sus manos manchadas de sangre por intervenir en la masacre de millones de inocentes en Libia, Siria, Egipto, Palestina y la lista continúa. Entre estos críticos se destaca Diana Johnstone, doctora en Filosofía por la Universidad de Minnesota, experta en política exterior y militante pacifista. Es autora, entre otros, del libro “Reina del Caos: Las desventuras de Hillary Clinton” (CounterPunch, 2015).
La realidad es una paleta de colores. Señoras, señores, camaradas, compañeros: el debate está servido.
Un viejo amigo –al menos, creo que sigue siendo un viejo amigo; en esta época de eliminación de amistades crónica uno nunca sabe; es cosa del minuto a minuto– me preguntó, con lo que seguramente imaginó un hábil puntazo del florete: “Recuérdame, una vez más, ¿cuál es la diferencia entre Hillary y Trump?”. Es una de las personas más inteligentes que conozco, un académico que ha escalado el Olimpo en su campo. También es un declarado “socialista revolucionario”.
Pese a que mi breve flirteo con el cristianismo extremo, en 1973, me ha curado para siempre de los ismos de todo tipo, incluidos los revolucionarios, soy definitivamente un hombre de izquierda.
No ignoro el hecho de que Hillary es una candidata con fallas irremediables, podrida por el corporativismo y la corrupción que han hecho metástasis en todo el sistema político de los Estados Unidos. Entiendo, también, como nos lo recuerda el fantasma de Gore Vidal, que ambas partes son las alas derechas de un partido único que maneja Nuestra Justa República: el poder corporativo.
Entiendo, por último, que todas las falsas promesas de la democracia están pasando factura, y que Black Lives Matter, Occupy, el Tea Party, Trump, y la alt.right son todos, a su manera, síntomas (como solían ser llamados) de la furia descontrolada de las masas por la disfuncionalidad y la depravación de un sistema que ha fracasado por completo. Lo que no entiendo es la mojigatería autocomplaciente y –vean qué ironía– el derecho elitista y el privilegio blanco de mis camaradas que creen que es más importante seguir siendo ideológicamente puros de corazón y no votar a Clinton, que derrotar a Trump.
La política de Trump será catastrófica para los afrodescendientes y los trabajadores pobres de una manera en que, demostrablemente, la de Hillary no lo hará. Trump echará combustible sobre las brasas del odio racial y la xenofobia.
Él hará que… oh, ¿para qué gastar aliento sobre algo que cualquier persona con un par de neuronas funcionales y una conexión a la Red ya sabe, o debería saber? precisamente, ¿qué espera obtener el contingente abstencionista, o la facción de Jill Stein, salvo un masaje con piedras calientes a su propio sentido de superioridad moral?
¿Qué clase de dolorosa ignorancia matemática los aflige que inhibe su capacidad para entender que, dado el margen mínimo, un voto para Stein o para ese libertario crédulo que no podría encontrar Alepo ni con una flota de drones, es un voto para Trump?
¿Puede alguien, cualquiera, tal vez uno de los objetores de conciencia o uno de los del voto protesta, decirme cómo, exactamente, su voto a terceros partidos o su decisión anacorética de no manchar los dobladillos de sus vestidos evitando participar en un sistema “amañado” hará de nuestra nación un lugar mejor? ¿Qué es, precisamente, lo que espera lograr? ¿Si gana Trump van a estar tranquilos sabiendo que Hillary real, pero realmente, podría haber sido peor? ¿En serio? ¿El sociópata más exuberante, ignorante, serialmente mendaz, irremediablemente corrupto, y mórbidamente narcisista que esta nación jamás ha visto? (lo que no es decir poco). ¿El individuo que ha dicho que no descartaría utilizar bombas nucleares contra Europa? ¿Tanto valoran ustedes su pureza ideológica, más que a las masas sobre las que siempre afirman estar preocupados? Evitemos la tumba blanca, compañeros.
Detengan el Horror Naranja mientras puedan.
Traducción: Sirius Mazzu
“Trump consigue titulares porque es una novedad, un showman que dice cosas chocantes. Es visto como un intruso en un espectáculo electoral diseñado para transformar a Clinton en la ‘primera mujer presidenta de América’ . ¿Por qué la llamo Reina del caos? En primer lugar, por Libia. Hillary Cinton fue en gran medida responsable de la guerra que hundió a Libia en el caos, un caos que se extiende hacia el resto de África e incluso Europa. Ha defendido más guerra al Oriente Medio.
“Mi opinión no es que Hillary Clinton ‘también debería’ ser motivo de preocupación. Ella es el principal motivo de preocupación. Clinton promete apoyar más a Israel contra los palestinos. Está totalmente comprometida con la alianza de facto entre Arabia Saudí e Israel que tiene como objetivo derrocar a Assad, fragmentar Siria y destruir la alianza chií entre Irán, Assad y Hezbolá. Esto aumenta el riesgo de confrontación militar con Rusia y Oriente Medio. Al mismo tiempo, Hillary Clinton defiende una política beligerante hacia Rusia en su frontera con Ucrania. Los medios de comunicación de masas en Occidente se niegan a darse que cuenta que muchos observadores serios, como por ejemplo John Pilger y Ralph Nader, temen que Hillary Clinton nos conduzca, sin advertirlo, a la Tercera Guerra Mundial.”
“Los medios de comunicación europeos han presentado en su mayoría a Hillary Clinton como la alternativa sensata y moderada al bárbaro de Trump. Sin embargo, Trump, ‘el bárbaro’ , está a favor de reconstruir la infraestructura del país en vez de gastar el dinero en guerras en el extranjero. Es un empresario, no un ideólogo”
Parte de una entrevista a Johnsotone de Ángel Ferrero en La Marea. Leer el artículo completo.
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