Como amigo de Mario Bunge tengo algunos privilegios. Por ejemplo, ocasionalmente recibo copia de algunas cartas que envía a terceros. Y, si es mi día de suerte, me autoriza a compartirlas. Hoy, a propósito de las elecciones en la Argentina, donde ganó la presidencia el Ing. Mauricio Macri y la alianza Cambiemos, un psicólogo español le escribió: “(…) En otro orden de cosas, aunque haya ganado el candidato conservador, siento complacencia por la desaparición del peronismo en tu (nuestra) querida Argentina.” Mario, considerado gorila por muchos compatriotas, no se contuvo. Segundos después le contestó: “Lamento desengañarte respecto de las elecciones argentinas. Desgraciadamente no implican el fin del peronismo, sino el comienzo del populismo de derecha”. E inmediatamente aclaró: “Esta no es la primera derrota electoral que sufren los peronistas. Fueron derrotados en 1983, y ahora sólo perdieron por 700.000 votos. El peronismo seguirá siendo fuerte mientras persistan las enormes desigualdades de ingresos y no se forme un partido de izquierda creíble, con dirigentes serios y honestos como el PS al que adhirió mi padre siendo estudiante de medicina a fines del siglo XIX”.
“El partido ganador ayer es el de los ricos, y para seguir en el poder después del 2019 tendrá que virar a la izquierda y retirar su mentira de que el Estado no puede crear empleos. Y es posible que haya peronistas que se den cuenta de que tienen que desprenderse de los dirigentes incompetentes y corruptos. Al fin y al cabo, su partido no puede escapar a la Ley de Mario: Toda agrupación política es tripartita: tiene una izquierda, un centro y una derecha, bloques que a su vez son líquidos, no sólidos, como has podido verlo en tu país (España), donde los socialistas se convirtieron en conservadores, y los franquistas aceptaron la democracia política. En fin, qui vivra verra”.
Nunca sobra dejar asentada la opinión del autor de Filosofía Política: Solidaridad, Cooperación y Democracia Integral (Gedisa, 2009).
(*) Este intercambio fue publicado gracias a la amable autorización de Mario Bunge.
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