Buscando a E.T.: los marcianos no pueden esperar

En 1995, un grupo escéptico desafió a quienes daban por segura la existencia de naves extraterrestres operando sobre la Tierra. Y ofrecieron una recompensa de U$S 10 mil a quienes pudieran presentar pruebas. El proyecto estaba inspirado en el Proyecto Open Book de la revista Omni, auspiciado en Argentina por Conozca Más.

Hubo polémica interna pero el Proyecto ET se lanzó igual. El plus es un cruce entre un ex parapsicólogo y un ex ufólogo.

El tema da pie para preguntarse por el destino de aquellos proyectos, en tiempos donde abundaba la celulosa y venían llegando los bits.

¿En qué quedó todo aquello?

(Reedición de un artículo publicado en La Prensa el 27 de febrero de 1995 y de otros artículos citados, uno en la revista estadounidense OMNI y otro en la argentina Conozca Más).

Por Alejandro Agostinelli *

“No, no y mil veces no. Si los extraterrestres nos visitan de verdad, que los ufólogos traigan un marciano vivo. Es la única manera de estar seguros. Es casi imposible descartar que el supuesto residuo de un ‘platillo’ no pueda ser producto de la tecnología terrestre. Ni hablar de las dudas que ofrecen las fotos o los videos. Para mí, una imagen borrosa es tan dudosa como otra demasiado nítida; la primera puede ser una confusión con luces de un avión o un planeta brillante; la segunda, una maqueta suspendida por hilos. Ese es el tipo de ‘evidencias’ que van a traer los ufólogos. Te apuesto lo que quieras”.

El hosco escepticismo de Benjamín Pedrotti (*), profesor auxiliar en Metodología de Investigación en la Facultad de Medicina y ex investigador de supuestos fenómenos paranormales, no tomó por sorpresa a Heriberto Janosch. Era una escena repetida. Es más: hace pocos meses, Antonio, el mozo arrabalero del bar de Rivadavia y Libertad, los conminó a bajar los decibeles de sus discusiones estratosféricas con una advertencia ad hoc: si mantenían ese tono de la conversación, los únicos en condiciones de salir volando iban a ser los platos de los pocillos de café, seguidos por ellos mismos.

“Este es un proyecto abierto. No podemos adelantar el resultado de la investigación. ¿Cómo saber qué entenderán por ‘prueba’ los ufólogos? Lo único seguro es que las evidencias que presenten deberán ser concluyentes. El peso de la prueba –recalcó– recae en quienes hacen la afirmación…”

El manso escepticismo de Janosch –director del Proyecto, experto en informática y raro ejemplar de estudiante de Psicología devoto del epistemólogo Mario Bunge– también era previsible: su romance con la ciencia se remonta a su temprano interés por los ovnis, allá por 1973. Desde entonces buscó, buscó y buscó. “Hasta que me di cuenta de que los únicos casos fantásticos eran los que les llegaban a los que se creían todo o a los charlatanes. Los informes de observaciones de fenómenos extraños que yo investigaba casi siempre tenían una explicación convencional. Los que usaban ellos para ilustrar sus libros o sus conferencias, en cambio, eran perfectos”.

¿VIDA INTELIGENTE EN LA TIERRA?

La árida discusión entre Pedrotti y Janosch giraba en torno del Proyecto E.T., una propuesta científico–educativa que busca esclarecer si es verdad que hay extraterrestres entre la gente. Y el diálogo tuvo lugar en un quinto piso del barrio de Once, donde estrena sede la Fundación Centro Argentino para la Investigación y Refutación de la Pseudociencia (CAIRP). La institución, creada en 1991, surgió con el objetivo de contrastar a la luz de la evidencia las afirmaciones públicas de parapsicólogos, astrólogos, ufólogos y toda la pléyade de ólogos dedicados a menesteres mágicos, paracientíficos o alternativos sospechosos de autoengaño, fraude o de abusar de la credulidad ajena.

La convocatoria que lleva el nombre del adorable protagonista del filme de Steven Spielberg se propone premiar con 10.000 dólares a los terrícolas que aseguran poseer pruebas tangibles de que la Tierra es o ha sido visitada por máquinas tripuladas por alienígenas, la especulación más difundida de cuantas tratan de explicar la leyenda de los objetos voladores no identificados (ovnis).

A los auspiciantes de la iniciativa les interesa destacar que ésta carece de todo parentesco con el Proyecto SETI (Búsqueda de Vida Extraterrestre), programa en el que la NASA, la Sociedad Planetaria y universidades norteamericanas invirtieron varios millones de dólares para poner a punto potentes radiotelescopios con la misión de interceptar señales interestelares artificiales. Decodificadas por una compleja red de supercomputadoras multiespectrales, los científicos del SETI tratan de desbrozar señales naturales de otras que pueden revelar una anomalía, es decir: el esperado murmullo de una civilización tecnológica.

Las diferencias entre ambos proyectos son importantes. El presupuesto del Proyecto ET, por ejemplo, es un poco más modesto: por ahora, sólo obligó desembolsar $ 56,40 por las primeras seis cartas documento dirigidas a los más conocidos personajes que avivan la creencia en los alienígenas (ver abajo E.T. Phone Home). “Además, aclara Janosch, el CAIRP se propone lo contrario. Es un proyecto de Búsqueda de Inteligencia, sí. Pero que busca inteligencia aquí, en el planeta Tierra”.

LA PUERTA DE LA NAVE

Hasta 1990, los promotores de creencias disparatadas no tenían quiénes les llevaran la contra. Por eso, cuando el CAIRP salió al ruedo, recibió críticas feroces: se trató a sus miembros de sectarios de la ciencia, dogmáticos intransigentes y, en el colmo de la invectiva, de fundamentalistas científicos. Pero basta asistir a sus reuniones para comprobar que el disenso es norma: sus integrantes –ante argumentos válidos– suelen estar dispuestos a modificar sus puntos de vista.

En esta ocasión, Pedrotti amenazaba con romper la regla, y volvía a la carga: “Es que en el caso de los ovnis lo que cuenta es el mito, el contenido cultural del fenómeno, no el significado literal de la sigla. El objeto de estudio es ambiguo e indefinido. Es la gran diferencia que hay entre ovnis y fenómenos parapsicológicos que, aunque nunca se los pudo reproducir en un laboratorio, por lo menos están definidos”.

Pedrotti también estudia Psicología. Hizo sus primeras armas científica como investigador del Instituto Argentino de Parapsicología (IAP). Janosch, no en balde director del Proyecto ET, acusó recibo y dijo: “¿Sabés lo que pasa? En los medios pululan charlatanes, aficionados sin preparación científica o místicos que realmente creen en seres cósmicos que descienden en las terrazas, asustan a los camioneros y hasta secuestran a las amas de casa. Todos defienden sus creencias en nombre de la ciencia y no les importa en lo más mínimo que esas fantasías generen temores irracionales. ¿Por qué? Porque para ellos lo importante es la misión: ‘Despertar a las masas de su letargo y sacudir la modorra de los Hombres de Ciencia’. ¿Cuántos saben que testimonios de buena fe no sirven para apoyar una hipótesis científica, excepto aquellas que intentan dar al asunto un marco psicosocial?”.

Pedrotti lo escuchó con atención y contestó: “El estudio de los supuestos fenómenos paranormales prescinde de los relatos anecdóticos. Puede hacer estudios de gabinete, donde el estudio es repetible. Pero si una persona viene con una puerta rara y dice que se la arrancó a una nave extraterrestre, la relación puerta-nave es establecida por la misma persona. Y aquí, otra vez, reaparece el problema de la credibilidad del testimonio humano”.

Janosch asentía en silencio. Todavía no descubría por qué su compañero de correrías científicas abrigaba dudas sobre la viabilidad del Proyecto. “No entiendo qué te preocupa –resopló Janosch. Los ufólogos no pueden probar que los ovnis son cacharros interestelares porque, si pudieran hacerlo, ya habrían recibido el Nobel. El Proyecto ET es esencialmente educativo. Puede servir para que las personas con curiosidad sepan diferenciar quiénes tienen vocación por el engaño y quiénes están dispuestos a aprender. Yo quiero aprender, por eso no tengo la arrogancia de cerrarme a ninguna posibilidad. Pero, si a partir de ahora, alguien dice que en Capilla del Monte hay un vecino que guarda un alienígena en el armario, va a tener que ofrecer pruebas convincentes y aceptar unos controles mínimos. Y si no lo hace, cada uno será libre de sacar sus conclusiones”.

EL OVNINAUTA PSICOKINETA

El CAIRP ya cosechó alguna experiencia en esto de poner a los partidarios de lo paranormal frente a desafíos que, valga la paradoja, prueban la ausencia de pruebas para sostener ciertas afirmaciones extraordinarias.

En 1991, el Centro lanzó una propuesta similar, el Proyecto PSI, que ofrece 10.000 dólares a quien demuestre poseer aptitudes extrasensoriales –es decir, usando cualquier sentido adicional a los cinco conocidos– ante una comisión de expertos. Hasta ahora, ninguno de los videntes o presuntos dotados que prometen el regreso del ser amado en siete días, futuros maravillosos al instante y milagros similares, aceptó someterse a la investigación y la oferta sigue vacante.

“Si viene a buscar la recompensa un extraterrestre capaz de doblar cucharitas con sus poderes psicokinéticos, ¿nos dará el presupuesto?” –preguntó Janosch a la arquitecta Violeta López Gasparri, tesorera del CAIRP.

“Hombre de poca fe, claro que sí…”, dijo, y la cofradía de escépticos sensibles terminó la noche imaginando cuál sería la prueba perfecta de una verdadera visita alienígena.

El resultado fue un surrealista catálogo de conjeturas imposibles con el que cualquier buen consumidor de ciencia ficción se hubiera hecho una fiesta.

PROYECTO PSI. El antecesor directo del Proyecto E.T. fue el Proyecto PSI, también del CAIRP.

E.T. Phone Home

El 24 de febrero de 1995, Heriberto Janosch, director del Proyecto ET y miembro de la Comisión Directiva del Centro Argentino para la Investigación y Refutación de la Pseudociencia (CAIRP), despachó seis cartas documento a los señores Pedro Allés (Fabio Zerpa), Antonio Las Heras, Pedro Romaniuk, Dante Franch, Carlos Demaría y Carlos Ferguson.

Este es el contenido de la carta:

Por medio de la presente lo invitamos a participar del Proyecto E.T. de la Fundación CAIRP. Este Proyecto, que se hizo público el 9 de julio de 1994, distinguirá con un premio simbólico de 10.000 dólares a la primera persona que aporte pruebas científicas concluyentes que demuestren que la Tierra es o ha sido visitada por naves espaciales de origen extraterrestre.

Para determinar su validez, las pruebas serán evaluadas, en primer término, por la Comisión Directiva de la Fundación CAIRP y, en segundo término, por un grupo de científicos compuesto por miembros consultores de la Fundación u otros científicos a designar por la Fundación.

La participación en el Proyecto está abierta a todos. Pero usted recibe esta invitación personal ya que en los últimos tiempos ha afirmado públicamente poseer pruebas de la visita a la Tierra de naves espaciales extraterrestres.

Sin embargo, si tal afirmación está basada en creencias personales, fantasías o especulaciones, y no en pruebas concluyentes, le solicitamos NO aceptar esta invitación.»

Atentamente,

Heriberto Janosch

por la Fundación Centro Argentino para la Investigación y Refutación de la Pseudociencia.

(*) Esta nota fue publicada por primera vez el 27 de febrero de 1995 en el diario La Prensa, Buenos Aires.

El proyecto E.T. también estuvo inspirado en el Proyecto Libro Abierto auspiciado por la revista estadounidense OMNI. Esta nota continúa:


OMNI Mag. Una Planète estadounidense

Fundada en 1978 por Kathy Keeton y Bob Guccione (editores de la legendaria revista para adultos Penthouse), Omni fue una publicación pionera que mezcló ciencia, ciencia ficción y lo paranormal. Acercó a un público joven masivo autores como William Gibson, Stephen King y George R. R. Martin, y a divulgadores científicos como Freeman Dyson, Isaac Asimov y Carl Sagan. Su versión impresa cesó en 1995, pero continuó online hasta 1998, año en que cerró tras la muerte de Keeton. Quienes nunca se sintieron satisfechos con Wired, esperaron su retorno con devoción y nostalgia geek. En 2013 hubo un primer amague de regreso, Omni Reboot, y luego otro, anunciado por la mismísima Penthouse Global Media, en 2017. Pero ninguna de las dos iniciativas prosperaron. El futuro no volvió a ser lo que era. Más info.

Proyecto Libro Abierto. En busca de “el caso real”

“En el esfuerzo por examinar el fenómeno OVNI, nuestra pregunta básica es clara: en medio de todas las observaciones, todas las afirmaciones y desmentidas, todas las narraciones de secuestros, teorías de conspiraciones e indudables exageraciones, ¿hay alguna prueba indiscutible, concreta como el pan y el vino y clara como el día, de que todo es el resultado de visitas procedentes de otros mundos”.

Con esta pregunta, Pamela Weintraub, editora en jefe de la revista norteamericana OMNI, presentaba “el más ambicioso proyecto periodístico nunca antes concebido para explorar el fenómeno OVNI”, uno de los misterios populares más atractivos, arraigados y controvertidos del siglo XX.

Desde noviembre de 1994, el equipo de OMNI –formado por periodistas, ufólogos y científicos escépticos–empezó a examinar los extraños relatos enviados por los lectores por correo, en persona o a través de la red América On Line (**).

En Argentina, la revista Conozca Más se sumó a la iniciativa y extendió la invitación a sus lectores de Argentina, Chile, Uruguay y otros países de América Latina.

“Por primera vez –rezaba la promo– un grupo de especialistas analizará la validez científica de los relatos sobre ovnis”. En el staff estaban los más destacados expertos del Comité para la Investigación Científica de Supuestos Fenómenos Paranormales (CSICOP, organismo similar a la Fundación CAIRP en los Estados Unidos, hoy CSI, Comité para la Investigación Escéptica), y un compacto grupo de periodistas científicos, investigadores  del Center for UFO Studies (CUFOS) y de la Mutual UFO Network (MUFON).

El convenio realizado entre OMNI y Conozca Más establecía que la revista local iba a elegir “los mejores casos” sudamericanos.

¿Cuál fue el mayor acierto de la apuesta? Que, hasta que no aparezca “el caso real” (¿sucederá algún día?), el entretenimiento y las ventas están aseguradas. Para muchos el diseño del Proyecto Libro Abierto se acercaba a la perfección: estaban todas las voces representadas y el primer informe publicado iba a ser un ejemplo, el modelo a seguir sobre cómo realizar una investigación.

El lema de OMNI-Conozca Más prometía “promover un escepticismo bien informado”. ¿En qué quedó el proyecto?

Adiviná.

El Proyecto Libro Abierto / Project Open Book quiso ser la contracara del Proyecto Libro Azul de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, iniciado en 1952 y cerrado oficialmente en 1969 después de las conclusiones de la Universidad de Colorado. El doctor Edward U. Condon, profesor de física en la Universidad de Washington en St. Louis, entregó un informe según el cual los ovnis no sólo no constituían riesgo para la Seguridad Nacional de los Estados Unidos sino que investigar estas observaciones no iba a redundar en provecho científico alguno. De ser perseguido por sus presuntas simpatías por el comunismo, Condon pasó a ser atacado por quienes lo acusaron de restarle chances a la hipótesis extraterrestre. El hombre, ciertamente, tenía sus prejuicios, pero también es cierto que el Informe Colorado lo escribieron otros.

El hecho de que este “informe final” fuera denostado por la prensa y los ufólogos le dio aire a Omni para sostener que el suyo iba a ser, esta vez, un “proyecto independiente” en pos de encuentros cercanos documentados, ya que iba a centrarse en “recopilar evidencia sólida y libre de sesgos sensacionalistas”, en la línea de lo que proponía J. Allen Hynek desde los años ochenta.

Más periodística que científica, la iniciativa –coordinada por periodistas como Pamela Weintraub y Dennis Stacy, entre otros– analizó informes de avistamientos de objetos voladores no identificados y de supuestos encubrimientos gubernamentales, habilitando la participación de los lectores para que ellos mismos intentaran capacitarse como investigadores o instruirse para enviar testimonios y evidencias de calidad.

El proyecto, quizá por pecar de ambicioso, no llegó a ninguna conclusión, aunque señaló que la falta de evidencias obedecía tanto al sensacionalismo como al manejo oficial, a mitad de camino entre la confusión y el engaño interesado, dejando así el “Libro Abierto” al misterio.

Primera publicación: Diario La Prensa, Buenos Aires, 27/02/1995. Esta nota fue parte de la sección «En Trance. Meditaciones, crónicas e investigaciones sobre las experiencias, creencias y fenómenos más extraños de fin de siglo». Un gustito que se dio el editor de este blog todos los lunes, en un diario para gente mayor, durante casi un año.

BONUS TRACK I / artículo en La Prensa

BONUS TRACK II / artículo citado de OMNI

CLOMRO por Magrio

BONUS TRACK III / El dato

El único que se esmeró en contestar y a la vez rechazar el desafío por los U$ 10 mil propuesto por el CAIRP fue el Comandante Clomro. «Les escribí no en mi condición de humano sino como extraterrestre que trataba de ridiculizar el proyecto, explicando que nosotros no tenemos ningún interés en hacer demostraciones de nuestra existencia», escribió en su sitio web. Veinte años después explicó: «le quise tomar el pelo a un amigo» (en referencia al editor de este blog, a raíz de la nota aquí reeditada sobre el Proyecto E.T.). Así quedaron las cosas hasta la penosa noticia de su muerte, en 2015.

La revista Omni, hasta donde sabemos, no volvió a abordar el tema. Le enviamos un breve cuestionario a Pamela Weintraub pero, al momento de cerrar este post, no había contestado. Si lo hace, agregaremos aquí sus respuestas.

BONUS TRACK IV / artículo citado de Conozca Más Nro 77, marzo 1995

(*) Benjamín Santos Pedrotti (1955-2021) fue uno de los fundadores del Centro Argentino para la Investigación y Refutación de la Pseudociencia (CAIRP) a comienzos de los 90. Falleció en Los Ángeles, Estados Unidos, donde residía desde comienzos de 2000. Heriberto Janosch hoy reside en Madrid, España, donde ejerce como profesor doctor e investigador en UNIE universidad. Colaboró en Factor en otras ocasiones. Es autor de El «ovni» de Bariloche: 20 años después», ¿El alienígena del Dique La Florida llegó en un cohete japonés? y nos autorizó a rescatar su texto, publicado en Cuadernos de Ufología, bajo el título A 45 años de «The UFO Handbook», opus de Allan Hendry. La Fundación CAIRP (1991-1999) conservó en línea los diez primeros números de su publicación, El Ojo Escéptico; hoy disponibles en Archive.org

(**) Nótese que en el momento en que se escribió esta nota hablar de Internet no era lo usual, directamente se mencionaban los proveedores del servicio.

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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