José Luis Jordán Peña

El Señor de Ummo ha muerto

José Luis Jordán Peña
José Luis Jordán Peña

El 9 de septiembre de 2014 falleció José Luis Jordán Peña (Alicante, 13-10-1931- Madrid, 9-9-2014), el hombre que a mediados de los años sesenta creó uno de los fraudes más retorcidos, extraños y fascinantes de la historia de los ovnis en Hispanoamérica: el de los extraterrestres llegados del planeta Ummo.

Resumir el affaire Ummo no es fácil. El esfuerzo más exitoso, quizá, es el que han intentado José Juan Montejo, por un lado, y Luis R. González, por el otro, en sendos artículos que recomiendo a los más interesados.

Y el camino menos aconsejable es adentrarse en el bochornoso libro de Juan José Benítez “El hombre que susurraba a los ummitas” (Planeta, 2007) (si ya tuviste la mala suerte de que llegara a tus manos resignate a leer esta implacable crítica de Luis González).

Wolf 424
Wolf 424

Alguna vez sinteticé a Ummo así: “es la historia de las relaciones entre unos supuestos seres que afirmaron haber llegado desde ese astro, en órbita alrededor de la estrella Iumma (identificada con nuestra Wolf 424*), y sus corresponsales terrestres, en su mayoría ufólogos españoles (sin contar seis argentinos, varios franceses y un italiano).”

* (identificada por los seres de Ummo con Wolf 424 antes de saber que era una estrella binaria).

Para completar el preámbulo resta añadir que Jordán Peña –quien llegó a ser vicepresidente de la Sociedad Española de Parapsicología– fue el redactor de esas epístolas (alrededor de un millar), el autor de los bellos esquemas técnicos que las ilustraban, el dueño de la voz que estaba del otro lado de la línea cuando alguna víctima del engaño atendía el teléfono y la mente detrás de toda clase de enredos cuyo primer escenario fue el sótano del Café Lion de Madrid, donde se celebraban unas tertulias animadas por el contactado español más famoso de la época, don Fernando Sesma Manzano.

Necrológica (cortesía José Juan Montejo)
Necrológica (cortesía José Juan Montejo)

En aquellos informes su autor exponía historia, ciencia, tecnología y filosofía de Ummo y de paso se metía en el día a día de sus seguidores, varios de los cuales trabajaron al servicio de la causa ummita: “Lean los informes en penumbras y sin mover los labios”, “vayan al sitio y os saludaremos”, “organicen un encuentro”, y la consigna más persuasiva de todas: “No nos crean”.

En 1993, Jordán Peña –quien ya había sido señalado como padre de la criatura por los ufólogos que siguieron de cerca la evolución de los acontecimientos– admitió la autoría del fraude, en un “mea culpa” del que poco después habría de arrepentirse y en el que muchos ummólogos desconfiaron, ya que –a pesar del peso de las evidencias– él siempre hubiera podido haberse limitado al rol de “agente” o “mecanógrafo” de los enigmáticos y verdaderos ummitas, dando paso a un “rulo” interminable.

Jordán afirmaba ser Psicólogo en el departamento de personal de la empresa constructora Agromán. Pero su formación era la de Técnico Superior en Telecomunicaciones. En los encuentros del Lion se presentó además como un conocedor de la fotografía, los fenómenos paranormales y las ciencias en general. En ese ambiente reclutó algunos cobayos humanos, con quienes experimentó en el campo de la hipnosis. Ganada cierta popularidad como cazafantasmas, fue uno de los peritos de las caras de Bélmez.  En los ochenta participó como “desprogramador” al servicio de uno de los más activos movimientos anticultos de España. En 1988 sufrió una trombosis que redujo su capacidades físicas. Desde luego, el accidente cerebro vascular impactó en Ummo: la enfermedad de su animador lo hizo languidecer.

José Juan Montejo agrega una curiosidad: la edición madrileña de El Mundo acompañó la nota necrológica de Jordán con el simbólico signo ummita junto con la cruz. Escribió Montejo: “Según me contó su hijo, tal inclusión fue iniciativa suya, no por voluntad de su padre o porque dejara dicho algo al respecto. Descanse en paz.”

Ufo-ummiteYo entrevisté no menos de cinco veces a Jordán Peña, antes y después de la admisión del fraude. En suma, mi disco rígido y mi memoria orgánica guardan muchas historias sobre este hombre y su legión de amigos y enemigos, cosechados desde que ha echado a rodar esta monumental leyenda.

En el año 1994, para un dossier de la revista Cuadernos de Ufología, volqué mis impresiones sobre Ummo y sobre el hombre que golpeaba las teclas.

Todavía no he podido meditar lo suficiente sobre mis propias emociones respecto de esta pérdida.

Por el momento, los dejo con aquel ensayo, escrito hace 20 años. Ya llegará el momento de contar otras historias.

Sello ummita
Sello ummita

borgesDel Tlön de Borges al Ummo de Peña: literatura, extraterrestres y simulación

En 1940, el laureado escritor argentino demostró que la literatura muchas veces le gana a la realidad. En un cuento que publicó por primera vez ese año en la revista Sur, titulado «Tlön, Uqbar Orbis Tertius», Jorge Luis Borges describió el sorprendente hallazgo de un capítulo «pirata» (cuatro páginas adicionales que no aparecían en la edición original) insertado en el volúmen XLVI de una enciclopedia apócrifa titulada The American Cyclopaedia. Allí Borges descubre a Tlön. «Ahora tenía en las manos -escribe- un vasto fragmento metódico de la historia total de un planeta desconocido, con sus arquitecturas y sus barajas, con el pavor de sus mitologías y el rumor de sus lenguas, con sus emperadores y sus mares, con sus minerales y sus pájaros y sus peces, con su álgebra y su fuego, con su controversia teológica y metafísica. Todo ello articulado, coherente, sin visible propósito doctrinal o tono paródico.»

Nota editorial en 2001 (Nov 1969)
Nota editorial en 2001 (Nov 1969)

Es inevitable que las páginas sobre Tlön rescatadas por el autor de Ficciones evoquen a los recargados informes ummitas. ¿Esto quiere decir que el segundo se ha inspirado en el primero? No necesariamente. Puede significar, apenas, que la creación de mundos imaginarios ha sido una tentación poética, ideológica y literaria a la que cedieron a su turno artistas, políticos e intelectuales de todos los tiempos. Una tentación latente, inherente a la naturaleza humana, que ha colmado todas las bibliotecas. Desde la Utopía de Tomas Moro hasta las «Fundaciones» de Isaac Asimov… Desde el Tlön de Borges hasta el Ummo de Jordán Peña. Hay otros ejemplos.

“Los metafísicos de Tlön –intuía Borges– no buscan la verdad, ni siquiera la verosimilitud: buscan el asombro.” Los “señores” de UMMO hacían de la verdad científica un dogma, y era tan intensa su pasión por una Ciencia con mayúscula que aquél había llegado a convertirse en uno de los pocos valores a imitar. Por cierto, “ellos”, los ummitas, también buscaban el asombro. Pero sobre todo la credulidad. Y quizá en este punto descanse el nudo de la gran contradicción: “Tienes que ser escéptico. Pero antes debes creerme…”

Darnaude, Jordán Peña y Dr. Aguirre Ceberio.
Darnaude, Jordán Peña y Dr. Aguirre Ceberio.

Al igual que los ummólogos de la escuela del gran Ignacio Darnaude Rojas-Marcos, o los nuevos estrategas de la geopolítica del mito, como el francés Renaud Marhic, Borges se preguntaba: “¿Quiénes inventaron a Tlön? El plural es inevitable, porque la hipótesis de un solo inventor -de un infinito Leibniz obrando en la tiniebla y en la modestia- ha sido descartada unánimemente. Se conjetura que este brave new world es obra de una sociedad secreta de astrónomos, de biólogos, de ingenieros, de metafísicos, de poetas, de químicos, de algebristas, de moralistas, de pintores, de geómetras… dirigidos por un oscuro hombre de genio. Abundan individuos que dominan esas disciplinas diversas, pero no los capaces de invención y menos los capaces de subordinar la invención a un riguroso plan sistemático.”

Desde 1929, a Borges le rondó la idea de cómo crear una expectativa ficticia e instalarla en la sociedad. La borgeana ambición de destruir las fronteras de la realidad utilizando como arma el poderoso lenguaje de una fantasía realista lo llevó a proyectar una novela que se iba a llamar “El hombre que será presidente”. Borges y un grupo de amigos pretendían impulsar al escritor Macedonio Fernández como candidato. El plan (¿por desgracia o por suerte?) nunca se llevó a cabo.

Jiménez del Oso entrevistó a Jordan Peña en "Más allá" (1981)
Jiménez del Oso entrevistó a Jordan Peña en «Más allá» (1981).

El desafío que afronta Jordán Peña es consecuencia de haber conseguido lo que nadie antes: llevar su programa adelante y que muchos le creyeran, haciéndolos caer en la trampera extraterrestre mejor montada del siglo. Y lo hizo con un éxito colosal, si se le puede llamar así al hecho de haber conseguido burlarse de los especialistas de un mito que él mismo había creado. Si se le puede llamar así al hecho de haber logrado mantener en suspenso su confesión durante más de un cuarto de siglo.

Como Ummo, Tlön es otro mundo de cuatro letras que se parece demasiado a la Tierra que soñaron los románticos de cada umbral de los tiempos. Si alguien se hubiera atrevido a pedirle una opinión sobre el planeta de los corresponsales anónimos, Borges habría respondido que Ummo no era otra cosa que un planeta real, pero real en el sentido en que también lo son nuestras invenciones.

En honor a la verdad, Ummo fue algo más que literatura: fue literatura en acción. Casi una novela de aventuras representada en el mundo real y personificada por hombres reales: literatura en acción mítica.

Carpeta Ummita (Originales exhibidos por Jordán Peña)
Carpeta )+(Originales exhibidos por J. Peña al autor, 2005.

El paraíso conjetural de los fabricantes de todas las conspiraciones perdidas y la meca alucinante que añoran los paranoicos militantes del mito del eterno retorno. Algo que nadie había conseguido antes, y que sin duda no habría conseguido si hubiera surgido de una propuesta minuciosamente planificada, perfectamente racional; en suma: si se hubiera tratado de un verdadero proyecto de investigación científica. Es probable que algo así nunca hubiera sido posible, y a lo mejor hay que darle la razón al refrán («muchas manos en el plato hacen mucho garabato»). En el caso ummita, nadie más que uno sabía, nadie más que uno hacía, nadie más que en uno se podía confiar. Cuando fueron más de dos, fue el principio del fin. ¿Que hubo errores? Los hubo y muchos. Pero ellos siempre podían ser disimulados, ignorados, corregidos, justificados… por los propios destinatarios del fiasco. Y vaya si lo hicieron… Y vaya si lo siguen haciendo ahora aquellos que deciden desconfiar de la confesión de quien hasta no hace mucho era el principal sospechoso… El círculo conspiranoico es perfecto. En un mito verdadero, los retratados somos todos.

Carpeta Ummita (Originales exhibidos por Jordán Peña)
Carpeta )+( .Originales exhibidos por J. Peña al autor, 2005.

En cualquier caso, Ummo atrae porque no parece haber sido fruto de una creación premeditada, al menos no con las intenciones que su autor se adjudica.

Hoy por hoy, no existen evidencias de que se haya tratado de una “investigación antropológica” o de un “estudio sociométrico”. Por ahora, el experimento parece una broma inteligente que se le escapó a su autor de las manos, y que, al cobrar vuelo se fue encarnando en el mundo de los creyentes en los ovnis con una carga de inocencia y absurdo realismo. Las variables a controlar comenzaron a ser tantas que se volvió imposible medir, evaluar y prever; el poder para manipular a los otros fue tan grande e inesperado que la picardía se tornó placentera. Hasta que el «experimento» se convirtió en simulación, pero en la simulación del fumista, que describió José Ingenieros (1).

Portada de "2001" Nº 16, Noviembre de 1969.
Portada de «2001» Nº 16, Noviembre de 1969.

A diferencia de la creación de Jordán Peña, la metafísica de Borges no exigía la credulidad a partir del escepticismo ni una pátina de verosimilitud disfrazada de ciencia. Como los tlönitas, Borges tan sólo buscaba el asombro. El escritor argentino juzgaba a la metafísica una rama de la literatura fantástica. Y tal vez se conformó con la literatura porque sabía que ciertas bromas pesadas pueden volverse realidad; una realidad que, al develarse, se puede volver más pesada todavía.

Probablemente, esta fue la alternativa que no previó, en su demencial genialidad, el autor del gran fraude ummita. Quizá sea ése el precio que deba pagar, y el objetivo invocado (desnudar a los ovnis como mito) termine hundido en las ciénagas de la controversia.

Pero no nos apresuremos. Dicen que todavía no está dicha la última palabra.

REFERENCIAS

(1) Ingenieros, José; “La simulación en la lucha por la vida”; Ed. Meridión, Bs. As., 1954.

FUENTE: 

Agostinelli, Alejandro; «Del Tlön de Borges al Ummo de Peña: literatura, extraterrestres y simulación». En Cuadernos de Ufología nº 16-17, pp. 96-97.

POST-HOC (2022) Cabria, Ignacio; Arcas Gilardi, Julio; Agostinelli, Alejandro. Ummo: el día que Jordán Peña “mostró sus cartas” y nadie pescó el guiño

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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