Esoterismo Nazi para principiantes

platillo-nazi 2Goodrick-Clarke, un historiador que rescató lo inteligible de lo grotesco.

Boris M. Grinchpun comenzó a interesarse por “la aventura del conocimiento” y los enigmas de la historia como lector de Conozca más. Leyendo algún artículo en aquella revista tuvo la primera referencia del autor de este blog. Ahora, publicándolo, quien escribe cierra un círculo y tal vez abre otro con su lector de ayer que hoy es profesor de Historia por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, donde también ejerce como docente, allí y en la Facultad de Ciencias Económicas.

Boris Grinschpum
Boris Grinchpun

Grinchpun ha estudiado el Nacionalismo, el Fascismo, el Neo-Fascismo y llegó a Nicholas Goodrick-Clarke (1953-2012), escritor, historiador y uno de los miembros fundadores de la Sociedad Europea para el Estudio del Esoterismo Occidental (ESSWE), en pos de las claves esotéricas del Nazismo. El mismo camino lo llevó a estudiar a Julius de Evola, entre otros autores afines.

Nos conocimos por medio de Adrián Viale, otro joven historiador que comparte nuestra fascinación por la obra de Nicholas Goodrick-Clarke (de ahora en más NG-C). Casi a la vez, los tres (Adrián, Boris y yo) nos preguntamos: “¿Cómo es posible que nadie haya evocado el prematuro fallecimiento del gran NG-C?”.

Boris acometió la estimulante misión de releerlo y elaborar su propia síntesis. En última instancia, la memoria de NG-C se defenderá sola: difícil que sus libros queden olvidados. En ese sentido, Boris Grinchpun rescata los hallazgos del notable autor de Las oscuras raíces del nazismo (Sudamericana, 2005) e intenta iluminar el núcleo central de su tesis. El resultado: un artículo inédito que publico con orgullo e invito a leer con tranquilidad.

-Alejandro Agostinelli

Hitler“Durante los últimos dos años los nazis han tenidos equipos de arqueólogos dando vueltas por el mundo en busca de toda clase de artefactos religiosos. Hitler está loco con el asunto, ¡fanatizado! Tiene una obsesión por lo oculto”, asegura, impaciente, el burócrata de Washington. Pero es esa afirmación la que da un viso de seriedad a la misión que Indiana Jones emprenderá en Egipto: si no evita que el Arca de la Alianza caiga en manos del Tercer Reich, sus ejércitos se volverán invencibles y sumergirán a la humanidad en una era de terror, opresión y oscuridad.

La idea no era nueva: la demonización del régimen nazi durante la posguerra se convirtió en algo literal con la aparición de libros sobre los experimentos realizados en busca de superarmas, los viajes en busca de civilizaciones perdidas en Asia y los supuestos vínculos con poderosas sociedades secretas. Para Steven Spielberg (y muchos otros) los nazis fueron los villanos perfectos, tan crueles y criminales que podía sospecharse que poseían una maldad extrahumana.

El retorno de los brujosEl estudio pionero de estas teorías fue El Retorno de los brujos, best-seller internacional publicado en los años ’60 por los escritores franceses Jacques Bergier y Louis Pauwels. La obra, escrita por los mismos creadores de la revista Planète, destacaba el rol del ocultismo en la historia occidental y, en especial, en uno de sus episodios más oscuros. Estas creencias explicaban, en buena medida, las polémicas decisiones tomadas por los jerarcas nacionalsocialistas. En otras palabras, el régimen no habría carecido de lógica interna, pero para comprenderla era necesario reconocer su núcleo irracional.

Pauwels y Bergier abrieron las puertas a un torrente de investigaciones sobre las hipótesis más descabelladas. El lector curioso podía toparse con los supuestos planes de Adolf Hitler para abandonar la Tierra y preparar su venganza desde el sistema de Aldebarán, o el viaje que estaba haciendo en su plato volador por el interior de la Tierra mientras esperaba su revancha. Las películas de Indiana Jones ocuparon así un lugar entre las decenas de series, cómics, juegos de rol y video que convirtieron al ocultismo nazi un lugar común de la pop culture. Lugar común que, en ciertos casos, escondía mal la convicción de que algo extraño había ocurrido en el Tercer Reich.

Los medios académicos tendieron a ignorar este fenómeno. Después de todo, ¿por qué prestarle atención a una temática sensacionalista y comercial? Peor aún: un especialista interesado podía estar encubriendo su fascinación por el nacionalsocialismo y el esoterismo, lo cual podía convertirlo rápidamente en un paria de los claustros. Las teorías conspirativas y los misterios sin resolver del nazismo llegaron al gran público de manera acrítica, de la mano de pseudo-especialistas de dudosas credenciales. De esta forma, una visión mistificadora del fenómeno tendió a perdurar: el Tercer Reich habría sido un embajador del mal y el terror en el mundo moderno, dirigido por hombres psicológicamente trastornados o bien dotados de oscuros poderes.

Nicholas Goodrick-Clarke
Nicholas Goodrick-Clarke

Las oscuras raices del nazismoSin embargo, otra perspectiva era posible. Y los fenómenos, tanto en la historiografía como en incontables ámbitos, cambian según se los mire. Además de explorar la realidad detrás del esoterismo nazi, es posible preguntarse por qué fue tan sencillo creer en los vínculos entre ambos. Después de todo, ¿por qué no hay también un misticismo marxista o una aruspicia liberal? Y si es verdad que el Tercer Reich se sirvió de brujos, ¿qué rol cumplieron? ¿Por qué no aparecen junto con el Führer en las filmaciones, inspeccionando tropas y opinando sobre el curso de la guerra? Fue Nicholas Goodrick-Clarke quien propuso un nuevo punto de vista y planteó nuevos interrogantes, lo cual inauguró una promisoria línea de investigación.

Goodrick-Clarke nació en el Reino Unido en 1953. Tras realizar estudios de ciencias políticas y filosofía, dedicó su tesis de doctorado a la teosofía y el revival ocultista de fines del siglo XIX. Su interés no residía en figuras señeras como Madame Blavatsky o su discípulo Rudolf Steiner, sino en las inesperadas ramificaciones que sus enseñanzas habían tenido en el Imperio Austro-Húngaro. En las vísperas de la Gran Guerra, el vetusto reino de los Habsburgo padecía los reclamos de autonomía de diversas minorías étnicas. Temerosos de perder su preeminencia, los germanoparlantes comenzaron a ver con un recelo cada vez mayor a estos advenedizos.

Guido von List
Guido von List

Este miedo habría sido el caldo de cultivo de la Ariosofía, disciplina que combinaba la creencia en la superioridad racial de los pueblos alemanes con la búsqueda de verdades “primordiales” y un saber “suprarracional”. Los primeros ariosofistas, Guido von List y su continuador Jörg Lanz von Liebenfels, inventaron un pasado dorado, en el que jefes guerreros arios habrían gobernado comunidades racialmente puras que veneraban al dios Wotan y practicaban la magia de las runas. La “pérfida” influencia del cristianismo, contaminado de reverberaciones semitas, habría puesto fin a esta era de esplendor. Según NG-C, la ariosofía habría sido una manera de reafirmar la identidad germana frente al peligro de “disolución racial y nacional”. Décadas después, el nacionalsocialismo habría izado las mismas banderas contra peligros similares.

Pero, ¿cómo viajó la Ariosofía de la atribulada Viena de los Habsburgo a la agitada Alemania de Weimar? Una pista apunta al mismo Hitler, quien habría leído la revista de von Liebenfels, Ostara, durante su época de pintor pobre y bohemio. Sin embargo, Goodrick-Clarke disipó los temores de Indiana Jones y los Cazadores del Arca Perdida: el Führer se habría mantenido fiel a una cosmovisión que unía su crianza católica con el folklore germánico, sin prestar mayor atención al ocultismo. Cuando Hitler decidió tomar el control del Partido Obrero Alemán, apartó de sus filas a uno de sus fundadores, el ariosofista Rudolf von Sebottendorf. Al parecer, no estaba interesado en sus ideas ni en la rimbombante Sociedad de Thule que había formado en Baviera bajo influencia de von Liebenfels.

Heinrich Himmler defendió mitos raciales, el ocultismo e impulsó proyectos pseudocientíficos sobre la "raza aria". En esta foto (centro) Himmler aparece junto al coronel de las SS Weisthor (a la derecha, sobre Himmler), visitando antiguas runas germanas en Palatinado (1935). Weisthor parecía ser un experto. De hecho, impresiona tanto a Himmler  que pronto es nombrado Jefe del Departamento de Prehistoria e Historia Antigua de la Oficina Central de Raza y Asentamiento de las SS, con sede en Munich. En verdad, Weisthor se llamaba Karl Maria Wiligut y se había escapado de un hospital psiquiátrico. Es retirado "por motivos de salud" de las SS en 1939. Fuente de la imagen: German History Docs.
Heinrich Himmler defendió mitos raciales, el ocultismo e impulsó proyectos pseudocientíficos sobre la «raza aria». En esta foto Himmler (centro) aparece junto al coronel de las SS Weisthor (a la derecha, sobre Himmler), visitando antiguas runas germanas en Palatinado (1935). Weisthor parecía ser un experto. Impresiona tanto a Himmler que será nombrado Jefe del Departamento de Prehistoria e Historia Antigua de la Oficina Central de Raza y Asentamiento de las SS, con sede en Munich. En verdad, Weisthor se llamaba Karl Maria Wiligut y había huído de un psiquiátrico. Es retirado «por motivos de salud» de las SS en 1939. Fuente imagen: German History Docs.

Al parecer, quien estaba “obsesionado por lo oculto” era el Reichsführer SS Heinrich Himmler, quien protegió bajo su ala al “mago” Karl Maria Willigut. Hija de sus elucubraciones fue la Ahnenerbe, la “Comunidad de Investigación y Enseñanza de la Herencia Ancestral” que intentó rastrear los orígenes raciales de los pueblos arios. Proyectos similares incluyeron la transformación de las SS en una orden iniciática y guerrera, a imagen y semejanza de los caballeros templarios y teutónicos, y la construcción de la capital mística del “Reich de mil años” en torno del castillo de Wewelsburg. Dicho de otro modo, las teorías de los ariosofistas habrían alimentado las extravagantes fantasías de uno de los hombres más poderosos del Tercer Reich.

Pero no sólo eso. Las oscuras raíces del nazismo, publicado por primera vez en 1985 y traducido al castellano veinte años después, insinuaba una idea más preocupante: el curioso (y trágico) itinerario de la ariosofía podría explicarse por la perdurabilidad de temores sociales y políticos que podían ser explicados y combatidos desde una cosmovisión racista. Con la reaparición de esos miedos en Europa y en América luego de 1945, el ocultismo nazi podría volver a levantar su cabeza.

Y lo hizo. En un mundo donde la proporción de población blanca tiende a reducirse y donde las migraciones están a la orden del día, los problemas raciales se vuelven aún más acuciantes. Es por eso que Nicholas Goodrick-Clarke dedicó su estudio de 2002, Black Sun, a los modernos herederos de los ariosofistas y los nacionalsocialistas. Paradójicamente, la derrota militar pareció darle al esoterismo una centralidad que el «nazismo clásico» le había negado, aunque el antisemitismo y el militarismo permanecieron en el primer plano.

Totenkopf-ringBlack Sun puede ser leído como la secuela de Las oscuras raíces…, pero también como una galería de la extrema derecha europea y americana. Cada figura y movimiento tiene su pabellón, en el cual son presentadas su historia y sus ideas. La variedad no se hace desear: desde el American Nazi Party de George Lincoln Rockwell y el National Socialist Movement de Colin Jordan hasta el “hitlerismo esotérico” de Miguel Serrano, pasando por el tradicionalismo del barón Julius Evola y el black metal sueco y noruego, todas las manifestaciones tienen su lugar. Esa variedad parece actualizar la idea de que el nazismo no ha desaparecido, ya que las condiciones que hicieron posible su existencia continúan vigentes. Se acepte o no esta idea en un mundo de incertidumbres posmodernas, las explicaciones racistas y esotéricas continúan ofreciendo lo que buscan muchos sectores sociales que ven su posición e intereses amenazados: un sentido que transforme la inseguridad en falso orgullo y el miedo en violencia.

haunebu-maqueta-03Posiblemente esa haya sido la mayor contribución de este autor: mostrar que una problemática que fácilmente se presta al ridículo (como lo muestra Iron Sky, una auténtica auto-parodia del subgénero) puede ser abordada desde una perspectiva seria y dar resultados fructíferos. Comprender teorías por momentos estrambóticas y revulsivas no supone justificarlas, sino entender por qué existen y donde reside su peligrosidad. El fallecimiento de Nicholas Goodrick-Clarke, en agosto de 2012, deja un vacío personal y profesional, pero también el legado de los cientos de especialistas de todo el mundo que intentan rescatar lo inteligible de lo grotesco.

NOTAS DEL EDITOR:

Platillos nazis: imágenes tomadas de una recreación. Gracias Leopoldo Zambrano Enríquez por indicar la página Modelismo Aviones!

¡Huid, salvad vuestras vidas! ¡Ovnis nazis atacan a la Tierra!

El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

Contacto: aagostinelli@gmail.com
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