Arreglador, músico, compositor, productor y director. Todo en una sola persona. George Martin percibió el talento de Los Beatles cuando se decía, allá a principios de los 60, que los grupos de guitarras, bajo y batería estaban terminados.
Por Alejandro Borgo
Nadie podía prever el enorme éxito de la que iba a transformarse en la banda de rock y pop más importante de todos los tiempos. Y en ello tuvo mucho que ver George Martin (1926-2016). El productor de Los Beatles venía de la música clásica, con una formación académica. Ni él mismo podía imaginarse que un día se iba a encontrar en un estudio de grabación aporreando el piano en un furioso rock and roll.
Martin era una persona apacible, muy paciente, condición indispensable para lidiar con los rebeldes Beatles. Los introdujo en la música clásica, les abrió nuevas puertas, hizo arreglos fenomenales, con una inventiva y calidad destacables. Formó a Los Beatles, les aconsejó, les indicó lo que debían hacer en cada tema, los metió en un mundo nuevo, que el cuarteto desconocía.
Así, la evolución musical de Los Beatles fue impresionante, y se puede notar escuchando sus discos, uno a uno, desde “Please Please Me” hasta “Abbey Road”. Martin quedará en la historia no solo por los arreglos, sino por su hábil percepción del talento. Podría decirse que fue un docente en el estudio de grabación, un tipo sin prejuicios que se embelesó con el talento de Los Beatles.
Fue productor de muchísimos artistas y dedicó toda su vida a la música. Eso perdurará. Es difícil que una historia como la que él compartió junto a Los Beatles se vuelva a repetir.
Martin fue mucho más que el quinto beatle. Fue el factotum del cuarteto, los guió, les enseñó, fue el músico que más veces intervino tocando varios instrumentos en los discos de los “Fab Four” y, sobre todo, les tuvo una enorme paciencia: eran difíciles de interpretar, como una vez le sucedió, las sugerencias de Lennon, que quería que un tema sonara como una naranja, o que su voz se oyera como si viniera de la Luna. Tampoco le fue fácil lidiar con el obsesivo McCartney, que le discutía cada nota de sus arreglos, y hasta se atrevía a cambiarlos.
A George Martin le debemos la satisfacción infinita de haber podido escuchar a Los Beatles. Tuvo el coraje de contratarlos cuando nadie pagaba nada por ellos. Y valió la pena.
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