“¿Quién se ha robado mi pene?” Síndrome de Koro: virilidad en repliegue, histeria social y manipulación geopolítica

Un brote de pánico por una supuesta ola de robo de penes en la República Centroafricana derivó en arma de propaganda internacional.

Del síndrome de Koro a la desinformación rusa: cómo un miedo ancestral, próximo a una ficción factoide, entró en la guerra por la influencia en África.

Por Alejandro Agostinelli

«Tu pene desaparece después de un apretón de manos». En 2024, esta frase encendió la mecha en la República Centroafricana (RCA). El simple roce con una persona desconocida, casi siempre un hombre de otro grupo étnico o país africano, sería suficiente para esfumar el órgano sexual de la víctima, supuestamente como parte de un ritual para «ganar riqueza o poder». Lo que empezó como un rumor maldito, con ecos de chusmerío de barrio, creció hasta convertirse en una letanía de miedos repetidos, amplificados y deformados y detonó una crisis de pánico colectivo, disturbios callejeros, detenciones y el despliegue de un operativo político-mediático que cruzó fronteras. Así, la idea de perder la hombría dejó de ser una metáfora machista para transformarse en una amenaza mágica en Bangui, la capital y la ciudad más grande de la RCA.

Julien Bonhomme es antropólogo y director de estudios de la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París. Hizo trabajos de campo en Gabón y Senegal, su investigación se centra en el discurso religioso, la circulación transnacional de rumores y la producción y recepción de información periodística. Es el autor de Le Miroir et le Crâne . Parcours initiatique du Bwete Misoko (ediciones CNRS, 2006); Les Voleurs de sexe. Anthropologie d’une rumeur africaine (Seuil, 2009); La ofrenda de la muerte. Une rumeur au Sénégal (ediciones CNRS, 2017 – con Julien Bondaz); Le Champion du quartier. Se faire un nom dans la lutte sénégalaise (Mimésis éditions, 2022).

La controversia surtió de nutrientes a un caso de histeria colectiva que, según analistas del fenómeno, pareció estar al servicio de una campaña de desinformación y manipulación geopolítica, entre la historia de terror oral y el relato mítico, basado en el llamado Síndrome de Koro o Síndrome de Retracción Genital, como es conocido el miedo irracional a la retracción de penes o, lisa y llanamente, robo de penes, una antigua ordalía de pánico registrada por primera vez en China hace más de dos milenios. En términos clínicos y sociales, es un cuadro psico-sociopatológico inscripto entre los trastornos culturales, documentado por médicos y antropólogos desde mediados del siglo XX. Originalmente descripto en poblaciones del sudeste asiático, el síndrome fue luego identificado en distintas partes de África y, más recientemente, en comunidades urbanas expuestas a altos niveles de estrés, desigualdad o miedo social.

El Koro es la creencia angustiante de que los genitales u otras partes del cuerpo se están retrayendo, desapareciendo o siendo absorbidos hacia el interior, lo que genera ataques de pánico intenso, síntomas psicosomáticos e incluso comportamientos violentos. «Tras el susto inicial, la persona presuntamente asaltada da la alarma, y en un lugar público, una multitud se reúne y ataca al presunto culpable con violencia, llegando a lincharlo», explica el antropólogo francés Julien Bonhomme, autor de Les Voleurs de sexe. Anthropologie d’une rumeur africaine (Ladrones sexuales. Antropología de un rumor africano, Seuil, 2009). En ocasiones, esos ataques llegan a escalar. Pueden incluir una contraofensiva como la visita al barrio y posterior incendio de la vivienda del supuesto ladrón, quien, a su vez, puede ser acusado de «fraude» o «charlatanismo» por autoridades policiales o judiciales. Las consecuencias de estos rumores, en suma, pueden ser devastadoras.

La ansiedad generada por estos episodios no es espontánea. La combinación de pobreza estructural, conflictos políticos, tensiones étnicas, un débil sistema de salud mental y refuerzo mediático, crea el contexto para impulsar y expandir un rumor de estas características.»

En el caso centroafricano, la policía debió intervenir tras múltiples denuncias de «pérdida de genitales» o, mejor, «pánico por pérdida de genitales», supuestamente sucedidas en espacios públicos. En barrios de Bangui, la capital de la RCA, hubo hombres linchados o atacados bajo la sospecha de ser «ladrones de penes», un acontecimiento de violencia mágico o espiritual que ya había sido informado años antes en Nigeria, Ghana y Burkina Faso.

En África, recuerda Bonhomme, el rumor nació en el norte de Nigeria en 1970, país del que se terminó retirando «por su diversidad cultural, está más poblado y es el más urbanizado del continente». A mediados de la década de 1990 empezó a circular por el resto de África, expandiéndose desde 2019 hacia una zona que abarca Mauritania en el norte, hasta Sudán en el este y la República Democrática del Congo en el sur. Si bien es difícil establecer las causas de estos rebrotes, el antropólogo se inclina a explicarlos por sus componentes xenófobos. Christian Seignobos, en cambio, cuestiona la tesis de Bonhomme porque, según él, descuida los orígenes del fenómeno en Nigeria, cuyo impacto en la región debió obedecer, presume, a factores tales como los conflictos religiosos y la desconfianza social, donde hay tribus estigmatizadas como niamri (antropófagas) o «bebedoras de almas».

¿CAMPAÑA RUSA CONTRA FRANCIA?

El último ramalazo de esta fantasmática oleada se distinguió por su rápida apropiación por parte de medios vinculados a la propaganda rusa en África, en el marco de la creciente disputa geopolítica por la influencia en la región.

El sitio Bamada.net, con base en Malí y con antecedentes de difundir contenidos pro-rusos, publicó una nota que transformaba el rumor local en una acusación directa contra Francia, el ex poder colonial.

Según esta versión, el gobierno francés puso en marcha un (bajemos la voz) programa secreto llamado «Proyecto Repoblación». ¿Su objetivo?  «Robar genitales africanos para solucionar la crisis de fertilidad en Francia». Incluso se vinculaba al presidente Emmanuel Macron como responsable directo.

La estrategia detrás de esta tremebunda campaña encaja en un patrón ya identificado por observatorios internacionales: el uso de falsas noticias como arma de guerra híbrida, especialmente en países africanos donde la presencia militar o económica de Rusia busca desplazar la influencia de las potencias occidentales.

KORO: MIEDO, CUERPO Y PODER

El síndrome de Koro es un trastorno psiquiátrico y, sobre todo, cultural que provoca en quien lo padece la convicción de que sus genitales se están esfumando o retrayéndose hacia el interior del cuerpo. En los hombres, existe el temor a que el pene se encoja hacia el abdomen, y en las mujeres, si bien lo es en una minoría de casos, lo que les domina es el miedo a que la vulva y los senos se retraigan hacia el abdomen y el pecho, todo ello con riesgo de muerte. La vagina se puede «sellar» para imposibilitar las relaciones sexuales, pero también para impedir dar a luz.

Asociado a contextos de ansiedad social y cultural, el fenómeno ha sido documentado en África y Asia, especialmente en situaciones de crisis o alta tensión comunitaria. En el caso centroafricano, este pánico colectivo se relacionó con sitios vinculados a la propaganda rusa, que transformaron el rumor en una acusación delirante contra Francia. Esta estrategia encaja en una lógica de guerra informativa, donde el miedo local se usa para debilitar la influencia occidental en África.

El origen de la palabra Koro es incierto. Pero se cree que deriva de la palabra malaya kura, que significa cabeza de tortuga, un guiño sobre la capacidad de estos reptiles de retraer su cabeza dentro de su caparazón.

Esta epidemia endémica del “robo sobrenatural de genitales” de origen cultural parece haberse extendido en partes del este y sudeste asiático y de vez en cuando aparece en el resto del mundo. Se la menciona por primera vez en China, donde es conocida como suo-yang en el más antiguo texto médico El Canon de Medicina Interna del Emperador Amarillo, que data aproximadamente del 300 a. C. A lo largo de los siglos, descripciones similares reaparecen en diversos volúmenes médicos chinos, y la idea persiste como creencia popular entre algunas otras regiones de Asia.

Por cierto, adquiere coloridas diferencias según la región afectada. En Singapur, en 1967, el pánico de la contracción genital surgió de rumores en torno a la carne de cerdo, supuestamente envenenada tras una inoculación de peste porcina. Brotes similares en la región de Guangdong, China, se han relacionado con un supuesto avistamiento de la bella Hu Li Jung, un espíritu zorro ladrón de genitales que, tradicionalmente, se cree que vaga por el campo en busca de víctimas masculinas.

PÁNICO GENITAL: DESINFORMACIÓN, CONSPIRANOIA Y ANSIEDAD SOCIAL

En octubre de 2024, un artículo publicado por un diario nigeriano, titulado Los residentes locales denuncian la participación francesa en la crisis de los genitales desaparecidos en RCA, aseguró que, pese a la ausencia de evidencias, la incógnita sobre la desaparición o retraimiento peneano permanece.

Todas estas historias se llaman conspiraciones, supersticiones y cuentos chinos. Pero en 2024, tenemos la experiencia suficiente para darnos cuenta de que lo que hoy se llama conspiración podría convertirse en conocimiento común mañana. En los últimos años, hemos visto las entonces llamadas teorías conspirativas disparatadas sobre la participación de la élite occidental en secuestros de niños, orgías masivas, homosexualidad desenfrenada y rituales satánicos. Todo resultó ser un hecho.”

El redactor acusaba de la conspiración a “la decadencia moral de los países occidentales “ y a los servicios de inteligencia franceses, “llenos de odio neocolonial y envidia hacia los africanos, utilizan innovaciones nanotecnológicas secretas para robar penes a hombres africanos y así revertir la extinción de los europeos que no desean tener hijos. Por muy descabellado que parezca, la realidad es aún más aterradora.”

Para este medio, existen «verdades ocultas»… peores que la acusación.

Pese a lo espectacular del relato, la campaña no tuvo suficiente impacto. Solo un 16% de la población encuestada en redes sociales se mostró a favor de la teoría del «robo francés de penes». Tras la presión de medios internacionales y verificadores de datos, Bamada.net retiró la publicación. Así explicó el fracaso Bonhomme:

Una fake news puede tomar elementos de un rumor, pero transformar una noticia falsa en un rumor que se viralice requiere un proceso más largo, con anclaje emocional y social previo.»

En otras palabras, la eficacia de la desinformación tiene límites cuando choca con la realidad emocional y cultural de los destinatarios.

El episodio deja varias enseñanzas. Por un lado, el síndrome de Koro es un ejemplo paradigmático de cómo el cuerpo se convierte en escenario de conflictos sociales y psíquicos, donde se relacionan la sexualidad, la identidad y el miedo. Por otro, en el siglo XXI la guerra de la información aprovecha sin el menor pudor los terrores más íntimos y viscerales con fines geopolíticos, en este caso deslegitimar Francia y desplazar su influencia en África central y occidental en el marco de una batalla simbólica. Lo que en otro contexto podría haber quedado como una olvidable anécdota local, aquí fue tratado como material de propaganda estratégica.

En tiempos de ansiedad social global y redes sociales descontroladas, los miedos culturales profundos (pérdida de masculinidad, colonialismo, exterminio demográfico) pueden ser activados con una consigna viral capaz de combinar pánicos contundentes con la retórica de guerra híbrida, propia de las campañas de desinformación tradicional.

Al mismo tiempo, y siguiendo a Bonhomme, el espeluznante rumor del robo de penes puede estar vinculado a una cierto repliegue de la masculinidad, «dado que expresa de forma dramática las inquietudes relacionadas con el estatus de la virilidad en las sociedades africanas contemporáneas». El protagonismo que tiene la contracción genital puede obedecer a motivaciones más empíricas: si el pene realmente se ha encogido, o si la presunta víctima ha quedado impotente, la situación es un supuesto corredizo, inverificable, que se sustrae de todo intento de comprobación.

Esto no significa desvalorizar el costado sobrenatural del conflicto. «Aquí encontramos las motivaciones que solemos atribuir a la brujería. Existe la idea de que las élites gobernantes están dispuestas a sacrificar a la gente común, a los más desfavorecidos, por fines egoístas mediante medios ocultos. Esto forma parte de una reflexión política sobre las relaciones entre dominados y dominadores, entre pobres y ricos», reflexiona Bonhomme, uno de los pocos antropólogos que se adentraron en las espesuras del fenómeno.

El episodio, sobrevolando el contexto general, muestra cómo ciertos relatos pueden secuestrar emociones colectivas y volverse armas poderosas, capaces de romper vínculos históricos y fabricar enemigos aprovechando creencias al límite de lo verosímil. Lo que se desvanece, entonces, no es solo el órgano tan querido, sino la capacidad de distinguir entre las cosas que pasan, o se nos informan, y manipulación. Estas técnicas, afortunadamanete, no siempre son efectivas.

“Los corresponsales dicen que las turbas han atacado a individuos acusados ​​de utilizar magia para robar penes de hombres” (BBC, 27/11/2001)

FUENTES

Ellsworth Toohey, Penis theft panic in Africa reveals Russian propaganda campaign against France, en Boing-Boing, 30 de junio de 2025

Locals allege French involvement in CAR missing genital crisis, en The Nation On Line Eng, 28 de octubre de 2024.

Christian Seignobos, «Bonhomme Julien, 2009, Ladrones sexuales. Antropología de un rumor africano» , Journal des africanistes, 83-1, 2013, 1 de abril de 2014.

«Sexes volés et crise de la masculinité : anthropologie d’une rumeur africaine», en ConspiracyWatch, 27 de septiembre de 2019.

Strong, Y. N., Cao, D. Y., Zhou, J., Guenther, M. A., Anderson, D. J., Kaye, A. D., Blick, B. E., Anandi, P. R., Patel, H. Y., & Urits, I. (2022). Koro syndrome: Epidemiology, psychiatric and physical risk factors, clinical presentation, diagnosis, and treatment options. Current Psychiatry Reports, 24(4), 121–128.

Benin alert over ‘penis theft’ panic, en BBC News: 27 de noviembre de 2001

Historias de los pánicos del pene. En Forums Forteana. Septiembre de 2002.

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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