Hoy, Bruno Renss rompe el silencio y admite que aquel extraño despegue presenciado el 24 de abril de 1964 por el sargento Lonnie Zamora fue producto de un experimento estudiantil, “que no fue ninguna broma”.
El periodista chileno Patricio Abusleme publica en Factor su entrevista inédita al exalumno del New Mexico Tech que, asegura, detonó la famosa historia plativolista.
Esta es la tercera de una serie de notas dedicada al Caso Socorro, iniciada este año con un artículo de Heriberto Janosch y seguida por otro firmado por Kevin J. Ashley, el ingeniero en minas que escuchó por primera vez el testimonio de Renss.
Gracias a su tardía confesión, el testimonio de Bruno Renss no solo desarma un episodio cargado de misterio, sino que nos expone al absurdo: cómo un traspié menor, empujado por el azar, puede escalar hasta convertirse en leyenda.
MURAL EN SOCORRO. Obra que conmemora al oficial D. Lonnie Zamora de la artista Erika Burleigh. Calle Park, a una milla al sur de la Plaza en Socorro, Nuevo México. Acrílico sobre estuco, 15 x 42 pies (2012).
Patricio Abusleme es el único periodista que logró entrevistar a Bruno Renss, quien declaró que el 24 de abril de 1964, la misma tarde en que el oficial Dionicio Lonnie Zamora (1933-2009) presenciaba el supuesto despegue de un OVNI en el desierto de Socorro, él y al menos un compañero, ambos de unos 22 años, realizaban un experimento con dinamita. Según su testimonio, lo que el policía observó por azar habría dado origen al famoso avistamiento plativolista.
Mientras el doctor Heriberto Janosch elaboraba su Informe Preliminar sobre el caso Socorro, se puso en contacto con el ingeniero en minas Kevin J. Ashley, exestudiante del New Mexico Tech que, en 1981, recibió por primera vez el testimonio de Bruno Renss, por entonces su compañero de trabajo. El relato surgió durante una conversación informal entre ambos sobre el avistamiento.
Esta versión le permitió a Ashley desarrollar su propia hipótesis sobre lo ocurrido, procurando respetar tanto el testimonio de Zamora como los datos que le proporcionó Renss. Su trabajo, que envió a ufólogos como Kevin Randle, Anthony Bragalia y al programa Unsolved Mysteries, permaneció inédito hasta que Janosch le pidió autorización para publicarlo en Factor.
Hoy, a 61 años del caso, publicamos, en exclusiva, la entrevista completa realizada a Bruno Renss por Patricio Abusleme el 2 de mayo de 2023.
El periodista chileno conservó este material durante dos años, mientras buscó diferentes formas de obtener nuevos testimonios u otras confirmaciones. Como hasta la fecha eso no ha sucedido, considerando que esta publicación podría ayudar a reunir nuevos elementos, Abusleme decidió que era un buen momento para difundir el material.
Nunca será suficiente nuestra gratitud por elegir a Factor para hospedar el fruto de su esfuerzo.
La entrevista se realizó en una conversación telefónica relajada y amigable. Bruno Renss (hoy una persona de 83 años de edad *) dio detalles de los acontecimientos que sucedieron desde su punto de vista y ofreció clarificadores pormenores sobre los eventos que rodearon el incidente.
Abusleme se había comunicado previamente con Bruno por correo electrónico. El objetivo de la entrevista era aclarar varios aspectos del relato de Lonnie Zamora, especialmente en relación con el experimento que Bruno afirmó haber realizado ese mismo día junto con su amigo (¿o amigos?).
Gran parte de sus preguntas estuvieron orientadas a esclarecer el relato de Zamora, quien, al cabo de observar una explosión en el desierto, consideró haber visto un automóvil volcado y dos figuras cerca de aquello que él no logró identificar pero que ufólogos, medios e incluso algunos investigadores oficiales asociaron rápidamente con el fenómeno OVNI.
Bruno aclaró que no había ningún vehículo volcado en el área y que ellos usaban un jeep que en ese momento estaba escondido, por lo que Zamora no lo pudo haber visto. También detalló que, tras la explosión, el lugar se llenó de humo, lo que podría haber agregado cierta confusión a la visibilidad de Zamora, más desde el momento en que perdió sus anteojos.
Mientras el oficial describió el avistamiento como un OVNI con seres alrededor, Renss niega cualquier presencia de una nave o figuras extrañas. Para él, la visión de Zamora fue resultado de un malentendido debido a la explosión y las condiciones de visibilidad.
A lo largo de la conversación, conoceremos los detalles del experimento y podremos evaluar la posibilidad de que algo relacionado con éste pudiera haber confundido a Zamora.
Bruno Renss desechó cualquier intento por tender una trampa a Zamora. Por el contrario, explicó que pretendieron probar los efectos de la dinamita y el nitrato de amonio en el terreno con fines técnicos relacionados con su trabajo en minería y sin poner a nadie en peligro: ellos estaban lo suficientemente alejados de la explosión para garantizar su seguridad y el experimento fue ejecutado en un área desértica, lejos de las rutas principales.
Ningún elemento en sus respuestas sugiere que el experimento fuera diferente al relato que presentó, reforzando la idea de que no hubo ningún tipo de engaño o mala intención. Al mismo tiempo, Bruno destacó que Zamora describió su propia perspectiva del incidente. Tras la explosión, los experimentadores se retiraron del sitio sin notar la presencia de Zamora hasta que vieron a su coche acercándose. No se involucraron directamente con él y no supieron que él había observado la explosión hasta varias horas después.
Mientras el autor del reportaje intentó confirmar las posibles explicaciones alternativas a la historia que Zamora proporcionó en 1964, las respuestas de Bruno fueron consistentes con su relato sobre los experimentos y su interpretación de los hechos: que el caso fue un malentendido derivado de pruebas sobre cómo diferentes tipos de explosivos afectaban al terreno, siendo el resultado de las explosiones, y no algo relacionado con extraterrestres, lo que vio Zamora.
Para el experimento, dice Renss, usaron dinamita y nitrato de amonio, los explosivos más comunes en minería. El hoy anciano exestudiante del NM Tech describió el proceso técnico de cómo el explosivo fue insertado en perforaciones específicas en el suelo, lo que les permitió controlar la forma de la explosión. Las investigaciones posteriores buscaron radioactividad y combustible en el área, no residuos de explosivos, y el caso quedó abierto.
Según Renss, el objetivo del experimento era probar los efectos de los explosivos en un entorno controlado, sin haber previsto que su actividad iba a generar alguna confusión o relación con OVNIs.
De esta excelente entrevista de Abusleme emerge un relato novedoso, provisto por una persona que recuerda muchos detalles que, a sesenta y un años de los hechos, tienden un manto de dudas donde antes hubo expectativa de “revelación extraterrestre”, dio pávulo al sensacionalismo y rompió un dique de fantasías en ausencia de información contrastable.
Así de prosaico y de fascinante todo.
Heriberto Janosch & Alejandro Agostinelli
EL CASO LONNIE ZAMORA: UN REPASO (The Albuquerque Journal, 1983)
¿Qué vio Lonnie? El informe OVNI del oficial de policía aún genera preguntas dos décadas después
Bajo el título de arriba, Toby Smith, en un artículo publicado por The Albuquerque Journal el 2 de agosto de 1983, entrevistó a Lonnie Zamora diecinueve años después del incidente. El periodista resumió los recuerdos del policía en los siguientes términos:
Vi una llama en el cielo —de un color azul-naranja— y escuché un rugido. Pensé que podría tratarse de un accidente automovilístico, así que detuve el patrullero y avisé por radio a la central que iba a investigar.
Al acercarme, vi un objeto brillante en el suelo. Parecía de aluminio, blanco contra el fondo del cerro. Tenía lo que parecían patas, como un tren de aterrizaje, y vi a dos figuras pequeñas junto a él, vestidas con mamelucos blancos. Me parecieron niños, o adultos bajos. No los vi moverse mucho, y desaparecieron antes de que el objeto despegara. No vi que subieran al aparato ni nada parecido.
De pronto, escuché un fuerte rugido, como una explosión, y el objeto se elevó en vertical. Tenía forma de huevo y dejaba una cola de fuego mientras subía. Me asusté y corrí a esconderme detrás del coche. No vi puertas ni ventanas, solo la forma ovalada y las patas —creo que eran cuatro.
Yo no dije nunca que eso fuera un platillo volador. No sé qué era. Solo sé lo que vi. Nunca cambié mi historia. Nunca quise publicidad. No soy un hombre de fantasías. No inventé nada. He contado todo lo que tengo que contar.»
El artículo también tomó nota de las investigaciones y reacciones oficiales en torno al caso:
Cuando otros oficiales de policía llegaron, encontraron cuatro marcas profundas en la tierra en el lugar donde Zamora dijo que estaba el objeto. La vegetación cercana estaba chamuscada y todavía humeaba. La Oficina del Sheriff del Condado de Socorro tomó fotografías, y la Base Holloman de la Fuerza Aérea envió investigadores.
Varias semanas después, el gobierno federal clasificó el caso como ‘no identificado’. J. Allen Hynek, consultor científico del Proyecto Blue Book, llegó a Socorro poco después del incidente y entrevistó a Zamora.
Hynek dijo que encontraba a Zamora completamente creíble y que el caso era uno de los más intrigantes en los registros de la Fuerza Aérea. No hubo evidencia de ningún globo meteorológico, helicóptero, aeronave experimental o broma. Ningún material extraño fue recuperado. La historia de Zamora permaneció firme, según Hynek.
Zamora mencionó un signo rojo que afirmó haber visto al costado del objeto durante la experiencia, y aunque el artículo del Albuquerque Journal de 1983 no le da al emblema el énfasis que sí le otorgó en declaraciones anteriores.
Este símbolo fue tan significativo que la Fuerza Aérea se lo hizo dibujar a Zamora y luego le pidió no divulgarlo públicamente para poder verificar la autenticidad de otros informes futuros. Así, el símbolo real permaneció oculto y, años más tarde, se difundieron versiones reconstruidas.
(Recorte rescatado por Lucius Farish en el boletín del U.F.O. Newsclipping Service Nro 16)

ENTREVISTA A BRUNO RENSS, TRANSCRIPCIÓN COMPLETA
P- Hola, hola. ¿Estoy hablando con el señor Bruno Renss?
B- Sí.
P- Hola, ¿cómo está?
B- Bien.
P- Mi nombre es Patricio, soy periodista e investigador. Le envié un correo electrónico hace unos días porque estoy investigando un supuesto aterrizaje OVNI en Socorro, Nuevo México, en 1964.
B- Oh, oh, sí. Está bien.
P- Escuché su nombre en relación con ese caso por parte del señor Kevin Ashley. El señor Ashley me dijo que lo conocía desde los años 80 y que usted había mencionado algo sobre que el supuesto aterrizaje ovni fue un error, que en realidad tenía que ver con usted, que había una explicación, que no era un ovni. Quería preguntarle sobre eso, aclarar si realmente fue así. El señor Ashley me dijo que usted comentó que no se trataba de un ovni, sino que usted y uno de sus compañeros de la universidad, de NM Tech, hicieron explotar dinamita en un barril de metal. Algo así…
B- Sí, eso fue hace mucho tiempo.
P- Sí, lo sé. Pero durante más de cincuenta años, mucha gente ha creído que se trató de un aterrizaje OVNI muy impresionante y bien documentado. Pero si no fue así, creo que sería muy importante que la gente supiera la verdad. Entiendo que en aquel entonces no dijera nada porque podría… podrían haberlo expulsado de la universidad o algo así.
B- No, esto ocurrió fuera de la universidad.
P- Sí, lo sé. Fue en Socorro. Pero intento entender por qué Lonnie Zamora, el policía, describió un objeto con forma de huevo, con una especie de insignia, como si fuera una nave, con patas de aterrizaje y todo eso. ¿Recuerda algo sobre la situación en ese momento?
EL TESTIGO. Hace 61 años, el nombre de Lonnie Zamora quedaría marcado en la historia de la ufología.
B- Bueno, fue sorprendente que se hiciera tanto revuelo, ya que los estudiantes siempre hacían todo tipo de bromas.
P- Sí, pero ¿fue suya? No fue una broma intencionada para engañar a Zamora, ¿verdad? ¿Estaban haciendo otra cosa, divirtiéndose, usted y otro estudiante usando dinamita, y de repente Zamora vio una de las explosiones, tal vez?
B- No. Bueno, en aquellos días, uno podía comprar dinamita en la ferretería.
P- Entiendo. ¿Y estaba con otro estudiante haciéndolo, verdad? ¿O estaba solo?
B- No, no, no. No… no puedo decirlo. No quiero mencionar nada sobre los otros estudiantes.
P- Ah, está bien. Iba a preguntarle su nombre, solo para poder llamarlo y hablar con él, ya sabe.
B- No, no, no. Es una persona muy reservada, así que…
P- Entiendo, entiendo. Es que me impresiona mucho. Esta historia ha estado circulando durante más de 50 años. Y si realmente tiene una explicación lógica, convencional, creo que sería muy importante que se supiera. Incluso sin mencionar su nombre, si no quiere que su identidad sea pública, eso también se podría hacer.
B- Bueno, en realidad no fue nada importante. De hecho, en la universidad, el hombre que estaba a cargo en ese momento, el Dr. Colgate… (*)
P- ¿Sí?
B- Él ya sospechaba de una broma de estudiantes.
P- Entiendo. ¿Pero fue una broma? ¿Fue algo intencionado para engañar a Zamora, o fue otra cosa?
B- No, no fue para engañar a nadie. Solo era un experimento para ver qué pasaba.
P- ¿Sí?
B- Queríamos hacer una explosión que pareciera una nube en forma de hongo, como una explosión nuclear.
P- ¿Y qué hicieron? Escuché algo sobre que pusieron dinamita debajo de un barril, un barril de metal. ¿Fue así o hicieron otra cosa?
B- Bueno, usamos un barril de 55 galones. La dinamita estaba debajo. El barril estaba al revés, con la parte abierta hacia abajo. Y había una bandeja con gasolina. Luego, el explosivo estaba arriba de eso. La idea era que, con el calor del sol, la gasolina se evaporara y luego la explosión encendería todo, creando una gran bola de fuego que subiría al aire como una nube en forma de hongo.
P- Entiendo. ¿Y de dónde sacaron el barril, el objeto de metal que usaron?
B- Bueno, en esa época había de todo por la zona… barriles. Incluso se podían encontrar explosivos en minas abandonadas… lo cual era bastante peligroso porque la dinamita, básicamente, es nitroglicerina empapada en un material de algodón pólvora, casi como un aserrín. Pero cuando envejece, la nitroglicerina puede filtrarse y cristalizarse, volviéndose muy inestable. Podría explotar fácilmente.
EL ESCÁNDALO DEL OVNI. Recreación del avistamiento de Lonnie Zamora en el libro que Ray Stanford escribió sobre el caso en 1976.
P- ¿Era muy peligroso manipular eso, verdad?
B- Bueno, era dinamita nueva. No… pero había que tener cuidado. Había que saber lo que se hacía. Como muchos estudiantes estudiaban ingeniería en minas, aprendíamos sobre eso.
P- Aun así, ¿recuerda si en esa ocasión usaban como overoles blancos?
B- ¿Overoles blancos? No, no. No usábamos nada así…
P- Porque, eh, Zamora, en su relato, dijo que vio dos figuras con overoles blancos. Que él… ¿nadie llevaba overoles ni ropa blanca?
B- No. Solo teníamos jeans azules y ropa normal…
P- Bien.
B- … ropa común.
P- Porque él dijo que las dos figuras le parecieron… podrían haber sido dos adultos pequeños o dos niños grandes, ¿sabe?
B- Mmm-hmm.
P- ¿Recuerda la historia posterior, cuando el periódico El Defensor Chieftain empezó a publicar sobre eso?
B- No. Bueno, algunos de los reporteros inventaron cosas.
P- Sí, entiendo.
B- Sí. Incluso hoy en día, los medios no reportan noticias reales. En cambio, eh… ¿recuerda el caso del asesinato de O. Simpson?
P- Oh, sí, sí.
B- Bueno, había noticias mucho más importantes en el mundo en ese momento, pero nuestros medios… no quieren gastar dinero en ir a otras partes para saber realmente qué está pasando. En cambio, agarran algo sensacionalista con alguna celebridad y hay cientos de ellos ahí con sus cámaras. Y en realidad no hay nada que reportar. Sí, el juicio duró una eternidad y al final estaban informando sobre nada, básicamente.
P- ¿Recuerda la fecha en que sucedió esto? ¿La fecha y la hora del día?
B- Fue, eh… creo que fue por la tarde.
P- ¿Sí?
B- Sí, porque estábamos allí justo alrededor del mediodía, para que la gasolina se evaporara.
P- Bien, bien. ¿Y la fecha, la recuerda?
B- No, fue, eh… bueno, en algún momento de los años 60, porque me gradué de la escuela en 1967.
P- De acuerdo, de acuerdo. ¿Y cuándo ingresó en la escuela? ¿Cuándo llegó al New Mexico Tech?
B- Ni siquiera lo recuerdo, porque antes fui a algunos colegios comunitarios en la zona de Chicago.
P- El barril que usaron para colocar la dinamita, ¿recuerda si tenía alguna marca? Porque Zamora habló sobre una insignia, ¿sabe?
B- Bueno, no quedó mucho del barril. Y en realidad, eh, teníamos un… ¿cómo se llama? Estábamos usando un detonador eléctrico para hacer explotar todo. Y de hecho, no solo teníamos la dinamita, también teníamos un poco de nitrato de amonio.
P- De acuerdo.
B- Pero, eh… no queríamos dejar nada atrás. Así que no esperábamos que un patrullero pasara justo por ese camino, ya que estaba fuera de las rutas habituales.
P- ¿Recuerda si Lonnie Zamora llegó y los vio?
B- Bueno, vimos el coche acercarse, así que decidimos, bueno, eh, detonemos esto y salgamos de aquí. Teníamos un jeep.
P- Ajá.
B- Sí, teníamos un jeep con tracción en las cuatro ruedas, así podíamos atravesar campo traviesa en lugar de quedarnos en el camino. Y en realidad, teníamos una pequeña máquina de detonación estilo militar, que podías sostener en las manos —era de ese tamaño— y girabas la manivela para generar la carga eléctrica. Tenía un mecanismo de magneto.
P- Mmm…
B-Eh, sí. Luego, por supuesto, recogimos todo el cableado de la detonación y los pedazos del barril, los tiramos en el jeep y nos los llevamos. Así que nos sorprendió bastante cuando más tarde nos detuvimos a tomar una cerveza en la taberna de Earl V. Bryan, y vimos el alboroto en la televisión sobre platillos voladores. Y luego, cuando empezaron a describir dónde había sucedido, más o menos adivinamos lo que estaba pasando. Así que volvimos a conducir hasta allí. Y entonces vimos a los reporteros deambulando y especulando: “Oh, miren los arbustos de salvia, se chamuscaron por el despegue del platillo volador.”
P- Entonces todo fue una invención.
B- Sí, un disparate.
P- Sí, es increíble. Porque ese incidente se considera uno de los supuestos aterrizajes de ovnis mejor documentados de la historia.
B- Bueno, no hubo ningún aterrizaje.
P- Sí. Y dijo que se llevaron los pedazos del barril con ustedes.
B- El barril quedó destrozado por la explosión.
P- ¿O sea que el barril…?
B- Se hizo añicos por completo.
P- Bien. ¿Entonces quedaron algunos pedazos del barril en la zona?
B- No lo sé. Puede que sí, pero no nos preocupamos demasiado por eso. Y, bueno, era solo un barril común de 55 galones, como los que usa la industria petrolera para transportar aceite y cosas así.
P- El barril no era blanco, ¿verdad?
B- No creo que lo fuera. No recuerdo realmente de qué color era… pero ¿recuerda que en los años 50 y 60 había muchas revistas para hombres? No las tipo Playboy ni nada de eso, sino esas revistas de aventuras con historias de exploradores.
P- Mm-hmm.
B- Bueno, yo trabajaba en América Central, y había un geólogo allí, un geólogo de Guyana. Y mencionó que, cuando trabajaba en esas zonas, donde se extraían bauxita, oro y plata, a veces se usaban pilotos de avionetas para llevar suministros a parajes remotos.
P- Mm-hmm.
B- Bueno, él decía que se reunía con estos pilotos en las tabernas, y ellos escribían historias sobre ataques de indígenas salvajes en la selva de Guyana, cuando en realidad no había tales indígenas salvajes.
P- Ya veo.
B- Y ellos se reían entre ellos de esas historias, especialmente cuando alguna se publicaba en esas revistas de aventuras.
P- Sí… Volviendo al caso, ¿recuerda cuántas veces detonaron dinamita ese día? ¿Solo una vez?
B- Solo una vez.
P- De acuerdo.
B- Pero, ¿sabe? También trabajábamos para un exalumno de nuestra escuela que estaba explorando antiguas minas. Y ahí usábamos dinamita para abrir nuevas superficies y tomar muestras, para ver si el análisis revelaba algún metal precioso, especialmente oro o plata.
P- Ajá.
B- Bueno, en Nuevo México había muchas minas en la zona. También había un mineral… oh, no recuerdo el nombre… pero se parecía a la turquesa. Tenía un color verde azulado. Sé que algunos estudiantes fueron a una mina que era propiedad de un funcionario de la ciudad. Y había una gran muestra de ese mineral que habría sido bastante valiosa. Intentaron desprenderla con dinamita, pero terminaron destrozándola. Pero no sé quiénes estuvieron involucrados en eso. Lo que sí sé es que algunos de nosotros, los estudiantes mayores, nunca hicimos ese tipo de cosas. No queríamos dañar la propiedad ni causar problemas.
El mineral del que hablaba se llamaba smithsonita.
P- ¿Recuerda si hicieron la misma experiencia antes o después de eso? ¿O fue la única vez?
B- Bueno, eh, en realidad tuve trabajos de verano en Colorado, y… ¿cómo se llamaba esa mina? Trabajé en los veranos como minero subterráneo. Y constantemente hacíamos este tipo de cosas. Como mineros, teníamos que perforar y cargar los barrenos que luego explotaban para abrir las galerías. Era una mina de molibdeno… oh, no recuerdo el nombre de la ciudad cercana.
P- Está bien. No sé si está familiarizado con lo que Lonnie Zamora afirmó haber visto, pero él dijo que después de ver lo que pensó que era una nave despegando del suelo escuchó dos o tres golpes fuertes. ¿Cree que fue el sonido de ustedes subiendo al auto y escapando?
B- No, no, no. Nosotros estábamos escondidos fuera del camino, porque el terreno era montañoso—bueno, básicamente un desierto. Y con el jeep podíamos salir del camino. Así que estábamos escondidos, y podíamos ver el auto acercándose porque, al principio, solo veíamos una gran nube de polvo. Como era un camino de tierra y el suelo era arenoso, se levantaba mucho polvo cuando un coche pasaba. Entonces, cuando el coche se acercó, vimos que era un patrullero. No queríamos que descubrieran lo que estaba pasando, así que decidimos detonar la carga y salir de ahí rápidamente.
P- Entonces ustedes detonaron la dinamita y se fueron corriendo. ¿No esperaron a recoger los restos? ¿O sí recogieron…?
B- No, sí lo hicimos. Porque el patrullero se fue.
P- ¿Se fue?
B- Sí, nos quedamos solos. Así que recogimos todo y nos deshicimos de las cosas. Y de ahí, de alguna manera, nació esta gran historia sobre un platillo volador.
P- Pero el auto… ¿el patrullero se fue inmediatamente?
B- Sí. Se detuvo cuando ocurrió la explosión, el oficial salió del coche por un momento y luego volvió a subir, dio la vuelta y se fue por donde había venido.
P- Entiendo. No tenía la historia clara porque pensé que ustedes habían tenido que escapar, ¿sabe? Pensé que habían salido corriendo…
B- No tuvimos que escapar de nada. Nunca nos vieron.
P- ¿Pero él no los vio después de la detonación? ¿Dijo que su auto estaba escondido en la zona?
B- Sí, nuestro jeep estaba oculto, no podía ser visto. De hecho, en un momento dado en New Mexico Tech vendían vehículos militares de segunda mano. En una ocasión tuve un camión de tres cuartos de tonelada, un weapons carrier, que básicamente era un Dodge Power Wagon. Eran vehículos sobrantes de la Segunda Guerra Mundial. De hecho, eran tan rudimentarios que no tenían una caja de transferencia real para la tracción en las cuatro ruedas. Solo podían usarse en dos o cuatro ruedas motrices. Las llantas eran bastante grandes y tenían un anillo de metal con… no recuerdo cuántos tornillos sujetando la rueda al cubo.
P- Sí, sí.
B- Algunos otros estudiantes compraron cosas así en las ventas de excedentes de New Mexico Tech. Se hacían experimentos en un área restringida dentro del campus, donde no se permitía el acceso. Creo que incluso ahí desarrollaron minas Claymore, las que se usaron en Vietnam.
P- Sí, sí, he oído hablar de eso. Y dijo que cuando Zamora se acercó, ¿ustedes estaban fuera de su vista? ¿Se escondieron?
B- Oh, sí, estábamos fuera de su vista.
P- ¿Se escondieron dentro del auto o alrededor del auto? ¿Entraron al auto cuando él se acercó?
B- Eh, oh, bueno, teníamos el jeep. Así que era, eh, no era, eh, era un jeep abierto, en realidad.
P- De acuerdo. Entonces, ¿no abrieron ni cerraron puertas ni nada?
B- No, no. Eh, en realidad era un jeep viejo. Y bueno, creo que era un CJ4, CJ6. Pero en aquellos días, los, eh… los jeeps Willys… no recuerdo si todavía eran Willys en ese momento o no… pero, eh, en esos días los jeeps eran mucho más simples que los Wrangler de hoy. Ahora tienen tableros acolchados y todo eso, pero en esos días eran solo láminas de metal.
P- Muy bien. Dijo que Zamora se fue, que regresó por donde vino. ¿Recuerda cuánto tiempo se quedaron? ¿Solo el tiempo necesario para recoger los cables y otras cosas que tenían? ¿Y luego se fueron?
B- Solo recogimos eso, lo que no tomó mucho tiempo. ¿Qué habrá sido? Entre diez y quince minutos. Luego puse las cosas en el jeep y nos fuimos.
P- De acuerdo. Entonces, ¿nadie los vio allí?
B- No.
P- Muy bien. Dijo que su compañero, el otro estudiante, es muy reservado, ¿no? Después del incidente, en los años siguientes, ¿Estuvieron en contacto? ¿Todavía está en contacto con él?
B- Bueno, los dos terminamos nuestros estudios. Y él en realidad era un estudiante de posgrado. Pero, sí. Luego entramos en la industria minera. Y ambos teníamos experiencia en minería, porque, como estudiantes, trabajamos en empleos relacionados con la minería. Como mencioné, trabajé en la Climax Molybdenum Company y en una mina subterránea a más de 10.000 pies de altitud.
P- ¿Nunca trabajó en Chile, en Sudamérica?
B- Bueno, más tarde trabajé en Centroamérica, en Nicaragua.
P- De acuerdo. Porque soy de Chile y hay minas de cobre muy grandes en el norte del país.
B- Oh, sí, sí.
P- ¿Cuándo fue la última vez que tuvo noticias del otro estudiante? ¿Volvió a hablar con él?
B- No, perdimos el contacto con los años. Mantengo contacto con algunos excompañeros, pero no con muchos. Estuve desconectado porque trabajé en Centroamérica. Eso fue muy interesante. Y luego regresé a Estados Unidos y volví a trabajar en Nuevo México por un tiempo, en minas de uranio.
P- ¡Wow!
B- Trabajé cerca de Grants, Nuevo México, y Gallup, Nuevo México, que es territorio navajo. Pero la empresa minera tenía un acuerdo con los navajos para explotar la mina, y ellos recibían una cantidad de dinero además de oportunidades de trabajo para los navajos.
P- Sí. Esperaba que hubiera mantenido el contacto con el otro estudiante para que pudiera hablar con él y tal vez convencerlo de hablar conmigo. Estoy muy interesado en aclarar los hechos.
B- La última vez que supe de él intenté contactarlo, pero nunca pude. Tuvieron una tragedia familiar. Creo que su esposa murió o algo así. Así que nunca volví a saber de él.
P- Sí, sería increíble poder hablar con él. Lo que me está contando es fascinante.
B- Sí. Ni siquiera sé si sigue vivo. Porque yo ya tengo 82 años.
P- Sí. Mi padre tiene casi 86. Cumplirá 86 en junio. Así que es de su generación.
B- Sí.
P- Y Lonnie Zamora murió en 2009, creo.
B- Sí. Recuerdo que en Chile hubo, no recuerdo el año, pero hubo un accidente minero donde unos mineros quedaron atrapados bajo tierra.
P- Oh, sí, eso fue en 2013, creo.
B- Sí, esa fue, eh, creo que una mina de oro.
P- Creo que era una mina de oro, y 33 mineros fueron rescatados con vida.
B- Bueno, en realidad, en una de las minas de uranio donde trabajé, diseñé un túnel de escape similar al que usaron en Chile.
P- De acuerdo.
B- Porque solo se podía sacar a una o dos personas a la vez, creo. Y el que diseñé tenía unos frenos de seguridad para que, en caso de que se rompiera el cable o algo fallara, la cápsula no cayera, permitiendo que la gente aún pudiera ser rescatada.
P- Usted dijo que se graduó en la universidad en el ‘67, ¿cierto?
B- Sí.
P- Y lo de Zamora ocurrió en 1964.
B- Sí.
P- Entonces, entre el ‘64 y el ‘67, ¿alguna vez le confesó a otros estudiantes que fueron ustedes los que…?
B- No, no. Nunca le contamos a nadie.
P- Pero Colgate, de todas formas, ¿creía que fue una broma?
B- No, no. Nosotros decidimos simplemente quedarnos callados y no decir nada.
P- Ya.
B- Y claro, algunas de las otras cosas en las que la gente pensaba que había visto platillos voladores… bueno, hay que recordar que en White Sands hay un área restringida donde el gobierno hacía todo tipo de experimentos con cohetes.
P- Sí.
B- Creo que esos cohetes estaban destinados a —no estoy seguro— uso antiaéreo, algo tipo superficie-aire. Y de hecho, más tarde, cuando trabajé en Nuevo México, en los años 70, tenía una licencia de piloto privado y compré un avión.
P- Oh.
B- Un Cessna. Un Cessna Skyhawk. Y ocasionalmente volábamos de Albuquerque a El Paso. Porque tenía amigos en ese tiempo, algunos mayores que yo, que también tenían licencia de piloto. Y volábamos a El Paso porque uno de ellos se mandaba hacer trajes en Juárez, México. Y había un supermercado grande donde comprábamos regalos, y también una panadería un poco más abajo donde se podían comprar panecillos con costra dura recién salidos del horno, aún calientes. Así que hacíamos cosas así. Y luego, volando de Albuquerque a El Paso, se podía atravesar parte del área restringida de la base de misiles de White Sands durante los fines de semana. Pero aun así había que evitar ciertas zonas. Había solo una pequeña porción por la que podías pasar. Pero durante la semana, cuando hacían experimentos, si querías volar de Albuquerque a El Paso, tenías que seguir la autopista, porque estaba lo suficientemente lejos del campo de misiles como para estar a salvo.
P- Mmm, ya veo. Sí. Bueno, estoy muy agradecido de poder hablar con usted, porque, como le dije, esta historia fue muy importante en la literatura sobre ovnis. No sé si lo sabe, pero después de que Zamora reportó lo que vio, el Proyecto Blue Book fue a Socorro. Y creo que el FBI también estuvo presente en el lugar. Fue una gran noticia en ese entonces.
B- Bueno, sí. Fue una gran confusión, ¿sabe? Desde que dejé la universidad y me fui a trabajar a Centroamérica perdí completamente el contacto con lo que pasaba en Socorro. Y claro, ahora la universidad ha crecido tanto que ya no se reconoce en comparación con lo que era antes.
P- Sí. ¿Alguna vez regresó al sitio cuando trabajó en Nuevo México o volvió a Socorro?
B- No. Solo tengo un amigo en Socorro, un estudiante que conocí, y lo he visitado ocasionalmente en años recientes. Pero cuando regresé a Socorro, ya no pude reconocer nada. Ha cambiado muchísimo.
P- Sí.
B- Porque la universidad allí, el New Mexico Institute of Mining and Technology, en mis tiempos de estudiante había, creo, entre 550 y 600 alumnos. Ahora son muchos más. Creo que hay varios miles de estudiantes ahora. Y muchas residencias nuevas. Las antiguas han desaparecido. Ha cambiado por completo.
P- Sí.
B- Todavía tienen la gran exhibición de minerales. Pero también ha crecido bastante. Es mucho más grande ahora. Así que sí, ahora hay cosas para que los turistas vean en el campus. Es tan diferente.
P- Sí. ¿Alguna vez sintió la necesidad de aclarar la historia? ¿De hablar con El Defensor Chieftain, por ejemplo? Ese periódico que publicó la historia de Zamora. ¿Nunca pensó en decirles “fui yo”?
B- No. De hecho, cuando visité a un amigo allí —quien también era estudiante en ese entonces y con quien tomé muchas clases de minería— realmente no hablamos de eso. Solo hablamos de nuestras vidas actuales. Seguimos en contacto. Pero cuando fui a visitarlo, tuvo que encontrarme en un lugar específico en Socorro para llevarme hasta su casa, porque yo ya no tenía idea de cómo eran las calles. Han cambiado. Socorro creció, pero creo que ahora está en declive. No estoy seguro de qué está pasando allí.
P- Bueno, el mayor empleador ahora es la universidad.
B- Sí.
P- ¿Alguna vez le contó esta historia a su familia? ¿A sus hijos, tal vez?
B- No, realmente no.
P- Y en aquel entonces en Socorro, cuando estaban haciendo los experimentos con dinamita y llegó Lonnie Zamora, ¿ustedes no tenían un globo con ustedes, verdad?
B- ¿Qué? ¿Un globo?
P- ¿Un globo grande?
B- No, no.
P- Porque hay un investigador —creo que ha hablado con usted en el pasado—, Anthony Bragalia. Él cree que fue una broma y que los estudiantes usaron un globo, un globo blanco grande.
B- Sí, escuché eso. Sabía que algunos estudiantes habían usado globos en aquel entonces. Ponían mecha de seguridad en la dinamita con el detonador y los enviaban al aire. Pero eso era una tontería. Nosotros éramos un poco mayores y teníamos experiencia en minería, así que no nos metíamos en estupideces como esa. Eso era peligroso para la gente. Nunca se podía saber dónde aterrizarían esas cosas o qué podría pasar.
P- Pero la explosión con el barril también era peligrosa, ¿verdad? ¿No podían haber sido alcanzados por la metralla?
B- Sí —bueno, no. Lo hicimos en pleno desierto y fuera de ese camino de tierra. Era un área segura donde no podía lastimar a nadie.
P- De acuerdo. Pero…
B- De hecho, estaba lo suficientemente lejos como para que la gente en Socorro ni siquiera pudiera escuchar la explosión o verla.
P- Pensé que podría haber sido peligroso para ustedes. Tal vez podrían haber sido alcanzados por la metralla o algo así.
B- No, no. Fuimos bastante cuidadosos. Teníamos un cable de detonación bastante largo.
P- Muy bien.
B- Así que no estábamos cerca de la explosión. Y, en realidad, la dinamita o cualquier explosivo que se usara —bueno, la dinamita y el nitrato de amonio eran los dos grandes explosivos utilizados en minería. Y bueno, algunas de las cosas que se ven en las películas del oeste, donde lanzan un cartucho de dinamita y todo explota —bueno, eso es falso. La dinamita realmente no puede destrozar nada a menos que esté contenida. Por ejemplo, en la minería, en los barrenos de perforación, la dinamita estaba contenida, por lo que la presión de la explosión rompía la roca. Pero aun así, los patrones de perforación debían estar diseñados de tal manera que se pudiera usar un agujero de alivio —generalmente se perforaban cuatro agujeros bastante juntos y uno en el centro que quedaba vacío, sin dinamita. Entonces, los agujeros con dinamita fracturaban la roca hacia el centro y luego la explosión expulsaba un espacio más grande. Y luego el resto de la dinamita —por ejemplo, en un túnel— rompía las rocas hacia ese espacio vacío. También se podía hacer un corte en V, en el que la perforación iba en línea recta en el túnel, pero luego los agujeros de perforación se inclinaban hasta formar una V en el centro. Primero se hacía explotar la V, y luego se detonaban los lados en sucesión, porque los detonadores eléctricos tenían temporizadores.
P- Entonces, ¿utilizaron uno de esos para detonar la dinamita?
B- Sí. Bueno, usamos un detonador eléctrico.
P- Y cuando Lonnie Zamora llegó al lugar, él dijo que vio algo que creyó que era un auto volcado. Pensó que se trataba de un accidente.
B- No, no, no. No había ningún otro vehículo en la zona. Estábamos allí con nuestro jeep. Y, bueno, todo lo que vio Zamora fue esa gran bola de fuego. Y luego, cuando la llama se disipó, solo quedó una gran nube negra que se fue hacia arriba.
P- Recuerdo que dijo que vio algo que creyó que era un auto volcado y pensó que era un accidente. También mencionó que vio dos figuras alrededor de lo que supuestamente era ese auto.
B- No sé… tal vez había algún auto viejo en la zona, pero no lo recuerdo.
P- ¿Recuerda el color de su jeep?
B- El jeep estaba escondido. Zamora no pudo haberlo visto. Creo que era de un color rojizo, pero era un tono muy apagado. No brillaba en absoluto. Era, ya sabe, un color muy opaco.
P- Y cuando vio a Zamora acercarse, ¿ustedes estaban cerca del barril metálico, o estaban lejos cuando él llegó?
B- Oh, estábamos a una distancia segura para que no nos pasara nada. Y el lugar donde hicimos el experimento estaba lo suficientemente alejado del camino como para que nadie en la carretera pudiera resultar herido. Estaba lo suficientemente lejos.
P- ¿Y la explosión dejó algún rastro en el suelo, como un cráter o algo así?
B- Oh, no.
P- ¿Nada parecido a un cráter?
B- No, no hubo ningún cráter ni nada por el estilo. Solo hubo algunos —bueno, ¿cómo se llama eso? arbustos secos, tipo tumbleweed, que quedaron chamuscados por la explosión. Pero la explosión no penetró en la tierra porque, claro, el explosivo siempre buscaría el área más débil para salir. Por eso, cuando en las películas muestran que alguien lanza un cartucho de dinamita y la casa entera se derrumba, eso es un completo disparate. Si el explosivo estuviera contenido dentro de la casa, sin una salida, la presión buscaría un escape y destrozaría todo. Pero en nuestro caso, si hubiéramos perforado un agujero en el suelo e insertado dinamita, sí habría dejado un cráter o un agujero. Pero si solo lo colocas en la superficie, no deja nada.
P- De acuerdo. ¿Recuerda si había plantas o arbustos en la zona que pudieran haberse incendiado por la explosión?
B- No, no. Básicamente era un terreno desértico. Había un poco de arbustos de salvia o algo parecido creciendo ahí. Pero no había nada que pudiera incendiarse.
P- Bien. De acuerdo. Muy bien. Oiga, muchas gracias por su tiempo. Hemos estado hablando durante una hora, ¿sabe?
B- Sí. Bueno, tengo que irme ahora. Estoy haciendo algunas reparaciones en la casa—bueno, no reparaciones, sino remodelaciones.
P- Le agradezco muchísimo. Ha sido un honor. Le escribiré un correo electrónico.
FIN DE LA DESGRABACIÓN
(*) En la primera versión de este post omitimos el apellido de Bruno Renss (lo llamamos «Bruno R»). Patricio Abusleme, autor de la entrevista, reconsideró el anonimato del testimoniante ya que Bruno, en realidad, no le pidió mantener su nombre en reserva.
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Entrevista a Bruno Renss (2023) Por Patricio Abusleme ©
Entrevista realizada en 2023 por Patricio Abusleme a Bruno Renss, exalumno del New México Tech, donde revela que el 24 de abril de 1964 fue parte en las afueras de Socorro de un experimento con explosivos que, incidentalmente, dio lugar al famoso testimonio de Lonnie Zamora.

ORIGINAL AUDIO / DOWNLOAD
Bruno Renss Interview (2023) By P Abusleme ©
Interview conducted by Patricio Abusleme on 2023 with Bruno Renss, a former New Mexico Tech student, in which he reveals that on April 24, 1964, he took part in an explosives experiment on the outskirts of Socorro that incidentally led to Lonnie Zamora’s famous testimony
(*) Nota del Editor: Stirling A. Colgate (1925-2013) fue un físico nuclear del Laboratorio Nacional de Los Álamos y profesor emérito de física en el Instituto de Minería y Tecnología de Nuevo México desde 1965 a 1974, que también presidió. Aún no había ingresado en el NM Tech en abril de 1964. El nombre del Dr. Colgate aparece en el contexto de una carta de 1968 dirigida al Dr. Linus Pauling, donde, entre otros temas, Colgate afirma: “Tengo una buena indicación del estudiante que ideó la broma. El estudiante ya se fue. Saludos, Stirling.”
Desde entonces, el latiguillo “broma estudiantil” ha rebotado en el ambiente ufológico, tanto en el “crédulo” como en el “escéptico”, sin ningún testimonio directo que lo sustente. Más tarde, uno de sus propiciadores, el periodista escéptico Robert Sheaffer, admitió que “la historia del engaño estudiantil podría haber surgido como una leyenda urbana”.
Referencias:
Sheaffer, Robert. Famous Socorro ‘UFO Landing’ a Student Prank? Skeptical Inquirer, Volume 34, No. 2 March / April, 2010
Sheaffer, Robert. A Socorro Student Hoax Confirmed?, BadUFOs, 12 de agosto de 2012,
UNA LEYENDA SOBRE LA OTRA: HYNEK EN SOCORRO
El Dr. J. Allen Hynek abrazó con fuerza la historia de Lonnie Zamora tras considerar muy alta la credibilidad del testigo. A la vez, era consciente de su principal flaqueza. «No importa lo que digamos sobre el caso Zamora, sigue siendo, debido a su carácter de testigo único, un caso de bajo orden. Es un caso (Sigma) 5 C4 en mi sistema de clasificación: tomado al pie de la letra, el informe tiene un índice de alta extrañeza, pero una baja calificación de credibilidad, principalmente porque no asciende de 5 en mi escala de 1 a 9 si solo hay un testigo», escribió Hynek a Philip J. Klass, en una carta del 23/01/1967. (Citado por Robert Sheaffer en Marcianitos Verdes, enero 2018).
RAY STANFORD
NI TAN MISTICO NI MUY CIENTÍFICO
Ray Stanford (21 de junio de 1938 – 14 de junio de 2025) fue una figura destacada en la investigación de ovnis en Estados Unidos. Fue uno de los primeros en involucrarse en el estudio del caso de Lonnie Zamora, como lo cuenta en Socorro ‘Saucer’ in a Pentagon Pantry: A Report on the Alleged UFO Landing at Socorro, New Mexico (Blueapple Books, 1976), traducido como El escándalo del OVNI (Pomaire, 1978). Entrevistó a Zamora junto al Dr. J. Allen Hynek. Su paso por la historia dejó un tendal de intrigas que parecen verse con más claridad a la luz de su trayectoria, primero como “canalizador” de entidades extraterrestres, entre 1960 y 1973, a través de la Asociación para la Comprensión del Hombre (A.U.M.) y luego, desde 74, como “científico”, cuando impulsó una máquina para viajar en el tiempo y fundó el Project Starlight International (P.S.I.), una iniciativa dedicada a registrar fenómenos aéreos anómalos desde un centro de observación en las afueras de Austin, Texas, equipado con cámaras, magnetómetros, espectrógrafos y otros instrumentos avanzados.
Fue el proyecto místico el que financió el proyecto científico.
El astrónomo Daniel H. Harris, invitado a formar parte del equipo, pronto advirtió que muchas de las tecnologías mostradas por el Proyecto P.S.I. eran «pura vidriera». Críticos como Douglas Dean Johnson lo acusaron de promover afirmaciones infundadas y de haberse desdicho en años posteriores.
Más allá de la ufología, en los 2000 alcanzó reconocimiento en el campo de la paleontología por sus descubrimientos de icnitas en Texas, que derivaron en publicaciones científicas revisadas por pares.
Referencias:
Johnson, Douglas Dean. Project Starlight International (P.S.I.), Fact and Fiction: Daniel H. Harris, Ph.D., Project Starlight Research Director (1977-1978), releases a strongly worded challenge to Ray Stanford’s P.S.I. stories and UFO-evidence claims. 17/12/2021 / Existe traducción en Marcianitos Verdes (2022).
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