El domingo 20 de abril a las 20:15 horas, en el Cine Gaumont (Av. Rivadavia 1635), se exhibirá en función especial y única, la película El Cónclave de las Sombras. El largometraje independiente dirigido por Leandro Bartoletti fue íntegramente grabado en los dominios de una escuela mistérica, la Abadía Áurea.
La historia comienza el 2 de julio de 2019, cuando un eclipse total de sol oscureció los cielos y dio inicio a una serie de eventos que pusieron en jaque a la realidad. Una visita inesperada llega con una advertencia: la Corona del Sol, una reliquia de incalculable poder, es reclamada por un candidato secreto, a punto de ser ungido. Pero no todos están dispuestos a permitirlo.
El Cónclave de las Sombras se congrega en su última alternativa: la proyección astral debe comenzar. Viajar en el espacio-tiempo, buscar respuestas entre los antiguos custodios de la reliquia y, tal vez, encontrar preguntas aún más inquietantes.
La nueva película de Bartoletti, escrita por José Luis Parada Sabio y producida tanto por 300 Films como la propia Abadía Áurea, fusiona magia, historia y ficción: el largometraje nos introduce en el mundo donde esta cofradía iniciática debe salvar a la humanidad.
EL CÓNCLAVE DE LAS SOMBRAS. Función especial este domingo 20 de abril a las 20:15 horas, en el Cine Gaumont (Av. Rivadavia 1635). Con entradas populares a $2800 pesos ($1400 para jubilados y estudiantes). Lectores de Factor, gratis. ¿Cómo? Basta proclamarlo a viva voz en el Grupo de Factor El Blog en Facebook.
En el corazón de Buenos Aires, entre rumores esotéricos y mitologías que se filtran por el empedrado, se alza un caserón gótico envuelto en misterio: La Abadía Áurea. ¿Qué es realmente este lugar? ¿Un punto de convergencia de fuerzas que desafían la realidad? ¿Un templo-laboratorio para estudiosos del hermetismo? ¿O el epicentro de una temible organización sectaria?
Con el pretexto de visitar a la Abadía, nos adentramos en la fascinación porteña por lo oculto y documentamos la visita de un grupo de escépticos a este santuario secreto, cuyo velo ya se había empezado a correr en el documental La Otra Magia y, ahora, en El Cónclave de las Sombras, una película que fusiona ficción y realidad dramatizando los mitos en torno a la Abadía y su círculo de iniciados.
Esta es la transcripción del capítulo 3 de Misterios Sin Verso, el ciclo presentado este año en Clarín dedicado a explorar experiencias liminares, fenómenos esotéricos y enigmas culturales
Por Alejandro Agostinelli
Embrujada. Eso fue lo primero que escuché decir de la casona de San Cristóbal, en el corazón de Buenos Aires. Y sí, la fachada –sombría, gótica– de la Abadía encaja con lo que uno espera de una casa.. ¿embrujada? ¿Quién puede embrujar una casa habitada por magos?
Esta idea fantasmagórica, de encantamiento o la posesión mágica, es casi una condición inseparable del edificio abandonado.
Tarde o temprano, la ausencia, el silencio, la oscuridad y los recuerdos de la muerte, son ocupados por las sombras de quienes alguna vez fueron y ya no son, salvo eso: recuerdos.
Fue casi cómico saber que los nuevos habitantes de aquella mansión estilo gótico no eran fantasmas, no eran espíritus, sino magos que conforman una cofradía. Se hacen llamar Abadía Áurea.
¿Acaso brujos de los que hacen hechicerías, o que al menos lo intentan? Sin llegar a ser técnicamente médiums, buscan entrar en contacto con entidades que actúan como mensajeros divinos o guardianes.
Buscan estrechar lazos con potencias que representan aspectos elevados del cosmos y están asociados con virtudes y poderes específicos (sabiduría, protección, purificación) y no le temen al o los demonios: etimológicamente, el daemon o daimón es una criatura sobrenatural ambivalente, no reviste caracteres malignos o positivos; este genio puede ser aliado o adversario.
Aseguran poder convocar a distintas fuerzas por medio de rituales. ¿El objetivo que persiguen?: “una vida de Consciencia”. Sostienen que estas entidades a veces representan aspectos del propio psiquismo sobre los cuales trabajar o empoderar.
La Abadía Aurea no es la única escuela en Buenos Aires dedicada a los «conocimientos ocultos».
Existen instituciones tradicionales como la Sociedad Teosófica, el Rosacrucismo, la Escuela Antroposófica, el Gnosticismo y diversas variantes del Esoterismo Cristiano, como el Martinismo o el Cuarto Camino, corrientes masónicas y las órdenes iniciáticas conocidas como la Hermética Orden de la Aurora Dorada o la Orden del Templo Oriental que hizo famosa Aleister Crowley.
También hay agrupaciones espiritistas, más religiosas que esotéricas. A esto se suma la infinita variedad de prácticas surgidas desde finales del siglo pasado con la influencia de la Nueva Era.
Todas estas corrientes comparten un denominador común: la búsqueda de verdades espirituales internas y la conexión del “yo” con algo que trasciende al individuo, la sociedad e incluso la misma cultura.
«Hacia la luz a través de las sombras». Así resume su escencia el lema de la Abadía: un lugar donde sus adeptos buscan integrar a la sombra, en términos de Carl Gustav Jung, para alcanzar la iluminación.
ESCUELA DE MAGIA CONTEMPORÁNEA. La Abadía Áurea es una cofradía porteña que mezcla rituales, arte, teatro y filosofía con una estética de cómic gótico. Ahí estuvimos, veinte almas con más calor que fe, entrando uno por uno a ese templo-laboratorio.
¿Qué hace diferente a la Abadía Áurea? ¿Por qué nos parece tan interesante?
El esoterismo occidental latinoamericano es estudiado por académicos en historia, sociología y antropología. Es un fenómeno cultural que se inicia en el siglo XIX.
Lógicamente, hace falta tomar cierta distancia, o cierta perspectiva histórica, para reconocer el esoterismo contemporáneo. Que nunca puede ser separado del todo de la religión.
En este caso, se advierte un esfuerzo por mantener la “pureza mágica”, manteniendo distancia de la institucionalidad religiosa o la cristalización doctrinaria.
La Abadía ofrece un espacio dedicado a prácticas de magia ceremonial y exploración esotérica con un enfoque transcultural y contemporáneo, entrecruzando en sus rituales tradiciones iniciáticas, magia y teatralidad.
La Abadía es mejor descrita por sus conspiradores, varios de ellos miembros de otras ordenes mistéricas, como un Templo-Laboratorio.
Hace algún tiempo, me contacté con él y le pregunté si era posible participar de un ritual con un grupo de amigos sin experiencia en la materia; más bien escépticos de la magia, si no directamente incrédulos de su eficacia.
Me contestó que sí enseguida. El único requisito que debía cumplir, que por supuesto acepté, fue no difundir el domicilio real, la dirección física de la Abadía. Pese a que cierta fama empezaba a pisarles los talones, estos magos aún son discretos custodios de su privacidad.
Así las cosas, convoqué a amigos y seguidores de Factor a un bar a cinco cuadras de esa suerte de No Lugar. Ese híbrido entre salamanca y castillo encantado. Esa puerta al misterio. Les expliqué que iban a poder conocer una fe mágica, algo sobre lo cual nunca habían escuchado hablar.
Antes de llegar al caserón sólo sabían que iban a participar de una experiencia… “contraintuitiva”.
Nadie más, aparte del director de cine Leandro Bartoletti, sabía que estábamos por ingresar a la Abadía Aurea, ese Camelot barrial. Ese agujero de gusano que nadie conoce de Buenos Aires.
Las imágenes de aquella noche fueron registradas por otro cineasta, Damián Marsicano, para «La Búsqueda», un documental sobre ovnis y ufólogos en Argentina –estos temas siempre terminan entremezclándose.
Antes de entrar en el castillo de la Abadía los invité a conversar sobre las experiencias de “conversión” que los participantes vivimos alguna vez en la vida –a ese proceso según el cual dejamos de lado ciertas creencias y adherimos otras, o pasamos a otro estadio con relación a creencias anteriores. A esa suma de experiencias que pueden causar cambios en nuestros puntos de vista –es decir, cuando abandonamos ciertas ideas para adoptar otras.
Claro, no todos creemos en lo mismo todo el tiempo: todo lo que creemos puede ser cierto, dudoso o falso de acuerdo al momento en que te toque fijar posición.
Si algo caracteriza a nuestra especie es el cambio constante y la adaptabilidad, un fenómeno psicosocial que a veces no nos deja ver cómo van mutando nuestras creencias.
El Cónclave de las Sombras captura todo aquello que los magos y las magas de la Abadía Áurea consideran posible, una suerte de reflejo de sus ideales y creencias. Es un filme donde estos nuevos magos habitan el mundo en el que han soñado: un espacio donde realizan los objetivos de sus identidades mágicas.”
LA CURIOSIDAD MATA AL ESCEPTICISMO
Seríamos unas veinte personas, en total. A las 23.15 las puertas de la Abadía Áurea se abrieron. Fuimos pasando al estar uno por uno, de a poco. El ingreso fue un filtro: hubo deserciones, no todos se quisieron quedar. No tanto por desconfianza sino por el calor: esto ocurrió una de las noches más calurosas de diciembre de 2022.
En ese infierno, el surtido escéptico era encantador. Había curiosos, escépticos mansos y furibundos, de esos que se ríen de los horóscopos pero no del algoritmo, y espíritus abiertos a nuevas experiencias. Menos indiferencia, de todo un poco.
Fuimos recibidos por ErebuS, nombre que suena a villano de videojuego pero que, en ese contexto, imponía respeto. En efecto, es el mago senescal de la casa.
Erebus nos pidió que apagáramos los celulares y conectáramos con nuestro silencio interior. Uno a uno, subimos por una escalera que parece salida de una novela de Allan Poe hasta la sala central, mientras el calor nos envolvía en aquel espacio cerrado.
Antes de ingresar a la principal sala ritual, que ellos llaman Zona Permanentemente Autónoma, Auric nos invitó a elegir entre «ciencia y misterio» y a retirar cada uno un naipe de una baraja que sería, de acuerdo a lo que nos tocara (bastos, espadas, copas u oros), nuestro elemento rector para la inminente ceremonia.
Este aspecto lúdico y participativo, presente en los ritos con invitados de la Abadía, se vale de herramientas poco frecuentes en los rituales de la tradición hermética.
Quizá, este aspecto deriva de la influencia que sus miembros han recibido del Ningunismo. Otra razón que distingue a la Abadía de otras corrientes esotéricas.
Roy Khalidbahn, como le gustaba hacerse llamar Rodrigo Martín Sierra, es el creador del Ningunismo. Este movimiento argentino existió entre 1999 y 2006. Era, según Roy, un “estado de la mente” con vocación utópica. Su lucha era contra un sistema hipnótico, represor y caprichosamente alucinógeno. ¿Su objetivo? Que el individuo pudiese reconocer a todos los “ismos” como tales -sin necesariamente descartarlos- y poder retomar las riendas de su propia vida. Formar “agentes del cambio”.
Como señaló Juan Pablo Bubello, director del Centro de Estudios sobre el Esoterismo Occidental de la UNASUR y autor de Historia del Esoterismo en la Argentina, estas disciplinas suelen ser socialmente «mal vistas», aunque decenas de miles de personas admiten practicar magia o consultar a especialistas en el tema.
Por cierto, un grupo de investigadores del CONICET realizó la Primera Encuesta Científica sobre Creencias y Actitudes Religiosas en 2008, repitiendo el estudio once años después. La comparación de ambos trabajos reveló que las creencias más alejadas de las religiones tradicionales y más cercanas a lo sobrenatural, como la energía o la astrología, habían aumentado.
En 2008, el 37% de los encuestados manifestó creer en la energía, mientras que en 2019 este porcentaje ascendió al 78%. A su vez, la creencia en la astrología pasó del 23% en 2008 al 34% en 2019.
Estos datos indican una tendencia creciente hacia creencias vinculadas a lo sobrenatural en la sociedad argentina durante ese período.
Dentro del campo esotérico no existen practicantes de la magia sin antagonistas, que a veces son feroces perseguidores.
Roy, fundador del Ningunismo, publicó en internet el manifiesto Tesis 222, marcando el inicio de un oscuro mito.
Desde entonces, comenzaron a proliferar las leyendas negras alimentadas por detractores de las sectas.
¿Quiénes son? Antiguamente, la magia era demonizada por autoridades religiosas, científicas o médicas. En la actualidad, suelen ser personas sin formación en ciencias sociales, inclinadas a etiquetar, prejuzgar y desestimar a otros, así como a creencias que, en casi todos los casos, desconocen por completo.
La insurrección que proponía Roy tenía un aspecto externo, como los “operativos” callejeros, pero fundamentalmente se trataba de una insurrección interna: el auto-jaquemate.
Todo terminó con un accidente mortal. El 16 de diciembre de 2006, cuatro ningunistas, Roy entre ellos, murieron ahogados durante un temporal cuando recorrían un desagüe pluvial en el barrio de Belgrano.
Algunos arriesgaron esta práctica surgió de la vocación del grupo por la exploración urbana, revivida a principios de los 2000 con el surgimiento de las redes sociales y la disponibilidad de cámaras digitales, que facilitaban la documentación y el intercambio de descubrimientos. Otros niegan que este fatídico accidente haya tenido relación con el Nigunismo.
Aunque Auric se relacionó con los colaboradores originales de Roy, la Abadía tuvo diversas influencias en sus orígenes, no solo el Ningunismo.
El documental La Otra Magia de Leandro Bartoletti, estrenado en el Cine Gaumont en el 2020 y disponible en Youtube, revela los aspectos exteriores, interiores y humanos de la Abadía. Sus rituales son irrepetibles, a menudo sorprendentes y, en ocasiones, callejeros.
Hay pocos antecedentes de órdenes mágicas que deciden salir a la calle y enfrentar interlocutores desconocidos. También han buscado conmover, buscar el impacto mágico, en una audiencia casual.
Otro diferencial de la Abadía es su clara posición ante los prejuicios sociales, la mezquindad y el sectarismo:
MISTERIOS SIN VERSO #3 El 22 de febrero de 2025 Clarín estrenó en su canal en Youtube el capítulo #3 de nuestra serie Misterios Sin Verso, dedicado a la Abadía Áurea, nuestra visita y El Cónclave de Las Sombras.
FIN DE NUESTRA EXPERIENCIA
El rito en el que participamos, nos explicaron consistió en la invocación de los cuatro elementos tradicionales como para poner en condiciones al complejo psicofísico, una suerte de “reseteo del tablero”. Devolvernos a nuestro eje, propio y colectivo.
Para este rito, los magos de la Abadía se propusieron invocar la Quinta Esencia que ellos equipararan con la Potestad del Sagrado Caos; en términos de “aquello indefinible y de ilimitada potencialidad”. Pensado para un auditorio posiblemente escéptico, la idea era igualar la Magia con ‘todo acto consciente’.
En 2024, Bartoletti presentó El Cónclave de las Sombras, un largometraje de ficción escrito por José Luis Parada Sabio. En esta obra, que hoy recorre diversos festivales y que eventualmente tendrá su estreno formal, los miembros de la Abadía Áurea se interpretan a sí mismos, empleando el lenguaje que ya dominan en los rituales que ofician frente a terceros y que denominan ‘Perfomagia’: la teatralización, el drama y el misterio.
La película es única por muchas razones. ¿Una de ellas? Es una ficción donde los magos se convierten en superhéroes encargados de salvar a la humanidad.
Todo comienza con la aparición de un enigmático hombre de gris, quien los convoca para cumplir una misión desesperada: impedir que un miembro de la élite del poder económico, loco o idiota, sea ungido con una corona que le otorgará poderes inconcebibles para cualquier hombre.
En el límite del tiempo, los magos celebran un ritual que los transforma en viajeros del futuro, decididos a encontrar la clave que desactive esos poderes. Su travesía los lleva a cruzar portales mágicos, saltando en el tiempo y enfrentando retos inimaginables.
En su camino, se entrevistan con figuras reales y legendarias: buscan la ayuda de Xul Solar, enfrentan a Aleister Crowley, son confundidos con espíritus que intervienen en una negociación secreta entre el cacique Calfucurá y el gobernador Juan Manuel de Rosas –en la que intentan evitar que el Santo Grial caiga en manos equivocadas–, conversan con el último gran maestre templario, Jacques de Molay, y se cruzan con Bafomet antes de mantener un encuentro iniciático con Jesús, un Jesús muy distinto al de la tradición católica.
En El Cónclave de las Sombras, los magos de la Abadía se embarcan en una misión peligrosa: atravesar portales mágicos y enfrentar poderes lógicos si lo que se trata es, nada menos, que impedir la coronación de un mandatario idiota, un peón del poder real: evento que podría desencadenar el fin del mundo.
Nuestra visita a la Abadía tuvo algo de esa atmósfera mágica y tensa. Nos adentramos en una casa impregnada de mitología y misterio. Allí, lo extraordinario parecía posible. Al salir, algunos opinaron que la ceremonia “solo” había sido una puesta en escena. Pero entonces, ¿qué nos retuvo pese al sofocón? ¿La buena educación? ¿La curiosidad? ¿Algo más profundo?
Lo fascinante de esa madrugada fue que, pese al agobio inicial, el grupo acabó aceptándolo, dejándose llevar por la experiencia. La Abadía quiere dejar una inquietud latente: ¿y si la magia que predican fuese real?
Algo similar sucede en la película.
El Cónclave de las Sombras captura todo aquello que los magos y las magas de la Abadía Áurea consideran posible, una suerte de reflejo de sus ideales y creencias. Es un filme donde estos nuevos magos habitan el mundo en el que han soñado: un espacio donde realizan los objetivos de sus identidades mágicas.
Los esoteristas de la Abadía tienen sus detractores. No sólo las esperables, que rivalizan a partir de prejuicios puritanos y conservadores, sino también, en ocasiones, con miembros de otras tradiciones mistéricas.
Pero ellos los desafían con un arma inesperada: el humor. En el film ‘El Cónclave de Las Sombras’, el visitante que les encomienda la misión les dispara: “a ustedes se los ve como farsantes. Pero al menos son independientes”.
A lo mejor, enseñan una gran lección para construir un complot exitoso.
Ponerse en duda a sí mismos y los sistemas de creencias que abordan; resistir y seguir adelante.
LA OTRA MAGIA. El primer film de Leandro Bartoletti sobre la Abadía Áurea es un documental que atraviesa el umbral y entra en esa dimensión cultural sorprendente y poco conocida.
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