El municipio de Olot, en la comarca de La Garrotxa, provincia de Gerona, España, evoca la extrañeza del territorio donde Dr. Alderete cuenta historias reales atravesadas por el alucinógeno pincel de su imaginación
Por Alejandro Agostinelli
No es que esté con la idea fija, pero Dr. Alderete viaja en su patineta láser con rumbo a nuevas experiencias donde buscar inspiración para sus proyectos artísticos. En 2015, unas cuantas musas le esperaban en la población de Olot, a unos 100 kilómetros de Barcelona. Sin altas expectativas, la realidad le pegó en la cara como una ráfaga de la meta-ciencia ficción que más nos interesa, porque no es totalmente ficción, ya que convive entre nosotros, ni es ciencia, porque se emparenta más con la magia o la religión.
Había llegado en busca del Moai de la Plaza Isla de Pascua. Esa escultura monolítica, que tenía puesto un pukao (sombrero) traído directamente desde Rapa Nui, tuvo su momento polémico en el 2000, cuando la pasó a visitar el alcalde de Hanga Roa y cuestionó que se hubiese plantado en una avenida demasiado transitada.
Dr. Alderete quería conocer personalmente el Moai de Olot, en primer lugar porque nada sobre la polinesia, y en particular por Rapa Nui, le resulta ajeno. Enamorado de los misterios de la isla de Pascua, desde que la visitó por primera vez se le quedaron adheridas al alma Aku-Aku ancestrales, amistades y experiencias profundas y nunca dejó de descubrir excusas para volver a Rapa Nui, fuera de Rapa Nui y sobre Rapa Nui, en cuerpo presente y a través de objetos culturales (libros, cine, revistas, comics) y clones de Moai como el de Olot.
En marzo 2015, Dr. Alderete viajó hasta la ciudad en un desvío de la gira europea de Sonido Gallo Negro, la banda de cumbia galáctico-psicodélica donde toca el theremin. En Olot estaba el Moai, pero también encontró un pueblo donde personas, paisajes, culturas e historias trastocaron cualquier previsión. ¿Qué consiguió el artista en Olot? ¿Ilustrar un documental? ¿Contar historias reales modificadas por su percepción? Me lo pregunté recordando a J.G. Ballard, cuando dijo que escribía porque no era pintor, ilustrador o cineasta. Dr. Alderete, en esta novela gráfica basada en casos reales envueltos por su imaginación, es todo a la vez.
Los capítulos de Olot están integrados por una mitología onírica, un tipo de aspecto común sentado en un bar que pone la tele donde ve series retro. Le asalta una misión, que solo intuiremos al final. Atraviesa un paisaje volcánico donde debe llegar a orillas de un lago donde impera una monstruosa soledad y realizar un ritual, mezcla latente de magia y tecnología.
Entre tanto desfilarán un cazador de jabalíes que no lo es, un médico que realiza eutanasias no solicitadas, un científico abducido resignado al misterio de sus dones, un vidente que resuelve casos policiales y la mitología troncal, donde se yuxtaponen alimento balanceado para peces, sexo desenfrenado y un poco de locura psicodélica.
No me gusta dar consejos, pero si aceptás uno, entrale a Olot. Ese peregrinaje exótico te explota en la cara no bien abrís su novela, rotunda como la realidad y desquiciada como la ficción. El resultado es una obra híbrida donde destaca el vago contorno del fruto que nace de la cruza entre realidad y ficción en un paisaje donde lo sobrenatural sale en los diarios.
Dr. Alderete (1971), Jorge Alderete para los amigos, es ilustrador, gestor cultural, empresario y músico argentino residente en México desde 1998. Su obra ha sido expuesta en distintas galerías y museos del mundo y México. Diseñó más de 150 artes para discos y desde 2015 dibuja en vivo en los shows de los Fabulosos Cadillacs. Junto a Clarisa Moura ha fundado la Galería Vértigo. desde 2010 es parte de la agrupación musical Sonido Gallo Negro, como thereminista. Es autor de Yo soy un don nadie (Black Cat Bones, 2008), Sonorama y Sonorama Dos (Ed. La Caja de Cerillos) y de Tike’a Rapa Nui, una investigación sobre la cultura de la Isla de Pascua (Rey Naranjo, 2018).
