UAP: sin datos fiables, la NASA los quiere investigar igual

Sin memoria histórica sobre los conocimientos alcanzados por quienes se ocuparon de estudiar científicamente estos informes, la NASA se postula para encauzar y asesorar a la Oficina de Resolución de Anomalías en Todos los Dominios (AARO), dependiente del Secretario de Defensa de los Estados Unidos. Pero su propuesta sobre el papel que va a jugar en el estudio de las cosas raras que ocurren en la atmósfera (y en el resto de los dominios) muestra agujeros indisimulables, propios de una entidad que nunca se ha interesado en la cuestión OVNI/UAP. Ahora, quizá para no quedarse sin su porción de la torta presupuestaria, se ha subido a la ola plativolista –una moda donde la perspectiva aeroespacial de la NASA deja afuera una esfera fundamental: la psicosocial.

Aquí, Vicente-Juan Ballester Olmos, el más prestigioso investigador del tema en lengua castellana, profundiza reflexiones que ya había dado en una entrevista que concedió a Luis Alfonso Gámez en El Correo, replicada por los diarios regionales del grupo Vocento.

Por Vicente-Juan Ballester Olmos [1]

El pasado año, la NASA comisionó un panel de 16 científicos como Equipo de Estudio Independiente sobre los UAP, al que ha dedicado nueve meses [2]. Los Fenómenos Anómalos No Identificados (FANI en español, UAP en inglés) son una denominación sesgada promovida por manipulados intereses ideológicos de ciertos senadores y congresistas norteamericanos, de lo que, en los años cincuenta del siglo XX, eran llamados ovnis.

En 1947 eran los famosos platillos volantes; en 1946 eran llamados cohetes fantasma; en la Segunda Guerra Mundial fueron “foo-fighters”; aviones misteriosos en los años treinta, dirigibles fantasma entre 1908 y 1918; globos fantasma entre 1899 y 1902; dirigibles desconocidos durante la oleada norteamericana de 1896-1897; visitantes misteriosos en 1883, o el gran miedo francés de 1789… Una secuencia de fenómenos aéreos que mantuvo en vilo a la población mundial desde hace más de 200 años, en cada momento interpretados de acuerdo con la cultura aeronáutica del momento y siempre con un sustrato de pánico o incertidumbre.

¿QUÉ LE INTERESA A LA NASA? ¿Investigar UAP o la platita? Para elaborar el nuevo informe la NASA recibió en mayo fondos por U$ 100.000, como mencionaba Science. No está mal investigar científicamente el fenómeno, el problema es que no parecen interesados en revisar antecedentes históricos, como el Informe de la Universidad de Colorado, de 1968, ni en indagar la esfera sociocultural de los casos más extraños y huidizos.

El 14 de septiembre de 2023, la NASA difundió un informe sobre dicho estudio. Su objetivo inicial fue aportar “métodos potenciales de estudio de los fenómenos anómalos no identificados”. Pero, para ser cien por cien veraces, su Declaración de Tareas incluía, entre otras: “¿Qué tipos de datos científicos hoy archivados por la NASA u otras entidades gubernamentales civiles deberían sintetizarse y analizarse para arrojar luz sobre la naturaleza y los orígenes de los fenómenos anómalos no identificados”,  “¿Qué otro tipo de datos científicos debería recopilar la NASA para mejorar el potencial de desarrollar una comprensión de la naturaleza y los orígenes de los UAP?”, “¿Qué limitaciones físicas básicas se pueden imponer a la naturaleza y los orígenes de los UAP?”, “¿Qué datos del espacio aéreo civil relacionados con los UAP han sido recopilados por agencias gubernamentales para (a) comprender mejor la naturaleza y los orígenes de los UAP y (b) determinar el riesgo de los UAP para el espacio aéreo nacional?” Comprobemos si este informe cumple con las metas establecida por la propia NASA.

El informe final, de 33 páginas[3], puede ser parcialmente decepcionante sólo si esperábamos presentación y análisis de casuística. Esto es, alguna prueba documental de ejemplos de ovnis/UAP anómalos. Porque no la hay.  El Resumen Ejecutivo señala:

El estudio de los  fenómenos anómalos no identificados (UAP) presenta una oportunidad científica única que exige un enfoque riguroso y basado en evidencia. Abordar este desafío requerirá métodos nuevos y sólidos de adquisición de datos, técnicas de análisis avanzadas, un marco de presentación de informes sistemático y reducir el estigma en la presentación de informes. La NASA, con su amplia experiencia en estos dominios y su reputación global de apertura científica, se encuentra en excelente posición para contribuir a los estudios de UAP dentro del marco más amplio de todo el gobierno liderado por la Oficina de Resolución de Anomalías en Todos los Dominios (AARO).”

Interpretación en román paladino: existen fenómenos anómalos que no se pueden explicar (supongo que seguidamente mostrarán y demostrarán cuáles son), su estudio tiene gran potencial científico (espero que expliquen por qué), demanda un estudio riguroso y basado en evidencias (no podría estar más de acuerdo), vuelve a citar el nunca existente pero de moda “estigma” de informar casos ovni (cuando hay millones de informes en todo el mundo procedentes de todos los estamentos posibles), y se postula como competidor de la AARO (la oficina UAP del Departamento de Defensa de los EE.UU.) [4] en sede para la investigación del fenómeno UAP (supongo que siempre que venga acompañada de nuevos y generosos fondos gubernamentales). Si Alejandro Dumas dijo aquello de «Cherchez la femme!», ahora me temo que la motivación es «Cherchez the money

El informe describe el estado de la información ovni (usemos la terminología clásica) y señala que el análisis de los datos de los casos se ve obstaculizado por una mala calibración de los sensores, la falta de mediciones múltiples y la falta de datos de base –añadiría, entre otros. La “evidencia” que los promotores, entusiastas y crédulos de los ovnis sostienen que existe es muy pobre. Los “mejores” sucesos (los más raros) son explicables, un proceso que se ha documentado cierto en los últimos 76 años.

Para los panelistas, todos ellos bisoños en investigación ovni, que, como todo, requiere un conocimiento previo de la materia, la inteligencia artificial y los algoritmos de aprendizaje automático son herramientas esenciales para identificar sucesos aparentemente extraños como los UAP. Sin embargo, estas poderosas técnicas sólo funcionarán con datos bien caracterizados recopilados siguiendo estándares estrictos, que es exactamente lo que la ufología ha sido incapaz de aportar hasta el presente.

“Finalmente –afirman–, la amenaza a la seguridad del espacio aéreo estadounidense que representan los UAP es evidente”. Y tan tranquilos. ¿Dónde ha estado en riesgo la aviación –no sólo en los Estados Unidos, sino en todo el mundo– durante todos estos años? Aves, rayos, drones, globos, incluso  misiles fuera de control, sí representan riesgos objetivos, pero, ¿los ovnis? Uno esperaría un listado de casos extraordinarios para respaldar tal afirmación. No, no los encontrará en este informe. Pero la NASA, a continuación, propone profundizar –seguro que con fondos federales– el Sistema de Notificación de Seguridad Aérea que la agencia aeroespacial administra para la Agencia Federal de Aviación (FAA).

Desde el mismo Prólogo, uno queda parcialmente sorprendido. De un lado, dice: “los fenómenos anómalos no identificados (UAP) son uno de los mayores misterios de nuestro planeta. Se han observado en todo el mundo observaciones de objetos en nuestros cielos que no pueden identificarse como globos, aviones o fenómenos naturales conocidos”.Eso es cierto, pero requiere una precisión: muchos “no identificados”, para el sector crédulo de la ufología, son sujetos a resolución para investigadores y analistas escépticos. O sea, que, en realidad, probablemente no hallan fenómenos inexplicables. Sin embargo, el informe añade una afirmación muy contundente: “las observaciones de alta calidad son limitadas”. Y continúa con un párrafo sustancial:

A pesar de los numerosos relatos y elementos visuales, la ausencia de observaciones consistentes, detalladas y bien analizadas, actualmente no tenemos el conjunto de datos necesarios para sacar conclusiones científicas definitivas sobre los UAP.

Una importante decisión que se deriva directamente de este estudio es que, para la mayor coordinación con la Oficina UAP del Departamento de Defensa (AARO: Oficina de Resolución de Anomalías en Todos los Dominios), que tiene un marcado carácter militar y de inteligencia, la NASA nombrará un director de investigación UAP que centralice comunicaciones y mutuo apalancamiento de información y recursos.

El quid de la cuestión de evaluar la trascendencia de este problema radica en su naturaleza.

La NASA, sobre este punto, afirma: “Recientemente, muchos testigos creíbles, a menudo aviadores militares, han informado haber visto objetos que no reconocieron sobre el espacio aéreo estadounidense. Desde entonces, la mayoría de estos eventos ha sido explicada, pero unos pocos casos no pueden identificarse inmediatamente como fenómenos naturales o provocados por el hombre.” La clave aquí es “recientemente”. Yo diría: mediáticamente. En los últimos años, ha habido una inflación de videos y testimonios, muchos de ellos inicialmente filtrados a los medios por los responsables –creyentes en ovnis extraterrestres– del grupo de trabajo UAP de Defensa, que precedió al AARO. Esos casos, fuertemente cuestionados por analistas escépticos, no representan el “verdadero” fenómeno ovni. Son avistamientos de pilotos, de los cientos que existen, que difieren de la esencia de lo que conocemos sobre los ovnis extraterrestres: encuentros cercanos, aterrizajes, presencia de humanoides y abducciones. De eso, la NASA no tiene la menor idea. Y lo que también ignora es la perspectiva psicológica y sociológica del “fenómeno” y la mediocre fiabilidad del testimonio humano, aspecto que 60 autores académicos han estudiado en un reciente volumen internacional de más de 700 páginas [5].

El informe insiste, con razón:

Cada vez está más claro que la mayoría de las observaciones de UAP pueden atribuirse a fenómenos o sucesos conocidosse carece de la información necesaria para sacar conclusiones definitivas sobre la naturaleza de un UAP.

El papel que la NASA se ha autoasignado es proveer “un marco científico riguroso, basado en evidencia y datos”. Y para ello presenta las resoluciones consistentes con los ocho puntos cardinales de sus propósitos fundacionales. Resaltaré algunos de ellos.

Del total de datos científicos recogidos por la NASA pertinentes para la investigación de los UAP, sólo se cita ambiguamente la existencia de “una variedad de activos de observación de la Tierra y el espacio, junto con un extenso archivo de conjuntos de datos históricos y actuales, que deberían usarse para abordar los desafíos de detectar y/o comprender los UAP”.

A continuación, alude a su flota de satélites espaciales que, desafortunadamente, carece de la resolución para detector objetos “relativamente pequeños como son los UAP”. En efecto, parece que el retrato robot de un UAP es un objeto redondo, blanco y translúcido de entre 1 y 4 metros de diámetro [6]. ¿No le recuerda al perfil de un globo? También menciona otras prometedoras capacidades tecnológicas para escudriñar UAPs, como la red de radares Doppler NEXRAD, satélites geoestacionarios, estudios a gran escala de cielo basados en telescopios, radar de apertura sintética (SAR), etc. Nuevamente, la NASA define los datos disponibles sobre UAP hasta la fecha como “observaciones inicialmente adquiridas para otros fines, que carecen de la información adecuada y no están optimizados para un análisis científico sistemático”.

COMITÉ CONDON. Entre 1966 y 1968, bajo el titulo Estudio científico de objetos voladores no identificados y con la financiación de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, la Universidad de Colorado formó un grupo dirigido por el físico Edward Condon. Para la NASA y el Departamento de Defensa es como si no hubiera existido.

Respecto de los datos almacenados por el sector privado o la industria, el informe tampoco dice nada, salvo proponer la implementación de sofisticados sensores y sistemas de observación desde tierra o el espacio para captar elusivos fenómenos como los UAP. Aquí, la agencia espacial nuevamente expone criterios y se postula cuando afirma que “una calibración sólida de los datos es vital, y aquí la NASA puede desempeñar un importante asesoramiento”. Y puntualiza que será caro: “Aunque se trata de una inversión sustancial, la estandarización de la información recopilada mediante una calibración bien diseñada permitirá realizar una investigación científica rigurosa sobre los UAP. La experiencia de la NASA en este ámbito será fundamental”, añade.

Cuando se alude a otros tipos de información a recoger sobre los UAP, la NASA anda con pies de plomo (yo me barrunto que está pensando en los ya famosos tres videos de la Marina de los EE.UU.) e indica que “las firmas de datos son amplias (pero) es imperativo establecer umbrales de evidencia claros para evitar errores, especialmente con métodos automatizados”. Por enésima vez, se evidencia la pobreza de la información cuando el panel pone de manifiesto que “hoy, la recopilación de datos sobre los UAP se ve obstaculizada por los desafíos de calibración y la falta de metadatos de los sensores”. Esa necesaria calibración se califica de crítica para eliminar lo que actualmente se está dando con frecuencia en los informes ovni/UAP recopilados por Defensa: los falsos positivos debidos a errores de los sensores que captan imágenes.

El apartado sobre técnicas científicas de análisis a emplear en la valoración sobre naturaleza y origen de los UAP subraya la potencialidad de la inteligencia artificial (IA) y el aprendizaje automático (AA) pero insiste –como no podía ser de otra manera– en que aplicar buenas herramientas a datos malos es ineficiente. En lenguaje de este siglo, apela al «garbage in, garbage out» de los primeros informáticos cuando escribe:

Sin embargo, su efectividad depende críticamente de la calidad de los datos… en la actualidad, el análisis de los UAP está más limitado por la calidad de los datos que por la disponibilidad de técnicas”.  

INFORME DEL EQUIPO INDEPENDIENTE DE LA NASA SOBRE FENÓMENOS ANÓMALOS NO IDENTIFICADOS DIFUNDIDO EL 14 DE SEPTIEMBRE DE 2023. DESCARGAR.

El informe plantea tres enfoques para el análisis de anomalías. El primero sería construir un modelo del UAP típico y eliminar aquello que no cuadre con tales características, pero los autores son conscientes de su dificultad: no se dispone –ni de lejos, añado– de una “descripción consistente de las características físicas de los UAP”. Pero hay más: nunca se encontrará tal consistencia, porque no hay un fenómeno UAP único sino que es un agregado de falsas observaciones, un conjunto de entropía absoluta. Ese modelo no sirve. La segunda formulación es más clásica: modelar las propiedades de fondo y buscar cualquier cosa que se desvíe de ese modelo. Este es el enfoque que los investigadores de ovnis hemos seguido durante décadas, hasta comprobar que las supuestas anomalías carecían de patrones y que cada fenómeno pretendidamente inusual reflejaba tendencias personales del observador (sobre todo en la casuística más extrema y cercana).

Un tercer camino para este estudio científico sería correlacionar las extensas bases de datos de la NASA con localizaciones y horas de sucesos UAP (bueno, eso es lo que hemos estado haciendo para explicar casos de ovnis toda la vida), pero el informe añade, no sin intención, que “la pericia de la NASA en IA y AA le permitirá hacer una contribución destacada”. La NASA acertadamente aconseja y, al tiempo, se vende bien:

La contrastación e integración adecuadas de los datos también son fundamentales para permitir el análisis científico. La agencia espacial, con su experiencia en calibración de datos, gestión y análisis avanzado, está bien posicionada para tener un papel central en estos esfuerzos para investigar los UAP dentro del marco gubernamental”.  

Sólo le ha faltado solicitar directamente: ¡incrementen mi presupuesto!

Sobre la determinación de las limitaciones físicas básicas que se pueden imponer acerca de la naturaleza y los orígenes de los UAP, otro de los mandatos del panel, la NASA reflexiona sobre lo que se sabe sobre los objetos volantes convencionales en cuanto a rango de velocidades y aceleraciones, por ejemplo, a contrastar con las de los UAP. Pero aquí se admite que el mayor problema es conocer exactamente la distancia entre observador y UAP, una variable de enorme incertidumbre en los informes ovni.

El documento es taxativo:

Las observaciones de UAP hasta la fecha son inconsistentes y no se adhieren a características similares.

¿Cuál es la disponibilidad de datos aeroespaciales relacionados con UAP reunidos por agencias gubernamentales? Aquí la NASA se postula como actor fundamental: tras señalar la existencia de los datos acumulados por la Agencia Federal de Aviación (FAA), nota que no están optimizados para la función de búsqueda de UAP. Entonces, colige: “la recopilación de datos es escasa, poco sistemática y carece de protocolos de contrastación o investigación” y ofrece su capacidad de consejo en base a su experiencia en metodología, análisis de datos y organización. Así, sentencia:

Aunque estos informes de testigos oculares suelen ser interesantes y convincentes, son insuficientes por sí solos para sacar conclusiones definitivas sobre los UAP.

PANEL. Un equipo reducido de investigadores de la NASA, presidida por su director Bill Nelson, presentó el informe sobre UAP el pasado 14 de septiembre de 2023. Lo más jugoso: las respuestas a los periodistas. También puede consultarse una página de Preguntas Más Frecuentes (FAQ), si bien desactualizada en el momento de publicar este post.

Para contrarrestar esta deficiencia, el panel sentencia que una prometedora solución pasa por la explotación de la estructura del Sistema de Notificación de Seguridad Aérea (ASRS), que la NASA administra para la FAA y que, desde mediados de los años setenta, ha recibido cerca de dos millones de informes sobre todo tipo de operaciones aéreas. La NASA dice estar en una posición óptima para aplicar ese sistema “confidencial, voluntario y no punitivo” para recoger datos UAP. A la vez, la agencia espacial afirma que su experiencia en el desarrollo de herramientas para la gestión del tráfico aéreo también puede focalizarse en la adquisición de datos UAP y proveer una asistencia crítica en la identificación y evaluación de nuevos sistemas de seguridad.

Finalmente, el capítulo de conclusiones y recomendaciones viene a resumir lo anterior; entre otras ideas se destacan:

Recomendamos que la NASA desempeñe un papel destacado en el esfuerzo de todo el gobierno para comprender los UAP, aprovechando su amplia experiencia para contribuir a un enfoque integral, basado en evidencia y arraigado en el método científico.

En la actualidad, la detección de UAP suele ser fortuita, capturada por sensores que no fueron diseñados ni calibrados para este propósito y que carecen de metadatos completos. Sumado a un archivo y una conservación de datos incompletos, esto significa que el origen de numerosos UAP sigue siendo incierto.

«The Reliability of UFO Witness Testimony», lectura sugerida para funcionarios UAP de la NASA. Es el primer libro centrado en la discusión y las opiniones actuales sobre los problemas y desafíos que plantea la confiabilidad de los testimonios sobre ovnis.
NUEVO DIRECTOR. El meteorólogo Mark McInerney fue el enlace de la NASA con el Departamento de Defensa, encargándose de las actividades sobre FANI para la agencia aeroespacial de los Estados Unidos. Desde 1996, desempeñó diversos cargos en el Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA en Greenbelt, Maryland; la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica; y el Centro Nacional de Huracanes.

En conclusión, la NASA sostiene ser una agencia imprescindible, única para contribuir a un enfoque sólido y sistemático para estudiar los UAP, de los que nada dice en cuanto a su naturaleza, a excepción de señalar la baja calidad de los datos existentes a la fecha. En mi opinión, la NASA ha encontrado un nuevo nicho para próximas financiaciones por parte del Gobierno estadounidense y no quiere dejar escapar la oportunidad.

Lo que la NASA no sospecha –le falta conocimiento histórico– es que la información más relevante son relatos verbales de supuestos testigos oculares desde el suelo (y que para su evaluación requieren más psicólogos que astrónomos): cuando todos los sistemas y sensores que recomiendan se apliquen, por ejemplo para los avistamientos de aviadores, encontrarán soluciones convencionales aeroespaciales, astronómicas e incluso biológicas. Al tiempo.

Es verdad que el informe ofrece lo que prometió: una hoja de ruta para la investigación contemporánea del fenómeno, una serie de indicaciones sobre qué hacer, y cómo hacerlo, de ahora en adelante. El documento puede ilusionar a los recién llegados al estudio de este tema. Pero no deja de ser frustrante que –después de siete décadas de fenomenología aguda– haya que partir de cero.

En mi opinión –finalmente–, la NASA se aleja de su objetivo fundamental, el estudio del espacio (la mayoría de los ovnis son observados en la baja atmósfera, si no cerca del suelo), pero es una oportunidad financiera que no puede desaprovechar.

En resumen:

  • Los datos ovni (UAP) existentes no tienen carácter científico
  • La NASA ha decidido asesorar e investigar los UAP (supongo que con fondos extra)
  • Ni el menor atisbo de comentario a la asociación popular ovnis/extraterrestres

Descargue el informe final del equipo de estudio independiente de la UAP

¿Quién es Vicente-Juan Ballester Olmos?

Nació en Valencia, en 1948. Desde 2000 concentra sus esfuerzos en el Proyecto Fotocat, que empezó siendo «el primer catálogo de eventos fotográficos ovni a nivel mundial” y terminó transformándose en un blog bilingüe donde vuelca descubrimientos, noticias y los resultados de su incansable actividad. No en vano, Antonio Jiménez Barca, en El País, lo llamó “el Sherlock Holmes de los ufólogos” y el número uno de los periodistas escépticos españoles, Luis Alfonso Gámez, lo considera “una de las autoridades mundiales en el estudio de los ovnis”.
Iniciado en el tema a los 17 años, pronto fue el consentido de la primera generación de ufólogos, como Antonio Ribera, Aimé Michel y Jacques Vallée. Trabajó a lo largo de tres décadas como analista financiero en Ford España y es autor de una docena de libros programáticos, entre ellos “Ovnis: el fenómeno aterrizaje” (Plaza & Janés , 1978), “Los OVNIS y la Ciencia (con Miguel Guasp), (Plaza & Janés, 1981,1989), “Investigación OVNI” (Plaza & Janés, 1984) o “Enciclopedia de los encuentros cercanos con OVNIS (con JA Fernández Peris) (Plaza & Janés, 198), este último descargable de Academia.Edu. También es autor de “Expedientes insólitos” (Temas de Hoy, 1995), fruto de la desclasificación del Ejército del Aire, que le pidió ayuda para esclarecer los propios informes del arma sobre ovnis. Junto con Richard Heiden publicó “The Reliability of UFO Witness Testimony” (2023), obra en la que sesenta autores examinan la fiabilidad del testigo de ovnis a la luz de la ciencia, disponible en línea. También acaba de publicar en línea, con la imprescindible ayuda de los periodistas e investigadores Moisés Garrido y Claudia Moctezuma, una monografía de 750 páginas titulada “Mi correspondencia con Antonio Ribera”, descargable de Academia.Edu.


[1] Proyecto UFO FOTOCAT / Email de contacto: ballesterolmos@yahoo.es

[2] V.J. Ballester Olmos y Chris Aubeck, “The Needle in the Haystack: Reflections on the NASA UAP Meeting, May 2023”,

[3] https://science.nasa.gov/wp-content/uploads/2023/09/uap-independent-study-team-final-report.pdf

[4] https://www.aaro.mil/

[5] V.J. Ballester Olmos y R.W. Heiden (Eds.), The Reliability of UFO Witness Testimony,  UPIAR (Turin), 2023, http://www.upiar.com/index.cfm?artID=201

[6] V.J. Ballester Olmos, “The 2023 U.S. Senate UAP Hearing”,

ENLACES EXTERNOS

The English version of this article is available at Academia.Edu. La versión en inglés de este artículo está disponible en Academia.Edu.

En otro artículo altamente recomendable, Julio Plaza discute los dilemas que está enfrentando la NASA por abordar el caso UAPs/Ovnis con el pie izquierdo: LA NASA REINVENTA LA RUEDA

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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