De cómo un grupo de ex militantes del posadismo me rescató de la ufología

O de cuando el escepticismo surge gracias a una experiencia inesperada.

El caso de una familia politizada que activó dudas afiladas, preciosas como rubíes, en la mente inquieta de un joven que cayó en una especie de «intoxicación platillista aguda».

En este nuevo episodio de Historias reales que parecen ficción, Daniel Sargatal evoca una escena de su vida que sería anecdótica si no fuera porque determinó su pasaje de la aceptación acrítica de las “verdades platillistas” al cuestionamiento de la falacias que había consumido durante su infancia.

Por Daniel Sargatal

Voy intentar ser lo más breve posible, lamentablemente la anécdota necesita contexto para ser entendida.

Mi viejo y mi abuelo fueron militantes del POR (t). Muchos de mis tíos también. Tíos de esas familias ampliadas que paría la militancia revolucionaria el siglo pasado, supongo que esa «familia ampliada» era una forma de autodefensa, una especie de red que armaban para proteger a los hijos. En el grupo había republicanos españoles, italianos, un alemán y hasta un búlgaro. Habían pasado por guerras, cárceles y campos de concentración y eran conscientes de que podían dejar la vida en cualquier curva de la historia.

LEÓN CRISTALLI («POSADAS HIJO») Y SARGATAL. Durante una movilización que los encontró unidos contra el enemigo común

Los militantes de Rosario rompieron con el partido cuando, desde la portada de Voz Proletaria, Posadas «conminaba a la burocracia soviética a lanzar un devastador ataque nuclear sobre los Estados Unidos». La tesis era que el bloque socialista, por ser socialista, se iba a recuperar mucho más rápido que los países capitalistas y así se impondría el comunismo en el planeta. Si bien habría muchísimas muertes  a la larga serían menos que en la guerra larguísima e inevitable entre las clases. No tengo del todo clara la fecha, tiene que haber sido el 61′ o el 62′. En Rosario se fueron todos, no sé cuántos eran, Alejandro Agostinelli podría completar esos datos, estoy seguro que están en una entrevista que le hizo a Carlos Lesce hace unos años (*). Formaron el «Grupo Trotskista», un grupo de estudio orientado por Alberto J. Pla, Enzo Lesce, Badaloni y Bonifaci. Después fueron derivando a distintos grupos de izquierda como el PRT, VC e incluso alguno al Peronismo. Ninguno al PST, eso seguro, el morenismo era anatema.

En mi casa siempre hubo muchos libros y se vivió una libertad intelectual absoluta. Desde muy chico fui un lector compulsivo. Entre los libros que había encontré «El amanecer de los brujos», «El retorno de los brujos», «El misterio de las catedrales» y «Recuerdos del futuro», que me voló la cabeza. Es obvio (o debería serlo) que mi viejo, siendo marxista, es ateo, materialista y considera la dialéctica entre la ciencia y la praxis como la forma de acceder al  conocimiento verdadero. También me parece obvio que uno no tiene que estar de acuerdo con todos los libros que tiene en la biblioteca.

Bueno, yo estaba en 6° grado cuando encontré este grupete de libros medio escondidos en una segunda fila de la biblioteca y los devoré. Me acuerdo que cuando el viejo me vio leyendo «Recuerdos del futuro» arrugó la frente y me dijo: «Eso estás leyendo». Y nada más. Caí en una especie de intoxicación platillista aguda.

Tanto mis padres como mis abuelos me habían fijado una cuota semanal que era para gastar en libros, se iba juntando y una o dos veces al mes retiraba el «toco» y me sumergía en la aventura de buscar en librerías, sobre todo de usados para hacer rendir más la plata. Compré «El oro de los dioses», «Existió otra humanidad», «El Triángulo de las Bermudas», «Yo visité Ganímedes», «Desde el cosmos nos vigilan», «Los intraterrestres existen», cantidad de Cuarta Dimensión y un montón de libros más. Me gasté lo que para mí era un platal en «El incidente» y en la colección Misterio de Vergara. Me comí el combo completo. Pedro Romaniuk me pareció muy extremo. «Pasaporte a Magonia» me desorientó. Los libros de contactados me parecían extremadamente divertidos e increíbles. De esas lecturas lo que más rescato es la prosa de Thor Heyerdahl.

Esto duró un par de años. Hasta que empecé la secundaria.

Ya hablé de la libertad intelectual que había en casa, pero mi viejo no era ningún salame.

LA CELADA

Aquí es cuando reaparecen los tíos de los que hablaba al principio. Los fines de semana se juntaban, había asado, damajuana, guitarras y mucha política.

A mí me encantaba entreverarme con ellos porque me trataban como un adulto. Contaban aventuras dignas de Salgari, como habían burlado una pinza, embutido fierros en el cementerio La Piedad dentro de un ataúd en un entierro fingido, fabricado armas para la Junta de coordinación revolucionaria en el taller de mi abuelo o hecho de guardaespaldas a Michel Pablo.

Lo que no podía imaginar es que mi padre iba a prepararme una celada.

Un día me me llevó a un asado en la casa del Pelado Lesce. También estaban Enzo, el Perro, que no venía del  POR(t) (había militado en el PC, después en el PRT y el genérico se volvió apodo porque fue el que los vinculó con la perrada) y Manolo.

Mientras encendían el fuego, mi viejo me dijo: «Contale al tío Carlos lo que estás leyendo» y me largué con los aeropuertos de Nazca, delirios  piramidales, las piedras  de Ica y más. Siempre me escuchaban con extrema atención y me trataban como a uno más, por eso los quería tanto. Todavía me acuerdo la expresión de cariño en la cara del tío Carlos cuando me dijo:

«Pero no Danielito,  las líneas de Nazca no son aeropuertos»

Presentó sus argumentos con amor, respeto y evidencia. Hasta me mostró el truco que usaba (una y otra vez) Erich von Däniken. Lo que en un párrafo eran «probablemente hayan sido pistas de aterrizaje» se convertía en «las pistas de aterrizaje» después del punto y aparte. El Perro se ocupó de las pirámides. Enzo del hiperdifusionismo. Manolo me puso en contexto la lápida de Pakal. Fue un flash su explicación de la cosmovisión maya que se puede leer en los símbolos que rodean a Pakal en su tránsito de la vida a la muerte. Mucho más interesante y profundo que la pavada del astronauta.

Tiempo después me di cuenta de que aquella amorosa encerrona fue preparada por mi padre con el acuerdo de mis tíos, consciente él de que uno se opone al padre por una cuestión casi biológica. Los tíos, veteranos de mil asambleas y congresos, me esperaban con las tesis repartidas y con la serie «Los nuevos apócrifos» de John Sladek fotocopiada y espiralada. Salí del asado convencido a base de evidencia. Nunca se burlaron ni me subestimaron.

J. POSADAS. Homero Cristalli, fundador del POR (t)

En su día ellos se fueron del POR(t). Pero pese a sus diferencias con el partido, jamás los vi reírse ni burlarse de Posadas; al contrario, denotaban cariño. Derrapó era la palabra que usaban. Y lo peor que les escuché decir fue: «Posadas al final se volvió loco». No de una manera despectiva sino con una expresión dolorida, como quien habla de alguien querido que se piantó. Del que si se reían era del alemán Schultz y contaban anécdotas de la época pre platillista (era muy bruto, aparentemente) y también le llamaban a la prensa partidaria Voz Planetaria.

A pesar del oportuno rescate que tanto agradezco y mi conversión al escepticismo tengo que confesar que nunca me libré de un interés casi malsano por la ufología.

(*) Esa entrevista a Carlos Lesce es una de las tantas asignaturas pendientes que almacena el detonado disco rígido del editor de este blog.

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

Contacto: aagostinelli@gmail.com
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