Cosmismo, la increíble filosofía rusa para alcanzar las estrellas y la vida eterna

Editorial Caja Negra acaba de publicar «COSMISMO RUSO. Tecnologías de la inmortalidad antes y después de la revolución de octubre», con textos de Fiódorov, Bogdánov, Svyatogor, Muraviov, Tsiolkovski y Chizhevski.

Ya comentamos el cosmismo cuando reseñamos el libro de Andy M. Gittlitz, I Want to Believe: Posadism, UFOs and Apocalypse Communism (2020). Básicamente, es un movimiento filosófico-cultural futurista que propuso a comienzos del siglo XX explorar el espacio y buscar la inmortalidad.

Cuando murió su fundador, el visionario Nikolái Fiódorov (1827-1903), el cosmismo sorteó el presagio de una extinción prematura y atravesó el estalinismo: en la década de 1930, Iósif Stalin (1878-1953) encarceló y ejecutó a importantes miembros del movimiento. Pero no solo continuó a través de sus varios herederos intelectuales, coautores de esta recopilación, sino que terminó siendo fuente de inspiración de los precursores del programa espacial soviético.

A renglón seguido de la presentación de Caja Negra Editora, un fragmento de la introducción de Boris Groys, compilador de COSMISMO RUSO (2021).

«COSMISMO RUSO. Tecnologías de la inmortalidad antes y después de la revolución de octubre». Compilador: BORIS GROYS / Colección: Futuros Próximos / Traducción de: Fulvio Franchi / Prólogo: Martín Baña y Alejandro Galliano / ISBN: 978-987-48226-0-4 / Páginas: 320

 “¡Inmortalidad para todos!”, “¡Nuestra tarea es la resurrección de los muertos!”, “¡La sociedad comunista debe ser también interplanetaria!”, son algunas consignas que sintetizan el programa de acción que nucleó a fines del siglo XIX y principios del siglo XX a un movimiento heterogéneo integrado por anarquistas radicales, activistas revolucionarios, poetas afines a lo oculto, filósofos, novelistas utópicos, científicos y pioneros de la astronáutica. Un círculo de autores rusos para los que todos males como la desigualdad, la injusticia y el sufrimiento, tenían su raíz en un problema mayor: la muerte, un lujo innecesario que se podría evitar mediante el mejoramiento tecnológico de la naturaleza. Según los principios cosmistas, los seres humanos debían dejar atrás sus diferencias y organizar sus esfuerzos detrás de este objetivo común, al que seguiría uno no menos ambicioso: la interplanetariedad. Superados los límites temporales de la vida, estaríamos listos para romper nuestras ataduras espaciales y diseminar la revolución por todo el universo.

Estos textos sorprenden tanto por la audacia de sus planteos como por las inesperadas resonancias en el presente. Gran parte de los proyectos del cosmismo se reflejan en la agenda de los titanes de Silicon Valley –que financian programas para revertir el envejecimiento celular o implementar la criogenia– y en corrientes de pensamiento actuales como el posthumanismo o el ciberfeminismo, para las cuales también el cuerpo es un dispositivo plástico que podemos modificar a los efectos de superar sus límites. Incluso el temor del primer cosmista, Nikolái Fiódorov, a “que los millonarios pudieran infectar a otros planetas con su explotación extractivista” parece materializarse en la privatización de la carrera espacial operada por Elon Musk y Jeff Bezos. Recuperar la tradición del Cosmismo Ruso puede servirnos hoy para recrear esa confluencia tan necesaria entre desarrollo tecnocientífico y políticas emancipatorias.

GALERÍA DE LOS COSMONAUTAS. No dejes de visitar esta exposición de afiches del arte espacial soviético.

Así invita Boris Groys (ver biografía abajo) a leer su recopilación COSMISMO RUSO. Tecnologías de la inmortalidad antes y después de la revolución de octubre (2021):

«El cosmismo ruso no se presenta como una filosofía integral. Más bien se trata de un círculo de autores de fines del siglo XIX y principios del siglo XX para los que el cosmos visible era el único lugar para la vida del ser humano después del fracaso del cristianismo histórico con su fe en la realidad de ultratumba, el mundo del más allá. De este descubrimiento o, más bien, de esta pérdida, se podían sacar diferentes conclusiones. Una de las conclusiones difundidas en aquel tiempo era la negación de la idea de la inmortalidad individual y el destino del mundo en general: se le proponía al ser humano limitarse a las fronteras temporales de su vida terrestre finita y al círculo de preocupaciones ligadas a esa vida. Los teóricos del cosmismo ruso llegaron a la conclusión opuesta a la ‘muerte de Dios’. Llamaron a la humanidad a establecer un poder total sobre el cosmos y a asegurar la inmortalidad individual para todos los seres humanos que viven y que han vivido anteriormente. El medio de la realización de esta aspiración debía ser un Estado universal centralizado: el cosmismo ruso no fue solo un discurso teórico, sino un programa político. (…) Si el objetivo del Estado es la supervivencia de la población, la muerte ‘natural’ de un individuo aislado es aceptada pasivamente por el Estado como un hecho inevitable. Es decir que la muerte natural funciona como límite natural del Estado como biopoder. El Estado moderno acepta ese límite respetando la esfera privada de la muerte natural. A propósito, ni siquiera Foucault pone en duda ese límite. Pero ¿qué pasaría si un biopoder decidiese radicalizar su programa y reformular su divisa como ‘Hacer vivir y no dejar morir’? En otras palabras, si se decidiese a luchar contra la muerte ‘natural’. Se puede presuponer que una decisión de este tipo parecería utópica. Pero, precisamente, esta demanda de un biopoder absoluto fue formulada por muchos pensadores rusos antes y después de la Revolución de Octubre.»

Boris Groys (Berlín Este, Alemania, 1947) es un matemático, filósofo, crítico de arte y escritor reconocido por sus investigaciones sobre el arte de vanguardia del siglo XX y los medios de comunicación contemporáneos. Enseña filosofía en la Universidad de Diseño de Karlsruhe, la Academia de Bellas Artes de Venecia, la Universidad de Nueva York y la Universidad de Münster, entre otras.
ARTE ESPACIAL RUSO. Andrei Sokolov, autor de la obra de portada, es un prolífico artista ruso que sigue buscando inspiración en la astrocultura.

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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