Juan Gimeno, el buscador de maravillas que se fue demasiado pronto

El pasado 25 de octubre falleció en Buenos Aires Juan Gimeno, autor de importantes libros y artículos sobre la historia general y personal de las principales figuras del espiritismo, el curanderismo y la parapsicología en la Argentina. Fue también un experimentador en lo que se dio en llamar “efectos físicos de la mediumnidad”, pero será más recordado como un andariego de los misterios humanos y extra-humanos –y como actor, maestro de escuela y activo defensor de los derechos humanos, siendo el más visible de sus apoyos el que prestó al movimiento contra la trata de personas. Colaboró con este blog y su último trabajo fue doloroso y esclarecedor: denunciar los plagios de su ex compañero de aventuras, Alejandro Parra, presidente del Instituto Argentino de Psicología Paranormal (IAPP).

JUAN GIMENO (1954-2021). El domingo 31/10 familiares y amigos se reúnen para recordarlo al costado de la Glorieta de Parque Lezama a partir de las 17hs. “Traigan mate y lindas historias compartidas”, escribió en su muro en Facebook su hija Florencia.

Por Alejandro Agostinelli

Su hija Florencia me confirmó el mediodía del miércoles la noticia. El lunes había fallecido víctima de un agresivo cáncer Juan Gimeno, historiador argentino del espiritismo, el curanderismo y lo paranormal; estudioso de presuntos fenómenos PSI, maestro de nivel primario para adultos, activista de los derechos humanos, gran charlista y narrador. Ya me había dado la mala nueva Juan Manuel Corbetta, investigador que hasta hace un lustro compartió con él y Fabiana Savall la autoría de varios trabajos y proyectos dentro del programa Patrimonio y Creencias del Museo Roca – Instituto de Investigaciones Históricas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. También se despedía tempranamente de él Juan Manuel Otero Barrigón, responsable de la Red de Estudios Religare – Psicología, Religión y Espiritualidad, quien compartió acertadamente su artículo: «Parapsicología, ciencia y religión: “Si fuera verdad tanta belleza”.

Lo más triste de todo esto es que la parca se lo llevó en menos de tres meses y yo ni enterado, porque –por increíble que parezca– hace escasas dos semanas recibí de él un mail con material de mi interés y no mencionó una sola palabra sobre su salud.

¿Qué decir sobre Juan? Varias cosas. Una, si hubiese vivido entre los 60 y los 70 hubiera sido redactor estrella en revistas como Planète, 2001 Periodismo de anticipación o incluso Más Allá de la Cuarta Dimensión.

Vivió intensamente su pasión por explorar enigmas y esa energía lo llevó a reconstruir los hitos y las vidas de figuras relacionadas con el espiritismo y lo paranormal que se destacaron a lo largo de la historia, pero también a abrevar de misterios de la vida cotidiana, no solo como observador si no adhiriéndose o impulsando grupos dedicados a facilitar la manifestación de presuntos casos de telepatía, poltergeist o premoniciones

Nos conocimos hace más de tres lustros en circunstancias que nunca recordamos con precisión, aunque sin duda fue en el curso de alguna actividad social más o menos esotérica. Quizá fue nuestra amistad común con Naum Kreiman, a través de otro amigo, el ilusionista y experto en fraudes paranormales, L. Enrique Márquez, lo que nos acercó. Juan estaba buscando el destinatario de la correspondencia que Kreiman mantuvo con alguien que lo alentaba a escribir su autobiografía y ese alguien resulté ser yo. Ese material fue punta de lanza del libro que terminó publicando con su viuda, Dora Ivnisky, la única biografía disponible sobre Naum, a la sazón uno de los precursores de la parapsicología en la Argentina.

Nuestros caminos se cruzaron por segunda vez cuando Juan empezó a inquietarse por una serie de caracterizaciones que hizo Naum sobre un colega (bueno, nombrémoslo: Alejandro Parra), a quien acusó de malversar datos de una investigación que resultó ser un fiasco. Lo invité a leer un desmitificador artículo de Enrique Márquez sobre el mismo tema –imagino su rictus amargo al conocer su contenido– y sin embargo decidió posponer un veredicto, ya que no rompió aquella relación.

Quiso el destino que veinte años más tarde Juan terminó siendo el autor de los descubrimientos que le quitaron la venda: los plagios del mismo Parra, expuestos por Gimeno en este blog, fueron el último gran escándalo parapsicológico argentino con proyección internacional. No conforme con escribir aquel artículo, Juan fue un activo impulsor de su desenmascaramiento en las instituciones del sector donde seguía siendo considerado un autor serio, como (nada menos) la decana asociación estadounidense de parapsicología, The Parapsychological Association. Vergonzosamente, por décadas Parra fue considerado el máximo referente de la parapsicología argentina por la PA.

ACTIVISTA. Gimeno también fue un militante comprometido con el movimiento Madres Víctimas de Trata.

BIBLIOGRAFÍA. Juan Gimeno legó libros como «El Buscador de Maravillas: Tras los pasos de clarividentes, psíquicos, curanderos (y farsantes) de la Argentina reciente» (Ed. del autor, 2014), «Cuando Hablan los Espíritus: Historias del movimiento kardeciano en la Argentina» (en co-autoría con Juan Manuel Corbetta y Fabiana Savall) (Dunken, 2010) y «Naum Kreiman, la parapsicología y la ciencia» (en co-autoría con Dora Ivnisky) (Ed. del autor, 2008), entre otros.

Fue un tipo con una curiosidad insaciable. Esa curiosidad lo llevó a explorar casos, experiencias espíritas y biografías alucinantes. Consciente de la posteridad, fue subiendo sus trabajos a Academia.edu, blogs o sitios como el que dedicó a Naum Kreiman, quizá el autor que más estudió.

También podemos encontrar varios de sus trabajos en Cuadernos de Parapsicología (dirigido por Naum Kreiman), Comunicaciones de Parapsicología (dirigido por Dora Ivnisky), Journal of the Society of Psychical Research, Journal of Scientific Exploration y, claro, en la publicación que dirigía Parra, la Revista Argentina de Psicología Paranormal (la cual, descontando los sospechosos artículos del director, incluyó trabajos eruditos y originales como los de Gimeno). Juan escribió jugosas biografías que, por otra parte, nadie más escribió o quién sabe si alguien más va a profundizar, como la del matemático ruso nacionalizado argentino Mischa Cotlar, quien no dudó en dar un paso al más allá del escepticismo; el maravilloso Iván Lépes, con una vida dedicada al estudio de la telepatía de las moscas, o la del clarividente y telépata inglés radicado en Buenos Aires Mr. Eric Luck (1893-1965), un caso investigado por el médico Orlando Canavesio (1915-1957) que interesó al Dr. Ramón Carrillo y, a través de él, al entonces presidente de la Argentina, Juan Domingo Perón.

JUNTO A MISCHA COTLAR, 2001. Cotlar, en el centro, era, en el momento en que se sacó la foto, el matemático vivo más importante de la Argentina. El motivo del encuentro, cuenta Gimeno, había sido una sesión de mesas parlantes. A ambos lados de Mischa, Gimeno y Parra.

Todo aquel que lo haya tratado lo suficiente debió compartir alguna vivencia pintoresca con Juan. La mía está relacionada con nuestras diferentes posturas ante el tema de nuestros desvelos. Juan me consideraba un “escéptico tolerable”. Quizá por eso no me percibía como una amenaza a sus convicciones y me pedía opinión, aunque a mí me incomodara dársela (por otra parte él sabía que yo había abandonado la “desmitificación militante” años ha).

Una tarde de 2013 pasó por mi oficina en Palermo para contarme que había logrado “varios éxitos” con el participante de un estudio con “mesas parlantes” de su grupo Luces Rojas (nombre inspirado en la película de horror paranormal estrenada en 2012, dirigida por Rodrigo Cortés y protagonizada por S. Weaver, R. De Niro y L. Sbaraglia). Tiempo antes, Juan había quedado en invitarme a una demostración pública del sujeto de la investigación. Le sugerí ir con Enrique Márquez, mejor preparado que yo para enfrentar estos casos. Bien, creo que las dos cosas –mencionarle a Márquez y desinvitarme– ocurrieron al mismo tiempo. Márquez representaba para él un extremo inaudito de escepticismo.

El día que vino a traerme las pruebas fuimos a un restaurante, abrió su laptop y me mostró varios videos, desbordado de entusiasmo. Mis preguntas empezaron a enfriarlo, primero poco a poco hasta que me empezó a mirar de reojo; al final, bajó la pantalla y me dijo: “¡Pero vos seguís siendo el mismo escéptico de siempre!”.

Nos reímos juntos y le dije algo así: Juan querido, volcar talco sobre la mesa o impregnar con aceite las manos del sujeto de la investigación no resuelven un caso, pero son medidas que al menos permiten reducir la presión de sus manos sobre la mesa.

Me contestó que el sujeto no tenía nada que ganar cometiendo un fraude. Le repuse que los controles no sólo ayudan a evitar engaños, que podría no ser el caso, sino los autoengaños y el sesgo del investigador; de paso le comenté que nunca entendí por qué un presunto dotado de poderes PK necesita tocar una mesa parlante, cuando suspender las manos a cierta distancia –sin apoyarlas, estilo Reiki– debería ser suficiente. Esa tarde supe que su ferviente deseo de confirmar empíricamente la existencia de los fenómenos que le interesaban –como la psicokinesis– le impedía considerar todo argumento que le pudiera arrebatar sus ganas de creer, genuinas pero, hombre, ¡entonces no me vengas a pedir opinión!

Juan se fue y el enojo le duró un tiempo. Pero yo le seguí escribiendo, no sólo porque el enojado no era yo sino porque seguí valorando inmensamente nuestra amistad y su producción. Por suerte, alguna vez, llegué a decirle lo que pensaba: sin su tozuda confianza en la realidad de los fenómenos que estudiaba quizá no hubiese puesto el empeño que le permitió hacer aportes tan valiosos, y en forma sostenida –desde luego, no hay modo de probar que estoy equivocado.

Vamos a extrañar a Juan, vamos a lamentar la interrupción de sus aportes bibliográficos y yo no sé si volveré a tener, para mi desgracia, un amigo convencido en la existencia de lo paranormal que aparezca por mi oficina a mostrarme prodigios, con los ojos llenos de ilusiones.   

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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