A propósito del 19º Aniversario del caso Varginha (el caso ovni brasileño más famoso del mundo, en el cual, supuestamente, militares secuestraron a dos pequeños marcianos), me dispuse a revisar qué tenía sobre el tema: cada tanto hay que desclasificar lo que guarda el disco rígido. Pero lo primero que recordé no fue tanto lo que escribí sobre el tema en alguna ocasión sino una maravillosa historia secundaria. Dejo a esa historia de postre, primero va un resumen del caso.
Por Alejandro Agostinelli
A la media tarde del 20 de enero de 1996, tres jovencitas (Valquiria, 15, Liliane, 17 y Kátia, 23) regresaban de su trabajo en Villa Andere, un suburbio de la ciudad de Varginha, en Minas Gerais. Cruzaban un terreno baldío cuando se toparon con una criatura inmóvil como una estatua. Se acercaron a unos siete metros y, a través de la vegetación, vieron un monstrinho que les dedicó una mirada de desconsuelo. Asustadas, escaparon del lugar. Al día siguiente, la historia llegó a oídos del abogado Ubirajara Rodrigues, el más respetado ufólogo de la región, quien tomó nota del primer identikit de la criatura: “Su piel era marrón, tenía enormes ojos rojos, su cabeza era desproporcionada al cuerpo y tenía tres cuernos”. Las jóvenes –católicas practicantes– compararon al ser con un capeta, término folklórico con el que se designa al demonio.
La prensa abrazó la historia una semana después, y no la soltó por meses. Una de las grandes cualidades del caso –y garantizó su impacto– fue la sinceridad que las chicas transmitían. Pronto comenzaron a surgir testimonios que mencionaban la incursión de misteriosos objetos aéreos, y la intervención del cuerpo de Bomberos, la Policía Militar y el Ejército en un sigiloso operativo de secuestro no ya de una sino de dos criaturas alienígenas. (También se habló del aterrizaje de un plato volador en las cercanías, pero ese fue un papelón de J.J. Benítez).
Los militares enfriaron las acusaciones a fuerza de pura indiferencia. Sin embargo, los ufólogos no tardaron en descubrir soldados dispuestos a romper el “pacto de silencio”: a cambio del anonimato, algunos de ellos parecieron confirmar que las criaturas habrían sido transportadas a la Universidad de Campinas, donde les habrían practicado una autopsia. Toda semejanza con la versión popular del caso Roswell ¿pura coincidencia?
Otras circunstancias –incluida la misteriosa muerte de un soldado que habría participado en la captura– dejó servidas las piezas de un complejo rompecabezas. Claudeir Covo –un influyente ufólogo paulista, penosamente fallecido en 2012– puso el grito en el cielo: “¿Cuántos extraterrestres deben ser asesinados para que la Humanidad abra los ojos?”. Internet hirvió de rumores conspirativos –versiones de atentados, sobornos extorsivos, etc. – y comenzó lo que una periodista de Red O Globo definió como «un caso de delirio organizado».
Todos los indicios lo confirmaban: Roswell había reencarnado en Varginha.
Los ufólogos brasileños ya no eran menos que sus colegas yanquis. El periodista de la revista UFO, Claudio Tsuyoshi Suenaga, arriesgó que las jóvenes pudieron confundirse con un minino da rua, ciertamente tan desamparados y pasible de represión como un ser de otro mundo. También señaló que le parecía llamativo que el incidente Varginha surgiera en plena fiebre Roswell (poco tiempo atrás se había desatado el frenesí post-muñecopsia, incluída la esperada –y tardía– réplica de la Fuerza Aérea de los EE.UU.)
Pese a la euforia del platillismo brasileño, Ubirajara Rodrigues se mantuvo cauto desde el principio. Dos años después de los hechos, me dijo que –sin su implicación personal– “el caso hubiera sido olvidado, tal vez como un engaño”. Rodrigues no cree que la historia haya sucedido como se lo imagina la mayoría: “Las chicas –Ubirajara me dijo, mucho antes de enrolarse en las filas de los escépticos– nunca hablaron de un extraterrestre”. Es más, subraya, frente al caso de Varginha “no existe ninguna evidencia concreta que asocie el incidente con los ovnis”.
Con el editor de la revista UFO Ademar Gevaerd a la cabeza, la ufología brasileña se unió para denunciar que, como en Roswell, los militares ocultaban un secreto atroz. Había una brecha de medio siglo entre ambos sucesos. Las contradicciones, confusiones y leyendas que rodeaban al caso anunciaban la génesis de un nuevo mito. Hasta en eso Varginha se parecía a Roswell.
LOS “MIBs EVANGÉLICOS” DE VARGINHA
En Abril de 1996, Luzia, madre de dos de las testigos (Valquiria y Liliane) y amiga de Katia, la joven que completaba el trío, dijo haber recibido la visita, al anochecer del 28 de ese mes, de cuatro hombres muy bien vestidos, que nunca se identificaron. “Educadamente, pero con firmeza y autoridad, insistieron en que las tres chicas den urgente marcha atrás en sus declaraciones públicas. Deberían grabar una entrevista en la televisión, ‘no en las pequeñas emisoras locales’, pues ellos pretendían tomar las declaraciones y divulgarlas a través de una gran red de televisión. Ellas deberían decir que ‘cometieron un engaño, que no vieron lo que dijeron haber visto y que no tenían certeza de nada”, cuentan Ubirajara Rodrigues y Carlos Alberto Reis en su obra “Desconstrução de um Mito” (2009).
Los misteriosos sujetos aseguraron que iban a depositar una jugosa suma de dinero en la cuenta de Luzia. El chantaje (otros pueden llamarlo “tentadora oferta”) dejó a la señora abrumada, quizá porque si aceptaba los términos de la propuesta podría resolver la precaria economía familiar, amenazada con una deuda en la casa donde vivían.
Quitando un par de detalles, las afirmaciones de Luzia calificaban para “Hombres de Negro”…
La cosa no terminó ahí. Justo un año después, por la madrugada, un automóvil se acercó a Luzia cuando ella regresaba del trabajo. Uno de los ocupantes se bajó del coche y la “invitó” a dar un paseo. Lejos del centro de la ciudad, el sujeto le reiteró el ofrecimiento. Y añadieron: “Ustedes dirán que fueron los ufólogos los que afirmaron que se trataba de seres de otros planetas”. La charla era tensa y, por momentos, el tono de sus interlocutores era poco amable. “La señora está haciendo demasiadas preguntas, quien hace preguntas aquí somos nosotros”, le dijeron. En todo momento insistían en que las chicas habían visto “algo malo” que debían desmentir y que “no debían confiar en los ufólogos”. Le llegaron a mostrar imágenes del ser de Varginha, sin que quedase claro con qué intención, y cada vez que Luzia exclamaba Por el amor de Dios, aquellos hombres replicaban “Deje de decir a toda hora Por el amor de Dios!!!”.
Rodrigues se hizo todas las preguntas posibles. “¿Quiénes serían esos sujetos? ¿Por qué tanta insistencia en disuadirlas a continuar con la historia? ¿Por qué esas tácticas –callarse la boca– y esas estrategias –compensación financiera– no surtieron el efecto deseado? ¿Por qué Luzia no cedió a la tentación de resolver su vida con una conversación con sus hijas? Había una fuerte relación entre ellas. Luzia era, además, íntima amiga de Kátia, la tercera testigo. ¿Honestidad de principios, pura y simplemente? ¿Temor a que después de la desmentida aquellos hombres no cumplieran con lo pactado? ¿Recelo a que “el acuerdo” fuese descubierto y ella tuviese que pasar por otra humillación?”. Sin duda, la hipótesis más sencilla cerraría con la última pregunta: “¿Habrá sido visitada Luzia por aquellos hombres? Nadie, aparte de ella, presenció esos encuentros. ¿Debemos confiar, otra vez, en una declaración solitaria? ¿Qué ganaría inventándose esa historia, la misma notoriedad de las jóvenes?”. Luzia, en una entrevista para el Discovery Channel, dijo: “Mis hijas no son de mentir y somos gente honesta. Son chicas muy religiosas y están diciendo la verdad. De esto yo doy mi palabra”.
Ubirajara afirma que el simple relato de aquellos encuentros no tiene ningún valor probatorio, pero si decidimos creer en la buena fe de Luzia arriesga dos hipótesis posibles.
Primera hipótesis. La primera visita de los MIBs habría tenido lugar tres meses después de sucedido el caso, lapso durante el cual la familia tuvo tiempo de sobra para recibir cientos de ufólogos –muchos de ellos dispuestos a cargar la tintas más fantásticas de la historia, y hacer los más variopintos aportes de la mitología ufológica. Con esta información Luzia pudo fabular el relato del asedio nocturno de los MIBs.
Segunda hipótesis. La segunda visita supuestamente ocurrió el 18 de enero de 1997, a sólo dos días del aniversario del caso. Por aquellos años, recuerda Ubirajara, estaba al rojo la polémica compra de la Iglesia Universal del Reino de Dios de la Red Record Televisión, segunda cadena del Brasil. La cadena que impulsó con más fuerza la historia fue su competidora Red Globo (que luego la absorbió). El caso Varginha estaba en todos lados: revistas de moda, diarios, historietas infantiles… “Si ese acuerdo se hubiese realizado no hay cómo prever las consecuencias de un contratiempo de esta envergadura”. Entonces, si tales “visitas” hubiesen sucedido, ¿cuál podría haber sido la identidad y el objetivo de los visitantes, descartada la anodina teoría de “agentes secretos”. Dice Ubirajara: “tales MIBs, que iban bien vestidos, hablaban con firmeza, iban en grupo, habían ofrecido dinero, pretendían llevar a las jóvenes a un gran red de televisión e insinuaron a la madre que no debería usar a todo instante el nombre de Dios podrían haber sido… pastores evangélicos”.
“Como simple hipótesis no cuenta con ninguna evidencia para ser confirmada”, continuó. Pero, como él mismo reconoce, puede andar perfectamente del brazo con la hipótesis de los MIBs, dicho sea de paso “mucho menos fundamentada”.
Si la hipótesis llegara a confirmarse, los MIBs de Vargihna no tendrían nada que envidiar a la que nos contó Luis Ruiz Noguez, editor del blog Marcianitos verdes, quien, cuando era joven y ufólogo, fue responsable de un caso de “contaminación MIB” que involucró indirectamente nada menos que al Dr. Joseph Allen Hynek.
El principal punto de apoyo de la segunda hipótesis de Ubirajara es que los pastores evangélicos demonizan a los extraterrestres y son tenaces cuando se les antoja combatir otras creencias.
Ahora bien, ¿por qué no pensar en productores de TV tratando de tirar por la borda aquella historia fantástica en la que creía casi todo Brasil? El defecto de esta reformulación de la segunda hipótesis de Ubirajara es que las cadenas de televisión piensan, ante todo, en hacer negocios. El escepticismo es poco lucrativo. Además, es poco probable que, por entonces, en Brasil hubiesen programas de divulgación científica capaces de echar mano a la “desmitificación coercitiva”, o dispuestos a hacer generosos depósitos en las cuentas bancarias de “arrepentidos involuntarios”. Ni en Brasil ni en ninguna otra parte y en ningún otro momento, creo. Pero si me equivoco y alguien me lo quiere reprochar (con datos, por favor), habrá valido la pena escribir este post: estamos a la pesca de canales de televisión distraídos para convencerlos de que inviertan en un poco de (sano e inteligente) escepticismo.
RELACIONADAS
La ufología Frankenstein pide rescate: primer ensayo crítico del platillismo brasileño. Comentario sobre A Desconstrução de um Mito, Um Mito Nada Moderno Sobre Coisas Vistas na Terra: Porque os Discos Voadores Podem Não Existir. Por Ubirajara Rodrigues y Carlos Alberto Reis (Livro Pronto, São Paulo, 2009).
MIB: Cuatro historias reales en América Latina
Alienígenas en su laberinto
Quién es quién en la ufología religiosa
Ufología antisemita y objetivos a precios siderales
AlieNation: lider afroamericano antisemita organiza encuentro ovni