Bendita Magonia: Pasaporte a la Ovnilandia Francesa

El Dr. Sergio Sánchez Rodríguez publicó el primer tomo de una historia de largo aliento sobre la ufología francesa. Una revisión refrescante, entretenida y erudita para los que tempranamente fuimos atrapados por los tentáculos de los dioses galácticos, y aún deseamos comprender su relación con el esoterismo, la ciencia popular y la pseudociencia. En Francia no se consigue.

ERASE UNA VEZ EN OVNILANDIA. TOMO I: La gran invasión marciana
Autor: Sergio Sánchez Rodríguez
Ediciones del Mono Dorado, Chile, noviembre 2016.

Por Alejandro Agostinelli

Me voy a superponer con Diego Zúñiga, el inevitable autor del prólogo de Érase una vez Ovnilandia: cuando Sergio Sánchez Rodríguez me habló por primera vez de esta obra (en realidad, el primer tomo de una serie aún más ambiciosa, ya que promete seguir profundizando aspectos historiográficos y teóricos de la ufología), pensé que se había vuelto loco. Solo un milagro podía reavivar mi interés (y con el mío, el de varios más) hacia las ideas, investigaciones y ensayos de la primera ufología francesa (sus especialistas, revistas, casos y protagonistas), y yo desconfío de los milagros. Por eso, solapándome con el prologuista, hubiese debido imaginar que Sergio, cual Sai “Spock” Baba, iba a ser capaz de semejante prodigio; que él, cual Súperman laico, iba a pulverizar carbón en un puño para espolvorear su diamante-vibuthi gracias a su “talento innato para escribir cosas divertidas y hacer sencillo lo extraordinariamente complejo”, para citar, otra vez, a quien remató su presentación con una frase a la que adhiero desde aquí hasta la galaxia más lejana:

“Estamos ante EL libro de ufología escrito en Chile, uno que pasará de inmediato a formar parte de la escuálida categoría de obras maestras publicadas sobre este asunto en español.”

Sergio Sánchez Rodríguez también es autor de Pasaporte a OVNIlandia: lecturas de ufología crítica, Emegé Ediciones, Santiago de Chile, 1999. Érase una vez OVNILandia es la segunda obra que le dedica al tema.

Dos cosas importantes sobre el autor de Érase una vez en Ovnilandia. Primero, que es mi amigo, aclaración que hago sin despeinarme porque es colaborador de este blog por las mismas razones por las que celebro su libro. Segundo, que Sergio Sánchez es criminólogo, autor de una obra enciclopédica, que estrenó su curiosidad en su sentido más pleno y fecundo: no empezó por el ensayo penal sino por el estudio de los animales prehistóricos (siendo niño, salvando las imaginables distancias, en la tele fue el chico Odol de los dinosaurios) y el estudio de los platillos voladores, los fenómenos paranormales y los misterios de la antigüedad. Su primer libro fue el original ensayo Pasaporte a OVNIlandia. Lecturas de ufología crítica (1999) y la primera revista que editó (con Diego Zúñiga, claro) fue La Nave de los Locos, considerada, sin oposición, la mejor revista ufológica chilena.

Otros datos sustanciales de la biografía del profesor están online; en lo que a mí concierne, puedo agregar que fue el primer chileno que me reveló su interés y enseguida supo mucho más que yo sobre la hipótesis psico-sociológica (HPS), cuestión sobre el cual, allá por 1988, había publicado un dossier en la finada revista española Cuadernos de Ufología. En aquel ensayo nunca fui tan claro como Sánchez cuando, para resaltar las diferencias de la HPS con el escepticismo, definió a aquella como una suerte de “enemigo interno”, que “le dio un abrazo mortal a la ufología mientras los debunkers se limitaban a lanzarle proyectiles desde cierta distancia”. Esta obra todavía no aborda la HPS, pero, como algo sé de lo que se viene, me animo y digo: no tengo dudas de que la exquisita curiosidad de Sergio indagará los estudios, argumentos y debates que dio lugar esa corriente como nadie lo hizo hasta hoy.

PERLAS CULTIVADAS
“El hecho concreto es que la ufología es la historia de sus controversias; más aún, es la historia de la forma en que se han construido dichas controversias”, escribe Sánchez casi al empezar, consigna que mantendrá en alto a lo largo de todo el texto.

Sánchez retrata las perlas cultivadas por los ufólogos franceses a lo largo de las décadas y muchas veces sobrepasa la pulcra tarea de la exposición. También reflexiona dejando picando frente al arco respuestas apropiadas a las preguntas dilemáticas que por décadas ahogaron a las disciplinas anomalísticas, casi todas ellas fronterizas con las ciencias sociales. El autor pone al descubierto un largo rosario de preguntas mal formuladas. Desde la “lectura positiva del absurdo” (o acerca de cómo ciertas incongruencias pueden revelar “registros de otra realidad”, ej: la mancha en el negativo elevada al rango de visitante invisible), hasta las que se hacen desde el abecé del escepticismo, ese que duda sin negar a priori y argumenta, no que refuta porque es lo que otros escépticos esperan de él. El ovni no son los medios ni los medios son el ovni: la ufología es el campo de estudio que describe la compleja interacción entre las afirmaciones de quienes dicen haber visto o registrado un objeto aéreo desconocido (que analiza, sobre todo, la psicología), las versiones sobre aquello que recoge, difunde y transforma la prensa (y examina la sociología) y las interpretaciones que elaboran ufólogos, escritores, cineastas, etc, para entregar estereotipos al consumo de masas (en un proceso de transformación que estudia la antropología cultural y pone en perspectiva y reinterpreta la Historia).

Érase una vez Ovnilandia hace un repaso exhaustivo de los precursores de lo que podemos llamar el pensamiento ufológico galo: Louis Pauwels, Jacques Bergier, Charles Garreau, Robert Charroux, Paul Misraki, Jimmy Guieu, Raymond Veillith, Aimé Michel, Pierre Guérin Jacques Vallée, sin olvidar sobrevivientes que aún dan pelea como Gerard Lebat, quien ha sabido recoger la nostalgia por los platillos en almuerzos, meriendas y cenas ufológicas, que se celebran en todo el mundo.

Jacques Bergier y Louis Pauwells, fundadores de «Planeta».

Desde las primeras líneas, Sergio Sánchez muestra cómo la cultura estadounidense exportó sus especulaciones a Francia. A su repertorio no le faltan, siquiera, los actores de reparto: ni las primitivas –por pioneras, pero también por precarias– ideas sobre el sistema de propulsión de los soucoupes volantes, esbozadas por el profesor de física y piloto Jean Plantier, el papel de los escépticos (como el pérfido psiquiatra Georges Heuyer), ni el núcleo anomalístico más desafiante que debieron enfrentar los ufólogos en Francia: la oleada de 1954, que de ser unos tímidos Mystérieuses Objets Célestes (MOC, como llamaron al principio a los ovnis), pasaron a tener humanoides associés. Sánchez dedica un delicioso capítulo a la exuberante revolución fantástico-realista que prometía la revista Planéte (sin olvidar a su crítico más feroz, el astrofísico Evry Schatzman, vocero de la eterna Unión Racionalista), otro a la configuración de la invasión marciana (que estrena la curiosidad de incorporar analistas metódicos, como Michel Carrouges o el primer Vallée, o filosóficos, como Michel y Guerín) y las ilusiones en la ciencia que reflejan las primeras revistas especializadas, como Ouranos (Marc Thirouin), Lumieres Dans La Nuit (Veillith) y Phénomènes Spatiaux (René Fouéré).

ANOMALÍA CÓSMICA
El autor contextualiza todo el tiempo y pone al lector en sintonía con cada momento histórico. Por ejemplo, cuando le perdona a Carrouges el título de su obra “Aparecen los Marcianos” porque “marciano” era el sinónimo de “extraterrestre” más conocido por la época en que escribe, o la filosofía de pistolero solitario de Aimé Michel, con una conmovedora biografía de superación personal antes de que se convirtiese en uno de los primeros intelectuales europeos que pensó en un Homo sapiens condenado a ser una especie de anomalía cósmica, “impulsada a superarse a sí misma desde los problemas que genera su falta de adaptación radical al ambiente”. Sánchez documenta con rigor la evolución del pensamiento de Michel. Ensimismado en el análisis de su ideología ufológica, para-ufológica y post-ufológica, se pregunta por qué Orthon, el humano rubicundo y hermafrodita de George Adamski, resultó ser menos verosímil que los humanoides cabezones y de baja estatura que a éstos sí Michel toma bien en serio.

En la última parte del libro, Sergio Sánchez se consagra a la teología de los dioses forasteros y a sus antenudos clérigos, empezando por Charroux y Misraki y sus respectivas producciones, destinadas a mostrar al mundo que los dioses-astronautas dejaron sus conocimientos encriptados en obras arquitectónicas o artísticas y, quizá, en buena parte de la cultura de sus descendientes modernos, un ideario que a fines de los 70 aprovechará Claude «Rael» Vorilhon, el príncipe de los Elohim.

Y así como la primera pieza del ciclo anunciado por Sánchez empezó llamando la atención sobre la influencia estadounidense en la ufología francesa (y en la del resto del mundo, que duda cabe), al final del periplo advierte que encuentros cercanos famosos, como el del policía Lonnie Zamora, en Socorro, 1964, no desentonan con los humanoides asociados a las naves que descendieron en Francia en 1954. Aconsejo leer el libro para saber por qué.

Aimé Michel

Para algunas de sus interpelaciones a los autores más influyentes –los capítulos que dedica a Michel y a Vallée son geniales y exhaustivos– se sirve de la estimulante lectura de los científicos sociales contemporáneos del fenómeno con los que más se identifica, como Wiktor Stoczkowski y Pierre Lagrange, quienes sin duda lo ayudarán a avanzar con paso más firme los siguientes capítulos de este Disneylandia cósmico y popular del siglo XX.

Sin duda, Sánchez tiene a su derrotero bien estudiado: la crónica de las teorías ufológicas francesas también es una excusa para desarrollar críticas, propuestas y reformulaciones que confluyen en sus actuales preocupaciones, que expone sin temor al que dirán.

Para terminar. Todo explorador del fenómeno, esté donde esté ubicado entre la fe y el escepticismo, coincidirá en que la ufología ofrece unas cuantas plegarias dignas de ser atendidas. El talante comprensivo de Sergio Sánchez Rodriguez, nos pide empatía para escuchar las dudas de Michel, pero también llama a los fraudes por su nombre, como lo hace cuando expone la fantástica explicación racional que recibe el danikeniano cosmonauta de Fergana, en la región de Uzbekistán, demostrando que es posible proyectar al hall of fame una pintura rupestre contemporánea. El autor tampoco se limita a comprender o exponer mitos, eso sería reducir hasta la mezquindad los alcances de su apasionante, bellamente escrita travesía intelectual, que es la de un historiador que presenta, un antropólogo que sitúa y un teórico que explica.

En suma, si sos un recién llegado, Érase una vez Ovnilandia te ofrecerá un panorama teórico claro, ameno y completo. Si alguna vez fuiste (¡o seguís siendo!) aficionado a la ufología, este libro te recordará o te iluminará el camino para iniciarte en la lectura de aquellos autores y comprender la evolución de las ideas que contribuyeron a construir a la ufología tal como la conocimos antes de que llegara internet para embarullarlo todo. Si, en cambio, o además, querés conocer los argumentos que acompañaron el desarrollo de la mitología extraterrestre contemporánea, este es el libro perfecto.

DÓNDE Y CÓMO CONSEGUIRLO
Amazon (ebook, kindle y papel). Leer el Prólogo, aquí.

COLISEO SENTOSA. La editorial chileno-europea publica la obra de Sergio Sánchez Rodríguez

OTRAS CRÍTICAS
Marcianitos Verdes (incluye Indice). 

5-meniquesClasificación. 1 meñique fracturado: pésimo. 1 meñique:malo. 2 meñiques: regular. 3 meñiques: bueno. 4 meñiques: muy bueno. 5 meñiques: excelente.

ENLACES EXTERNOS

Aimé Michel
Pulp
RRO
Unión Racionalista Vs. Realismo Fantástico

RELACIONADAS

Ufología en Portugal, esa desconocida
La ufología Frankenstein pide rescate
Una nave de locos…para cuerdos: la colección
Colección completa de «La Nave de los Locos»
Dónde adquirir «¡Volvimos!» Edición Extraordinaria de La Nave
Y La Nave… va
Noticias de Marte. Cómo los ovnis invadieron la prensa chilena.
Cuadernos de Ufología: Guía de Lectura
Sin Cuadernos, de la Ufología hispana sólo queda un hilito de voz. Por A. Agostinelli
A. Agostinelli: «Cada vez me gusta menos que me llamen ufólogo». Por Diego Zúñiga
A 65 años de Arnold, los platillos ya no vuelan como solían. Por Diego Zúñiga

PARA COMPARTIR Y AYUDAR A DIFUNDIR NUESTROS CONTENIDOS

El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

Contacto: aagostinelli@gmail.com
Alejandro Agostinelli en Twitter
Alejandro Agostinelli/Factor 302.4 en Facebook
+ info sobre el autor, Wikipedia en Español
+more info about Wikipedia English