Conversaciones con Vallée: Encuentros Cercanos

Lejos quedó el estreno de Encuentros Cercanos del Tercer Tipo, cuando Columbia Pictures pudo naufragar, si el film de Steven Spielberg era un fracaso, o afianzarse en lo que restaba del siglo si resultaba un éxito abrumador, fijando el mito ovni para siempre –el tipo de cosas que a los escépticos más recios les da pavura–. En este, el mes del 40 aniversario, recordamos su estreno, el 16 de noviembre de 1977, con imágenes, controversias, anécdotas y algunas reflexiones en torno a la película platillista insignia de los 70 y colofón de la era de oro de los ovnis.

En los EE.UU. se acaba de reestrenar una edición en alta definición de la película, por eso también hablamos con Alejandro Chionetti, gestor de la esperanza de que la reedición se proyecte en la Argentina en julio de 2018, a 40 años del estreno local.

Mientras, la propuesta es pensar un poco el significado cultural de la película, las polémicas en torno al asesoramiento de J. Allen Hynek, consultor del proyecto Libro Azul de la USAF (1947-1969) y fundador del CUFOS y, sobre todo, el papel del científico que inspiró a Spielberg, Jacques Vallée, astrofísico, experto en informática y, quizá, el último gran ufólogo vivo de su generación.
En una entrevista exclusiva, Vallée nos cuenta cuál fue su participación en la obra que le devolvió a los ovnis la respetabilidad que había perdido después del Informe Cóndon y transformó a su director en el golden boy de Hollywood.

Por Alejandro Agostinelli

Horas de charla. Podríamos escribir varias notas más gracias a las largas conversaciones que mantuvimos con Vallée en 2016. Algunas vendrán.  Foto: Edu Bermudez (c) Testigo de otro mundo

Hace más de un año, durante mi encuentro con Jacques Vallée en octubre de 2016, que ya dio lugar a tres notas (1, 2 y ésta) y podría seguir ordeñando por años, ya que suman, quizá, unas cinco horas de audio, también conversamos sobre su doble rol de inspirador y asesor de Steven Spielberg para Encuentros Cercanos del Tercer Tipo (1977). Siempre fue mucho más conocida, por lejos, la participación de J. Allen Hynek, a quien evocamos el año pasado en una nota titulada Ya nadie recuerda a Hynek. El astrónomo dio al director la idea del título y fue la musa de varios escenarios platillistas de la película. Algunos hechos son bastante conocidos, como la carta que Hynek le envió a Spielberg cuando descubrió que estaban usando como fuente su libro, The UFO Experience: A Scientific Inquiry (1972), su clasificación, Encuentros cercanos, y la incubación, a partir de ahí, de una negociación y un romance que benefició a ambas partes.

La preocupación que manifesté en mi artículo, publicado en 2016, fue desmentida por el guionista y escritor Mark O’Connell: él, silenciosamente, venía trabajando en el libro The Close Encounters Man: How One Man Made the World Believe in UFOs (El Hombre Encuentros Cercanos: Cómo Un Hombre Hizo que el Mundo Creyera en Ovnis, 2017). Conocer el libro fue una gran noticia. Fue bueno saber que alguien más se estaba acordando de él. No estábamos solos.

Encuentros Cercanos se reestrenó este año en los EE.UU. a propósito del 40 aniversario. Fue nada menos que Alex Chionetti, mi primer compañero de aventuras ufológicas, el designado por Sony Entertaiment/Columbia Pictures para responder al público que escribía al sitio WeAreStillNotAlone.com, utilizado para relanzar la copia remasterizada digitalmente el 1ro de septiembre.

Hace varios años que Alex, discípulo de Hynek desde los 80, durante una visita que hizo el llamado “padre de la ufología científica” a la Argentina, invitado en dos ocasiones por la FAECE (Federación Argentina de Estudios de la Ciencia Extraterrestre), intenta remontar proyectos para evocar su biografía en el contexto de su participación en el Proyecto Libro Azul (ver Piratas ancestrales). No por casualidad Alex está asociado a la distribución y el marketing internacional de la reedición de Close Encounters en la Argentina (donde estrenó el 6 de julio de 1977) y en el resto de América Latina y tampoco es casual que él me señalara un párrafo que rescató O’Connell de una entrevista a Hynek donde afirmaba que Claude Lacombe, el personaje del científico francés, estuvo inspirado en el ingeniero espacial y astrofísico, Claude Poher, y no en Vallée.

Desde 1976 Poher dirigió la División de Proyectos Científicos y Sistemas del CNES (Centre National d’Etudes Spatiales) e impulsó la creación en su seno, en mayo de 1977, del GEPAN, el primer organismo científico oficial francés responsable del estudio de los ovnis (desde 2005, GEIPAN, Groupe d’Études et d’Informations sur les Phénomènes Aérospatiaux Non-identifiés).

¿Y entonces? ¿En quién se inspiró Spielberg para crear al personaje interpretado por Francois Truffaut? La duda fue despejada por el propio cineasta en un reportaje que le hizo la periodista Marcia Seligson en 1977. Ella le preguntó si el personaje del científico estaba basado en Vallée. “Por supuesto, está basado en Jacques”, contestó Spielberg. Y ni una palabra más.

Lacombe (Francois Truffaut) y Neary (Richard Dreyfuss), en la escena final de Encuentros cercanos

Vallée escribió sobre el tema en Forbidden science. Journals: volume two, 1970-1979 (Ciencia prohibida. Diarios: volumen dos, 1970-1979, 2009). En nuestro encuentro profundizamos sobre aquellas memorias. Pero hay otras novedades viejas.

El reestreno diseminó noticias como la salida del libro Close Encounters of the Third Kind: The Ultimate Visual History (Harper Design, 2017), una historia visual de la película que muestra desde cómo era el diseño original de la nave madre (o “La Madre de Todas las Naves”), fotografías de los extraterrestres sin el disfraz (¡eran niñas y niños!) o los cuboides que iban a desovar las tres naves de inspección minutos previos al contacto en la Torre del Diablo, descartados porque significaban un esfuerzo de producción exagerado, que no congeniaba con una película que se estaba filmando antes del desarrollo de los efectos digitales. También dio pie a que los blogers del misterio aportaran trabajos desde diferentes perspectivas. Así tenemos, para que se sirvan a gusto, el despiece de la película, en Órbita Cero de Luis Emilio Annino, el homenaje de Moisés Garrido y Claudia Moctezuma, la galería de curiosidades de Luis Alfonso Gámez y una entrada de José Antonio Caravaca, quien recuperó una entrevista a Spielberg en 1978 donde alegó que la NASA le había enviado una carta de 20 páginas para decirle que la película “podía ser peligrosa”.

«Nave madre» original (bocetos).

“Realmente encontré mi fe (en los ovnis) cuando me enteré de que el Gobierno se oponía a la película”, declaró Spielberg a la revista Cinema Papers. El director agregó que tampoco contó con la ayuda de la Fuerza Aérea, atribuyendo estas advertencias al temor oficial de que con los ovnis ocurriese una epidemia parecida a la que siguió el estreno de su primer golpe de taquilla. “Tiburón” (1975) convenció a mucha gente de que las playas podían estar anegadas de escualos.

El «apriete» de la NASA y el ninguneo de la USAF quizá fueron mentirijillas blancas (léase, marketineras), más cuando Spielberg solo habló de la carta en esa entrevista y, hasta donde sabemos, no la mostró; quizá la recibió de verdad y olvidó el «acoso», ya que, otra vez hasta donde sabemos, nunca más volvió a mencionar el asunto.

Por cierto, el argumento de Encuentros Cercanos estaba surcado por la subtrama de una conspiración gubernamental. El tema del film, además, estaba en el pináculo de su popularidad, habida cuenta el interés por los ovnis de Jimmy Carter, testigo en 1969 de un objeto aéreo (para Robert Sheaffer, una identificación errónea de Venus) y primero de la larga lista de candidatos a presidente de los EE.UU. que prometieron “revelar la verdad” sobre los ovnis y que luego no dudaron en defraudar las ilusiones de los votantes más ufoadictos.

Así como Ronald Reagan tuvo un encuentro con Spielberg en la Casa Blanca en 1982 cuando estrenó “E.T”, el lanzamiento de Encuentros cercanos habría acercado a Spielberg y Carter. Este dato irrelevante (e incluso poco sorprendente, ya que podría ser cierto sin por ello mover el pelo de una momia) es resignificado cuando de esta reunión solo conocemos la fotocopia de una fotografía donde los protagonistas aparecen con sus rostros tapados, ambigüedad que ha permitido desde negar el encuentro hasta ver ahí una operación oculta destinada a impedir que se sepa que la entrevista ocurrió.

Un político caribeño laborista que se sentía ungido por Dios, Sir Eric Gairy, logró convocar a una reunión en la ONU en noviembre de 1978. Derecha: el astronauta Gordon Cooper, Jacques Vallée, Claude Poher, J. Allen Hynek y el presidente de Granada, Sir Gairy. Centro: Kurt Waldheim (secretario general de ONU), Morton Gleisner (ONU). Izquierda: los ufólogos Lee Speigel, Leo Stringfield y David Saunders. Distraído por los ovnis, Gairy fue derrocado en 1979 por un movimiento de izquierda. El operador invisible del encuentro fue el ufólogo húngaro Colman von Keviczky, mentor del periodista chileno J. Antonio Huneeus, quien rescató un video hasta hace poco inédito de aquella jornada.

ENCUENTROS (SENTIDOS) DEL TERCER TIPO
Encuentros cercanos está colmada de representaciones significativas para quienes nos interesamos por la religiosidad que impregna la ufología en sus diferentes corrientes.

El desembarco de una superciencia extraterrestre que interviene en el mundo (como en el Triángulo de las Bermudas, secuestrando medios de transporte con su tripulación), que nos vigila desde hace rato y hace alarde de estar por encima de nuestros conocimientos científicos; la extraña influencia que ésta ejerce en el comportamiento de niños como Barry (Cary Guffey), quien desatiende las súplica de su madre, Jillian Guiler (Melinda Dillon), y resulta abducido, pese a lo cual, hacia el final, veremos que son seres benévolos, pero aun así, mesiánicos como Jesucristo, que priorizan a su seguidor más fiel, Roy Neary, y rechazan a los Mercaderes del Templo.
“¡Dios ha enviado a sus ángeles para protegernos!”, dice el capellán castrense al escuadrón de reclutas, ninguno de los cuales estará entre los elegidos. Y, desde luego, la secuencia que atraviesa toda la película, la de Neary, interpretada por Richard Dreyfuss, quien abandona a su familia en pos de una obsesión, pero, a la larga, como él tiene razón, esos mensajes y visiones, que empezaron siendo tan absurdos como construir montañas de puré o vaciar tachos de basura dentro de la casa, terminan llevándolo a la redención, éxtasis bien graficado cuando los ET lo rodean casi en andas para conducirlo al interior del ovni.

Jillian se reencuentra con Barry, el niño abducido. Nada que reprochar a los ETs.

También es una película apasionante para los aficionados a la ufología a secas. Primero por el espectáculo visual, ya que era la primera vez que era interpretado cinematográficamente el estereotípico escenario de encuentro con extraterrestres, y segundo porque dos de los prohombres históricos de la ufología, Hynek y Vallée, aportaron sus propias referencias para esa construcción; la actuación sigilosa y amenazante de los militares/científicos dedicados a buscar dónde iba a descender la nave remitían al conspiracionismo inculcado por el capitán (RE) Donald E. Keyhoe desde la revista True o su libro The Flying Saucers Are Real (1950); las dramatizaciones de los avistamientos, que representaban situaciones “basadas en casos reales” (por ejemplo, el sacudón que vivió Neary cuando una nave se posó sobre su camioneta), para no hablar de los guiños a la literatura ufológica de moda en los 70 (Charles Berlitz, entre otros), como el reencuentro de los cinco aviones Avengers en el desierto de Sonora, según la leyenda el Vuelo 19 secuestrado en el Triángulo de las Bermudas, y la devolución, al final, de sus pilotos, junto a Barry, el niño abducido, en cuyos angelicales rasgos trabajó el artista Carlo Rambaldi para diseñar el rostro del líder alienígena.

Spielberg cuando rodó su primera película. Ya estaba obsesionado con los aliens.

Siempre me he preguntado si Spielberg pensó el encuadre cuando enfocó a Jillian, madre de Barry Guiler, cuando la Gran Nave emprendía retirada. “¡Nos quieren hacer creer que vinieron en son de paz y mantuvieron secuestrado a mi hijo! ¡Quién sabe qué clase de cosas le hicieron todo este tiempo, pedazo de hijos de puta!”. Esos pensamientos uno le imagina a una mamá-leona abrazada a su pequeño recién liberado de las garras de una raza extraña y desconocida. El rostro de Jillian, en cambio, dice otra cosa. Es más, quizás Spielberg quiso decir otra cosa.

Es también una película que develó secretos más sutiles, como la vida conyugal de un contactado. Por ejemplo, muestra cómo una familia resulta destrozada por la fijación del padre, que desatiende los ruegos de su esposa y el llanto de los niños, y el más bien equívoco mensaje de paz y amor de los extraterrestres, indiferentes a la implosión de un hogar, enloqueciendo al padre y luego llevándoselo de paseo quién sabe a dónde por cuánto tiempo ni para qué. La obsesión de Neary por el contacto quizá lo salvó a él, enamorado de este aperitivo edulcorado de lo que iban a ser los Grises, pero devastó a su familia. Spielberg más de una vez dijo que Encuentros Cercanos era una película sobre la niñez, o más bien sobre su propia niñez, y el divorcio de sus padres. ¿Traerán los ET a Neary en una secuela? Si tuvo la intención nunca se concretó. La única vez que rondó la idea de una segunda parte, Night skies (Cielos nocturnos), se iba a basar en la llegada de unos humanoides extrañamente parecidos a búhos que atacaron a los Sutton, una familia que vivía en una granja de Kelly-Hopkinsville, en 1955.

En esta foto no está Vallée, pero sí Ray Nielsen (derecha), de la Aetherius Society, la famosa iglesia platillista fundada por George King. Fuente: UFO Review, sept/octubre 1986.

EL DÍA QUE SPIELBERG CONOCIÓ A VALLÉE
Vallée y Spielberg se conocieron gracias a los buenos oficios de Marcia Seligson, la periodista que publicó la entrevista al director para la edición de mayo de 1977 de la revista “New West”. En nuestra conversación más extensa, en el parque de la estancia La Margarita, donde Alan Stivelman rodaba la película Testigo de otro mundo (antes Humano II. El Llamado Guaraní), Vallée nos contó que Spielberg le reveló que ya había dirigido una película en 16 mm sobre ovnis, “que no había visto nadie”. Se trataba de Firelight (Luz de fuego), que filmó a los 16 años y fue una especie de borrador en negativo de Encuentros Cercanos, ya que en su ópera prima, cuya copia original extravió una productora, los alienígenas eran agresivos. En 1962 Spielberg tampoco se había librado del clisé de los conquistadores dispuestos a invadir a la Tierra.

En 1962 Spielberg rodó Firelight, una película donde los altarianos secuestran humanos para un zoológico extraterrestre.

“Spielberg me quería conocer, él había leído mis primeros libros en su adolescencia. (Para la película) tenían un hueco, algo que le faltaba en el guión: aun no habían desarrollado la parte donde debían describir cómo sabrían a dónde iba a bajar la nave, dónde iban a encontrarse con los extraterrestres. Era un punto clave. Teníamos que saber a dónde ir”, me dijo Vallée.

El día que se reunieron, Spielberg había pasado toda la mañana en el JPL (Jet Propulsion Laboratory/Laboratorio de Propulsión a Chorro) de Pasadena, un centro de investigación y desarrollo de cohetes dependiente de la NASA, que además hace investigaciones planetarias. Pura pérdida de tiempo. Spielberg explicó a Vallée que necesitaba transmitir algo más visual: “Esto es una película, no es teoría matemática, así que necesito algo que la gente pueda ver y entender.”

Vallée nos contó que él mismo le sugirió a Spielberg que los cientificos recibieran en unas pantallas de los extraterrestres una serie de números y los interpretaran como ángulos, para luego, mediante un proceso de triangulación, obtener el sitio del aterrizaje. “Esta sería la manera más simple”, le dije. Bueno, me contestó Spielberg, “hay dos problemas con tu idea, uno, es demasiado largo, y dos, no es entretenido”.

Cuando el arte sacrifica a la realidad es alimento del folklore y el mito, pensé. Pero es inevitable. Oponerse es transformarse en un energúmeno que exige precisión científica a un show -lo que pensé cuando leí el tipo de críticas que Martin Gardner, un divulgador científico a quien le agradezco tantas otras cosas, hizo a Encuentros Cercanos.

Vallée recordó, entonces, una anécdota relacionada con una fotografía. Ahí también, como en aquella escena de caos y la confusión de Encuentros Cercanos, los expertos se las ingeniaron para resolver un problema.

Hynek y Vallée, una extraña amistad.
Hynek y Vallée, una extraña amistad.

Resulta que la primera vez que trabajó con Hynek vio una extraña foto que su colega tenía en su escritorio. “Se podían observar tres hombres con escaleras alrededor de un inmenso globo terráqueo de unos 3 metros de diámetro, llevando una soga”. Cuando le preguntó a Hynek sobre esto, él le contó que el 4 de octubre de 1957 un periodista del New York Times telefoneó al director del observatorio de Harvard a las 2 A.M. para pedirle un comentario sobre el satélite soviético. Y el director contestó: “¿Qué satélite soviético?”. Nadie se imaginaba que los rusos iban a poner el primer objeto artificial en el espacio, y no tenían cómo determinar la órbita del Sputnik 1 porque los dos programas que se usaban en aquella época para estudiar objetos fuera de la tierra, estaban diseñados para sátelites y fenómenos naturales. “Entonces, mientras los programadores trataban de resolver el tema, un grupo de astrónomos fue en medio de la noche al observatorio del Instituto Smithsoniano, con escaleras y una cuerda para usar el enorme globo terráqueo que está en el lobby para mapear la órbita del Sputnik”, cuenta Vallée.

Esa anécdota le dio la solución a Spielberg. “¡Eso es! ¡Esa es la respuesta!”, dijo. “Van a recibir un montón de números y alguien se va a dar cuenta que son coordenadas, longitud y latitud”. En la misma idea se basó la escena donde el equipo entra en la oficina de un colega para llevarse un globo terráqueo para poder calcular el sitio de aterrizaje.

ENCUENTRO GUARANÍ DEL TERCER TIPO          P: -Sobre el caso de Juan Pérez tenemos tus propias ideas sobre este tipo de experiencias, las de Diego Viegas como antropólogo y lo que cuenta Juan y, por último, el esfuerzo de un cineasta para que todo eso tenga algún sentido. ¿Cuál es tu idea sobre lo que vivió Juan? R: Hay componentes que no son tan típicos, como su conexión con ancestros guaraníes, las experiencias psíquicas. P: -Tomando como ejemplo el caso de Juan, ¿llegaste a alguna conclusión general o pensás que hay que estudiar caso por caso? R: –Cuando conocí a Juan por primera vez, hace 36 años, era claro que él estaba diciendo la verdad sobre lo que había visto. En aquellos días todos estaban…todos, incluyéndome, creíamos que la idea extraterrestre era la mejor. Así que yo estaba interesado en saber qué cosa era la máquina, el disco, los detalles, la física de la situación. También estaba claro que no había un solo avistamiento, había cuatro de ellos dentro de un anillo en la misma área. Cuando tienes un solo avistamiento, un solo testigo, es muy difícil de saber, ¿sabes? Puede haber un efecto psicológico o un hecho extraño. Pero cuando tienes cuatro casos en un área pequeña, entonces estás lidiando con un cúmulo de eventos. Hoy las cosas han cambiado, ha habido mucha investigación alrededor del mundo de casos similares, y tenemos muchos detalles de otros encuentros cercanos en Francia, Brasil, EE.UU., Rusia. Es claro que hay algo físico. Pero el problema principal no está tanto en intentar que el fenómeno encaje en lo que ya sabemos sino en hacernos las preguntas fundamentales que ésto, el fenómeno, nos está preguntando. En desafiar aquello que creemos saber. Porque estas cosas son imposibles. A menos que estemos dispuestos a revisar nuestros conocimientos sobre la realidad. Así que ahora el problema se vuelve mucho más interesante. No es simplemente preguntarnos si tenemos o no visitantes de otros lugares. La pregunta, la pregunta realmente científica, es: “¿Qué es la realidad? Yo crecí en Francia, dentro de una estructura muy racionalista de la ciencia. Donde existe la materia y la materia desarrolla cuerpos, entidades biológicas que desarrollan un cerebro y el cerebro puede estudiar la realidad, pero ahora la física dice: “bueno, te dijimos acerca de la materia, pero, la materia está hecha de partículas y las partículas realmente no existen todo el tiempo.”

“No sé si recuerdas que el traductor del científico francés es un geógrafo, y tenía un teletipo con números. Nadie sabía qué significaban. El equipo los mira y no sabe qué quieren decir y el intérprete de Lacombe dice: ‘Disculpen, pero ¿saben? Yo solía ser un geógrafo y esto parece ser longitud y latitud’. Entonces el general a cargo dice: ‘¿Dónde está?’. ‘No sabemos, parece estar en el estado de Wyoming’ ‘¡Traigan un mapa de Wyoming!’ ‘No tenemos un mapa de Wyoming’ y el general dice: ‘Gastamos billones de dólares en equipo, en telescopios, en radares, la pista, las luces y ¡no tenemos un mapa de Wyoming!’. Así que entran por la fuerza en la oficina de una universidad, empujan la puerta, la rompen, para meterse en una biblioteca donde hay un globo terráqueo inmenso y se lo van pasando entre ellos, por sobre sus cabezas ‘rápido, rápido’ y entonces definen que el lugar es la Torre del Diablo”.

– ¿Tuviste que ver con la elección de La Torre del Diablo?
– No, el equipo ya había elegido ese sitio, solo no sabían cómo llegar hasta allí. Pero aquello fue divertido, fue grandioso.

-¿Spielberg te dijo que se había inspirado en ti para crear a Lacombe?
-El me lo dijo y yo le pregunté por qué. Me explicó que lo hizo porque él había leído mis libros cuando era un estudiante y era importante tener un personaje diferente del equipo norteamericano, que tuviese un punto de vista externo. Así como los extraterrestres traen un punto de vista desde el exterior y es una forma de abrir la pregunta, Lacombe tiene ideas acerca de cómo esto es un fenómeno sociológico, esto es una forma de ver al ser humano, de ver al testigo. Para los militares norteamericanos solo era un proyecto militar.

-¿No te resultó incómodo que tu aporte estuviera al servicio de una película que promovía la hipótesis extraterrestre?
-La hipótesis extraterrestre es una hipótesis importante. Es un mundo muy grande y todo es posible. Pero, cuando hablé con Spielberg, le dije: “Podrían no ser extraterrestres”. Spielberg dijo “es posible, pero mi público espera una película sobre extraterrestres”. Y él tenía razón. Es muy difícil de hacer lo que Alan (Stivelman) hace ahora. De explicar todos los niveles de información, todos los niveles de posibilidad en un encuentro como el encuentro de Juan (Pérez). Ver recuadro, un poquito más arriba.

Entrevista a Jacques Vallée, octubre de 2016. Filmó Diego Viegas, tradujo Edu Bermudez, editó Adrián Kaplan Krep e invitó Alan Stivelman (director de “Testigo de otro mundo”).

Claude Poher

EL CHARMÉ CIENTÍFICO DE POHER
The Close Encounters Man, la biografía sobre Hynek escrita por Mark O’ Connell, fue publicada después de mi entrevista a Vallée, por eso no logré confrontar algunos datos del libro con sus memorias. ¿Por qué Hynek, amigo histórico de Vallée, alegó que el personaje de Lacombe estuvo basado en Claude Poher? Fui a la fuente, el capítulo 21 del libro.

Allí dice, textualmente: “Cuando el cronista de un fanzine de ciencia ficción le preguntó a Hynek si Lacombe, el personaje del ufólogo francés retratado en la película por François Truffaut, estaba basado en un verdadero compañero suyo, Hynek respondió: “Correcto, fue Claude Poher. Y sí, él simbólicamente representa el interés científico por la cosa, así que en ese sentido soy parte de lo mismo”. ¿Acaso Hynek se veía mejor acompañado por el ingeniero del CNRS que por Vallée, con quien, en 1975, llegó a escribir en colaboración The Edge of Reality?

Chionetti tiene opinión formada sobre el asunto: “Al parecer, pese a la amistad y la colaboración constante entre Hynek y Vallée, ya existía una resistencia por parte del fundador del CUFOS (Center for UFO Studies), de separarse de la perspectiva cada vez más paranormal del investigador francés, cuando en ese período 1977-1978, su organización estuvo más expuesta a la opinión pública, y tal vez una oportunidad de retomar la imagen científica del estudio de los ovnis”.

Poher era lo opuesto a un soñador, decía ser, como Hynek, un escéptico que cambió de bando cuando encontró evidencias de un fenómeno extraño en el informe Condon. Es más, parece que Hynek fue quien convenció a Poher de que había “algo más”.

Con el tiempo, el trío se enreda más y no hay que descartar problemas de cartel. Poher trabajó con Vallée en el estudio “Patrones básicos en la investigación de ovnis”, que presentaron en una reunión del Instituto de Aeronáutica y Astronáutica de los EE.UU. (AIAA), en 1975. En ese documento concluyeron que “realmente estaba sucediendo algo de interés científico”, y que apelaron a los miembros de AIAA a poner atención en el dossier.

Tiempo después, el 28 de noviembre de 1978, los tres fueron parte de la comitiva que llevó una propuesta a la ONU para invitar a los Estados Miembro a “tomar las medidas apropiadas para coordinar a nivel nacional la investigación científica y la investigación sobre la vida extraterrestre, incluidos los objetos voladores no identificados, e informar al Secretario General de las observaciones y evaluación de tales actividades”. El coronel húngaro Colman Von Keviczky (1909-1998) del grupo ufológico ICUFON y el primer ministro de Granada, Sir Eric Gairy (1922-1997) lideraron esa iniciativa, que duró lo que Gairy en el poder, menos de un año. Von Keviczky creía que los ovnis eran una fuerza extraterrestre con la que había que pactar o de la que había que defenderse, digamos para completar el cuadro.

“No encontraré descanso hasta que el misterio se resuelva”, dijo Poher. “Hynek, escribe O’Connell, había encontrado un alma gemela”.

Con los años, Claude Poher demostró ser tan heterodoxo como Vallée. En Gravitación: los universos, energía del futuro (Ed. du Rocher , 2003), Poher presenta una nueva teoría cuántica de la gravitación y pretende haber descubierto un medio de propulsión espacial interestelar basándose “en los datos de numerosos testimonios de observación de ovnis en el mundo”. Dice: “Estamos al borde de una verdadera revolución científica, técnica, industrial y social para la humanidad”. A tres lustros de la publicación, las propuestas de Poher cosecharon poco eco en la comunidad científica. En mayo de 2010, un artículo suyo publicado en la revista European Physical Journal Applied Physics fue dado de baja por el editor de la publicación. La reacción de Poher fue denunciar censura y cerrar, en señal de protesta, su sitio web personal. Un año más tarde reeditó su investigación en el journal con revisión de pares Applied Physics Research.

Para crear el jefe de los alienígenas, Spielberg contrató al artista Carlo Rambaldi. Hizo un títere articulado (bautizado Puck por Spielberg) cuyo rostro beatífico fue clonada del rostro del niño abducido. En el recuadro vemos el mecanismo interno.

¿QUÉ NOS DEJÓ ENCUENTROS CERCANOS?
El día después del estreno explotaron noticias sobre el tema en países como los EE.UU., Italia, Argentina, Uruguay y Chile. La influencia más notoria fue lo que ocurrió con las criaturas del espacio: su fisonomía fue el canon de muchos “casos reales” ocurridos a posteriori. Para algunos, esto fue así porque Hynek, basándose en sus archivos, fue quien asesoró a la película. Pero la morfología de los humanoide es una creación compartida entre Carlo Rambaldi y Spielberg. Es más, el director ni siquiera le dio un croquis. Solo indicó su altura (“120 cm”), el tamaño de la cabeza (“muy grande”) y sugirió que sus cuerpos fueran “esbeltos”. Esto ya lo analizó Kottmeyer aquí.

Allan Hendry, el investigador del Cufos elogiado por Klass.

Hynek había predicho que el estreno de Encuentros Cercanos abriría las compuertas de los avistamientos de ovnis no informados. La predicción se hizo realidad. “En enero de 1977, once meses antes del estreno, CUFOS tenía un empleado a tiempo completo, Allan Hendry, que presentaba tres o cuatro informes al día. Entre 50 y 100 casos al año permanecían sin explicación. Eso cambió cuando las referencias de contacto con el CUFOS salieron impresas en los carteles de las películas y en el libro de Spielberg sobre la película. Tan pronto como se estrenó, el centro recibió una avalancha de informes de avistamientos, solicitudes de información, suscripciones pagas a la revista International UFO Reporter, publicada por el CUFOS, y donaciones monetarias, una del propio Spielberg. Según Hynek, la película ‘hizo socialmente más aceptable hablar de ovnis’. Las cifras demostraron que tenía razón. En enero de 1978, un mes después del estreno, el CUFOS recibió ‘cientos y cientos’ de llamadas y cartas todos los días. Al parecer, todos los que salieron del cine de ver Encuentros Cercanos del Tercer Tipo tenían una historia de OVNI para contar”.

Si la ufología, tratada sin escepticismo científico, deriva en pseudociencia, todavía estamos a tiempo de valorar su dimensión social y preguntarnos si ella puede destilar posibles beneficios.

A muchos nos parece más relevante que la existencia o inexistencia de la cosa física, la magnitud del fenómeno cultural: las controversias sobre los ovnis, como representación moderna/secular de lo extraterrestre, han estimulado la imaginación de millones y han puesto en perspectiva cósmica a varias generaciones. Estas ideas son muy especulativas, pero así como Carlos Castaneda hizo voltear la mirada al carisma de los brujos entre los estudiantes de antropología y Erich Von Däniken disparó camadas de arqueólogos “rebeldes” con el conocimiento dado, la ufología que representaron Hynek y un poco también Vallée pueden ser parte del mismo proceso, la misma transformación, donde pasamos de una mentalidad trascendental (la eternidad es un asunto de Dios y solo la muerte nos traerá la respuesta) a otra mentalidad “abierta a la posibilidad de escape en cuerpo físico”, que si crece a lo largo de las próximas generaciones podría favorecer la supervivencia de la especie.

RUTA A LA TRASCENDENCIA
Para abandonar algún día el planeta no solo son necesarios recursos económicos, políticos, sociales y tecnológicos, también, para dar ese salto, hace falta un cambio de consciencia para aprovechar el caudal de recursos simbólicos que nos provee la cultura y nos permita mantener la línea de flote, tensionados en la búsqueda de esos nuevos horizontes. Así, la ufología sería la contracara laica de la religión galáctica que postula el sociólogo transhumanista William Sims Bainbridge, autor de un proyecto de ingeniería social para crear una religión galáctica capaz de motivar a la sociedad durante los siglos necesarios para concretar un futuro post-humano dirigido por la tecnología.

En La religión de la tecnología, el ensayo de David F. Noble,  encontramos muchos ejemplos de cómo la religiosidad humana impulsó el desarrollo tecnológico y el espíritu de invención. En un terreno vecino, la idea ya ha sido aplicada: en 1976, el presidente de los EE.UU. Gerald Ford indicó a la NASA que el primer transbordador espacial fuese bautizado “Enterprise”, cediendo al reclamo de una avalancha de cartas de trekkies, que recogían un símbolo de esperanza y optimismo.

En Dimensions: A Casebook of Alien Contact (1988, trad: Crónica de otros mundos, Ed. Tikal, 1999), un libro de Jacques Vallée que sería fantástico si no asumiera la realidad objetiva de sucesos tan sospechosos, escribió: “La anticipación de encuentros con otros seres inteligentes ayudaría a trascender conflictos locales en esta Tierra y a conseguir en una sola generación cambios de comportamiento que, de otra manera, se tardaría cientos de años en completar. Si esta es la contribución del fenómeno ovni, entonces estamos tratando con una de las mayores transiciones de la historia”. Y en The Edge of Reality: A Progress Report on Unidentified Flying Objects (En el Borde de la Realidad: Un informe del progresos sobre Ovnis), también de Vallée, pero escrito en colaboración con J. Allen Hynek, este último se refirió a cómo enseñar astronomía en la Universidad del Northwestern le había dado nuevos conocimientos sobre los ovnis. “Hay un cierto desencanto con la ciencia, en general, entre las personas. Esto no se extiende a la astronomía. La astronomía sigue capturando y expandiendo la imaginación de las personas, particularmente de los jóvenes. Sé que particularmente los niños están intrigados por dos cosas en estos días, en los agujeros negros, quasares y púlsares, agrupados, y en los ovnis. Eso es lo que los atrapa. Y así, en ese sentido, tanto la astronomía como los ovnis están expandiendo la imaginación y la conciencia”, escribió.

Algo parecido les hizo saber Chionetti a las nuevas generaciones que aterrizaban en el sitio web de Encuentros cercanos en pos de novedades sobre ese bendito himno al contacto entre dos civilizaciones: “La película transformó esa esperanza en formación de doctores, filósofos y buscadores de la verdad. Que ustedes se hayan acercado y nos escriban es parte de esa llama de curiosidad y del deseo de que nuestra humanidad no esté sola en la inmensidad del Universo”.

Mañana, cuando nuestros descendientes naveguen por el espacio en pos de oportunidades de supervivencia, no abandonarán la ilusión, la búsqueda de otras inteligencias seguirá siendo parte de la meta.

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AGRADECIMIENTOS: Lucy Manucci,  Diego Viegas, Eduardo Bermudez, Adrián Kaplan Krep, Alan Stivelman y Adrián Gilabert.

GALERÍA

Foto: Edu Bermudez (c) Testigo de otro mundo
Punto de encuentro. Vallée cuenta que dio una mano en este tramo del film.
«Dios ha enviado a sus ángeles para protegernos», le dice el capellán a los astronautas frustrados de Encuentros cercanos.
«Dios a enviado a sus ángeles para protegernos», le dice el capellán a los astronautas frustrados en la escena final de Encuentros cercanos.

El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

Contacto: aagostinelli@gmail.com
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