Se cumple medio siglo del golpe de Estado del general Juan Carlos Onganía contra el presidente Arturo Illia. Factor recuerda la figura de quien fuera presidente de facto de la Argentina entre 1966 y 1970 en anécdotas que reflejan su sentido del pudor, su debilidad por la censura y su mano floja para reprimir a periodistas, artistas y estudiantes y profesores universitarios.
Traza también un cuadro doloroso con el presente gobierno para denotar que las raíces y esencia chupacirio de la derecha más rancia goza de buena salud, siendo por eso que sorprenden ligeramente los recientes chispazos con Jorge Bergoglio, que es parte sustancial de la misma cepa.
El 28 de Junio se cumple medio siglo del golpe de 1966, que desalojó a Arturo Umberto Illia de la Casa Rosada y entronizó a Juan Carlos Onganía, el dictador más anacrónico de la historia argentina. El nivel represivo de la autotitulada Revolución Argentina es un chiste de salón al lado del que vendría diez años después, pero hubo un intento imposible de frenar el avance de la historia. En los 60 en el mundo bullía una revolución cultural y Onganía y los suyos pretendían retroceder al medioevo en cuatro patas.
El país del Instituto Di Tella, del incipiente rock en castellano, del cine de vanguardia, de la autonomía de las universidades, pasó a ser el país de la censura, del Ente de Calificación Cinematográfica, de la Noche de los Bastones Largos, de Margaride y el cursillismo católico. Esteban Buch, en The Bomarzo Affair (libro clave sobre el más grotesco hecho de censura del período, el de la ópera de Alberto Ginastera y Mujica Láinez), cita un episodio sintomático, apenas apoltronado Onganía en el poder.
Función de gala en el Teatro Colón, junto a los príncipes de Japón. Desde el palco presidencial, Akihito, su esposa Michiko, el matrimonio Onganía y la hija de 28 años del dictador miran la puesta de “La consagración de la primavera” de Stravinsky, con una escenografía de Oscar Araiz que incluía bailarinas semidesnudas. Onganía le hizo saber a Akihito, vía traductor, que estaba avergonzado por lo que acababan de ver, que si sabía que eso era lo que iban a presenciar no lo hubiera llevado a semejante espectáculo y que por favor lo disculpara, que se tenía que retirar. Ipso facto, el general que Mariano Grondona fogoneó pensando que podía ser el De Gaulle argentino y terminó siendo una triste caricatura de Francisco Franco (Grondona mismo reconocería esto), se retiró con la mujer y la hija para ir a confesarse los tres ante un cura. Jorge Rafael Videla sembró de campos de concentración este país, pero una década antes Onganía lo quiso convertir en una enorme sacristía: a fines de Noviembre de 1969 se lo podía ver al general arrodillado ante la Basílica de Luján, consagrando a toda la Argentina a la protección de la virgen. Podía hacerlo porque era un autócrata y no regía la Constitución.
Este aniversario, junto al fanatismo de este personaje, coincide con el “Jesucristo, Señor de la historia” pronunciado por un presidente constitucional hace pocos días en Tucumán, en plena vigencia del estado de derecho, en consonancia con una política universitaria más cercana a la posterior al 29 de julio de 1966 que a la de la autonomía y la búsqueda de la excelencia.
El homenajeado, el reivindicado de estas horas, debería ser Illia, que se fue a su casa en taxi y no se despegó (dato poco resaltado) del lecho de enferma de su esposa, que murió en septiembre del 66 mientras el país se postraba ante un tosco general de caballería. En los gestos, no parecen haber tomado nota.
Sin ir más lejos, Onganía entró a la exposición de la Sociedad Rural en una carroza, en medio de vítores (ver video, arriba). No falta mucho para que los señores de la tierra reciban, por primera vez desde 2001, a un presidente, y los aplausos se prevén estruendosos.
RELACIONADAS
El Papa Francisco o el dilema de la «oposición celestial». Por Fernando D’Addario
¿Exceso de sarcasmo o de cannabis?
Por qué no me simpatiza Houellebecq
Es primordial aislar el discurso de la derecha xenófoba francesa (de Csipka en el dossier Charlie Hebdo)
Femicidio: muerte a la luz del día
El desaire de Alfonsín a Cortázar
“Matar al gay” es la consigna
Francisco o el dilema del «opositor celestial»
Cardenal Law, el gran protegido de Francisco
Francisco y la máquina de hacer héroes
Grassi, el último protegido del Papa
Mi dios tiene los huevos más grandes que el tuyo (26/10/2014)
Nunca estuvimos tan cerca de santificar a Evita. Por Cecilia Galera
¿Qué hace un papa aparte de encubrir abusos sexuales? (9-04-2012)
En el mismo lodo: el prelado pederasta, el poder y la impunidad
Certifican, con algunas dudas, un milagro papal
Apoyo poco feliz de un padre a otro (Humor, 10/08/2010)
El padre Grassi fue condenado y Portal dice: “¡Hop! ¡Pum para arriba!” (11/06/2009)
Dios ¿no te parece que vas muy seguido por el Vaticano?
¿Tiene sentido preguntarse si son necesarias las religiones?
Un puto no judío con kipá
Manuel Acuña, el exorcista que nos merecemos
Heretik Park
IURD vs africanismo: cuando la denigracion antirreligiosa es religiosa
“Reales” huerfanos de Dios
Rociame con el hisopo hasta volverme blanco