“El mundo puede aprender mucho de la paz y la serenidad que yo siento en el aire”.
Mario Oscar Biscione (1944-2014)
El pasado 8 de febrero falleció el primer ufólogo que me habló sin pelos en la lengua de la amenaza reptoide. Lo hizo cuando de esas cosas nadie hablaba, a comienzos de los 90. Y me las contó a mí. Quiero decir: me las contó pese a que él sabía que esas historias –para mí– eran folclore. Folclóricas, apasionantes, pero ya sabemos lo que suelen pensar de los escépticos-reduccionistas las personas que creen demasiado. Nada bueno. Pero no era su caso, y pienso que él me las contaba igual no porque me quisiera convencer sino porque le daba igual. Mario Oscar Biscione –pues de él se trata– estaba honestamente convencido de que detrás de esos relatos y visiones había una horrenda realidad. No le interesaba la descreencia, contaba con ella, pero no le quitaba el sueño: creía más en la libertad de pensamiento. Quizá por eso no tenía rivales.
Mario –como digo– creía en muchas otras cosas en las que yo no creía. Sus afirmaciones a veces ponían a prueba mis prejuicios. Porque creer en una alianza suprema y siniestra entre el Pentágono y los Grises era –según mis prejuicios– prueba suficiente de que un partidario de creencias así de extraordinarias no podía estar en su sano juicio. Pero Mario era un tipo sano, juicioso y creía en todo eso, entonces con él también se fue alguien que representaba todo eso que yo trataba de comprender. A su manera Mario me enseñaba, y lo que aprendía también lo aprendía de él. No siempre lo conseguía: yo, no él, era el mono del circo. ¿Qué significaba estar convencido de la realidad del llamado informe Matrix o The Matrix? Significaba aceptar, por ejemplo, que el gobierno de los EE.UU. no había reparado en gastos para ocultar su acuerdo con los E.B.E.s (Entidades Biológicas Extraterrestres, sigla con la que su autor, Valdamar Valerian, le quiso dar credibilidad a la desprestigiada E.T.), el pacto que les autorizaba raptar humanos a cambio de tecnología alienígena. Para entendernos, la trama de The Matrix desataba un pandemonium de escenarios ultrabizarros. Desde Grises que devoraban carne de abducidos y helados de frutillas, su pretensión de fecundar mujeres humanas para crear una raza híbrida en condiciones de manejar el planeta, hasta insinuaciones más específicas sobre el pasado cercano, como que el ex presidente Jimmy Carter había sido sustituido desde 1979 por un ciborg creado por científicos soviéticos para dominar el mundo.
Toda esa mitología, con el tiempo, iba a volcarse en los fascinantes guiones de Expedientes secretos X, se iba a incorporar en la dogmática de la ufología-online (las nuevas generaciones surtidas por información generada en comunidades virtuales o páginas web), o iba a parar a la doctrina de nuevas religiones. Por eso, pese a lo chocantes que aún puedan resultar estas ideas, es importante destacar que eran cocinadas por personajes como Biscione, quien no sólo estaba “en su sano juicio” sino que además era el tipo entrañable que había estrenado la ufología-delivery: distribuía él mismo, puerta a puerta, cada nuevo número de su publicación y los interesados ni siquiera pagaban por el ejemplar. Mario estaba dispuesto a conceder que sus creencias estuvieran equivocadas. Aunque en el fondo creyera todo lo contrario.
CLAVADO EN EL CIELO
Hace pocos días supe que ya no podré volver a conversar con Biscione, el ufólogo que una tarde de 1998, mientras tomábamos mate con facturas en el patio de su casa de Saavedra, me reveló que en su juventud había nadado como los dioses. “No sé si sabés, Ale, que en los setenta fui campeón mundial de saltos ornamentales”, me dijo como si me hablase de un torneo de bolitas. Él siempre tenía papeles para demostrar la realidad de lo inverosímil, entonces fue a buscar un álbum amarillento lleno de recortes, fotos y anuncios (el mismo que ahora recopiló y subió a Youtube su amigo Matías Pulvirenti.)
Esa fue la última vez que nos vimos, pero no perdimos el contacto. De vez en cuando nos escribíamos y cada tanto me alegraba el día cuando demostraba seguir este blog. Sinceramente preferiría no sentir pena por las conversaciones que no tuvimos, pero no lo puedo evitar. Mario murió, yo tuve el privilegio de conocerlo y, como dejó una huella en mi vida, me siento obligado, gratamente obligado, a transcribir mis anotaciones y recuerdos, que no tienen nada que ver con la tristeza y sí con la curiosidad, la generosidad que tuvo por compartir conocimientos y la pasión que atravesó nuestras vidas: el amor por lo extraño.
NUNCA SUPE POR QUÉ LE LLAMABAN BRONCO
En 1990 mudé por primera y única vez todos mis papeles a un monoambiente en San Telmo donde iba a poder ordenar sin distracciones mis cajas llenas de recortes, fotocopias, libros y de muchas otras cosas. No lo conseguí –ignoraba que el desorden iba a ser el estado natural de mis archivos-, pero el bulín que me legó mi amiga Franca fue también un sitio seguro donde recibir gente rara. Por entonces uno de mis visitantes regulares era “Bronco”, a quien no consigo recordar si conocí a través de Juan Faillá o de Pedro Rackevicius –si alguna vez me leen ya me corregirán–.
Como a otra gente interesada en la atroz problemática de los ovnis, Bronco solía pasar por San Telmo para entregarme Cosmic Awareness Communications (CAC), un boletín mecanografiado cuyos contenidos –canalizados por un médium norteamericano heredero de Edgar Cayce– él se encargaba de traducir, publicar y distribuir (*). “Esta publicación no te va a convencer de nada para lo que no estés preparado, nada para lo que no estés listo o no quieras saber”, me decía. “Es información para que analices y saques tus propias conclusiones”, insistía. Y eso que sus boletines, como otro editado por una organización llamada S.P.I.R.A.L. The Society fot the Protection of Individual Rights and Liberties), tenían titulares como: “Esta información puede salvar su vida y su libertad”, “Se aproxima el anuncio oficial de la presencia alienígena en la Tierra”, “Su vida puede depender de esta información”, etc. Las especulaciones en torno a reptilianos infiltrados en los poderes terrícolas salieron en los boletines traducidos por Mario varios años antes de que los pusieran de moda teóricos de la conspiración como el inglés David Icke.
Mario estaba interesado en el cine de ciencia ficción. Pero no porque le divirtiera, él creía que Hollywood –sobre todo sus guionistas instruidos desde el Salón Oval o el Pentágono– movía los hilos. “Los gobiernos liberan gradualmente la información. No lo hacen oficialmente por temor a crear el pánico: cuando haya recibido suficiente información, la verdad no resultará tan shockeante. Muchas películas y series preparan a las masas ante esta nueva realidad”, dice un boletín de la CAC publicado en 1989.
Bronco dejaba estacionada su moto sobre la vereda, tocaba el timbre y casi siempre declinaba el convite de pasar a tomar algo; me comentaba en voz baja los títulos del último boletín y se esfumaba enigmático y apurado. No digo enigmático y apurado para dar lustre a mis recuerdos, lo digo porque, efectivamente, sabía poco y nada de Bronco, apodo y prácticamente único dato que tuve de su biografía por años. El cumplía con puntualidad sus oficios de mensajero de otros mundos y yo a través de él me enteraba de las últimas noticias sobre el escenario conspirativo argentino. Por esos días condujo junto a Horacio Fadel el programa radial Más allá del límite, caracterizado por traer a sus oyentes material fresco que Biscione traducía del inglés, idioma que manejaba con fluidez gracias a sus años de residencia en los EE.UU.
PIQUETERO DE LAS ESTRELLAS
Desde mediados de los años ochenta Mario unió esfuerzos con Guillermo Aldunati, fundador de Asociación Observadora de Astros (AOA) de Rosario y promotor local del movimiento fundado por Elaine Douglass que se llamó Operación Derecho a Saber (Operation Right to Know, ORTK) con sede en Washington D.C. (luego reemplazado por dos corrientes más exitosas, la conspirativa fantástica de Icke y la conspirativa pseudocientífica de Exopolítica).
En Buenos Aires, llamar a ese proyecto movimiento era un poco exagerado, ya que había más curiosos que activistas: con viento a favor, sus convocatorias juntaron menos de media docena de personas… Aún así, la capital del país pasó a la historia de la ORTK como una de las dos ciudades donde se organizaron esos pioneros piquetes cósmicos. Durante aquellas acciones el grupo volanteaba folletos frente al Congreso de la Nación. Esos prospectos reclamaban al gobierno “terminar con el encubrimiento” y liberar información clasificada sobre los ovnis. “Nosotros usamos todos los medios para pedir el fin del secreto ovni. Tratamos de que el pueblo despierte y vea los hilos invisibles del encubrimiento”, me explicaba por entonces Aldunati, único argentino que marchó frente a la Casa Blanca bajo las consignas “UFOs are real” y “Stop the Cosmic Watergate”, allá por Julio de 1993.
Mario estaba contento con los resultados. Solía comentar que en las primeras 10 horas habían recolectado unas 3.000 firmas. Lo que más le entusiasmaba era la buena voluntad de los peatones, que daban sus datos y aceptaban firmar la solicitud con auténtico interés, con la ilusión de que su aporte podía contribuir a resolver el misterio.
Desertó de su militancia en grupos de choque ufológico cuando “un amigo uniformado que sabe de estas cosas” le confió que para ser escuchados iban a tener que reunir no menos de 250 mil firmas avaladas con el DNI de cada firmante, y ni siquiera así le iban a garantizar alguna respuesta ya que “el tema de los Ovnis en Argentina desde hace años es Secreto de Estado impuesto por los militares del Norte a sus subordinados del Sur” (ver Lista de correos Rosario Watchers, 20/01/2007).
Cuando nos conocimos, hacía ya dos décadas que Mario había dejado de andar a los saltos. Había sido tres veces campeón de Saltos Ornamentales, en la Argentina y Sudamérica. En 1971, saltó en La Quebrada, Acapulco, y la rompió: superó a otros 22 competidores y se convirtió en Campeón Mundial. Primera vez para un argentino. En 1972, en los shows para Acuarama (como en Salto de Fraile, Perú), iban 50 mil personas a verlo. Al tiempo emigró a los EE.UU.: en nuestro país había alcanzado su techo. Durante seis meses trabajó de doble de Lex Barker, protagonista de una serie de Tarzán, y emprendió una gira de exhibiciones que estaban entre el arte y el deporte. Como atleta de circo acuático, Mario se lanzó impregnado de gasolina que encendía para caer en un tanque de agua en llamas (“la antorcha humana”) y se tiró a una pileta de 2 metros desde altitudes suicidas, entre otras experiencias cercanas a la muerte.
Como si hubiese querido retomar su adolescencia, en los ochenta comenzó a pasar música en discotecas y a vivir de eso; como sabemos nadie, salvo famosas excepciones, puede vivir de los platillos voladores.
CON RADAR-1
En 1998 nos reencontramos. Mario había tratado personalmente al líder de Comando Ashtar / Radar 1 / Iglesia Manantial, Guillermo Romeu, un contactado que había elaborado un sincretismo que combinaba creencias evangélico-pentecostales con la ufología religiosa. La historia de Romeu y la de sus seguidores, larga y entreverada, era bien conocida por Biscione. Romeu juraba que Eliseo Subiela se había inspirado en su vida para filmar Hombre mirando el Sudeste (1986) y estaba convencido de que los seres negativos o Grises eran enviados del Anticristo, quienes –antes de la Segunda Venida– se iban a apropiar de algunas regiones (entre ellas Victoria, provincia de Entre Ríos). Radar-1 se preparaba para enfrentar un ataque de estas criaturas «negativas» armándose e incluso recibiendo entrenamiento militar. Esa increíble aventura acabó cuando Romeu se voló la cabeza de un tiro frente a su pequeño hijo mientras éste celebraba su cumpleaños. “Se cuadró, miró al frente y se puso firme. Mi papá se murió como un comandante del espacio”, dijo el chico, en una frase inmortal para la pequeña historia de la ufología local.
Mario había conocido a Romeu a mediados de los 80 en Morón, provincia de Buenos Aires, en la sede de la Fundación Instituto Investigaciones Cosmobiofísicas (F.I.C.I.) de Pedro Romaniuk. Él sabía que el líder de la F.I.C.I. estaba tratando de sacarse de encima a Romeu y si mal no recuerdo así lo contó en un informe sobre el caso que preparé para Nuevediario, el noticiero de Canal 9.
Nunca publiqué las respuestas a dos preguntas que hice a Mario sobre Romeu, líder de un grupo que con los años devino en una curiosidad sociológica.
-¿Por qué creés que llegó a armarse Radar-1?
-Creo que a lo mejor ellos estaban tratando de demostrar que eran “la pesada de la investigación del tema ovni”. Además, no querían tener ningún contacto con los otros investigadores. Eso me llamó la atención. Se creían los dueños de la verdad. Empezaron a armarse cuando fueron a Victoria, y era un armamento muy pesado.
-¿Por qué pensás que se mató Romeu?
-No sé. Las veces que estuve con él noté que sabía mucho acerca de los extraterrestres. Me decía que había que tener mucho cuidado con los Grises. Creo que hubo un problema pasional. El problema que tienen los contactados es que no saben distinguir las tres voces que escuchan. Realmente de Guillermo no lo hubiera creído, era muy coherente. Las tres o cuatro veces que lo ví fue muy agradable. Podía haber un poco de paranoia con el tema Grises. Yo comparto alguna de las cosas en las que él creía acerca de los Grises malos, pero también sé que hay Grises buenos.
Bronco también mantuvo algún intercambio postal con el contactado suicida. Una tarde lo visité a su casa y me permitió transcribir una carta redactada por Romeu, fechada el 22-1-91, sobre «los planes y fechorías que realizan estos seres ET de conciencia negativa». Me interesaron dos frases:
* “Desde 1988 difundimos la traducción de The Matrix, misión encomendada por los Hermanos Mayores.
* “Existen en nuestro país personas que ya estarían operando bajo la influencia de estos seres, a través de mensajes telepáticos o desde ciudades subterráneas.
Romeu usaba el logo del llamado Comando Ashtar y eso a Mario no le gustaba. Sobre ese tema Romeu le respondió en una carta: “Fui chequeado y censado por los servicios, con lo cual se me otorgó el Nº ARG34. Verifiqué con el Sr Braña U.N.U. y de este modo intercambiar la información clasificada. Que Dios lo bendiga”.
SU MAESTRO «LOBA»
Hacia 2008, retomamos contacto para hablar de una personalidad del ambiente del contactismo platillista que había sido amigo suyo, el ingeniero metalúrgico polaco naturalizado argentino Juan R. A. Lobaczewski (1908-1989), autor de Prolegómenos de la Ciencia Cósmica (Fundación Tercer Milenio F3M, Buenos Aires Argentina, 1981). Mario había participado en sus grupos de “recepción telepática” junto a Oscar Carlos Badolato, Javier Jaime Solimano y Carlos Alberto Zelaya, que era el “mediador sensitivo” (fallecido en 2007). Todos habían contribuido a la elaboración de Prolegómenos…
Zelaya recibía instrucciones telepáticas de los extraterrestres que a su buen saber lo contactaban. Mientras tanto, Lobaczewski tomaba notas: “Así también pronosticamos el hundimiento paulatino de todo el sur del país llamado Chile, provocado por movimientos sísmicos convulsivos, que harán que el océano penetre hasta el límite cordillerano. (…) Tiempo por tiempo vendremos a vosotros para seguir instruyéndolos”, le dijo alguien que se presentó como un alto enviado extragalactico, el Hermano Mayor Theolith.
Lobaczewsky decía recibir “información científica sobre Cristo” a través de sus amigos en sesiones que se celebraban en su casa de Villa Adelina. Se hicieron muy amigos con Mario, que viajó siete veces para participar del encuentro anual que Juan organizaba en San Marcos Sierra, Córdoba. Lobaczewsky tenía en ese pueblo serrano una casita de fin de semana a la que nunca dejó de ir desde 1968. “Juan tenía una amplia cultura esotérica sobre el Cristo Cósmico Solar y él me introdujo en el conocimiento según el cual Jesús existía antes de que este planeta tuviera vida”, me dijo Mario. Para él “Loba” era un auténtico pionero. “Para imprimir Prolegómenos… tuvo que vender su auto y reducir su participación económica en una fábrica de fundición de hierro que tenía con unos socios”, me explicó. Bronco sostenía que el polaco era un hombre honesto que relegaba su bienestar personal para cumplir con sus ideales. La afición de su profeta por San Marcos era más cósmica que turística. “Todos los 19 de enero convocaba gente que no se conocía para celebrar una ceremonia espiritual y hacer contacto en la cima del cerro Alfa”, una elevación que desde entonces ganó fama de atraer energías extraterrestres. Allí, me dijo Mario, “pasaron cosas……yo eso lo sé muy bien”. Me dijo que Juan abrió un portal o canal dimensional de comunicación e interacción con otros planos, “siguiendo un plan que recibían los sensitivos con los que él trabajaba”.
“Loba” escribió “El primer libro de la Verdad y el Amor” (1969), “La mujer del tercer Milenio (1971), “El Evangelio según San Juan actualizado” (1972), “Los Sentidos del Alma, con Oscar Badolato, 1983) y “La Segunda venida de Cristo” (1985). En este último libro hizo referencia a Cosmic Awareness Comunications (CAC).
Biscione fue el heredero de los archivos del ingeniero y esoterista polaco. Antes de recibirlos le prometió que iba a seguir difundiendo las informaciones de CAC. Esto explica, en parte, su desprendimiento, la moto, que no le importara y su anhelo por propagar las malas nuevas reptilianas. A Mario le fascinaba la firme voluntad de Lobaczewsky, un hombre familiarizado a tratar con gente que manejaban perspectivas tan diferentes de las habituales, que él consideraba normales (salvo “su glándula pineal, que estaba activa”), y que generaban desconfianza entre los ajenos, hoy diríamos, entre los que no eran del palo. “Muchas veces”, contaba Mario, “esos hombres eran ridiculizados, de ahí que sus experimentaciones fueran secretas. Hoy nos desayunamos con la existencia de cientos y cientos de institutos que ayudan al despertar de esa facultad dormida en el hombre. Pero en nuestra época todos esos conocimientos eran tabú”.
Mario solía referir la anécdota de un mexicano al que conoció en Acapulco, en 1972. “El tipo”, contaba, “decía ser extraterrestre. Un día, cuando ya habíamos entrado en confianza, le pregunte por el futuro de la raza humana. Me contestó rápido y lapidario:
– ‘NO MERECEN CONTEMPLACIÓN’ –me dijo”.
“Te aseguro que entonces me sonó muy mal, pero últimamente pienso que estaba en lo cierto.”
Referencias:
(*) Cosmic Awareness Communications (CAC, Comunicaciones de Conciencia Cósmica) fue un grupo milenarista liderado en su última etapa por Paul Shockley, un médium de McMinnville, Oregon, Estados Unidos. En 1990, Shockley aseguró que había comenzado a captar señales de la amenaza Reptoide, a la que comparaba –literalmente– con el advenimiento del Anticristo. El ejército lagarto iba a desembarcar en masa en 1999. Shockley falleció en el 2006 y tal vez no supo cómo terminó la aventura: en la web del CAC, un parche sobre el texto original de 1990 apostilla por qué no se concretó la invasión: cuando la flota reptiliana venía hacia la Tierra, cayó en Júpiter, donde fue destruida por las fuerzas extraterrestres aliadas de Sirio. (Ver “The Alien Agenda: Coming Soon, The Fake Invasion, The Fake Rapture”; en Revelations of Awareness, Septiembre 1990, No. 371, C.A.C.)
AGRADECIMIENTO ESPECIAL
Al programa Contacto con la creación, por sus referencias a la carrera de Mario y las imágenes y links proporcionadas, muchas de ellas utilizadas en este artículo.
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