Marcianos en Halloween

La novela “The war of the worlds” (1898) de H.G. Wells fue adaptada por Orson Welles el 30 de octubre de 1938 en una emisión radiofónica que en su día alarmó a miles de oyentes y con el correr de los años simbolizó la facilidad con que se puede manipular a las masas. Radio, pánico y competencia mediática en La guerra de los mundos de Welles es el subtítulo de este artículo de Matías Carnevale, autor del flamante “En la tierra como en el cielo” (Ed. UNICEN , 2019), resultado de cuatro años de investigación sobre el cine norteamericano de ciencia ficción de los años 70 y 80. En Halloween se imponía el recordatorio, especialmente para complementar el trabajo de Diego Zúñiga sobre el caso chileno (Radio Cooperativa Vitalicia, 1944) y el ecuatoriano (Radio Quito, 1949), cuando replicaron la experiencia de Welles.

Por Matías Carnevale

A los veinte años, Orson Welles ya era el niño mimado de Broadway. Adecuó su adaptación de Macbeth (1936) a un entorno vudú como si transcurriera en el Caribe y logró que su elenco solo estuviera compuesto por afroamericanos. La obra tuvo una repercusión considerable. A los veintitrés, la Columbia Broadcasting System (CBS) le dio su propio show radial, donde adaptó clásicos literarios con la misma destreza.

El 30 de octubre de 1938, como broma de Día de Brujas, se ocupó de la novela de H. G. Wells La guerra de los mundos. En un contexto de incipiente enfrentamiento armado en Europa, y con la Gran Depresión vigente, Welles adaptó la historia a los EE.UU. y la presentó como una serie de boletines informativos. Los norteamericanos ya estaban habituados a escucharlos por las noticias que recibían de Europa con el avance del nazismo. EE.UU. era entonces un país de 130 millones de habitantes que no había adquirido el status de superpotencia que obtendría en la posguerra, pero ya se hallaba entre los países líderes en cuanto a desarrollo industrial, cultural y armamentístico.

La radio representaba la forma más inmediata y accesible de entretenimiento, información y educación antes de la llegada de la televisión, lo cual significaba que entraba en conflicto con los intereses comerciales de la prensa gráfica, que ya contaba con décadas de tradición e historia. Según informaron los diarios al día siguiente de la transmisión, familias enteras abandonaron sus hogares o se armaron y proveyeron de máscaras de gas, preparándose para el peor de los escenarios bélicos.

Algunos aspectos centrales hicieron de aquel programa uno de los más memorables del siglo XX, estudiado como caso emblemático del poder de los medios sobre las masas en arreglo a los diversos factores de la ecuación, a saber: el contexto de Halloween en que se emitió, la competencia entre la radio y los periódicos, y la influencia en el público y en posteriores programas similares emitidos en América Latina.

Dulce o truco: La guerra de los mundos como broma de Halloween

¿Cuáles fueron las diversas posturas sobre la leyenda que se tejió alrededor de la transmisión? Para Thomas Disch, los lectores de ciencia ficción ya sabían que se trataba de una historia ficticia, por conocer el libros. Otros autores coinciden en que el “pánico” fue mayor entre aquellos que no escucharon las reiteradas advertencias —se aclaró el punto cuatro veces durante la transmisión— y las muchas señales que el programa dio respecto de la falsedad de los hechos relatados. Welles incluso cerró el show explicitando que todo había sido una broma especial por la Noche de Brujas, dato que da lugar a una serie de reflexiones sobre la relación entre Halloween y el celebérrimo radioteatro, que según la escritora especializada en el género Lisa Morton puede ser considerado “la broma de Halloween más grande de la historia”.

Para nuestro acervo cultural, Halloween tal vez no signifique mucho —en contraposición, podemos citar la influencia popular del carnaval en distintas partes del subcontinente— pero para los estadounidenses se encuentra al mismo nivel de otras festividades nacionales, como el Día de Acción de Gracias o el 4 de Julio.

Según Nicholas Rogers en Halloween: from Pagan Ritual to Party Night, es una celebración masiva que ha servido como “parábola de las ansiedades urbanas” en los 70, nicho comercial, terror tangible para autoridades civiles y religiosas, y experiencia de liberación para las minorías raciales y sexuales.

Pese a hundir sus raíces en el paganismo europeo, Halloween ha permeado toda la sociedad norteamericana, en particular en el cine, el comic y la literatura. Ray Bradbury, figura central de la ciencia ficción, ha dedicado muchas páginas a la festividad: en 1972 publicó El árbol de las brujas, donde traza un recorrido histórico por distintas civilizaciones que en su tradición han recordado a los difuntos en un día especial.

La primera edición de The war of the worlds (Harper & Brother Publisher, New York, 1898)  fue ilustrada por Warwick Goble (ver más aquí). Se encuentra integra en la web.

En esencia, Halloween y el carnaval comparten un elemento fundamental: quienes participan juegan a ser otros, a adoptar una identidad ajena a la propia, en una celebración donde (al menos en teoría) se suspenden las normas de la moral judeocristiana por un tiempo —Halloween añade la posibilidad de contactarse con los difuntos y de maldecir a quienes se niegan a colaborar. La broma, el truco, la mentira lúdica, entran en esta categoría de pecadillos permitidos durante el festejo.

Gran parte de la carrera de Orson Welles estuvo signada por una serie de pares opuestos: realidad/ficción, verdad/mentira, simulación/autenticidad. Fraude (F For Fake, 1972), un audiovisual sobre Elmyr de Hory, un mítico falsificador/imitador de estilos de grandes artistas, comienza con Welles ensayando trucos de magia ante una audiencia infantil que no agota su capacidad de asombro.

“Un mago es tan solo un actor”, dijo el prestidigitador francés Robert Houdin. A Welles le gusta la cita. “Es sobre fraudes, mentiras y trickery”, definió a la cinta. Trickery, un término presente en la fórmula que los niños usan en Halloween, puede traducirse como “engaño” o “ilusionismo”. Y lo más importante: en este film posmoderno, Welles se refiere a su radioteatro y a la influencia que tuvo en otros shows emitidos en Sudamérica.

Las palabras que cierran La guerra de los mundos exponen claramente la intención de los productores: si bien Welles negó que su objetivo haya sido alborotar a la audiencia, el radioteatro finalizó con un: “Si suena tu timbre y no hay nadie, no es ningún marciano… es Halloween.”

El 31 de octubre de 1938, Orson Welles convocó a una conferencia de prensa donde explicó que nadie relacionado con la transmisión tenía idea de que el programa causaría pánico. Crédito: © Bettmann/CORBIS

Ondas de radio versus ríos de tinta

Robert Bartholomew y Benjamin Radford, en The Martians Have Landed! A History of Media-Driven Panics and Hoaxes, observan que las oficinas del New York Times debieron atender a 875 llamadas telefónicas consultando por la emisión, afectando a sitios tan alejados y diversos como Iowa, Seattle, y Toronto, Canadá. Pese a estos casos, la exageración de lo sucedido guarda una “agenda oculta”: en 1938 los diarios y la radio se hallaban en medio de una competencia feroz por la atención del público y el favor de los auspiciantes.

Así, algunos periodistas pudieron exagerar los titulares para condenar a la radio como medio y recuperar la simpatía de los lectores. En cada emisión, Welles libraba una batalla por el rating, y en La guerra su uso de nombres que sonaban a lugares reales fue un éxito. La audiencia se triplicó y la empresa de sopas Campbell’s pasó a auspiciar el programa. Por otra parte, Welles obtuvo un provechoso contrato que lo envió directamente a Hollywood, que le otorgó un control autoral inusitado.

La inmediatez de los reportes radiales, que podían dar las noticias en tiempo real, representaba una novedad asombrosa para quienes su único medio de información hasta el advenimiento de la radio había sido la prensa escrita.

William H. Hays (1879 –1954), líder del Partido Republicano, fue autor del manifiesto conocido como Código Hays (1930), el cual describía pautas morales para producir películas en los EE.UU.

Los diarios de la época habilitaron las voces contrarias a la producción de Welles. El historiador A. Brad Schwartz, que dedicó al tema su tesis de pregrado para la Universidad de Michigan, menciona el caso de Clyde Herring, senador por Iowa, quien presionó para que hubiera mayor control de los programas en vivo, tomando como inspiración el Código Hays, que censuraba las producciones cinematográficas de Hollywood. Tal vez, actuando con justicia poética, Welles emprendió contra un magnate de la prensa gráfica en El ciudadano Kane, donde Charles Foster Kane es la versión cinematográfica de William Randolph Hearst (1863-1951), periodista, editor y empresario al frente de 28 periódicos de circulación nacional. Hasta Adolf Hitler opinó sobre el incidente, al que tomó como ejemplo de lo fácil que era aterrorizar al público norteamericano. Al tiempo, Welles declaró que su broma tuvo la seria intención de demostrar la susceptibilidad de la sociedad estadounidense ante la demagogia.

La reacción popular: hechos e interpretaciones

El psicólogo norteamericano Hadley Cantril fue el primero en estudiar el fenómeno. En 1940 publicó The Invasion from Mars: A Study in the Psychology of Panic, que contribuyó a cimentar, en parte, el aura mítica que adquirió la emisión.

Hacia fines del siglo XX, la visión ofrecida por Cantril empezó a ser cuestionada: el estudio de Cantril solo se enfocó en el estado de Nueva Jersey, donde el terror fue más intenso pues la invasión marciana comenzó allí con un muestreo de solo 135 casos, y se estima que 6 millones de personas escucharon el programa.  


Caricatura editorial de Les Callan de The Toronto Star (febrero de 1939). La revista Radio Digest reeditó el guión de «La guerra de los mundos» comentando la crisis nerviosa de los EE.UU. tras el Pacto de Munich.

La falta de evidencia, datos duros y la repetición de frases hechas también se cuentan entre los puntos débiles del estudio. Aun así, la “teoría del pánico” que postuló Cantril sigue vigente, en particular en el mismo medio que defenestró a la transmisión en su momento. Hoy, Internet, cuna de la posverdad y fuente inagotable de noticias falsas, suele conmemorar al evento que dio pie a tantas otras fabulaciones mediáticas.

En una línea de investigación más rigurosa, Brad Schwartz analizó unas dos mil cartas, que dan cuenta de la reacción popular frente al programa. Uno de los oyentes, quien acabaría siendo una de las figuras centrales de la ciencia ficción, Isaac Asimov, había formado una sociedad literaria para el estudio del género un mes antes. Tras la transmisión, el grupo aprovechó para debatir sobre si la Tierra, ante un ataque extraterrestre, debería rendirse o presentar batalla ante una civilización superior. Asimov tomó partido por la supremacía terrestre. Esa fue presentación en sociedad ante un grupo de fans de la ciencia ficción.

Pese al éxito de la transmisión, H.G. Wells amenazó con demandar a la radio: él consideró que habían hecho mal uso de su novela. Al enterarse de las reacciones declaró: “No otorgué ningún permiso para hacer alteraciones que hicieran creer a alguien que se trataba de noticias verdaderas”. Pese a la objeción del escritor inglés, Welles hizo que el libro alcanzara insospechados y renovados niveles de popularidad, lo que tal vez no hubiese ocurrido sin la transmisión radiofónica.

La ficción y la realidad están cada vez más entremezcladas, y la capacidad del público para distinguir entre ambas parece disminuir con el paso del tiempo. En la era de la posverdad, cuando noticias falsas son viralizadas en forma acrítica y el pensamiento racional se anula en pos de un vertiginoso y compulsivo gregarismo, vale recordar a un radioteatro que, como broma de Halloween y punto cumbre de la carrera de un talentoso y fraudulento artista, perdura en la historia de la humanidad como un caso testigo del poder de los medios pero también de la ingenuidad de las audiencias.

«En la tierra como en el cielo: cine estadounidense de ciencia ficción (1970-1989)», de Matias Carnevale, «es un recorrido por más de veinte películas analizadas y más de cien visionadas donde el autor echa mano a aspectos lingúísticos, históricos, literarios y políticos para dar cuenta de un período de convulsiones ideológicas y cambios violentos reflejados en la cinematografía de la época», escribió Gerardo Tassara, responsable de la editorial UNICEN. Se puede adquirir en Mercado Libre.

Bibliografía:

Bartholomew, Robert y Radford, Benjamin. The Martians Have Landed! A History of Media-Driven Panics and Hoaxes. Jefferson/Londres: McFarland, 2012

Cantril, Hadley. The Invasion  from Mars: A Study in the Psychology of Panic. Edición digital.

Capanna, Pablo. Conspiraciones: guía de delirios posmodernos. Buenos Aires: De la Flor, 2009

El sentido de la ciencia-ficción. Buenos Aires: Columba, 1966

—“No es culpa de Platón”, accedida el 11 de agosto de 2018

Disch, Thomas. The Dreams our Stuff is Made of: How Science Fiction Conquered the World. Nueva York: Touchstone, 2000 [1998]

Heyer, Paul. The Medium and the Magician: Orson Welles, the Radio Years (1934-1952). Nueva York: Rowman & Littlefield, 2005

Laso, José. Prólogo a Los que siembran en el viento. Febrero de 2016. (falta información adicional)

McBride, Joseph. What Ever Happened to Orson Welles? A Portrait of an Independent Career. Lexington: The University Press of Kentucky, 2006

Moskowitz, Sam. Seekers of Tomorrow: Masters of Modern Science Fiction. Cleveland/Nueva York: The World Publishing Company, 1966 [1961]

Mendizábal, Iván Rodrigo. “El libreto (ficticio) de la invasión marciana a Quito”, accedida el 11 de enero de 2018

—“Memoria ficticia de la invasión marciana”, en https://cienciaficcionecuador.wordpress.com/2015/03/22/memoria-ficticia-de-la-invasion-marciana/, accedida el 11 de enero de 2018

Morton, Lisa. The Halloween Encyclopedia. Jefferson: McFarland, 2011

—Trick or Treat: a History of Halloween. Londres: Reaktion Books, 2012

Naremore, James. The Magic World of Orson Welles. Urbana/Chicago: University of Illinois Press, 2015 [1978]

Parrinder, Patrick (editor). H.G. Wells: the Critical Heritage. Londres/Nueva York: Routledge, 2002 [1972]

Rogers, Nicholas. Halloween: from Pagan Ritual to Party Night. Nueva York: Oxford, 2002

Rosenbaum, Jonathan. Discovering Orson Welles. Berkeley/Londres/Los Ángeles: University of California Press, 2007

Schwarz, A. Brad. Broadcast Hysteria: Orson Welles’s The War of the Worlds and the Art of Fake News. Nueva York: Hill and Wang, 2015

Wells, H.G. La Guerra de los mundos. Buenos Aires: Penguin, 2016 [1898]

—La Guerra de los mundos (ilustrado por Alvim Corrêa). Barcelona/Buenos Aires/Ciudad de México: Libros del Zorro Rojo, 2016

RELACIONADAS / REALITY FAKE

Enlace externo: La noche del pánico marciano fue puro cuento. Por Alejandro Agostinelli (Ciencia Bruja, 2011).

 

El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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