En 1997, la revista Descubrir me encargó una sección dedicada a contar la vida de personas que por alguna razón, o por más de una, tuvieron vidas diferentes; originalmente, la iba a escribir un amigo, a estas alturas una leyenda: Fabián «Polito» Polosecki. De todas aquellas historias, que algún día exhumaré, hoy recordé mi encuentro con Coly Cordasco, un enano profesional que me enseñó cómo se ve el mundo desde 1,25 centímetros de altura.


El enano famoso era Nicolás “Coly” Cordasco. Empezó a trabajar junto a su padre Nicolita, con quien formó el dúo Nicolita y Coly en el circo de José Marrone. Trabajó 26 años junto a Pepitito. De su mano entró en el teatro de revistas y conoció a Luis Sandrini, a quien acompañó en una película. Más tarde hizo de Martincito en una versión minimalista de Titanes en el Ring y actuó en obras de teatro de vanguardia. Hace 20 años tenía menos trabajo y alquilaba una calesita en la plaza Hugo del Carril, en Parque Chacabuco.

A Coly no le molestaba que lo llamaran enano. “Enano y a mucha honra”, me dijo, y fue el título de la nota. Tampoco le inquietaba la curiosidad que suele escoltar al distinto. Esa discriminación, a veces, lo favorecía: si alguien se apuraba para cederle el asiento, él aprovechaba para sentarse. “Lo cómico es que a veces se levanta una viejita que está mucho peor que yo. ‘Pobrecito el enano’, debe decir. No los juzgo mal; esas cosas nacen del corazón”. Pero cuando la mirada se pone densa, si él llega a oler la sombra de una cargada, no da vueltas: “‘¿Qué mirás? ¿Tan lindo soy?’ Y el tipo se queda sin saber cómo reaccionar”. Sigue la nota: “También se acostumbró a las señoras gordas que se tocan la teta izquierda al verlo pasar, o a las embarazadas que cruzan de vereda, al compás de un pavoroso ritual según el cual –bajo el devastador efecto de una rasante mirada enana– sus hijos le pueden salir enanos. ‘¡Como si fueramos contagiosos!’, dice entre risas”.
Durante aquella charla Coly desterró prejuicios y lugares comunes de la enanitud. Por ejemplo, me dijo que no era cierto que los enanos vivieran poco (su padre Nicolita vivió hasta los 81 años), que tuvieran poca suerte con las mujeres, o que ellas tuvieran problemas con su estatura. Todas sus novias y su propia esposa, María Elcira Torres, fueron de estatura “normal” (pongo entre comillas “normal” porque fue la palabra que usó Coly).

Si sabés algo de Coly o de sus amigos, a mí también me gustaría saber.
Créditos: No sé quién tomó las fotos, que me dio Coly en su día. Si sos autor de alguna de ellas contactate conmigo.
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