De la Hoguera al Clickbait: Vida Extraterrestre y el Riesgo de la Hipótesis Extrema

El revuelo actual alrededor de Avi Loeb y el objeto 3I/ATLAS es solo un nuevo capítulo en una fascinante historia que cautivó a los pensadores de hace 2.500 años. Desde los filósofos griegos hasta Giordano Bruno y los astrónomos del siglo XIX, la idea de la pluralidad de mundos siempre ha chocado con la ortodoxia. Irónicamente, la hipótesis que llegó a costar la vida de algunos de ellos, hoy solo garantiza un título viral. Este artículo explora cómo la audacia intelectual, que fue tildada de herejía, se convirtió en un simple riesgo de reputación en la ciencia moderna.

Por Damián Marsicano *

La idea de que no estamos solos en el universo suele presentarse como un invento moderno, carne fresca para el consumo de contenidos sensacionalistas. Sin embargo, la hipótesis de que otros mundos podrían estar habitados —e incluso que seres venidos del espacio nos hubieran visitado— aparece mucho antes de que la charlatanería contemporánea la convirtiera en un best-seller playero o en un show televisivo a cargo de pseudoexpertos en pseudoarqueología cósmica.

Ahora mismo, a fines de octubre, el objeto interestelar 3I/ATLAS cruzará el Sistema Solar. La noticia hubiera tenido muchísimo menos visibilidad mediática si no fuera porque Avi Loeb, catedrático de Harvard, deslizó la posibilidad de que se tratara de un artefacto artificial, e incluso hostil. Con ese tipo de comentarios (que son parte de trabajos más extensos, que mezclan hipótesis y supuestos con datos científicos verificables), Loeb no solo agitó las aguas de la comunidad científica sino que entregó, como si conociera de antemano el destino de sus afirmaciones, el combustible para que ganara tracción el periodismo de clickbait que prevalece en los medios generalistas.

MUSK Y OTRO FAKE VIRAL INTERESTELAR. Hace un tiempo, circuló un falso tuit de Elon Musk según el cual el megamillonario devaluado habría escrito: “Oumuamua ha Regresado REPENTINAMENTE y no Está Solo». A menudo, una declaración probable no es una afirmación cierta.
¿NAVE HOSTIL? Mientras Avi Loeb ve una nave alienígena preparando una «maniobra Oberth clandestina» en el 3I/ATLAS, el astrofísico Héctor Socas Navarro vuelve a poner nuestros pies en tierra firme en su blog. ¿Cómo desmonta la hipótesis de Loeb? Usa los principios de filosofía de la ciencia (como el problema de buscar «improbabilidades a posteriori») y el ejemplo del maullido de un gato en una terraza para argumentar que la explicación más simple y probable es que se trata de un cometa: todas las anomalías pueden explicarse por efectos de selección y física natural. NOTA AQUÍ

Este choque moderno entre la audacia de una hipótesis extrema y marginal (tecnología alienígena) y la ortodoxia científica resuena en una tradición intelectual milenaria. La historia de la pluralidad de mundos está marcada por pensadores que desafiaron el statu quo, arriesgando su reputación, e incluso su vida, para expandir nuestra visión del cosmos.

Sea como fuere, la hipótesis propuesta por Loeb y su equipo es:

En esta etapa temprana de su paso por nuestro Sistema Solar, 3I/ATLAS, el intruso interestelar recientemente descubierto, ha mostrado diversas características anómalas, determinadas a partir de observaciones fotométricas y astrométricas. Como ejercicio principalmente pedagógico, en este artículo presentamos un análisis adicional de la astrodinámica de 3I/ATLAS y planteamos la hipótesis de que este objeto podría ser tecnológico y posiblemente hostil, como cabría esperar de la resolución del ‘Bosque Oscuro’ de la ‘Paradoja de Fermi’ Demostramos que 3I/ATLAS se aproxima sorprendentemente cerca de Venus, Marte y Júpiter, con una probabilidad de$\lesssim 0.0005\%$. Además, la baja inclinación retrógrada del plano orbital de 3I/ATLAS con respecto a la eclíptica ofrece diversas ventajas a una Inteligencia Extraterrestre, ya que le permite acceder a nuestro planeta con relativa impunidad. El eclipse solar de 3I/ATLAS en el perihelio, desde la Tierra, le permitiría realizar una maniobra de Oberth solar inversa y clandestina, una estrategia óptima de alto empuje para que las naves interestelares frenen y se mantengan ligadas al Sol.»

En algún momento, ese desafiante «ejercicio principalmente pedagógico» mutó en afirmaciones bizarras, sensacionalistas y apocalípticas al servicio del algoritmo. Tanto fue así que algunos, incluso, no solamente han podido captar la forma completa de la nave interestelar sino, ya que estaban, la de sus tripulantes. Dejando de lado toda exageración, la propuesta de Loeb se inscribe en una tradición intelectual que hunde sus raíces en la filosofía griega, la Revolución Copernicana y el romanticismo de los siglos XVIII y XIX.

Esta nota no pretende hacer un análisis detallado de la saga Loeb y las tecno-firmas, sino más bien hacer un repaso de aquellas figuras que arriesgaron su reputación (y, en algunos casos, su vida) por llevar las cosas un poco más allá y hacernos pensar en la posibilidad de otros mundos.

¡A DARLE ÁTOMOS!

Al menos, en Occidente, los griegos fueron unos adelantados en aquello de postular la pluralidad de los mundos. Esta primera etapa, desbordante de pensamientos e hipótesis nuevas, representa un «paraíso intelectual» donde la audacia cosmológica no implicaba riesgo personal. No hubo ni persecución ni censura (tampoco clickbait ni SEO ni fórmulas algorítmicas para asegurar el éxito), principalmente porque, para la llegada del dogma religioso, aún faltaban unos cuantos siglos.

Anaximandro (610–546 a. C.), discípulo de Tales de Mileto, propuso como esencia y origen de todas las cosas al ápeiron , una sustancia o esencia creadora de mundos que nacen y desaparecen infinitamente. De manera sutil, postuló la posibilidad de la existencia de otros mundos iguales al nuestro.

«Los átomos se disponen de tal modo que se originan infinitos mundos; y algunos se parecen al nuestro y otros no», propuso Demócrito (460–370 a. C.), en arreglo a lo que conocemos de su pensamiento atomista a través de los fragmentos recogidos por el biógrafo Diógenes Laercio (siglo III d. C.) en su maravillosas Vidas, opiniones y sentencias de los filósofos más ilustres . También recoge sus opiniones Hipólito de Roma (170–235), aunque lo critica en el libro I de Refutación de todas las herejías .

Fue Epicuro (341–270 a. C.), notable filósofo del período helenístico, quien profundizó en esta línea de ideas reconstruida en la monumental obra de Diógenes Laercio:

Hay infinitos mundos, tanto semejantes a este como diferentes. Porque los átomos, al ser infinitos, se mueven a lo lejos».

Por su parte, Lucrecio (99–55 a. C.), llevó el asunto un poco más allá en su extenso poema filosófico, De la naturaleza de las cosas ( De rerum natura ). Este pasaje en particular es una poderosa defensa de la pluralidad de mundos habitados y es una de las expresiones más claras de esta idea en la Antigüedad romana:

Nada en el universo ha sido creado único en su especie; nada que nazca y crezca surge solo. Por todas partes se observa una abundancia sin fin, y es inevitable que en otros lugares existan otras tierras hombres y otros, y que surjan diversas formas de vida, adaptadas a sus propios mundos y condiciones».

ENTRE LA HEREJÍA Y LA POSIBILIDAD

A partir del advenimiento del dogma cristiano y la llegada de la Edad Media, la cosa se espesó, empezó a ponerse un poco más difícil y oscura. Sin embargo, varios pensadores de esta época abonaron la teoría de otros mundos habitados. Y fueron perseguidos, condenados o ambas cosas.

La primera referencia, aunque ligera, la encontramos en la obra De la división de la naturaleza ( Periphyseon ) de Escoto Erígena (815–877):

Dios no solo ha creado este mundo, sino que tiene el poder de crear muchos otros, cuya naturaleza y forma nos son desconocidas».

Esta obra fue perseguida y prohibida por la Iglesia, unos tres siglos después. No por postular la existencia de extraterrestres, sino por ser considerada herética por sugerir que Dios y el universo son esencialmente la misma cosa y por ser considerada panteísta, ya que no postulaba la creación a partir de la nada.

Roger Bacon (1214-1292), un visionario o precursor radical del método experimental y el filósofo preferido de Guillermo de Baskerville, el protagonista de El nombre de la rosa de Umberto Eco, comentó en Opus Maius :

No es imposible que en los cuerpos celestes existan formas de vida de acuerdo con su naturaleza».

Si bien no afirmaba de forma categórica la existencia de vida en otros planetas, Bacon lo planteaba como una posibilidad inmanente a la naturaleza, parte inevitable de ella. En 1277, fue reprendido y encarcelado, por «ciertas sospechas de novedades» ( novitates sospechas ), que, tal vez, incluían su crítica a otros escolásticos y su interés por la magia natural y la astrología, además de su defensa de la ciencia empírica en un contexto teológico más bien tenso. Su obra Opus Maius no fue prohibida, pero su carrera no fue apoyada oficialmente por la Iglesia. Su obra, ciertamente, fue redescubierta y valorada varios siglos después de su muerte.

El pensador más reconocido por sus ideas en torno a la posibilidad de vida extraterrestre fue Nicolás de Cusa (1401–1464). En este período histórico, su hipótesis fue la más arriesgada: «Así como el sol nos ilumina, es concebible que otros soles iluminan mundos desconocidos, y que en ellos existen criaturas adaptadas a sus condiciones», propone en La docta ignorancia . De Cusa, curiosamente, no fue perseguido. Es más: sus ideas influyeron en el pensamiento renacentista. Postuló un dios infinito con una capacidad de creación ilimitada, una diferencia del pensamiento aristotélico que dominó la Edad Media y que planteaba un dios creador y padre protector de la Tierra. Así, su pensamiento fue la principal fuente de inspiración para los modelos que rechazaban el antropocentrismo.

UN SOL EN EL CENTRO E INFINITOS MUNDOS

La obra de Nicolás Copérnico (1473–1543), Sobre las revoluciones de las esferas celestes , fue precisamente eso: una revolución, un cambio de paradigma fenomenal. Al postular un modelo heliocéntrico con el Sol como centro, cambió para siempre la concepción del hombre y su lugar en el universo. Si bien no fue perseguido en vida, Copérnico sufrió la censura de la Iglesia durante los siglos XVI y XVII.

Quien llevó la Revolución Copernicana al paroxismo fue Giordano Bruno (1548-1600). No solo consideró riesgos y pagó con su vida por ello, sino que la influencia de su obra filosófica Sobre el universo, el infinito y los mundos fue fundamental en la literatura especulativa o de ciencia ficción de los siglos venideros. En su obra más importante, escribió:

No podemos imaginar que el universo sea tan limitado que solo contiene un mundo, el nuestro; en su inmensidad, los mundos son infinitos, y en ellos la vida puede manifestarse de formas diversas»

Y luego:

Cada estrella es un sol, y cada sol tiene sus propios planetas, y en esos planetas puede haber seres vivos».

Si bien el motivo fundamental por el que fue incinerado en la hoguera en el Campo de’ Fiori en Roma el 17 de febrero de 1600 fue por su postura herética, que incluía la negación de dogmas centrales de la fe católica (como la Trinidad, la divinidad de Cristo y la transubstanciación), su cosmología del infinito y la pluralidad de mundos también formó parte de la lista de errores teológicos condenados por el tribunal. La propuesta de Bruno fue más radical que la de Bacon, Escoto Erígena o Copérnico, al llevar estas ideas a su máxima expresión y relacionarlas con un cosmos ilimitado, pese al riesgo de persecución.

A partir de aquí, con la invención del telescopio, comenzaría una etapa de descubrimientos científicos concretos. Desde Galileo (1564–1642) a Herschel (1738–1822), pasando por Kepler (1571–1630) o Huygens (1629–1695), se acumularon conocimientos en torno a los planetas, sus comportamientos, sus lunas y la naturaleza del Sistema Solar.

Estos descubrimientos abrieron un surco en las mentes de los intelectuales y artistas. Así, autores como Francis Godwin (1562–1633) o Cyrano de Bergerac (1619–1655) imaginaron los primeros viajes espaciales ya los habitantes lunares en El hombre en la Luna (con un vehículo traccionado por gansos entrenados y el encuentro del protagonista con los «Lunaris») y El otro mundo (también con habitantes de la Luna y el Sol), respectivamente.

FRONTISPICIO. De ‘La Historia Cómica de los Estados y Imperios del Mundo de la Luna’ de Cyrano de Bergerac (Frederick Hendrick van Hove, 1687)

Con el dogma religioso ya debilitado, el riesgo para los promotores de la vida extraterrestre pasó de la Inquisición a la censura de la propia comunidad científica.

Percival Lowell (1855-1916) llevó el sueño extraterrestre al terreno de la observación telescópica. Convencido de que Marte albergaba vida, creyó identificar en su superficie una vasta red de canales artificiales. Desde su observatorio de Arizona, describió estas estructuras como gigantescas obras de ingeniería destinadas a transportar agua desde los casquetes polares marcianos hacia el centro del planeta. Lowell publicó los libros Marte (1895) y Marte y sus canales (1906), donde defendía que detrás de esos supuestos canales debía existir una civilización organizada, capaz de planificar y ejecutar obras de escala planetaria. Aunque más tarde se demostró que se trataba de ilusiones ópticas, su audacia dio forma a uno de los mitos más populares: el del Marte habitado por ingenieros extraterrestres.

El astrónomo y divulgador francés Camille Flammarion (1842–1925) fue, quizás, el mayor promotor de la pluralidad de mundos en el siglo XIX. Su estilo mezclaba observación científica con metáfora espiritual, convencido de que el universo no podía ser un páramo deshabitado. Defendió con pasión la idea de que la vida debía repetirse, bajo diferentes formas, en los incontables astros que pueblan el cielo y fue fundamental en la promoción de esta idea durante el S XIX. Así lo expresa en su obra La pluralidad de los mundos habitados :

El espacio es infinito, y en ese infinito la vida se multiplica hasta el límite de lo imaginable. Los mundos son como islas en un océano sin orillas, y cada isla porta sus propios habitantes».

Su mirada trascendía lo biológico y rozaba lo místico: los mundos, decía, podían ser estaciones del viaje del alma a través del cosmos o eslabones de una cadena infinita de evolución. En una época en la que la astronomía se volvía cada vez más matemática y precisa, Flammarion insistía en que el asombro y la imaginación eran también motores de conocimiento. No fue perseguido como Bruno, pero sí fue acusado de confundir ciencia y espiritualidad.

XILOGRAFÍA. De autor desconocido, este grabado aparece en la tercera edición del libro del astrónomo francés Camille Flammarion L’Atmosphere: Météorologie Populaire (Hachette: París, 1888)

DISTINTAS ÉPOCAS, LA MISMA PREGUNTA

A lo largo de más de dos milenios, desde Anaximandro y Demócrito hasta Giordano Bruno y Camille Flammarion, la humanidad ha mirado al cielo y se ha preguntado qué otros mundos podrían existir. Cada época lo ha hecho con sus propios instrumentos y su propio lenguaje: primero con filosofía y poesía, después con telescopios y tratados científicos, y hoy con papers , simulaciones computacionales, y títulos virales. Lo que no cambia es nuestra fascinación y el éxtasis intelectual que provoca imaginar que no estamos solos en el Universo.

En este sentido, la visita de objetos interesantes como 3I/ATLAS no es solo un fenómeno astronómico; es un nuevo capítulo en esta historia humana de tensiones, donde el riesgo de la hipótesis ya no es la hoguera, sino la descalificación académica.

La audacia intelectual de Avi Loeb resuena con la de Lowell y Bruno, recordándonos que la frontera de la ciencia siempre es un lugar incómodo. Quizás no haya naves hostiles ni civilizaciones avanzadas a la vuelta de la esquina, pero cada hipótesis nos recuerda que el universo es demasiado vasto y diverso como para limitar a nuestra imaginación, ya que la verdadera aventura empieza siempre con la pregunta: ¿quién más podría estar ahí fuera?

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(*) Damián Marsicano es periodista y realizador cinematográfico. Dirigió Hijos de Nadie (2019) y La Búsqueda (el documental más humano sobre la vida extraterrestre) (2024). En 2025 fue uno de los organizadores de OFFNI Cine Fest. Ya escribió para Factor De Orwell al Terraplanismo: Manual de supervivencia.

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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