El 26 de agosto de 2025 presentamos Argentina X: Un cronista a la caza de fantasmas, alienígenas y demonios (Fondo de Cultura Económica). Como la charla se extendió por demás, no hubo brindis. Pero sí abrazos. En la sede del FCE, Rey Sietecase expuso los presuntos méritos del editor de este blog, Daniel Riera reveló la trastienda de la edición y el antropólogo Alejandro Frigerio describió el “género unipersonal” del autor como “crónicas de brechas de la normalidad en mundos encantados”. Esta caracterización, que dejó a algunos con la boca abierta, se refiere al cronista que explora los espacios habitados por quienes consideran a los fenómenos cercanos a la magia, los poderes extraordinarios o lo espiritual parte de la realidad cotidiana. Aquí mostramos videos, fotos y links para saber más sobre el libro.
Por Alejandro Agostinelli
Fotos: Iyagan Eégúnfemi Judith Ti Yemoja y Mariana Comolli
El martes 26 de agosto de 2025, el auditorio del Fondo de Cultura Económica de Argentina, también conocido como Centro Cultural Arnaldo Orfila Reynal, se llenó de amigos, seguidores de FactorElBlog y colegas que acudieron para acompañar la presentación de mi segundo libro, Argentina X: Un cronista a la caza de fantasmas, alienígenas y demonios. Más de setenta personas se reunieron, convocadas por el cariño y la expectativa que generó esta obra, que resultó mucho más esperada de lo que creía.
El evento comenzó con una intervención especial: mi hija Emma leyó un fragmento del capítulo II, Pobre diabla, dedicado a la embrujada de Villaguay. La música de fondo era Las tardes del sol, las noches del agua (1994), el tema de Fito Páez inspirado en esa historia. Además, proyectamos un corto editado por Leandro Bartoletti que resume, a grandes rasgos, el contenido del libro.
Luego, tomaron la palabra Reynaldo Sietecase, autor del texto de contratapa; Alejandro Frigerio, quien escribió el prefacio; y Daniel Riera, editor del libro y couch del autor. Ellos me acompañaron en un momento muy emocionante: hablar por primera vez frente a un auditorio repleto de otros amigos sobre una obra que representa años de esfuerzo y dedicación.
Lamentablemente, la calidad del video de la presentación no es óptima y, por la falta de un micrófono adecuado, no se registraron los audios del público. Aun así, contamos con un registro parcial que guarda la esencia de ese día tan especial.
ARGENTINA X: CRÓNICAS SOBRE BRECHAS DE LA NORMALIDAD EN MUNDOS ENCANTADOS
Por Alejandro Frigerio *
Esta es la presentación en la que el antropólogo Alejandro Frigerio (derecha) dice que escribo sobre “brechas de la normalidad en mundos encantados”. Varios amigos se quedaron en ascuas. Pero yo lo entendí porque me gusta visitar esos lugares: esas “brechas” son fisuras en la vida cotidiana donde lo encantado emerge de manera imprevista e inexplicable, rompiendo la rutina. No son eventos aislados, sino interrupciones que desafían los límites de la realidad para quienes las viven. “¿Esto es normal? ¿Cuándo se vuelve anómalo? ¿Qué dirán de mi experiencia?”, se preguntarán. En Argentina X busco humanizar esos eventos extraordinarios, o “experiencias X”, al final piezas de un rompecabezas cultural más complicado de lo que solemos pensar. Con ustedes, Alejandro Frigerio.
Agradezco profundamente a Alejandro no solo por la invitación a presentar este libro, sino, y muy especialmente, por el honor que me concedió al encomendarme la escritura del prólogo de Argentina X.
Me complace enormemente que esta obra vea finalmente la luz, con la promesa adicional de una segunda parte en un futuro cercano. Ha transcurrido un largo intervalo desde la publicación de Invasores. Historias reales de extraterrestres en Argentina en 2009, y si bien Alejandro ha mantenido una prolífica actividad en su blog y otros medios a lo largo de estos años, los libros poseen una trascendencia y un impacto perdurable distintos. Una labor como la suya —minuciosa, honesta, apasionada y, sobre todo, excepcionalmente bien documentada, con un nivel de detalle poco frecuente— merece precisamente esa clase de perdurabilidad.
Al escribir el prólogo y preparar esta presentación, reflexioné extensamente sobre aquello que resulta “inquietante”, en el mejor sentido, de los libros de Alejandro, o más bien, sobre qué los constituye como un género único en sí mismo.
Mi conclusión, a la que he arribado recientemente, es que son, simultáneamente, periodismo de investigación del más alto nivel y crónicas de la vida cotidiana de personas comunes —aunque a veces no tanto—. Esta conjunción de géneros, infrecuente pues la mayoría de los escritores suele restringirse a uno u otro, conlleva una ventaja significativa.
Por un lado, respecto del periodismo de investigación, les otorga una mayor trascendencia temporal. No abordan temas políticos o sociales coyunturales, susceptibles de “envejecer” mal. Libros muy exitosos en su momento pueden perder relevancia y ser leídos solo con fines muy específicos años después. Por el contrario, las crónicas, al acercarse al género literario, trascienden esa inmediatez. Seguimos leyendo con interés las Aguafuertes de Roberto Arlt décadas después, y es probable que lo mismo ocurra con las crónicas contemporáneas de autoras como Leila Guerriero. Los libros de Alejandro, al participar de esta naturaleza literaria, se inscriben en esa tradición de mayor permanencia.
Además, y este es quizá su mérito principal, pese a tratar temas que una mirada convencional podría tildar de “menores”, iluminan aspectos constitutivos de nuestra cultura y sociedad que suelen permanecer invisibilizados, pero que emergen de manera consistente a lo largo de nuestra historia. Son dimensiones que siempre están presentes, y a las que nadie, excepto Alejandro, presta la debida atención. Los medios de comunicación, cuando lo hacen, suelen tratarlas de manera esporádica y sensacionalista.
Si tuviera que definir este género unipersonal, propondría el término “Crónicas sobre brechas de la normalidad en mundos encantados”.
¿A qué me refiero con esto?
Quienes nos consideramos modernos, secularizados y científicos —generalmente no creyentes o poco afines a sistemas religiosos— habitamos predominantemente en un mundo de tres dimensiones, explicado por la ciencia. Aun sin conocer todas las respuestas, confiamos en que un médico, un biólogo o un ingeniero pueden aclarar el funcionamiento de los fenómenos cotidianos.
Sin embargo, una gran parte de la población —los “creyentes”— habita un mundo de cuatro dimensiones, donde la dimensión espiritual es particularmente relevante. Dentro de este grupo, es posible distinguir dos tipos: 1) quienes, aun creyendo, habitan un mundo mayormente desencantado (tridimensional), donde lo divino irrumpe solo esporádicamente mediante milagros validados por la ciencia y la Iglesia o mediante sacramentos impartidos por sus sacerdotes; y 2) quienes viven en un mundo genuinamente encantado (tetradimensional), donde lo espiritual es intrínseco a la realidad cotidiana y la determina de manera regular. En este último grupo encontramos a devotos de santos populares (canonizados por la Iglesia o no), evangélicos, practicantes de religiones afroumbandistas y a un segmento significativo de los adeptos a la New Age.
Un ejemplo elocuente: los pentecostales se refieren a un Jesús “vivo” que no realiza milagros excepcionales, sino que cotidianamente «sana» de manera física, psicológica o espiritual a sus fieles; los «prospera» materialmente y los «libera» (de demonios) sin más requisito validatorio que el testimonio de los creyentes en sus templos.
Es mayormente este mundo encantado —aunque no exclusivamente— el que aparece en las crónicas de Alejandro, pero de una manera muy peculiar. Los casos relatados muestran brechas de lo que incluso dentro de esa “anormalidad” encantada se consideraría anómalo. A diferencia de los grupos de creyentes reunidos en grupos religiosos que suelen estudiar las ciencias sociales —donde las explicaciones son unívocas y las disonancias cognitivas se manejan colectivamente—, Alejandro se adentra en barrios donde las creencias no son homogéneas. Allí, las explicaciones son múltiples, los agentes convocados son variados (policías, curas, videntes, parapsicólogos, pastores, “investigadores de lo paranormal”) y rara vez hay una resolución definitiva, sino más bien un alivio temporal hasta que irrumpe un nuevo evento o, justamente, el cronista.
Sus crónicas revelan una galería de agentes sociales (mágico-religiosos, para-científicos) cuya variedad y persistencia histórica —al menos desde fines del siglo XIX— evidencian una faceta poco estudiada y reconocida de nuestra cultura: la existencia de videntes, parapsicólogos, profetas urbanos e “investigadores” de lo paranormal. Resulta difícil incluso clasificarlos, ya que suelen realizar síntesis idiosincráticas de creencias religiosas, esotéricas y “científicas” heterodoxas. Sus crónicas sobre los plativolistas, por ejemplo, muestran cómo la “cientificidad” puede ser estirada como una manta para cubrir las creencias más estrambóticas, y cómo el lenguaje científico es susceptible de múltiples reinterpretaciones.
La persistencia de estos personajes y las huellas de sus actividades —conferencias, libros, talleres, construcción de comunidades y una activa presencia mediática, además de la más actual en internet y redes sociales —, meticulosamente documentadas por Alejandro, demuestran que solo pueden ser considerados un tema “menor” debido a nuestros prejuicios modernizantes, nuestras pretensiones secularistas y, en el caso de los científicos sociales, a limitaciones interpretativas derivadas de marcos teóricos demasiado rígidos.
Los múltiples “profetas urbanos” que Alejandro describe tanto en este libro como en «Invasores» son un caso paradigmático. Durante mucho tiempo, las ciencias sociales ubicaron a los profetas milenaristas en contextos indígenas o rurales, descuidando la existencia y relevancia de profetas en entornos urbanos y de clase media, que se valían de una amalgama de la Biblia, la ciencia ficción y los extraterrestres para validar sus ansias de transformación social. Un tema rescatado del olvido y detalladamente reseñado en su obra.
Se trata de un universo que muchos podrían considerar “marginal” hasta que, de pronto, las psicografías premonitorias de Benjamín Solari Parravicini y su simbología son utilizadas de manera contundente para crear una mística militante que sustenta a uno de los gobiernos de ultraderecha más peligrosos que hubiéramos podido imaginar.
En definitiva, las crónicas de Argentina X revelan que los fantasmas, los profetas y los mundos encantados que pueblan nuestras periferias culturales no son meras curiosidades. Por el contrario, pueden resultar claves de lectura indispensables para comprender los desafíos y los peligros del presente argentino.
(*) Alejandro Frigerio es antropólogo e investigador del CONICET en la Universidad Católica Argentina. Y es editor de DIVERSA – Red de Estudios de la Diversidad Religiosa en Argentina.
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