Historia, política y ¿ciencia ficción? Un cuento que reflexiona sobre el poder, la resistencia y la identidad en un futuro donde las luchas del pasado aún resuenan. De remate, el poema de Julián Axat que inspiró el relato.
Por Daniel Sargatal
La sierra
Quizás ellos estén vivos a su manera, quizás Espartaco, Rosa y Camilo hayan renacido en el cuerpo de unos sintéticos. Algunos terminaremos reencarnados en sintéticos, ¿sabés? Somos tan pocos en comparación con el pasado.
–No es posible, no son naturales.
–Se aparean. Respiran. Ronronean si los acaricias. Los he tocado. Son reales como vos y como yo.
Valeria disimula la incomodidad que le producen las palabras de Mario, en cualquier caso, prefería morir enfrentando a los legionarios a tener que volver a trabajar sin descanso en las fábricas de Ares, aunque después tuviera que renacer en una aberración sintética.
No hace mucho, en las montañas, existían cientos de aldeas. Hoy los bosques están envenenados, los neovírus usados por las tropas del senado en las Guerras serviles saturan la tierra y apestan el aire. Solo viven allí sintéticos fugados que obtienen la escasa energía que sus organismos demandan del carbón vegetal que ellos mismos producen.
–He matado muchos hombres en esta guerra y nunca me he arrepentido –continúa Mario– pero serví en las brigadas de desconexión y retiré seis sintéticos. Siempre he sentido remordimientos. Prefiero morir a tener que volver a cazar a esos pobres infelices.
–Entonces cacemos romanos –dijo Valeria y dio la orden de marcha a su columna.
«Somos como monitos intentando cambiar el orden de la inmensa selva», escribió Mario en una libreta antes de levantarse y ocupar su lugar en la vanguardia.
El llano
Otra explosión sacude la calle. «Somos como monitos intentando comprender la inmensa selva» –piensa Furio y esa idea lo asusta.
Están reuniendo pistas pero les falta el contexto, no importa cuánto averigüen, nunca será suficiente, lo único que pueden hacer es reaccionar a los acontecimientos a medida que sucedan. Son apenas un grupo de partisanos intentando, más o menos, liderar esa ola en el mar de la insurrección.
Los camaradas han recogido la radio y se han refugiado en una tienda. Intentan comunicarse con la comandancia, con alguna otra unidad. Solo reciben el ruido de estática.
Están en una esquina desierta, en el vértigo de la acción es como si el pasado, como si el debate político de tantos años, jamás hubiera existido.
Escuchan el zumbido de un misil, levantan los ojos, pero es demasiado rápido para verlo. La onda expansiva los derriba, un edificio se desmorona a escasos cincuenta metros de ellos.
Con renovado sigilo avanzan en las calles en sombras.
A medida que se acercan a la zona de la curia y del foro, el enfrentamiento recrudece. Las legiones del Ministerio de Comercio y los milicianos parecen estar por todas partes, enfrentados.
Furio se detiene frente a un portal mientras las explosiones y los disparos suenan desde todos lados.
Un grupo de estudiantes con cintas rojas en los brazos, armados con machetes y explosivos caseros cargan contra un tanque que bombardea la torre de la antigua fábrica de tractores.
Un estudiante arroja una granada casera que estalla contra el blindaje del tanque sin afectarlo. El vehículo es inmenso, ¿cómo carajo pudo llegar a las calles del centro? Un camión de combustible aparece por la esquina noreste y se estrella contra el blindado que se transforma en una bola de fuego. Los años en la guerrilla no han preparado a Furio para el olor que resulta de la mezcla entre el biocombustible y la carne humana abrasada.
Desde la boca de una alcantarilla surge un grupo de mineros, todos llevan algo rojo para identificarse.
Los estudiantes gritan, los mineros gritan, los partisanos gritan:
¡Marte no será / para los fascistas no será!
Furio y sus hombres se ponen a la vanguardia, intentarán que los estudiantes y los obreros se muevan a cubierto en su incontenible avance hacia el foro y el Ministerio de Comercio.
Antes del fin del día, el cadáver del último Elon de Marte colgará cabeza abajo en la Plaza Central de Mediolanum.
Marte no será /para los fascistas no será
a Diana Zaragat
Marte no será
Para los fascistas / no
para ellos no será
Será para los que carguen rebeldía
para los que amen a la humanidad
Marte no será
Para los fascistas/ no
Y la explosión llegará
como llega la fisión en el lenguaje
en el aire cae
en la tierra se expande
en los cuerpos se enferma
como sueño aluvional
hay un mundo que deja de ser
y otro que está por nacer
la humanidad
cuya cuna es la Tierra
y el Universo su casa
está por llegar
¿está por llegar?
¿el Universo su casa?
contar los muertos que caen
del terraplén
contar un planeta
que se destruye y es devorado
golpes a los que migran
confinamiento a los que deportan
murallas aquí y allá
Los restos de un mundo porvenir
los restos perfeccionados de una vieja Inteligencia Artificial
mejorados por una nueva Inteligencia Artificial
y así otra más potente IA
que sueña mientras otra IA aun más potente sueña con otra IA y así…
tan solo tuneleras conectadas con las pesadillas que rozan
con el exterminio de la memoria
la de aquellos que aun poseen recuerdos para transmitir
el afecto de los muertos por los vivos la clave del despertar
Se presentan como cadenas infinitas de superaciones de sí mismas
¿acaso supremacistas de la realidad?
colocadores de entrañas en artefactos y no a la inversa
Es la Tierra abrasada (no la abrazada) de las bestias
el chiquero
el dictamen de hace siglos el que trazó Charles Darwin para las especies
mientras
una nueva progenie protegida por sus prótesis con las que juega a Dios
destruye la vida y lo viviente se toma partida como virus de la lengua mater
se juega todo por una promesa vegetativa más allá
y no bien acá
junto a los no elegidos para que el Universo sea su casa
/ acaso tampoco la Luna /
gestando el sueño aluvional
buscándose a sí mismos en astillas de sus antepasados
/ cierta clave / quien dirá… /
¡Escuchen hermanos!
Marte no es y no será nunca para los fascistas
No será/ no
Será para los que entierren sus manos
y siembren en las estrellas
y deseen ser cometas
No será para los apropiadores de ADN
la inspiración de una resistencia posible
la lengua carnal y con sabor a degüello corre
será nuestra crónica tardía pero será
en lo que queda de ese planeta
en ese resto potencia
hay esperanza
clave tan solo espectros que viajan cual mensaje redentor
canto dulce de un poema prístino
tan simple rumor viejo-nuevo partisano
desenterrado de la cúspide de la montaña más elevada
esa pizca de fulgor devenida de la noche de los tiempos
la que nos diluirá en tu boca para ser el amanecer
tu palabra al despertar
Marte no será para los fascistas/ Nunca será/ no
¡Pues la Tierra tampoco!
Julián Axat
Julián Axat (n. 1976, La Plata) es un destacado poeta que inició su actividad en 1992 como integrante del grupo Los Albañiles. Desde entonces ha publicado en diversas revistas nacionales e internacionales. Su obra ha sido traducida al francés, inglés, italiano y portugués. En 2007, junto con Juan Aiub, fundó la colección de poesía Los detectives salvajes, perteneciente a la editorial Libros de la Talita Dorada. Entre sus principales obras se encuentran Medium (2006, Ed. Paradiso), Perros del Cosmos (2020, Ed. En Danza), declarada de interés municipal en La Plata, e Interestelaria. Cosmos y Ciencia ficción (2022, Ed. En Danza) y el ensayo El hijo y el archivo (GES, 2021). Es hijo de Rodolfo Axat y Ana Inés Della Croce, desaparecidos en la última dictadura cívico-miliar. Es docente y abogado por los Derechos Humanos, miembro de la organización H.I.J.O.S. regional La Plata, y participa en el espacio Justicia Legítima.