En “La cara oculta de México”, el escritor español pretende que los «hallazgos» publicados en su nuevo libro “deberían cambiar la historia”, pero hay malas noticias desde la tapa, ilustrada con la imagen de la escultura de un alienígena pretendidamente hallada en las excavaciones del Tren Maya, que ha sido considerada una falsificación por el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) del gobierno mexicano.
El fabricante de best sellers sobre MEALC (Misterios Efímeros A la Luz de la Ciencia) también trae de vuelta a las figurillas de Acámbaro, un fraude aclarado a mediados del siglo XX.
Benítez ha entregado, en fin, otra obra floja de papeles que sólo podría cambiar su propia historia… si los lectores se enterasen a tiempo y evitaran llevarse el chasco.
Por Alejandro Agostinelli
Así, J.J. Benítez retoma el camino que inició con “Existió Otra Humanidad” (1975), en el que presentaba lo que para él era la “prueba definitiva que desde hace millones de años existió otra civilización en nuestro planeta”, en referencia al escandaloso fraude de las piedras de Ica (también abordado en este blog a propósito de unas polémicas declaraciones del ex jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, cuando todavía creíamos que los dinosaurios iban a desaparecer).
El “antiguo astronauta” que ilustra la tapa de “La cara oculta de México”, tal el título del nuevo libro del autor navarro, es llamativo, pero no muestra ningún hallazgo arqueológico. “Las piezas son falsas, fabricadas con materiales contemporáneos”, explicó el Gobierno en una respuesta reproducida por EFE Verifica.
Las fotos, que circulan en redes sociales desde octubre de 2020, muestran supuestas «figuras prehispánicas de alienígenas» que habrían sido halladas cuando se realizaron las excavaciones del Tren Maya en México. Las imágenes presentaban obras artísticas con el leitmotiv plativolista, srtrieberiano y hollywoodense de cómo deberían verse los extraterrestres, con ojos grandes y cráneos bulbosos, acompañadas de textos en los que se afirmaba que el hallazgo “estaba siendo encubierto”.
Por supuesto, la primera “evidencia” del presunto encubrimiento fue la respuesta del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), organismo gubernamental encargado de las obras de construcción del proyecto del Tren Maya, que desmintió rápidamente la autenticidad de las piezas. Son, dijo, falsificaciones contemporáneas, hechas con materiales modernos y sin relación con las culturas prehispánicas. Hace cuatro años el Fonatur informaba que los verdaderos hallazgos arqueológicos «incluyen más de 2.000 monumentos históricos en la ruta del Tren Maya», que fueron otros y “serán revelados a su debido momento”. Por cierto, hoy tales descubrimientos, que no incluyen representaciones de seres de otros mundos, son considerados «el mayor tesoro arqueológico de las últimas décadas» y la información ha sido debidamente publicada.
Adrián Montemayor, responsable de Comunicación del Fonatur, explicó que las piezas falsas difundidas en las redes sociales presentan símbolos de diversas culturas y comparó las “figuras alienígenas” con los juguetes hielocos (alien), en alusión a unos famosos juguetes que la marca Coca-Cola difundió en Latinoamérica a mediados de los años noventa.
La difusión de aquellas «figuras de aliens» en redes sociales coincidía con la semana en la que el Gobierno mexicano había anunciado el descubrimiento de 2.187 monumentos históricos en la ruta de esta megaobra de transporte ferroviario de 1.460 kilómetros de longitud.
«No hemos encontrado figuras de alienígenas en las excavaciones arqueológicas del Tren Maya… Lamentablemente», escribió Montemayor en su cuenta de X. «Tengo que aclarar, añadió, que estas son piezas contemporáneas que no tienen relación alguna con los periodos mayas; incluyen símbolos mexicas, de Perú y Reino Unido».
En una pieza, incluso, se ven presuntos alienígenas en un ritual junto a integrantes de alguna de las culturas prehispánicas que prosperaron en el actual estado mexicano de Quintana Roo, hogar de grandes asentamientos arqueológicos mayas como Chichén Itzá o Tulum.
Los posteos, sin dar fuentes, aseguraban que se trataba de «esculturas encontradas en las excavaciones del proyecto del Tren Maya», dado que por entonces el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, presentaba ese proyecto ferroviario en el Palacio Nacional. Algunos tuiteros pedían a sus seguidores RT o “la mayor difusión posible para obligar a que se reconozca el hallazgo”, porque “se ha tratado de mantener en secreto el descubrimiento”.
Una súplica muy efectiva para movilizar el sesgo de confirmación de miles y miles que ansían creer, aún sin evidencias, contribuyendo así a la propagación viral de información falsa. Que luego es aprovechada para que divulgadores sin escrúpulos vendan álbumes de fotos a los que llaman libros. Pero eso no es todo.
FALSIFICACIÓN. Las fotos que utiliza J.J. Benítez en la tapa de su libro, que pretenden mostrar elaboradas artesanías que representan a seres alienígenas, son un precario fraude contemporáneo.
EL FRAUDE DE ACÁMBARO
¿Qué hay de las figurillas de Acámbaro? JJ. Benítez asegura que él primero pensó lo mismo que los arqueólogos que, a mediados del siglo pasado, desestimaron como falsificaciones a esas miles de figurillas de barro cocido y piedras grabadas. Pero luego se retractó, refugiándose en “sucesivas dataciones con C14 y termoluminiscencia” para luego declararse convencido de su autenticidad.
Esas dataciones, si existen, ¿fueron realizadas por instituciones o científicos independientes y publicadas en revistas reconocidas con revisión por pares? Parece que no. Tampoco le hizo esta pregunta obvia su colega Bruno Cardeñosa, en cordial conversación emitida el pasado 6 de octubre en Onda Cero.
La polémica en torno a un fabuloso descubrimiento arqueológico en Acámbaro. En 1945, Waldemar Julsrud, un alemán que había llegado a México a principios del siglo XX, afirmó haber descubierto en una colina que domina la villa de Acámbaro, Estado de Guanajuato, un “tesoro arqueológico” que acabó reuniendo miles de figurillas que representaban humanos… conviviendo con dinosaurios.
Las figuras fueron desacreditadas por expertos que señalaron inconsistencias estilísticas, materiales modernos utilizados en su fabricación y la ausencia de estratos arqueológicos genuinos. Además, análisis científicos y estudios académicos demostraron que las figurillas fueron fabricadas en tiempos recientes, sin ningún valor arqueológico legítimo.
En Marcianitos Verdes, el ing. Luis Ruiz Noguez ha desmontado el caso en una serie exhaustiva de artículos disponibles en los siguientes enlaces Nota 1, Nota 2, Nota 3 y Nota 4 (final).
En resumen, según un informe publicado después de una expedición realizada en 1954 por varios experimentados arqueólogos de Monumentos Prehispánicos del Instituto Nacional de Antropología e Historia, Los Angeles County Museum y el Museo de Arqueología de Acámbaro, las figuras eran un fraude:
«Realmente, a pesar de la aparente legalidad científica con que fueron encontrados estos objetos, éste es un caso de reproducción, es decir, falsificación, hecha en una época relativamente reciente. En mi opinión, está hecha de tres tipos diferentes de objetos, unos son las figuras que pretenden ser reproducciones de animales extintos hace millones de años; posiblemente, el falsificador se inspiró en algunos libros de paleontología que estaban en boga a finales del siglo pasado o a principios del presente»
UN MUSEO EXTRAVAGANTE. En los años 90, un grupo creacionista fundó el Museo Waldemar Julsrud en Acámbaro, que aún exhibe la colección y defiende su autenticidad. Allí se exhiben cerca de 37.000 objetos: criaturas prehistóricas, ídolos, utensilios, figuras humanoides con rasgos egipcios, africanos o indios, dragones, extraterrestres y monstruos.
El doctor Antonio Pompa y Pompa, director del Departamento Nacional de Archivos y Bibliotecas, del Instituto Nacional de Antropología e Historia, que hizo excavaciones en el sitio junto al mismo Julsrud, declaró:
En realidad, le tomaron el pelo al señor Julsrud, un alemán que no conocía nuestras culturas prehispánicas y se impresionó por algunas figurillas que él mismo encontró y que, esas sí, eran auténticas. Las demás las hicieron los alfareros, quienes previamente las enterraban para que parecieran antiguas».
LA GRAN CATÁSTROFE AMARILLISTA
Ahora bien, ¿JJ. Benítez cree realmente en la veracidad de lo que publica? Misterio. Sólo puede afirmarse que ha demostrado una feroz hostilidad con sus críticos, llegando a entablar una demanda al periodista del El Correo, Luis Alfonso Gámez por ejercer su legítimo derecho a informar sus falsedades.
Si uno fuese mal pensado, la conclusión sería que Benítez es una persona celosa del éxito obtenido por su colega Jaime Maussán, el influyente mexicano que viene abusando de la credulidad de sus compatriotas con sus falsas momias de Nazca, quizá el más conocido de todos los groseros engaños que ha difundido.
Queda para el recuerdo, en cualquier caso, la «gran catástrofe amarillista» de Benítez, como algunos conocen el día en que, acaso presa de una distracción, atendió el llamado del periodista Javier Cavanilles.
La entrevista dejó en el éter un titular que, tal vez, fue la máxima expresión de derrota de alguien que dice ser «periodista de investigación»:
«Yo no tengo que demostrarle nada ni a usted ni a nadie»
Fuentes:
Rincón Moreno, Alejandro: EFE Verifica, 20 de octubre de 2020.
Ruiz Noguez, Luis. «Las misteriosas figurillas de Acámbaro», en Perspectivas Nro 5, mayo de 1995. Incluye una reveladora entrevista con Luis G. Durán, antiguo empleado de Julsrud. Descargar PDF.
¡Ya basta! Alto a la vulgar estafa de las figurillas de Ojuelos. Por Daniel Galarza Santiago