Una mesías fuera de control y una serie sin lugares comunes

La Mesías es un drama familiar sobre la monstruosidad humana, las religiones de andar por casa y el dolor. Dirigida por Javier Ambrossi y Javier Calvo, esta serie de Movistar + también nos habla de la crueldad extrema, las formas de las heridas traumáticas infligidas en la infancia y los contradictorios caminos de la salvación, entre el fanatismo religioso y la búsqueda de sentido.

Por Alejandro Agostinelli

“Quiero saber qué vio Enric cuando se hizo pis encima”.

La curiosidad me afirmó en la pantalla. Eran las 02:00 A.M. Vi salir el Sol.

No se parece nada a la serie típica que vas a encontrar en Netflix. No representa a un grupo religioso que comete crímenes feos, sucios y malos que te lo cuentan como si estuvieras viendo a un cocinero explicar su receta. No es la historia de un grupo cuya visión del mundo se traduce  en formas de proselitismo estándar o que necesita usar lavaje cerebral para domesticar a sus conversos, a menos que le llames lavaje cerebral a la educación que los hijos reciben de una madre estrambótica, chantajista y violenta.

El grupo religioso-musical Stella Maris es liderado por una madre que, tempranamente, privó a sus hijos de educación formal. Presa de la desesperación, sin soltar el clavo que ardía en sus manos, decidió abrazarlo y transformarse en líder mesiánica de un culto pequeño, casi irrelevante, ya que sus fieles son discípulos de andar por casa. Casi se diría que la secta de La mesías es un caso límite de familia disfuncional, donde un caso de folie à deux deriva en folie à famille. La mesías, Montserrat, quiso ser en su juventud una artista rica y famosa, pero su realidad de madre soltera, sin trabajo ni techo fijo, la arrojó, a ella y sus hijos, a una vida de descontrol, tristeza y desamparo.

¿Qué sucede cuando un hogar encabezado por una persona enajenada rompe lazos con la sociedad? ¿Qué lleva a una mujer, además una madre que huye sin hacer pie en el mundo, refugiarse en Dios, con quien empieza a dialogar? ¿Qué hay del destino de su prole, criada en cautiverio bajo la amenaza de que salir al mundo exterior es entrar en los dominios del Diablo?

Este puñado de preguntas busca contestar la serie de Los Javis para Movistar +.

La Mesías está ambientada en la Cataluña de comienzos de siglo XXI y la actualidad, bajo la sombra del Montserrat, la montaña que se vuelve extraterrestre, mágica y misteriosa el día 11 de cada mes.

Un asistente de cámara, Enric, es parte del equipo de rodaje de un documental en el que entrevistan a un grupo de abducidos que liba la magia de esa geografía. Por casualidad, en el televisor de un bar, descubre que su familia, de la que fue expulsado y a la que le perdió el rastro, tiene un canal de música religiosa que es un éxito viral en Youtube: Stella Maris, que compone canciones algo más grotescas que pop para divertirse. Decide rescatar a sus hermanas del encierro. Pero emprender ese viaje también significa revivir su infancia llena de traumas de otro mundo. Pronto sabe que Irene, su hermana menor y la mayor de las seis que aún viven en la casa familiar, también salió al mundo exterior, los dominios del Diablo, para rehacer su vida. El reencuentro entre ambos es áspero: Irene cree que su hermano la abandonó, como ya lo había hecho su padre, según el relato de su madre. Pero la verdad es más complicada. Juntos deciden liberar a sus hermanas del yugo materno. El camino hacia el rescate no es lineal –quizás es imposible. La mesías inició a las chicas en su visión del mundo y muchas de ellas, mayores de edad, están convencidas de estar en el camino que las salvará, a ellas y a la Humanidad.

Esta no es una crítica cinematográfica –debería haberlo aclarado al principio. Pero quisiera agregar que no encontré actuaciones poco persuasivas –se luce incluso Cecilia Roth– ni diálogos incompatibles con las circunstancias que el guión describe. Todo lo contrario: a lo largo de los siete capítulos respiramos un aire de experiencia genuina.

La fotografía, maravillosa, acompaña las decisiones del director: qué buen ambiente son los alrededores de la montaña Montserrat para abrir y cerrar la historia, más cuando esquiva los lugares comunes sin desaprovechar el turismo estereotípico y crear en ese ambiente escenas verosímiles y papeles secundarios que ofrecen un marco de autenticidad, casi idénticos a los de la vida real.

Si esta no es una crítica cinematográfica ¿qué es? Es una invitación a ver La Mesías. También quisiera explicar, sin espoilear todavía, por qué me encantó.

Me cansé de leer este tipo de comentarios: “Es la típica historia de una secta”. “Examina en profundidad los motores humanos que convierten en víctimas a los miembros de sectas”. Tanta incomprensión, tanta simplificación, dan un poco de rabia. Nada que ver, no esperes encontrarte con ooootra serie sobre sectas –ese monstruo herbívoro, más ficticio que real, creado o engordado por los medios y la industria del entretenimiento.

JAVIER CALVO Y JAVIER AMBROSSI, realizadores de La mesías. Encabezan el elenco: Roger Casamajor, Macarena García, Lola Dueñas, Carmen Machi, Ana Rujas, Albert Pla, Amaia, Biel Rossell y Cecilia Roth. Debutan: Irene Balmes, Bruno Núñez, Carla Moral, Iona Roig, Lluc Jornet, Sara Martínez, Arlet Zafra, Joana Buch y Ninoska Linares. Otras figuras: Nora Navas, Gracia Olayo, Aixa Villagrán, Carla Díaz, Betsy Túrnez, Ángeles Ortega, Mari Paz Sayago y Rossy de Palma. La mesías arrasó en los Premios Forqué 2023 ganando Mejor serie, Mejor actor y Mejor actriz, y repitió el éxito en los Premios Feroz 2024.

Si bien, como otras supuestas videntes, Montserrat, nuestra mesías, tiene su cosmovisión, una orientación religiosa y su propia doctrina, no existe sitio en el mundo a donde ir a su encuentro, salvo YouTube: en la casa de la matriarca nadie espera la llegada de fieles. Nadie es reclutado. Nadie que no sea parte del círculo familiar es víctima. No hay lavado de cerebros si no educación religiosa centralizada por la pareja que gobierna un caserón donde la escolarización está prohibida. No hay proselitismo eficaz: sólo bullying, escarnio y humor involuntario.

El formidable novelón de Los Javis despliega un drama psicológico coral que quizá se hubiese lucido aún más si –ya sé: es un pedido inútil– los capítulos hubiesen sido seis en vez de siete, o más cortos, donde los hermanos que definen la acción buscan desarticular la institución donde vivieron durante sus años de juventud y hoy odian, temen y, en parte, aman. Pero antes que eso suceda vamos internándonos en sus historias de vida, abonadas con pequeños acontecimientos catastróficos que lanzan al espectador a preguntarse qué hijo es capaz de sobrevivir semejante calvario sin la implosión de millones de neuronas –si el cerebro encierra un universo, imagínate sus cabezas como diminutos Big Bang. ¿Cómo se disparará la ira acumulada? ¿Qué dispositivo de negación psicológica racionalizará / justificará / ¿perdonará? a una madre cuya única coartada es su conexión con Dios?

Montserrat es una iluminada casi a la carta, pero el estrecho y siniestro mundo de sus tejemanejes es doméstico, pero a menudo profundamente doloroso. Gran parte de sus arrebatos, si reemplazamos la cuestión religiosa por excusas de otro tipo, se reconocen en padres o madres que usan a sus vástagos como peras de punching ball a través del autoritarismo, la culpabilización y el chantaje.

Pero el tema de La Mesías no es solo el dolor, también lo es la religión. Todos los capítulos, sobre todo el final, contienen una dosificada mezcla de conjuros espirituales, terapias alternativas y creencias como la de los extraterrestres, unida a un sortilegio de vivencias traumáticas, encuentros con lo imposible y esperanzas de sanación. ¡Y la alucinante psicodelia religiosa de Stella Maris, por supuesto!

Si alguien ya arrancó y está a punto de desistir por la falta de costumbre de ver series de capítulos largos, en defensa de no soltar la serie puedo decir que el capítulo final merece la paciencia de algunas escenas que parecen, por motivos no necesariamente narrativos, ralentizadas.

Si habías construido un prejuicio inalterable sobre la función del Mal o si estabas seguro de que la venganza contra actos de sistemática crueldad (tan salvaje que no parece humana) o los crímenes más horribles no pueden sino ir en rumbo de colisión explosiva, el séptimo capítulo desafía cualquier atisbo de caricaturización y te hace entrar y salir una, dos, tres, varias veces de circuitos estandarizados.

Algo parecido al amor, o al imperio de las coincidencias asombrosas, dejará a Enric en el umbral de su recuperación. Quizá pueda quitarse de encima la amenaza extraterrestre, quizá pueda tener una familia, quizá pueda dejarse abrazar por Dios –o por su madre–, el Dios que nunca tuvo y seguirá buscando –quizá a su madre.

La Mesías muestra la diferencia entre aquellos destinos que están por escribirse y lo inefable; entre lo inescrutable y lo que algún día, quizás, podremos entender; entre lo que es dinámico, flexible, y otras cosas que, irremediablemente, no vamos a poder cambiar.

El final de La Mesías es surrealista pero, a la vez, es más parecido a la realidad que lo que muchos hubiéramos podido imaginar.

TIPS SPOILER. PARA LEER DESPUÉS DE VER LA MESÍAS

*¿Quién es la mesías? ¿Una desquiciada que no merece la piedad de Dios? ¿Una sobreviviente que encontró a Dios y hace lo que puede? ¿Una mujer víctima de su enfermedad agravada por su recluta y primer seguidor, el hombre que la salvó de la calle para recluirla al servicio de Dios? ¿Somete o ama a sus hijas y a Enric? ¿Tiene alguien como Montse la capacidad de amar? ¿O sólo descubrió una coartada para recuperar el control? Ella dice ser la interlocutora de Dios con la Tierra.

* La serie abre otras preguntas sobre el punto de partida de un grupo religioso no tradicional –en este caso, una familia religiosa disfuncional. ¿Es el desamparo? ¿Es la angustia? ¿Es la locura? ¿Es cierto descubrimiento que recompone el mapa, determina un propósito y orienta la vida de la protagonista? Dicho de otro modo: ¿Es la búsqueda de un sentido? Nunca es saludable simplificar. 

Flos Mariae Vs. Stella Maris. Las primeras son una banda de jóvenes ultracatólicas famosas en internet en 2014, las hermanas Bellido Durán. El grupo musical representado en La mesías (abajo) está inspirado en aquellas, aunque no en forma literal ni explícita: tienen historias diferentes.

* La ficción no invoca inspiración alguna en casos reales, pero las influencias son bastante evidentes. Varios aspectos del caso guardan similitud con Flos Mariae, el grupo ultracatólico que se hizo viral hace varios años, integrado por las hermanas Bellido Durán. Parte de ellas (el grupo se dividió) grabó un video en el que pidieron no ser relacionadas con la serie. Nobleza obliga:

* También aparecen influencias como las que surgen de las lecciones que recibieron las chicas de una tía que es discípula del Opus Dei, alusiones a la Iglesia del Palmar de Troya y, quizás, al espiritualismo de reavivamiento como el profesado por algunos exponentes del movimiento carismático de la Iglesia Católica.

* Hay un momento, quizá el más espeluznante, que evoca a casos muy divulgados por los medios con relación a las llamadas sectas. ¿Es un clisé? Sí. ¿Es cuestionable? No, si cumple una función dramática. La escena refleja un estereotipo, pero destierra toda duda sobre el peligro que Montse representa para sus hijas.

* Por contrapartida, la escena de la madre que busca a su “hijo captado” desacraliza y desorienta a quienes temen a esas sectas con las que medios, falsos expertos y Youtubers nos asustan. Enric le dice a esa madre desesperada que no se preocupe, que su hijo está bien. Enric ya es un hombre nuevo, encaminado a su sanación.

* Me impactó la escena donde mi amigo, el psicólogo Luis Muiño, hace de sí mismo. El diálogo que mantiene con Irene/Resurrección es breve pero rotundo: el psicoterapeuta que empieza a atender a Cecilia, la hermana en proceso de readaptación, queda petrificado cuando Irene, la hermana heroína que espera liberar a todas sus hermanas, le dice a Luis que su enemigo es la fe. “¿No has pensado en hacer psicoterapia, Irene?”, le contesta.

A veces, una pregunta retórica es mejor que un clonazepan.

AGRADECIMIENTO: A mi amigo Moisés Garrido, que me animó a verla.

RELACIONADAS

El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

Contacto: aagostinelli@gmail.com
Alejandro Agostinelli en Twitter
Alejandro Agostinelli/Factor 302.4 en Facebook
+ info sobre el autor, Wikipedia en Español
+more info about Wikipedia English