A 30 años de los Ovnis en Victoria, Entre Ríos: el mito que yo vi nacer

Mentiría si dijera que cuando, a fines de septiembre de 1991, la revista Conocer y Saber me envió a la ciudad de Victoria, lo hizo solamente por los avistamientos de presuntos ovnis. Lo que captó la atención de Norberto Beto Angeletti, a la sazón director de la finada revista de editorial Atlántida, fue el titular de una doble página del diario Clarín: “Técnicos de la NASA investigaron la aparición de OVNIS en Entre Ríos” (17/09/1991).

Enfrascado como ya estaba en los vericuetos del tema, le deslicé a Beto que no había que fiarse: relacionar a la NASA con investigaciones sobre ovnis tiende a ser un bolazo que acompaña a la cuestión  desde fines de los ‘60, cuando la Universidad Colorado cerró el Proyecto Libro Azul de la Fuerza Aérea de los EE.UU.

El gran Angeletti, pragmático e intuitivo, consideraba que la revista no se hacía “con la verdad” sino con “lo que las noticias decían”; así, parte de mi trabajo consistiría en determinar si personal de la agencia espacial había visitado Victoria. Este criterio, inusual en las revistas del sector –de hecho, al tiempo la revista abandonaría esa meta–, me permitió viajar a indagar in situ los sucesos atribuidos a la controversia ufológica que ocurrían en la localidad entrerriana y, en lo posible, escribir una crónica digna.

De aquel viaje se cumplen treinta años y me pareció aburridísimo celebrarlo republicando aquella crónica (que fueron dos, disponibles al pie de este post).

Entonces, se me antojó mucho más interesante invitar a otro protagonista de la efeméride que, según mi experiencia, se convirtió en parte indisoluble de aquellos días insólitos: el periodista y escritor Claudio “Rantés” González, con quien cumplimos –y celebramos– nuestros primeros 30 años de amistad ininterrumpida.

Como no le di fecha de entrega y Rantés es un verdadero caballero, en menos de dos horas tenía en mi computadora esta nota que te va a encantar por su frescura y, también, por las revelaciones estrictamente históricas y ufológicas que contiene.

Cierro esta entrega con parte de la colección de mis recortes periodísticos de la época y varias fotografías inéditas, entre ellas algunas que registró especialmente para Factor el extraordinario artista argentino radicado en México, Dr. Alderete.

–Alejandro Agostinelli

HISTORIAS EXTRAÑAS. Emisión 38. En «El Alargue» (La Red AM910) dedicada a los fenómenos de Victoria.

Por Claudio V. González *

A fines de agosto de 1991 la ciudad de Victoria, por aquel entonces una localidad a la que sólo se llegaba si era tu destino ya que estaba lejos de las principales rutas nacionales, tuvo una suerte de boom mediático a partir de una serie de hechos que a la distancia podemos describir como asombrosos.

En la noche del 29 de agosto de ese año, y a partir de reiteradas invitaciones de María Judith Gonzálvez de Basaldúa, mejor conocida como Beby Basaldúa, para ver el extraño fenómeno que se veía desde su estancia, cerca de la Laguna del Pescado, varios vecinos, entre ellos el periodista Roberto Caminos, fueron al lugar.

El extraño fenómeno no era otra cosa que luces de comportamiento extraño que se veían sobre la laguna.

Fue una noche fría.  Muy fría.  No estuve ahí, pero sí fui testigo de las consecuencias que derivaron de esa noche. Quienes sí estuvieron coincidieron en que habían visto ovnis y no dudaban del movimiento “inteligente” de las luces que no iban a ninguna parte, sino que simplemente daban vueltas por ahí.

A partir de allí, en los medios en los que Caminos hablaba o escribía la noticia generó entre algunos victorienses risitas de escepticismo y entre otros asombro, admiración, y la sensación de que la ciudad había sido elegida por fuerzas desconocidas como centro de algo que no se sabía qué podía ser pero que sin dudas era bueno y esperanzador.

En los días siguientes casi todo el circuito periodístico de la ciudad estaba abocado al tema.

El canal de cable local logró tomar imágenes en las que se observan algunas luces que, muy a la distancia, parecían moverse (aunque, en lo personal, nunca me quedó claro si por la cámara o por su propio movimiento) de manera errática, en un lugar en el que todos sabíamos que era simplemente la oscuridad de la isla.

PIONERO DEL OVNI VICTORIENSE. Fue Ramón Pereyra, periodista, martillero público y ex candidato a intendente en una interna del peronismo. Hoy está alejado de los medios y de los ovnis que hicieron popular a su figura.

ALGO DE CONTEXTO

Para entender esto es importante dar una breve descripción de la geografía victoriense.  La ciudad, y todo el frente de la costa, se levanta de cara al delta del Paraná, que presenta como extremo opuesto a Rosario y las ciudades costeras santafesinas, ubicadas a unos 60 kilómetros.

En medio, las islas, los arroyos y, eventualmente algún puestero, el campamento de algunos pescadores que por esos años comenzaban a ser muchos más por la instalación de frigoríficos de pescado, lo que llevó a que la ciudad fuese el principal puerto de pesca continental del país.

En las frías noches de invierno, y muy rara vez las noches claras del resto del año, el horizonte se dibuja con una línea de luces urbanas que nada tienen que ver con el fenómeno que se observó por aquellos días, ya que las luces no estaban en esa línea, sino arriba (de lo que fui testigo en su momento), o abajo.

DESDE UN DRONE. El horizonte victoriense se distingue por sus colinas y esteros. En todo caso es una geografía apropiada para disfrutar de anocheceres y amaneceres de ciencia ficción.

LA PUGNA

Volviendo a la historia, los “avistajes de ovnis” dieron lugar a una fuerte competencia entre los medios locales, principalmente entre Roberto Caminos, por entonces director del bisemanario Prensa Libre y conductor del programa matutino de Radio Monserrat; y Ramón Pereyra, quien tenía un programa de entretenimientos los domingos por la mañana en LT39.

Quien escribe estas líneas traducía de policías y deportes a castellano, reinventaba el horóscopo, hacía alguna crónica y escribía una columna de opinión en Prensa Libre bajo el seudónimo de Rantés.

Los contendientes salían a “cazar” ovnis cada anochecer. Por entonces no existían las cámaras digitales y los laboratorios de algunos fotógrafos aficionados, en especial el de Néstor Gaioli, servían para revelar los rollos que nunca pudieron mostrar una foto en la que se viera algo.

Noche por medio los programas de ambas radios se veían interrumpidos por estos cronistas dando cuenta de que estaban viendo luces extrañas en algún lugar de la ciudad o en “lo de Beby Basaldúa”, y enseguida incontables vecinos de la zona se acercaban al lugar donde iba el cronista a llevarse el chasco.  En alguna oportunidad quedó claro que los ovnis eran máquinas agrícolas que estaban trabajando por la noche campo adentro.  

MI EXPERIENCIA

En los primeros días de septiembre Fernanda Sanzberro, una amiga que por entonces trabajaba como locutora en LT39, recibió en la radio una llamada desde La Tablita, el comedor que funcionaba en el balneario.  “El ovni está aquí, avisale a Ramón” le dijeron exaltados.

Fernanda intentó comunicarse varias veces con Ramón Pereyra a través del handy (era una época previa a los celulares tal como los conocemos) y al no recibir respuesta me llamó a Prensa Libre, por amistad, y para no perder la noticia, ya que ella no tenía como ir.

Subí al auto rápidamente y bajé las lomas de la Centenario como si fuera una persecución en las calles de San Francisco (a esa hora, cerca de las 21:00, el tráfico era casi nulo) y llegué a la Costanera viendo a lo lejos tres luces rojas, como si fueran las luces de una antena, que sabía que estaban fuera de lugar en un paisaje que conocía.

Cuando llegué a La Tablita estaban “Grete” Zalazar y dos empleados del comedor sin comensales, y el matrimonio Steiven, una pareja de unos 60 años, bien conocida en Victoria. (**)

“¡No sabés lo que te perdiste!”. Así me recibieron.

Observamos las luces durante algunos segundos.  No sabría definir cuántos.

En mi memoria, atravesada ahora por tres décadas, está el registro de las luces por encima del horizonte que marcaba el resplandor de Rosario, hoy invisible desde allí por el barrio privado El Solar. Tres luces rojas que eventualmente destellaban. A veces con otros colores, a veces con intensidad. Luces que se desplazaron hacia mi izquierda, regresaron, ascendieron, y destellaron en un blanco brillante para fugarse hacia el sur. Recuerdo que dejaron en su fuga una estela de luz blanca, o al menos esa es la impresión que me quedó.

En los días siguientes leí La Capital de Rosario convencido de que desde la otra costa debieron haber visto algo, pero nada.

Grete insistía con que el ovni había estado muy cerca de la costa y lo describió como un tambor luminoso.  Años más tarde acompañé a algunas personas que fueron a entrevistarlo y ya lo comparaba con un Critroën 2CV.

Los Steiven lo venían siguiendo desde la ruta 11, incluso lo vieron pasando frente a mi casa, y cuando llegaron ahí buscaron a Zalazar para tener más testigos.  Sus descripciones del momento fueron más emocionales que gráficas: “Era hermoso”, “Increíble”, “Lo más asombroso que nos pasó”.  No quise insistir y preferí escribir esa misma noche sobre aquello de lo que sí podía dar cuenta, lo que vi personalmente. ¿Qué vi? Unas luces sobre las que no tengo explicación. No sé qué fue y no me avergüenza expresarlo de esa manera.

LA COSTANERA

Durante el día siguiente Zalazar y los Steiven fueron consultados por mis colegas y durante varias noches el punto de encuentro de la ciudad, desde la caída del sol hasta que se enfriara el mate, era la Costanera, estacionando los autos de cara a la isla y a la espera del ovni.

La mitad de los victorienses de entonces decía haber visto algo. Pero si le preguntabas cuándo, seguramente ibas a encontrar a personas que estuvieron a esa hora a metros de las que habían visto un ovni y te decían que no habían visto nada.

Entonces empezaron las excursiones fluviales para ver ovnis.  Lanchas, canoas, piraguas, en medio del riacho.  Estuve en una con “Chulengo” Núñez y Caminos. Ellos juraban que la estrella que veíamos se movía.  Siempre supe que la corriente nos hacía girar y Venus (sí, era el lucero) permanecía casi inmóvil en el cielo.  Nunca me creyeron.  O les pareció que no era bueno para el negocio, vaya uno a saber.

Recuerdo en los meses siguientes haber acompañado a un contingente de paranaenses que venían a embarcarse en el barco de Chulengo para ver ovnis en las islas.  Quien lo encabezaba, un “ovniólogo” paranaense, Gustavo Fernández, miraba al cielo antes de embarcar y me decía señalando a una estrella intensa y roja, “esa es la nave nodriza”.  Era Marte.  Sí, la astronomía siempre fue un hobby que cultivé y reconozco varias constelaciones y estrellas… y los planetas principales en cualquier noche despejada.  Y después lo comprobé: era Marte.

VERSIONES

Para fines de septiembre la diversidad de rumores sobre los efectos colaterales del fenómeno ovni eran dignos de asombro.  Que habían venido expertos de la Fuerza Aérea, de la NASA, que había un sector de lo Basaldúa a donde no dejaban ingresar personas que parecían militares; tiempo después, incluso, afirmaron que estuvo el mismísimo Neil Armstrong.

Mulder y Scully fueron posteriores, que si no…

He tenido la oportunidad de entrevistar a personas del pueblo que, montados en la ola de los ovnis, juran y perjuran que estuvieron tan cerca de un plato volador que vieron a los enanitos verdes (no, los rockeros mendocinos no) observándolos desde una ventanilla… literalmente.

Con el tiempo siguieron las historias fantásticas, incluso el caso del presunto invidente rosarino Efrén Godoy, quien juró haber sido abducido por un ovni en pleno Rosario y dejado en la ruta, cerca de Victoria, afirmación que intentaba demostrar con un ticket de un supermercado rosarino fechado más o menos a la hora en que fue hallado en Victoria.

Sin dudas uno de los casos que más aportó al folklore local fue el de Benito Passadore, un hombre de campo de Antelo, una comuna ubicada a pocos kilómetros, quien afirma que los marcianos le vaciaron el tanque australiano.

No faltó quien diga, por supuesto, que los marcianos vienen por el agua.

Recuerdo haber visto a Passadore tomando un vino en un bar céntrico de entonces, El Águila, y a otros parroquianos diciéndole en voz alta “¡Eh, Benito! ¿Te dejaron agua los marcianos?”. Cada vez que veo Día de la Independencia, la escena del fumigador en el bar me parece calcada.

EN EL CAMINO

Cuando comenzó a circular la versión de que se veían ovnis en Victoria, gente variopinta se acercó a la ciudad, que por entonces vivió una breve primavera turística. Algunos se acercaron a los medios locales, que primero lo vieron como una curiosidad y luego se hartaron rápidamente.

Caminos tomó una decisión drástica, podría decirse, y me derivó a todo aquel que consultara sobre ovnis.

Desde gente que sabía que debajo de Laguna del Pescado había una ciudad interdimensional donde vivían seres de la quinta o sexta dimensión hasta pastores adventistas que se mostraban interesados en la seguridad de que se trataba de ángeles y, por ende, un preludio de la segunda llegada de Cristo.

Claro que algunos de los que recibí no respondían a ese “target”.  Así es como por estos días celebro treinta años de amistad con Alejandro Agostinelli, uno de los pocos –casi el único– que abordó el tema con rigor periodístico.

También llegó Fabio Zerpa.  No interesado en los ovnis, sino invitado por Caminos para dar una charla, que no fue sobre ovnis sino sobre los túneles prehispánicos que atraviesan el continente… las energías de no sé qué… los temas que a él le interesaban por esos días.

Hice las veces de edecán llevándolo del hotel al teatro.  Ahí, la gente que llenó las instalaciones pagando una entrada cara para lo habitual en Victoria, preguntaba por los ovnis y lo que se vivía en Victoria, él respondía con elegancia y volvía al tema que quería vender. A la vez también vi cómo muchos intentaron venderle a Zerpa sus habilidades telequinéticas, pendulares, lectura del aura… con una bajeza que no había visto hasta entonces.

Conmigo, Zerpa fue amable.  Para dar una idea, alguien le dijo que yo había visto algo.  No se lo había dicho yo porque nunca lo tomé en serio y no quería sumarme a la ola de aduladores que rezaban “llévame Fabio” de una manera que me pareció soez y desesperadamente zalamera y servil.  Sin embargo, cuando lo acompañé en la salida del hotel, antes de irse, tomó el grabador y me preguntó sin que se lo pidiera.  Una gentileza, entendí entonces.

SILVIA PÉREZ SIMONDINI. Anfitriona del Museo OVNI de Victoria (Foto: Cortesía Dr. Alderete)

Más tarde conocí a Silvia Pérez Simondini, que se acercó a Victoria por este tema y terminó logrando una colección que sin dudas asombra a los fanáticos del tema, la que convirtió con el correr de los años en su museo.  Ella sabe de mi escepticismo pero eso no mella la amistad.  Hace mucho que no voy a su museo, pero una de las últimas veces que fui mostraba entre sus fotos una en la que estábamos Chulengo Núñez, Roberto Caminos y yo, embarcados para buscar ovnis… “Tengo la prueba de que no son tan escéptico”, me decía en broma. (Nota del Editor: es la imagen que preside este post).

La pugna periodística de Caminos y Pereyra tuvo sus hitos nacionales cuando Caminos, que sigue con su programa “Caminando” pero ahora en LT39, almorzó con Mirtha Legrand (llevó a Adela Gregorutti, su locutora de entonces, quien hoy trabaja en otra FM local, FM Libertad) y Pereyra, que hoy está relativamente alejado de los medios, luego incluso de ser candidato a intendente en una interna del peronismo, fue invitado de Lucho Avilés.

Fueron días insólitos los de fines del ’91. Las noches, qué duda cabe, lo fueron mucho más.

(*) CLAUDIO V. GONZÁLEZ es escritor, redactor del diario La Mañana, de Victoria, Entre Ríos y, desde 2016 responsable del Museo “Carlos Anadón”, de Victoria. Publicó cuatro libros: “Prosas, cuentos y ensayos de Rantés” (1993), “Obsesión y destino” (2003), “Historia del club 25 de Mayo, cien años marcando el rumbo del deporte victoriense” (2010) y el poemario “Isla adentro y otros poemas” (2019). Es también moderador de la página loscuentos.net, donde publica bajo el nick Sindari. Tiene en Youtube su propio canal donde narra cuentos propios y de otros autores.

GALERÍA

FALSA AUTORIDAD. Clarín luego metió a la NASA en la Laguna de Setúbal, provincia de Santa Fe.
MUSEO OVNI DE VICTORIA. Entrevista a Silvia Pérez Simondini. (Foto: Cortesía Dr. Alderete)
MUSEO OVNI DE VICTORIA, 2018. (Foto: Cortesía Dr. Alderete)
ALIEN AL ANGULO. En el Museo OVNI de Victoria acechan entidades de todas las tipologías. (Foto: Cortesía Dr. Alderete)
BEBY BASALDÚA. Su testimonio marcó el inicio de la «micro oleada» de observaciones inusuales en Victoria. Foto: A. Agostinelli (2007).
VICTORIA, 2007. Claudio González hace entrega a Agostinelli de un metal extraído de la «pieza madre» que fue parte de la chapa que luce el MUSEO OVNI de Victoria. Agostinelli lo envió a analizar para Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Ed. Sudamericana, 2009).
CONOCER Y SABER (1991). Disponible en pdf aquí.

ADDENDA. El editor de este blog se ocupó en tres ocasiones de los sucesos de Victoria, por primera vez bajo el título «Ovnis ¿o psicosis colectiva?» en revista Conocer y Saber Nº 37, Ed. Atlántida, Buenos Aires, noviembre 1991, pp. 76-82 (se puede descargar en pdf aquí) y en El Ojo Escéptico bajo el título Victoria. Nueva sede de los ovnis, Vol I Nro 3, diciembre de 1991, pp 2-3. Sendas crónicas se hicieron sobre entrevistas en Victoria a los periodistas Ramón Pereyra (Canal 4 Video Cable Comunicación de Victoria, VCCV, y radio LT39), Roberto Caminos y Claudio V. González (del bisemanario Prensa Libre y FM Montserrat); al mecánico Orlando Di Orio, al peón Juan José Navoni, a los «buscadores de ET» Diego Hater y Diego Fasel, al estudiante Carlos Lucero, al psicólogo y entonces presidente del Consejo Deliberante Carlos Arganate, a la cabo de la policía María Esther Piedrabuena, a los padres José y Fermín Graizaro de la Abadía benedictina Niño Dios y a la señora María Judith Gonzálvez de Basaldúa.

También le dedicó el capítulo «Cielo picado en Victoria» en Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Editorial Sudamericana-Random House, 2009).

(**) Fe de erratas: en sus crónicas, el editor de este blog yerra en llamar «Estévez» al matrimonio Steiven.

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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