A diez años de la muerte de Sai Baba, un jovial gurú viene por su puesto

Hace veinte años, Zona de Investigación (Canal 9) presentó el programa en dos episodios, Sai Baba ¿un dios pecador? Wikipedia no lo cuenta, pero nuestra investigación estrenó mucho antes que lo hicieran otros programas similares en Europa. En la Argentina el desafío fue develar el historial de abusos sexuales de un gurú que no necesitaba presentaciones: el nuestro era –probablemente lo sigue siendo– el país donde tenía más seguidores de toda América Latina.

Si las profecías de Baba no hubiesen fallado, sus días como dios encarnado en la Tierra hubiesen debido terminar en 2022, a los 96 años. No pudo ser: falleció a los 84.

En mayo de 2014 surgió un continuador: Sri Madhusudan Rao Naidu, un gurú viajero que la Organización Sathya Sai está denunciando como «impostor». ¿Quién fue Sai Baba? ¿Y quién es el aspirante a reemplazarlo?

Por Alejandro Agostinelli

El doble aniversario de Sai Baba y el caso del gurú de relevo es el tema de la emisión Nro 36 de «Historias Extrañas», miércoles a las 02:00 en «El Alargue» en La Red AM 910, Radiomoscu.com y el podcast de Historias Extrañas.

Sri Sathya Sai Baba tiene quien pretenda su legado y no fue Prema Sai, un joven que debía despertar a su nueva identidad a los 14 años, ni un bebé nacido el día de su muerte, el 24 de abril de 2011. Se trata de un muchacho más crecido, Madhusudan Rao Naidu. Esta «nueva encarnación de la divinidad», líder de una estructura paralela a la Organización Sai que cultiva un perfil bajo, relató a otros devotos de Sai Baba que había empezado a recibir en su casa la presencia del Swami, o una suerte de calco holográfico que le impartió enseñanzas y planes de futuras obras.  

Madhusudan Sai, como empezó a hacerse llamar, describió la novedad de que él absorbía “Su Cuerpo Sutil”, una especie de incorporación o irradiación cósmica del espíritu del avatar en el nuevo Baba, probablemente algo no muy distinto de la llamada mediumnidad. Al tiempo, Sri Madhusudan adujo que su cuerpo iba a ser el nuevo vehículo de Baba en forma íntegra. “Un instrumento en Sus manos para servir y difundir la misión de amor y paz de Bhagavan en el mundo.” El siguiente paso fue incorporarse a su identidad. “Me volví uno con lo divino”, como explicó en Muddenahalli, Karnataka, a unos 35 km de Prasanthi Nilayam, en una antigua sede de la Organización Sai.

RECAMBIO GENERACIONAL. Madhusudan Rao Naidu en 2019. Aspira a ser reconocido como la nueva encarnación de Sai Baba.

Así, Sri Madhusudan se volvió «el nuevo Sai Baba» -aunque sólo para los devotos que se unieron a él, una exigua minoría.

Hay poca información disponible sobre la vida anterior de Madhusudan, salvo que nació en el estado de Chhattisgarh, India central, ingresó en el Instituto de Estudios Superiores Sri Sathya Sai, en el campus de Brindavan. Allí obtuvo una licenciatura en Química, en 1996, y completó sus estudios en el campus de Prashanthi Nilayam con medallas de oro entregadas por el propio Baba, quien, según sus apologistas, le festejó sus talentos musicales, actorales y artísticos, máxime cuando pintó el retrato de los padres de Baba. Swami lo arropó, le anunció en telugú que iba a trabajar en una institución bancaria del Fideicomiso Central Satya Sai y no dejó de bilocarse a diario en su casa, según Sri Madhusudan Sai y, con el tiempo, según otros devotos. «Muchas personas que tuvieron la gracia especial de una visión más sutil vieron a Swami entrando y saliendo de Madhusudan. En ocasiones Madhusudan se sentaba junto a nosotros, en la mesa del comedor o en un vuelo, y de repente se ‘convertía’ en Swami para dar ciertas instrucciones», escribió su estrecha colaboradora, Bhuvana Santhanam, quien ese presenta como «una de las pocas afortunadas que lo vieron metamorfosearse de Madhusudan a Madhusudan Sai durante los últimos ocho años» (en un texto de 2019).

En mayo de 2014, Sri Madhusudan Sai se alejó de la Organización Sai y fundó su propio ashram. Desde entonces, el saibabismo oficial lo declaró “fraude espiritual”, en una afirmación que sacude el cibermundo del que forman parte blogs, redes sociales y plataformas como Change.org, desde donde la Organización Sathya Sai pide a las autoridades de la India que no apoyen ni reconozcan al grupo liderado por Madhusudan:

«No es recomendable ni prudente que representantes del Gobierno de India se presten o se hagan presentes en eventos y/o inauguraciones de nuevos edificios construidos a partir de actividades ilegales dirigidas por personas que usan medios sin escrúpulos para recaudar dinero».

No todos los argumentos de la Organización Sri Sathya Sai son afortunados. Por ejemplo, descalifica a Madhusudan porque «supuestamente recauda dinero para los pobres» (…) «mientras se transportan automóviles de marcas como Bentley, Jaguar y Mercedes Benz» (a Sai Baba le fascinaban los Mercedes Benz).

Madhusudan Sai también hace supuestos milagros y otras demostraciones de poder como materializar vibhuti, anillos o collares. Pero, a diferencia de su presunto predecesor, es un mago poco talentoso y le gusta mucho viajar. «A recaudar dinero en nombre de Sai Baba», afirman sus detractores de la Organización Sai.

En 2016 visitó la Argentina, donde fue recibido por cientos de adeptos en el Auditorio Buenos Aires de Bariloche, provincia de Río Negro. La actividad fue ignorada —aunque sin duda no pasó inadvertida— por la Organización Sri Sathya Sai de Argentina. Ese mismo año sonó fuerte la llamada crisis africana. El 26 de julio, en un viaje a Nigeria, la policía arrestó a Madhusudan Rao Naidu, Narasimha Murthy, Isaac Tigrett, C. Srinivas y Arun Dhareshwar Desde luego, la denuncia la hizo la filial local de la Organización Internacional Sathya Sai y la acusación fue “defraudar, conspirar y engañar a nigerianos inocentes con motivos ocultos para recolectar donaciones en nombre de Sai Baba”.

MAGO SIN TALENTO. A diferencia de su pretendido predecesor, Madhusudan Sai es un ilusionista poco habilidoso, como documenta en este video (¡Gracias Enrique Márquez!)
NIGERIA, 2016. Poco después de hacerse sacar esta foto, la delegación fue arrestada por la Policía (en el extremo derecho, Isaac Tigrett). Los seguidores de Madhusudan Rao Naidu nunca ofrecieron una explicación sobre aquellos acontecimientos.

El más famoso del grupete es Isaac Tigrett, el empresario norteamericano que cofundó en 1971 el Hard Rock Café, disidente de Sai Baba y hoy exitoso emprendedor espiritual. En 1980, Tigrett había vendido su parte de la sociedad para donar la mitad a la Organización Sathya Sai. Más tarde se declaró en quiebra. Nunca dejó de estar relacionado con el mundo de los devotos de Baba.

OTROS “FALSOS BABA”

Sin contar con el denostado Maestro Amor (que antes de las denuncias que lo llevaron a la cárcel también jugó un papel de cierta relevancia, al menos en la Argentina), otro candidato a heredar la fama de Sai Baba es un joven conocido como Bhagavan Sri Prema Sai. Nació y se crió en un pueblito llamado Rattala Valasu, a 9 km de Dharapuram, distrito de Tirupur, Tamil Nadu. Le ayudan cierto parecido físico, haber afilado un despliegue de trucos y performances semejantes a las de su inspirador y haber conseguido su primer Mercedes Benz.

¿QUIEN FUE SAI BABA?

El famoso Sai Baba de cabellera afro se despojó de su cuerpo mortal a los 84 años (algunos dicen que en realidad tenía 81) pese a que, según él mismo, iba a morir a los 96 años. (Es un argumento poco eficaz para sus detractores: si decidió irse antes, «por alguna razón habrá sido» *)

No sólo fue el gurú indio más conocido en Occidente. También fue el líder espiritual más famoso de su país: la Organización Sathya Sai Baba formó un poderoso imperio económico en la India, con seguidores influyentes como el ex primer ministro indio Atal Behari Vajpayee, y el Consejero Científico del Ministro de Defensa Suri Bhagavantam, ambos impulsores de las explosiones nucleares en la India desde 1998. Esa cadena de influencias jamás cesó: Manmohan Singh, primer ministro el día de su muerte, dijo que constituía una «pérdida irreparable». Y en el mundo, millones de devotos fueron informados por las delegaciones de la Sathya Sai Central Trust sobre «el especial día que Swami eligió para desencarnar», Domingo de Pascuas, cuando la cristiandad celebra la resurrección de Jesús. A menos que alguien apueste por una explicación metafórica, Baba no murió crucificado: falleció a causa de complicaciones renales, coronarias y respiratorias.

Cuando el corazón de Sai Baba dejó de palpitar, a las 7.28 A.M. del domingo 24 de abril de 2011, millones de seguidores esperaron un milagro. Se lo pidieron a él mismo, Baba decía ser Dios, creador de todo lo que existe, amo y señor de la vida y el destino de sus devotos y también el de sus enemigos, quienes lo consideraron un abusador sexual y tramposo, que pretendía hacer milagros mediante simples trucos de prestidigitación.

Hacía menos de un mes que Sai Baba estaba conectado a un respirador en el Hospital de Superespecialidades Médicas, uno de los tres centros de salud de alta complejidad que él mismo había hecho construir en Puttaparthi con el dinero aportado por Isaac Tigrett.

CON LAS MANOS EN EL VIBHUTI. Esta imagen procede de un video proporcionado a la producción de Zona de Investigación por la Organización Sai Argentina. Muestra dónde escondía Sai Baba la bolita de vibhuti que luego iba a disolver entre sus dedos.

Durante la ceremonia conocida como darshan, Baba mantenía la máxima proximidad con sus devotos. Según el ilusionista especializado en falsos milagros, Enrique Márquez, el gurú solía combinar distracción, carisma y la necesaria dosis de impacto psicológico. «Cuando Sai Baba caminaba entre la gente, so pretexto de tomar su larga túnica para transitar más cómodamente, mantenía el puño izquierdo cerrado. Así ocultaba el objeto que iba a hacer aparecer, sea una o varias bolitas de vibhuti (la llamada «ceniza sagrada»), un collar, un reloj o lo que fuere. Los devotos le iban entregando cartas, eso le permitía manejarse con tranquilidad, ya que el objeto quedaba oculto entre ellas. Cuando decidía hacer aparecer eso, giraba su mano y, mágicamente, entregaba el objeto ‘materializado’ al devoto más cercano», explicó el mago.

Para los creyentes, durante el darshan sucedía todo lo contrario. Cuando Sai Baba materializaba un objeto se producía «un fuerte campo de energía» que consagraba la conexión del devoto con su gurú. Así lo explicaba Mónica Socolovsky, diseñadora de modas e introductora del movimiento Sai Baba en la Argentina a comienzos de los 80: «El movimiento energético que se genera en una materialización hace que, aunque seas un tarado, mires. Necesitamos garrotes para despertar a esta humanidad». Así quedaba sellado el vínculo (que podía oscilar entre la indiferencia, la entrega y la perplejidad) entre el visitante y el gurú, a quien le convenía mucho creer, ya que para llegar a Puttaparthi había invertido unos cuantos miles de dólares. En esas ceremonias el público solía permanecer extasiado por la cercanía de quien cree la encarnación de Dios y casi nadie pone atención a los movimientos de sus manos.

Ocasionalmente, las cámaras traicionaron al swami y mostraron cómo retenía una pelotita blanca de vibhuti entre los dedos índice y mayor mientras giraba la mano en círculos, movimiento del que se servía para camuflar el truco en que «materializaba la ceniza sagrada». Instantes después, desmenuzaba la bolita entre el dedo pulgar y el índice.

Baba fue un líder religioso mimado por el poder, que lo protegió hasta el fin, y cuestionado por los débiles grupos racionalistas de la India, como los que presidieron el doctor Abraham T. Kovoor (1898-1978) y el ilusionista Basava Premanand (1930-2009), acaso los primeros que denunciaron los juegos de manos y los intereses más mundanos que espirituales del gurú.

A mediados de los setenta, un ex discípulo de Baba, Tal Brooke, fue el primero en denunciar que Baba había intentado abusar sexualmente de él, lo que motivó su alejamiento del círculo interno. Desde 1999, nuevas acusaciones comenzaron a circular y a unificarse gracias a Internet, que contrarrestó la dispersión, ya que los disidentes vivían en países tan distantes como Suecia, Colombia, Gran Bretaña o EE.UU.

PIONERO DE LOS SETENTA. Tal Brooke viajó a la India y quedó hechizado por Sai Baba. En 1976 escribió «El Señor del Aire», donde reveló haber sido abusado sexualmente por el Swami.

Según la biografía oficial, Sai Baba nació el 23 de noviembre de 1926 en Karnatakka-Nagepalle, una pequeña aldea frente a Puttaparthi, con el nombre de Sathyanarayana. Dicen sus biógrafos que a los 14 años anunció que era la reencarnación de Sai Baba de Shirdi, un hombre santo indio fallecido en 1918. Antes de morir, aquel gurú vaticinó que iba a volver a nacer ocho años después en algún lugar de la India. En la línea de su antecesor, Sathya Sai Baba predijo que iba a vivir hasta el 2022 para reencarnar ocho años más tarde en la aldea de Gunaparthi, con el nombre de Prema Sai.

La vida de Sai Baba está tan cruzada de contradicciones que ni siquiera hay seguridad de que su nacimiento data de 1926, que es la que figura en su biografía oficial. En el volumen 1 de la biografía «Love is My Form» (El Amor es Mi Forma, 2000) aparecen reproducciones del Registro Escolar que mencionan dos veces la fecha 4-10-1929. Es decir, Sai Baba pudo haber sido tres años más joven de lo que declaraba.

PROTECTOR. Michael Goldstein, Número 2 de la Organización Sai, viajó a la Argentina tras la emisión del programa emitido en 2001 por Zona de Investigación. Dejamos asentado el hecho en esta nota.

EXPUESTO EN LA ARGENTINA

En agosto de 2001 produje para el canal Azul TV (Canal 9, Argentina) dos ediciones del programa Zona de Investigación que difundió una serie de entrevistas a ex seguidores de Sai Baba, entre ellos el joven iraní-norteamericano Said Korramshahgol y el actor y empresario sueco Conny Larsson. No fueron los únicos entrevistados, pero sí los más motivados a contar sus experiencias, que recordaban con asco y decepción.

Ambos fueron devotos muy cercanos a Baba. Palabras más o menos, recordaban la misma experiencia: so pretexto de curarlos de enfermedades, que ellos ignoraban poseer, o para iniciarlos en el camino espiritual, el gurú les «manifestó de la nada» un aceite con el que frotó sus genitales. Said dijo que el masaje fue seguido de masturbación. Conny aseguró que le siguió una sesión de sexo oral. «Yo me negué a practicarlo con él porque fui abusado siendo niño y él lo comprendió». Lo mismo escuchamos de devotos de México, Argentina, Suecia y EE.UU.

Desde 1999 estas denuncias ya habían sido investigadas por periódicos como el Daily Telegraph de Londres y el Indian Today, de Nueva Delhi. El 15 de septiembre de 2000, la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) retiró el auspicio a un congreso sobre «valores humanos» que iba a celebrarse en el ashram de Sai Baba en Puttaparthi. Por entonces, la UNESCO se hallaba «profundamente preocupada por las denuncias por abuso sexual de jóvenes y niños que se le atribuyen al líder del movimiento, Sathya Sai Baba» y reiteró su «firme compromiso moral y práctico de combatir la explotación sexual de menores en aplicación a la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Niños». El gurú pregona el celibato, la moralidad y la rectitud como valores supremos.

Mónica Socolovsky, quien inauguró el primer Centro Sai en Buenos Aires, dijo que lo vio «mil veces» frotando con aceite los genitales de varones jóvenes. Explicó que no recibía a mujeres en la sala de entrevistas «para evitar habladurías». Lo cual no impidió otra clase de rumores. Explicó la diseñadora:

«De alguna forma (Sai Baba) toca los genitales de los hombres, porque nunca lo hace con las mujeres, él dice que las mujeres no necesitan estímulo de ningún tipo… A ellos les hace un ejercicio que tiene que ver con un aceleramiento del primer chakra a través del pene, pero ésta es mí explicación, porque nunca le pregunté para qué lo hacía».

Para Said, el masaje con el aceite «es la introducción, la manera en que rompe el hielo». Luego, dijo, » en todas las entrevistas me pidió que me bajara los pantalones. Ya no me aplicaba aceite entre el ano y el pene. Jugaba con mi pene».

Sai Baba pregonaba el celibato, la moralidad y la rectitud como valores supremos.

Larsson viajó al ashram de Sai Baba en marzo de 1978. Él creyó que al fin había encontrado a Dios y abandonó todo para irse a vivir allí. «Yo estaba convencido de que Sai Baba me había elegido para una importante misión». En la primera entrevista, explicó Larsson, Sai Baba le reveló que había sido discípulo suyo en una encarnación anterior. Acto seguido, le bajó los pantalones para untar con aceite sus genitales. Las entrevistas privadas siguieron y, poco a poco, Baba continuó avanzando: «Me decía que mi fuerza vital en la espalda, el kundalini, estaba en el lugar equivocado», dijo Larsson. «El era Dios diciéndome que yo estaba enfermo, y Dios tenía derecho de hacer conmigo lo que quisiera».

Larsson fue discípulo de Sai Baba durante 21 años y fue uno de los devotos más populares de Europa. No tardó en descubrir que otros jóvenes que viajaban con él desde Suecia recibían el mismo «tratamiento» que él había recibido a comienzos de los ’80.

Todos estos «chismes» tienen registros objetivos. Un curioso relato sobre estas «prácticas espirituales» es citado en el libro escrito por la devota Graciela Busto, «Sai Baba El Señor» (Errepar, 1993). Busto reprodujo el diálogo donde un grupo de jóvenes cuenta cómo swami les tomó el miembro y los testículos. La autora los felicitaba: Baba les había «desbloqueado la energía» para garantizarles una «vida sexual sana y feliz y una masculinidad plena».

Este párrafo fue suprimido en una reedición del libro de 2001. Cuando le pregunté a Leonardo Gutter, presidente de la Organización Sai Baba en América Latina, si no le parecía feo esconder el bulto alegó que esa frase estaba «fuera de contexto» (ver facsimil) y que la autora decidió quitar las páginas «para evitar malentendidos». En realidad, la cándida descripción de Busto aclaró el panorama.

El psicólogo Daniel Coifman, distanciado de la Organización Sai tras veinte años de dedicación plena, reveló que, cuando hace años conoció estos relatos, reaccionó asombrado. «¿Será o no será?», se preguntó. «Después yo empecé a entender que hay cosas que no puedo comprender…». En una línea parecida, Socolovsky repuso: «La gente está acostumbrada a evaluar la acción correcta desde una premisa de juicio, y a un maestro no se lo puede juzgar porque nadie lo puede comprender».

«Una de las grande ventajas de ser Dios es que no se parece a sus súbditos. Es radicalmente distinto, y por lo tanto siempre se puede usar el argumento según el cual: ‘Ahhhhh!!! nosotros no somos capaces de entender lo que él dice o lo que él hace porque él es dios y nosotros no..’ Eso facilita mucho la comprensión entre los fieles y un dios, en la medida que esa comprensión está basada en la incomprensión radical», reflexionó Martín Caparrós, el periodista argentino que, en los noventa, publicó «Dios mío. Un viaje a la India en busca de Sai Baba».

En las ceremonias de expulsión del lingam (un huevo de piedra a veces bañado en oro que asoma de la boca del avatar) pocos deberían aducir incomprensión: antes del «milagro», Sai Baba se lleva a la boca el pañuelo donde esconde el objeto. Sin embargo, todos aplauden, celebran y se emocionan.

MASACRE EN LA RECÁMARA

El 29 de agosto de 1992, durante la inauguración del edificio del Kalyana Mandapam, Sai Baba le regaló una cadenita de oro «materializada» al jefe de Larsen & Turbo, la empresa constructora de la obra. La ceremonia, en la que participaba el entonces Primer Ministro, P. V. Marashimha Rao, fue filmada por la televisión estatal. Pero esa escena nunca se emitió. ¿Qué había sucedido? Corrieron infinidad de rumores.

El diario inglés Deccan Chronicle, en la primera plana de su edición del 23 de noviembre, develó el misterio: la televisión había captado el instante en que el ayudante personal de Sai Baba, Radhakrishna Menon, pasaba la cadenita a manos de Swami. En su día, el director del canal ordenó destruir el tape para evitar un papelón. Pero un editor hizo un duplicado y se lo facilitó al corresponsal del diario.

El episodio hubiera quedado como una simpática historia de fogata racionalista si no fuera porque, al poco tiempo, trascendió que el colaborador de Sai Baba —que además era su chofer personal— no iba a contar el cuento: Radhakrishna fue una de las víctimas fatales de la tragedia que se desató el 6 de junio de 1993, cuando un grupo de jóvenes ingresó en la recámara de Baba con el supuesto propósito de asesinarlo.

Algunos testigos dijeron que fueron fríamente asesinados por los custodios del ashram. Otros, que disparó la policía local: los agresores habrían sido amarrados con sogas y luego linchados por una turba de devotos que subió al cuarto armada con palos, espadas y cuchillos. Sai Baba —que hizo sonar la alarma y huyó al garaje— les dijo: «Hagan lo que quieran, pero no me involucren en esto».

Nunca se sabrá cómo murieron aquellos jóvenes porque no se realizó autopsia, aunque las fotos de la época muestran a los cuerpos desfigurados. Sai Baba no fue interrogado ni cooperó con la investigación. El entonces Ministro del Interior, Chavan, justificó a Baba. Alegó que él no estuvo durante la intrusión. Cuando un joven de 14 años que se hallaba en su dormitorio advirtió a Baba sobre lo que pasaba, éste saltó por la ventana, en una actitud tal vez poco elegante para quien afirma ser Dios.

Los seis devotos que fallecieron en el confuso episodio formaban parte de su círculo íntimo. Inevitablemente, algunos se preguntaron cómo Dios no previó que algo tan penoso estaba por suceder, o por qué no evitó que su alcoba fuera manchada con sangre de sus fieles.

La masacre causó tanta conmoción que Baba debió abordar el tema en uno de sus discursos: «El nacimiento y la muerte van juntos. Uno debe aceptar que la muerte es un fenómeno natural y dejar de preocuparse. Si me lo propongo, yo puedo vivir todo el tiempo que quiera… Dios no se comporta de una manera arbitraria. Los hombres que viven de una manera mundana, al no darse cuenta de esto, se preguntan por qué, en ciertas situaciones, Dios no usó sus ilimitados poderes para evitar ciertos hechos desfavorables…»

Hace diez años, cuando le mencioné a Socolowicz que muchos jóvenes denunciaban haber sido abusados sexualmente por Sai Baba, la ex fundadora de la Organización Sai en la Argentina relativizó las acusaciones con una frase a la que le faltaba el moñito:

«¿Cuál es la moral en la interdimensionalidad? ¿Estamos hablando de una moral judeocristiana, de una moral musulmana, mahometana…? ¿De qué moral estamos hablando?»

Para ella, como para otros devotos de buena fe, los caminos del Señor son inescrutables. Él sabrá por qué utiliza trucos de ilusionismo, él sabrá por qué escabulle, él sabrá por qué toca genitales ajenos, él sabrá por qué usaba coches caros, él sabrá por qué no debe dar entrevistas a periodistas críticos y él sabrá por qué decidió morir diez años antes de lo que había anunciado en sus propias profecías.

¿Es realmente inquebrantable la fe de los devotos? Sobre el tema tengo una anécdota. Hace años, le conté al actor Alejandro Sánchez —un amigo uruguayo por entonces muy creyente en la sobrenaturalidad de Sai Baba— cuál era la receta para preparar el vibhuti:

«Una de las fórmulas es una mezcla de bosta de vaca y madera de sándalo; se la tuesta y se la seca con forma de pastillitas. Baba las tiene escondidas; luego las busca y las pulveriza entre sus dedos.»

Me oyó en silencio. Tiempo después me contó un sueño. A él siempre le había impresionado un ritual donde Baba parece extraer de un jarrón torrentes de vibhuti, más del que el recipiente podría contener. (Lo llega a dar vuelta, como hacen los magos con sus galeras, para mostrar a su auditorio que está vacío.)

En su sueño, imaginó la ceniza comprimida en las caras internas: Baba, dedujo, debía extraerlo rascando los costados y el fondo del recipiente. Al despertarse, Sánchez se preguntó: «Si es Dios, ¿para qué necesita un jarrón?».

Alejandro había empezado a tener sueños racionalistas. Su fe era débil: enseguida dejó de creer en Súper Baba.

Desde ese día otros dioses, menos presuntuosos, empezaron a ser más creíbles para él.

Nota: El texto que sigue al subtítulo ¿Quién fue Sai Baba? es una versión modificada de Sai Baba: ¿santo o pecador? publicada el 25 de abril de 2011 en Ciencia Bruja de Yahoo!

(*) CARISMA NÓMADE. El doctor en Antropología Rodolfo Puglisi recuerda que en su profecía de 1963, Sai Baba afirmó que en el futuro reencarnará bajo el nombre de Prema Sai Baba. Esta idea fue “una estrategia política para evitar disputas y sediciones entre sus más cercanos por la sucesión del mandato posterior a su muerte”, según Deborah Swallow (1982). Así, declarando a su próximo sucesor, “Sai Baba clausura la posibilidad de que alguno de sus devotos tome las riendas de la OSSSB”. Tulasi Srinivas señala que conceptualizar a Sai Baba como un avatar “constituye una estrategia para extender su divinidad al futuro incierto. Así, la creación de una cadena tripartita de reencarnación (Shirdi Sai, Sathya Sai y Prema Sai): ‘ingeniosamente resuelve el problema weberiano de la racionalización de la autoridad carismática, reteniendo el poder naciente del carisma. La idea de Prema Sai asegura la sucesión carismática y la institucionalización de la figura de Sathya Sai Baba […] garantizando la continuación de la devoción Sai mucho después de la muerte de éste”.

Esta característica del movimiento Sai Baba ―continúa Puglisi― fue definida por Srinivas como carisma nómade, “una forma de carisma que no está adherida a un individuo sino que está libremente ―flotando. En este marco, Sai Baba se vuelve meramente una forma de aquel carisma y los devotos pueden argumentar que incluso cuando la forma está perdida o muerta, el carisma continuará” (Srinivas, 2013).

Puglisi, Rodolfo Salvador; Jerarquías, familia y formas de participación en la Organización Sai Baba de Argentina: Un análisis sobre los límites del campo New Age; Centro de Estudios e Investigaciones Laborales; en Sociedad y Religión Nº44, Vol XXV (2015), pp. 124-154

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El que prescribe

Alejandro Agostinelli, editor de este blog, es periodista desde 1982.

Fue redactor de las revistas Conozca Más, MisteriosEnciclopedia Popular Magazine Gente, y de los diarios La prensaPágina/12. Fue uno de los impulsores de la Fundación CAIRP y escribió y asesoró a la revista El Ojo Escéptico. También fue productor de televisión en Canal 9 y América TV. Fue secretario de redacción de las revistas de divulgación científica Descubrir NEO y fue editor de una docena de colecciones de infomagazines para la revista Noticias y otras de Editorial Perfil. Últimamente ha colaborado en las revistas Pensar, publicada por el Center For Inquiry Argentina (CFI / Argentina), El Escéptico y Newsweek.

Fue creador del sitio Dios! (2002-2004) y del blog Magia crítica. Crónicas y meditaciones en la sociedad de las creencias ilimitadas (2009-2010). Es autor de Invasores. Historias reales de extraterrestres en la Argentina (Random House, 2009).

Asesoró a Incoming, el noticiero de Canal Infinito (2009-2011) y escribió la columna Ciencia Bruja en Yahoo! Argentina y Yahoo! español (2010-2012). Asesoró a las productoras SnapTv y Nippur Media en la producción de documentales históricos y científicos para NatGeo (2011-2013).

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